“El puente de Alcántara”, de Frank Baer

 «La vejez no nos hace sabios, y la muerte no nos acerca a Dios. No somos más que hombres mortales. El que nos creó puso en nosotros una chispa de su espíritu, y la intuición de que, en algún lugar, arde una llama. Pero nos deja en la oscuridad.»

El puente de Alcántara (Die Brücke von Alcántara) es una novela histórica del escritor y periodista alemán Frank Baer, publicada originalmente en Alemania en 1988.

El relato se desarrolla a lo largo de más de dos décadas, entre los años 1063 y 1086, y su argumento gira alrededor de tres personajes representativos de las tres culturas que conviví­an en la Península Ibérica hacia la segunda mitad del siglo XI: Mohamed Ibn Amar, poeta andaluz de origen árabe; el médico judío de Sevilla Yunus Ibn al Ahwar, y Lope, un joven escudero cristiano.

A través de las peripecias de estos tres personajes, hilos conductores de tramas entrelazadas, donde se mezclan venganzas, odios, enamoramientos, traiciones y sentimientos encontrados, Baer pinta una grandiosa recreación de la España del siglo XI, un crisol cultural de las tres culturas que por aquel entonces convivían en la península. Gracias a su documentación histórica, a la intensidad de la historia, que atrapa al lector desde el primer momento, y a la frescura narrativa, desde su publicación, en 1988, El puente de Alcántara marcó un hito en la narrativa histórica como género literario, y es sin duda la mejor y más completa novela sobre la España de las tres culturas escrita hasta el momento.

    «No, no habría paz en la Tierra. Tampoco la Iglesia cristiana vencería a la guerra, al menos no mientras ella misma guerreara contra la guerra. La guerra era más antigua que la Iglesia, era una parte maligna de la herencia humana, una enfermedad que atacaba a los poderosos y a los ávidos de poder, y contra la cual no existía medicamento alguno. Los abades y obispos lo sabían bien, como lo sabían igualmente el Papa y su legado, que ahora anunciaba su mensaje desde el púlpito. No predicaban contra la guerra en sí, sino únicamente contra la guerra entre cristianos. Dejaban una vía de escape a los señores amantes de la guerra. Decían: seguid guerreando en paz, pero no luchéis entre vosotros, cristianos contra cristianos, sino contra los enemigos de Cristo, contra los otros, los paganos, los sarracenos impíos.»

Estamos, por tanto, ante una novela de una gran rigurosidad histórica, que se apoya en un enorme trabajo previo de investigación y documentación histórica, y que le costó a Baer cinco años escribir. Su propio autor la define como un largo viaje de cinco años al siglo XI. En la Nota del Autor, que figura al final de su libro, explica algunas de las numerosas fuentes consultadas durante su redacción y señala algunas cuestiones interesantes, como la historia de los papeles de la sinagoga de Fustat (el antiguo El Cairo).

El resultado es una magnífica novela, que recrea, con asombrosa habilidad, la forma de vida en la Península Ibérica en la segunda mitad del siglo XI, en un periodo de relativo equilibrio entre los reinos cristianos del norte y los musulmanes del sur, cuando las distintas religiones y culturas dominantes: musulmana, judía y cristiana pugnaban por hacerse con un su propio espacio geográfico.

Suponen una gran ayuda para el lector tanto la guía de personajes, que encontramos al principio de la novela, como el glosario de términos, que figura al final de la misma.

El puente de Alcántara es una de mis novelas históricas favoritas y que considero absolutamente imprescindible para los amantes de este género.

Por cierto, que el famoso puente, del que toma el título la novela y que no aparece hasta la parte final de la misma, fue construido por Cayo Julio Lácer y terminado en 106, está en la provincia extremeña de Cáceres y se encuentra en un excelente estado de conservación.

     «La mañana de ese día el grupo se había dividido. El grupo principal, en el que iban las mujeres, había salido por delante. Lope estaba en el segundo grupo, que no llegó a las puertas de la ciudad hasta el atardecer. Vio la ciudad frente a él. El sol estaba ya tan bajo que parecía haberse posado sobre los tejados. Lope conocía aquello, conocía el camino que rodeaba la ciudad por el este y conducía al río por un sendero escarpado y sinuoso. Había recorrido muchas veces ese camino; la primera, cuando aún era un chico, con el capitán. También conocía el puente que había dado nombre a la ciudad, el puente sobre el Tajo, que no aparecía ante los ojos hasta que no se había dejado atrás el último recodo del camino, y cuya sola visión le cortaba el aliento a cualquiera, por muchas veces que lo hubiese visto antes. Qantarat as-Saif, como era llamado en árabe: el puente de la espada. Seis colosales arcos, el mayor de casi sesenta codos de ancho, sostenían a más de cuarenta hombres de altura, sobre el río, una calzada tan ancha que fácilmente podían pasar dos carros al mismo tiempo. Sobre los pilares centrales se levantaba una puerta en forma de arco, hecha con imponentes bloques de piedra labrada. El gran puente, una de las maravillas del mundo, como decía la gente.»

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   SINOPSIS

En el año 1064, caballeros normandos y franceses emprendieron una cruzada contra los moros en España y sitiaron la ciudad de Barbastro. Ante las murallas de esta ciudad se produjo el encuentro de tres hombres: Mohamed Ibn Amar, un poeta andaluz de origen árabe, Yunus Ibn al Ahwar, un médico judío, y Lope, un escudero de quince años. Los caminos de los tres se separaron y volvieron a cruzarse años después en Sevilla. El poeta se había convertido en gran visir y Lope estaba enamorado de la hija del médico judío, pero los sucesos de una noche infausta en el puente de Alcántara hicieron de él una persona distinta.

En estos tres destinos se refleja la diversidad de una época grandiosa, en la que Andalucía era un floreciente centro artístico y cultural. El puente de Alcántara recrea, con todo su colorido y diversidad, la vida y la mentalidad de un siglo en que en España convivían razas y religiones distintas.

El Puente de Alcatara novela

      «Bajo el mandato del poderoso caudillo musulmán al-Mansur, el reino de Córdoba alcanzaría la cima de su poder. Pero una vez muerte éste, su reino volvió a desmembrarse. Luchas por el poder y guerras civiles devastaron el país. Las tropas bereberes saquearon la capital y prendieron fuego a los palacios. Los gobernadores de las capitales de provincia se declararon independientes.

    Cuando, finalmente, las diferentes partes que se disputaban el califato de Córdoba suspendieron la lucha, Andalucía estaba dividida en muchos pequeños principados. En Zaragoza, Valencia, Almería, Granada, Sevilla, Badajoz, Toledo; por todas partes se levantaban gobernantes autónomos de pequeños territorios independientes. La ausencia de un gobierno central fuerte tuvo como consecuencia un periodo de libertad inusitada. Andalucía volvió a vivir una edad de oro, impregnada de una tolerancia única en la Edad Media.

    Los pequeños príncipes competían en la decoración de sus residencias la magnificencia de sus ropajes, la calidad de la orquesta de su corte. Poetas, filósofos, científicos, arquitectos y artesanos encontraron generosos mecenas. Se dio un florecimiento cultural que los historiadores han comparado con el renacimiento cuatrocentista italiano.

     En esa misma época, también los reinos cristianos del norte ibérico vivían una etapa de prosperidad. Se habían recuperado rápidamente de los golpes de al-Mansur. Pero apenas había cedido la amenaza del sur, cuando ya los condes y reyezuelos –todos ellos hermanados y emparentados entre sí– se sumieron en rencillas familiares. De estas rencillas salió finalmente vencedor el conde de Castilla, don Fernando el Grande, quien consiguió anexionar a su Castilla natal Galicia y el reino de León. En torno al año 1060 había extendido sus dominios hasta tal punto que era, sin discusión, el soberano más poderoso de toda la Península.

    Poco después comienza la historia que narra este libro.»

FRANK BAER

022019_PB_Captives_FBaerNacido en Dresde en 1938, es escritor y periodista. Su única novela histórica es El puente de Alcántara, un gran éxito internacional, unánimemente elogiada por su rigor en la documentación y su habilidad para representar un grandioso fresco de la España medieval. Es también autor de la novela Die Magermilchbande (adaptada más tarde en una serie de televisión), que cuenta las aventuras de un grupo de niños huérfanos que, en 1945, deben regresar por sus propios medios a su ciudad natal, un intentar que es producto de sus propias experiencias en la Alemania en ruinas tras de la segunda guerra mundial. Asimismo, ha publicado un par de libros infantiles. Actualmente trabaja como colaborador autónomo en prensa y televisión.

“Una luz en la noche de Roma”, la nueva novela de Jesús Sánchez Adalid

Tras el éxito de Las armas de la luz, el autor extremeño Jesús Sánchez Adalid regresa, después de tres años metido de lleno en esta aventura literaria, con una nueva novela, Una luz en la noche de Roma, que ya podemos encontrar en las librerías.

La idea de narrar esta formidable historia surge cuando alguien se puso en contacto con el escritor Jesús Sánchez Adalid y le informó de la existencia de unos documentos de valor inestimable. Nadie sabe por qué motivo estos datos históricos permanecían sin salir a la luz desde hace ocho décadas, guardados en el secreto de algunos archivos de la Segunda Guerra Mundial.

El autor de El mozárabe ha informado en una reciente entrevista que los hechos que narra en la novela le vinieron de repente y sin esperarlos. El 19 de septiembre de 2019 recibió un mensaje por correo electrónico que comenzaba así: «Estimado don Jesús: No quiero invadir su intimidad por el momento, y por eso prefiero escribir. Y cuando no le interese esta conversación escrita, pues no la siga y punto… Le adjunto un hecho histórico acaecido en nuestro Hospital de la isla Tiberina de Roma, sobre el que algunas televisiones (de USA y Polonia) e investigadores de la historia desean obtener información. Ese interés ha aumentado de una manera considerable últimamente. De forma resumida, trataré de contárselo en estas líneas. Durante la ocupación nazi de Italia en la Segunda Guerra Mundial, en 1943, hubo, como sabrá, una persecución de la comunidad judía de Roma, que básicamente se concentraba en el gueto, siendo, por tanto, vecino de nuestro hospital, que se encuentra en la isla Tiberina. Solo nos separa del barrio judío el puente Fabricio».

Sánchez Adalid se dio cuenta de que se encontraba, sin duda, ante unos hechos verdaderamente interesantes. Tras una investigación apasionante, encontró a los descendientes de los protagonistas reales, los cuales le proporcionaron el fantástico elenco de testimonios, revelaciones, nombres, fechas y anécdotas que componen el cuerpo de la narración.

El resultado es esta novela, según la información que nos proporciona la editorial, imprescindible y esperanzadora para los tiempos que corren.

LEER LAS PRIMERAS PÁGINAS DE LA NOVELA

SINOPSIS

En el verano de 1943, Gina, una estudiante de familia acomodada, se enamora perdidamente de Betto, un intrépido muchacho judío que forma parte de una organización clandestina. Entre ambos surge una original, intensa y prohibida relación que transcurre en el devenir de una de las tragedias más impresionantes de la historia reciente de Europa. Tras la estrambótica caída de Mussolini, Roma se precipita hacia una tormenta de violencia que culminará con la ocupación de la ciudad por las tropas de Hitler. Por otra parte, cuando las SS se disponen a capturar a todos los judíos del barrio hebreo, en el hospital de la isla Tiberina será ideado un sofisticado engaño para salvar a un buen número de personas: el llamado «Síndrome K».

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Sánchez Adalid nos regala una fascinante novela que retrata la sociedad romana bajo el dominio nazi. Una mezcla de amor, heroísmo y generosidad, donde hay lugar para la ternura y la belleza. Porque, curiosamente, a pesar del peligro de los bombardeos y las amenazas constantes, la ópera, los teatros, los cines y los cafés romanos siguen abiertos invariablemente. Aun en los momentos más trágicos, Roma no renuncia a su esencia eterna y vital.

Esta es la historia real de unos hombres y mujeres que tuvieron que enfrentarse a los acontecimientos más extraños, infaustos y peligrosos que puedan darse en la existencia. Pero es en la mayor adversidad cuando sale y resplandece lo mejor del alma humana.

Entrevista para Canal 24h. Una luz en la noche de Roma

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

22894321_1464763953618817_2010764460934034265_nJesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino mozárabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, Teresa, La mediadora, En tiempos del papa sirio, Los baños del pozo azul y Las armas de la luz.

Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy. Además, es académico de número de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, cuya biblioteca dirige. También es patrono de la prestigiosa Fundación Paradigma Córdoba, cuyo fin esencial es recordar los ejemplos positivos de convivencia entre las tres religiones abrahámicas: judía, cristiana y musulmana, que ocurrieron en Alándalus, buscando con ello los principios y fundamentos del ecumenismo y del diálogo.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

FUENTES

  • El Periódico Extremadura
  • Sánchez Adalid, J. Una luz en la noche de Roma. Madrid, Harper Collins Ibérica, 2023

Tierra vieja”, de Antonio Pérez Henares

«No somos más que nadie, pero menos que nadie tampoco»

Tierra Vieja es la última novela del escritor y periodista de Guadalajara Antonio Pérez Henares, publicada en 2022. Se trata, sin duda, de su obra más personal y que está escrita desde el corazón.

En esta novela histórica, Pérez Henares, hijo, nieto y bisnieto de labradores, nos traslada a las fronteras de la extremadura castellana de los siglos XII y XIII y nos muestra la vida de la gente del pueblo, sencilla y trabajadora que, con una mano en la lanza y la otra en la estiba del arado, crearon y consiguieron el objetivo de perseverar en esa tierra, ensanchando los límites de Castilla y León.

   «En esto último era donde quería estar, y cuanto antes, el Juanillo y en lo primero andaban el Julián y el Valentín. Pero en realidad estaban todos en lo mismo. Con una mano en la estiba del arado y la otra en la empuñadura de una lanza. En no pocos casos, y dependiendo de la estación o la necesidad, era el mismo quien, según tocaba, estaba en las dos cosas. Labrar la tierra y combatir por mantenerla y ensancharla.»

Para escribir esta historia, el escritor alcarreño ha vuelto la vista a la tierra que le vio nacer, de la que se siente muy orgulloso, y considera que de esta manera ha pagado la deuda que tenía con las gentes y con los pueblos de estas tierras.

«Hay un canto a la tierra. Yo soy hijo, nieto, bisnieto de labradores. He visto segar a mano, arar con arado, con mulas. Una oda al respeto que se debería ofrecer a esta profesión y los lugares que algunos consideran, erróneamente, la España vaciada.

Tierra Vieja pone en valor la vida en rural ante una visión urbana sobre la tierra totalmente paternalista y soberbia. Desde la urbe dan lecciones de cómo se tiene que vivir en el campo, no hay respeto hacia gente que cuida todo un territorio», ha afirmado el escritor y periodista alcarrreño.

  «La vida del labrador era eso, un acabar para empezar. Cuando se salía de eras y se metía en los atrojes la cosecha, había que ponerse a preparar la nueva siembra. Parar lo que se dice parar solo se paraba por obligación o porque el tiempo no dejaba salir al campo. Entonces se aprovechaba para remendar lo que se había ido rompiendo y no se tuvo tiempo de componerlo, hacerse con aquello que se había echado de menos o limpiar un rincón o trasladar algo de sitio. La lluvia, además de ser bien recibida, proporcionaba aquellos ratos más sosegados y hasta había tiempo para quedarse apoyado en un quicio y a cubierto, y ver caer el agua. Fuera en las cuadras, en el zaguán o en la fragua, los días metidos en agua también servían para descansar por mucho que se aprovechara para poner una herradura, enderezar una telera del arado, zurcir un tirante de la yunta, repasar una collera o curarle a la mula un rasponazo. Y ver llover. Que era bonito ver llover bajo techado.»

Una historia escrita con una magnífica prosa y en la que utiliza un vocabulario muy rico, en el que abundan los términos propios de las faenas agrícolas. Apoyada en un gran trabajo previo de documentación histórica, refleja muy bien cómo era la forma de vida en los difíciles años de la Reconquista y repoblación de los territorios de la extremadura castellanaEn fin, estamos ante una buena novela, que se lee con ganas.

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SINOPSIS

España nunca quedará vacía mientras recordemos su historia.

Se han contado los relatos de los reyes, de los nobles, de las batallas y de los grandes guerreros, pero quienes repoblaron la tierra yerma fueron hombres y mujeres que, con una mano en la estiba del arado y la otra en una lanza, arriesgaron sus vidas por repoblar las tierras perdidas. Entonces, cuando una peligrosa tropa acechaba —y junto a ella la muerte— ellos dibujaron las fronteras que hoy heredamos.

   «Era una tierra vieja. Desde luego que lo era. Había sido roturada ya antes. Había sido hendida por el arado, descuajados los chaparros, desbrozado el arbusto, tirado el surco, sembrado el trigo y plantada la vid y la higuera. Pero luego, una y otra vez, habían llegado el hacha y el fuego. Había sido talada, arrancada la cepa de raíz y socarrada. Baldía de nuevo y vuelta a ser cultivada después para volver a ser arrasada hasta la entraña. Pero, aun así, algo había quedado en ella, algo que siempre pugnaba por rebrotar. Y los hermanos lo habían sabido hallar y ayudado a renacer.»

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   «—Nos la hemos ganado, Antonio. Nuestros abuelos, nuestros padres y nosotros. Es nuestra tierra. Nos pertenece.
    El Pequeño asintió a las palabras de su hermano mayor.
    El Antonio tardó en contestar. También lo hizo asintiendo con la cabeza a lo dicho por su primo, pero luego añadió con la boca:

     —Pero no, Jesús. Somos nosotros quienes le pertenecemos a ella.»

En esta novela de prosa evocadora y exhaustivo rigor histórico, Antonio Pérez Henares nos traslada, a galope entre el siglo XII y el XIII, a las fronteras de la extremadura castellana por las sierras, las alcarrias, el Tajo y el Guadiana. A través de sus personajes —cristianos y musulmanes, campesinos y pastores, señores y caballeros—, nos muestra la historia de los que sembraban y segaban, de los que levantaron las ermitas e hicieron brotar pasiones, amistades, rencores, pueblos y vivencias. Aquellos que dieron humanidad a la tierra y se convirtieron en la semilla de nuestra nación.

Esto es Tierra vieja y ellos, sus héroes

ANTONIO PÉREZ HENARES

perezhenaresAntonio Pérez Henares es autor, entre otras obras, de las novelas La tierra de Álvar Fáñez y El rey pequeño, de la Tetralogía Prehistórica, compuesta por NublaresEl hijo de la garzaEl último cazador y La mirada del lobo, así como de La canción del bisonte. En 2020 publicó Cabeza de Vaca, una recreación de la fascinante vida y epopeya de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, que obtuvo un gran reconocimiento de la crítica y los lectores.

Ejerce el periodismo desde los dieciocho años, cuando comenzó en el diario Pueblo. Fue director del Tribuna y director de publicaciones de Promecal. Ahora colabora puntualmente en un buen número de periódicos, pero hace un tiempo decidió dejar de participar en las tertulias televisivas donde había obtenido gran notoriedad.

“Las campanas de Santiago”, de Isabel San Sebastián

    «A mí, no me doblegarás, cuando llegue el momento, daré un paso al frente. Viviré libre o moriré combatiendo»

Las campanas de Santiago es una novela histórica, de la escritora y periodista chilena Isabel San Sebastián, basada en un episodio histórico acaecido durante uno de los periodos más difíciles de la Reconquista. A finales del primer milenio de nuestra era, el ejército del caudillo sarraceno Almanzor llega hasta la ciudad de Santiago de Compostela, el foco de peregrinación más renombrado de la Europa occidental. La idea de Almanzor era profanar la tumba de Santiago, propinando así un duro golpe a la moral de los cristianos.

Cuando los invasores entraron en el templo del apóstol, sólo encontraron, sentado al lado del sepulcro, a un viejo monje medio ciego que estaba rezando a Santiago y advirtió al caudillo andalusí que sufriría la venganza del Apóstol si osaba profanar sus reliquias.

   «Si Santiago abandonaba la lucha, si permitía que su sepulcro fuese profanado impunemente, si dejaba de tender su manto protector sobre la Cristiandad hispana, ¿dónde hallarían fortaleza los soldados de la Cruz enfrentados a un ejército sarraceno infinitamente superior al suyo? ¿A quién se encomendarían antes de entablar batalla contra semejante adversario?»

El sepulcro y el sacerdote fueron respetados; sin embargo, la ciudad fue arrasada y las campanas de la basílica levantada sobre las sagradas reliquias del apóstol Santiago, descolgadas y transportadas a hombros de cautivos cristianos hasta la ciudad de Córdoba.

El viejo monje que se había negado a abandonar el santuario del apóstol era el maestro y benefactor de Tiago, joven herrero, que junto a Mencía forman una pareja de recién casados a los que la aceifa de Almanzor separa desde el principio de la historia y que lucharan durante largos años para tratar de reencontrarse.

Las campanas de Santiago me ha parecido una buena novela, bien escrita, que te atrapa desde la primera página y con un final muy logrado. Apoyada en una rigurosa labor de investigación y documentación histórica, refleja muy acertadamente cómo era la forma de vida en la Península Ibérica en aquellos difíciles años cercanos al final del primer milenio. Una novela que hará las delicias de los muchos amantes de este género. Muy recomendable.

   «Las campanas orgullo de Compostela y su gente habían sido fundidas en bronce de la mejor calidad con el propósito de equiparar su tañido a la voz del Hijo del Trueno: siete partes y media de mineral de hierro, dos y media de estaño traído en barco desde las islas británicas, una pizca de plata y la temperatura exacta en el horno de piedra, a fin de completar la receta de un metal rojizo, sólido, compacto y hermoso a la vista, dotado de una sonoridad potente y cristalina a la vez.»

COMIENZA A LEER LA  NOVELA

SINOPSIS

Compostela, año 997 de Nuestro Señor. Almanzor, «el Azote de Dios», se dispone a destruir la ciudad del apóstol Santiago, faro de la Cristiandad hispana y destino de un camino de peregrinación secular. En medio de la confusión, Tiago, un humilde herrero, se separa de su mujer, Mencía, embarazada de una criatura. Ella consigue huir. Él es capturado y forzado a cargar junto con otros prisioneros las campanas de la basílica hasta Córdoba en un viaje plagado de peligros. Comienza así una aventura trepidante que obligará a Mencía a luchar por sobrevivir mientras Tiago intenta desesperadamente regresar a su lado.

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   «Graves debieron de ser nuestros pecados para que el cielo nos enviara este flagelo llamado Almanzor, peor de cuantos hubo y habrá, a devastar nuestras tierras y despedazarnos con la espada. Jamás sufrió la Cristiandad embestida tan terrible ni estuvo tan cerca de sucumbir a la hueste de la media luna. Si no logramos superar la división que nos debilita y unirnos de nuevo bajo el estandarte de la Santa Cruz, acabaremos todos vasallos, cautivos o difuntos.»

ISABEL SAN SEBASTIÁN

f.elconfidencial.com_original_528_aa2_2a0_528aa22a097610a7c5a52e01c6aa80a4Isabel San Sebastián (Chile, 1959) es periodista todoterreno. Ha trabajado en prensa (ABCEl Mundo), radio (Ser, Onda Cero, RNE, Cope, esRadio) y televisión (TVE, Antena 3, Telecinco, Telemadrid y 13TV), actividades a las que roba tiempo para dedicarse a su pasión de escribir. Autora de diversos ensayos, ha publicado en La Esfera de los Libros La visigoda (2007, Premio Ciudad de Cartagena), Astur (2008) e Imperator (2010). Sus tres últimas novelas, Un reino lejano (2012) y La mujer del diplomático (2014) y Lo último que verán tus ojos (2016) las ha editado Plaza & Janés. Todas ellas han gozado de gran éxito, y ya superan los 400.000 ejemplares vendidos.

“El mercader de libros”, de Luis Zueco

     «Cada libro que veis tiene alma. El alma de quien lo escribió y el alma de quienes lo han leído y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro se lee, su alma crece y se hace más fuerte.»

El mercader de libros es la última novela histórica de Luis Zueco, autor de la conocida Trilogía Medieval, compuesta por El castillo, La ciudad y El monasterio.

La novela está ambientada en los comienzos del siglo XVI, cuando la imprenta había cambiado para siempre el mundo, haciendo que los libros fuesen accesibles para una gran parte de la población. Profundamente influencia por las ideas del humanismo, la novela constituye un hermoso homenaje a los libros.

El protagonista de la historia es Thomas Babel, un joven alemán que, huyendo de su pasado, atravesará media Europa hasta acabar recalando en España, donde comenzará a trabajar para un mercader de libros con el que emprenderá la búsqueda de un misterio ejemplar cuya localización les llevará hasta Sevilla; lugar en el que se desarrolla la mayor parte de la novela.

Sevilla era en aquellos momentos la ciudad más próspera de Occidente, a su puerto llegaban las riquezas de América y en sus calles se dirimía el futuro de Europa. Entre sus murallas se creó la primera biblioteca moderna, el primer centro de saber occidental, y lo hizo bajo el mando del hijo del descubridor de América, Hernando Colón, quien reunió durante su vida esta biblioteca de casi 20.000 títulos que fue el primer intento de reunir todo el saber universal, clasificarlo y hacerlo accesible para utilizarlo a la hora de gobernar un imperio.

                                                   Biblioteca Colombina

    «Sí; ni armas, ni ejércitos, ni flotas, ni castillos, ni tierras —enumeró Hernando Colón—. Los libros son… ¿cómo explicarlo? Los libros nos permiten saber lo que piensan miles de hombres, lo que descifraron los sabios de la antigüedad, lo que descubre un genio en la otra punta del mundo. Los libros nos enseñan la historia, podemos aprenderla para no cometer los mismos errores que nuestros ancestros. Los libros nos muestran la palabra del Señor; ¿qué habría sido de nosotros sin las Sagradas Escrituras? Los libros son una mente inmensa, que abarca el saber de toda la humanidad. Sin ellos… seríamos poco más que animales. Cada generación olvidaría lo aprendido por la anterior y así una y otra vez.»

El mercader de libros me ha parecido una buena novela, bien escrita, entretenida y fácil de leer. En ella se mezclan hechos y personajes reales con otros totalmente inventados. La historia se sustenta en un gran trabajo de investigación y documentación histórica y refleja muy bien cómo era la forma de vida en la Europa de principios del siglo XVI.

Una hermosa novela, que hará las delicias de los amantes de este género literario y en especial de los amantes de los libros, ya que en ella vamos a encontrarnos con frecuentes referencias y reflexiones en torno al mundo de los libros y de las bibliotecas.

COMENZAR A LEER LA NOVELA

Hoy los libros se hallan rodeados de poderosos enemigos,
que buscan arrinconarlos y, a la vez, extraer de ellos toda su alma;
pero ignoran su inmensa capacidad de resiliencia.
Ha llegado el momento de alzarse, de rebelarse.
          Y no hay mejor defensa de los libros que su lectura.
  ¡Lean, lean! ¡Sean unos rebeldes!
Luis Zueco

SINOPSIS

Todo gran viaje comienza en los libros

    «—Soy Thomas Babel, mercader de libros —dijo entonces con firmeza—. He trabajado para Luis de Coloma, nieto del secretario de los Reyes Católicos, y para don Hernando Colón, hijo del descubridor de las Indias. He participado en la reunión de Badajoz para defender los derechos de España sobre las Islas de las Especias frente a los portugueses. He sido impresor y ahora también soy mercader de libros, como os digo. Permítame, mi capitán, que le diga que aquí donde me ve, soy una persona honorable, que nací en tierra extranjera, y mi sueño es cruzar el gran océano y llevar los libros allí donde más los necesitan.»

     Año 1517. El joven Thomas atraviesa la incipiente Europa renacentista huyendo de su pasado. Son los años siguientes al descubrimiento de América y la invención de la imprenta, un periodo de profundos cambios que han supuesto el fin de la Edad Media. La curiosidad que siente por el Nuevo Mundo, cosechada en sus múltiples lecturas, le llevará hasta España, donde comenzará a trabajar con un mercader de libros.
El encargo de localizar un ejemplar envuelto en un halo misterioso le conduce hasta Sevilla, una próspera ciudad que sirve como enlace en el comercio con las Indias y que alberga, entre sus murallas, la biblioteca más importante de Occidente, creada por el hijo de Cristóbal Colón y llamada la Colombina. Será precisamente allí donde Thomas descubra que alguien ha robado el libro que él busca y, por alguna razón, tiene mucho interés en que nadie lo encuentre.

Hubo un tiempo en que los libros permitían descubrir nuevos mundos, tambalear los dogmas más sagrados y cambiar el curso de la Historia. Luis Zueco nos sumerge en los albores de la bibliofilia y nos traslada, en una perfecta unión de rigor histórico y trama trepidante, a una época en la que la palabra impresa podía ser el arma más peligrosa.

LUIS ZUECO

Luis Zueco (Borja, Zaragoza, 1979) es director de los Castillos de Grisel y de Bulbuente, dos fortalezas restauradas y habilitadas como alojamientos con encanto y para la realización de eventos. Además, es ingeniero industrial, licenciado en Historia y máster en Investigación Artística e Histórica, miembro de la Asociación Española de Amigos de los Castillos y colaborador, como experto en patrimonio y cultura, en diversos medios de comunicación.

Ha logrado un éxito internacional de crítica y público con su fascinante «Trilogía Medieval»: El castillo (Mejor Novela Histórica 2015 por la web Novelas Históricas), La ciudad y El monasterio, tres novelas que pueden leerse de manera independiente y con las que accedemos, a través de adictivas tramas de intriga ambientadas en los escenarios arquitectónicos más importantes de la época, a aspectos fundamentales de la Edad Media.

OTRO FRAGMENTO DE LA NOVELA

    «—Interesante, los libros están de moda. Desde que se ha inventado la imprenta todo ha cambiado, y más que cambiará. En la Antigüedad había pocas copias de cada libro y en cualquier momento el último ejemplar de un libro podía quemarse, o mojarse y perderse para siempre. ¡Ahora ya no!
    —¿Por qué? —Massimiliano había captado la atención de Thomas.
    —Por la imprenta, muchacho. El mayor invento de la historia.
    —¿Lo decís de verdad? —inquirió Thomas incrédulo.
    —La historia de los hombres se repite, volverán a llegar tiempos oscuros, los hombres se volverán necios, la ignorancia se apoderará de sus vidas y olvidarán su pasado. Pero entonces los libros nos salvarán. De hecho, los libros ya nos han salvado muchas veces.
    —Eso sí que no lo entiendo.
   —Los libros han cambiado el mundo en más ocasiones de las que imaginamos. Sin los libros, cada generación estaría condenada a repetir los mismos errores que sus antepasados, solo los libros nos separan de la barbarie. El día que no haya libros, tampoco habrá hombres. Pero ahora eso ya no podrá suceder, porque la imprenta los crea a miles; ¡nunca más se perderá un libro!
    —No había pensado nunca en eso… —Thomas estaba ensimismado.»

 

“Las armas de la luz”, de Jesús Sánchez Adalid

Jesús Sánchez Adalid, uno de los autores españoles más leídos de novela histórica, regresa con un nuevo libro cuando se cumplen 20 años de la publicación de su primera novela, La luz de oriente. Tras el éxito de Los baños del pozo azul, el escritor extremeño vuelve con Las armas de la luz. El libro, que ha visto recientemente la luz, hace un recorrido por la historia de la Península Ibérica en los años cercanos al año 1000 y aborda los primeros pasos de los condados catalanes.

En esta ocasión, la caída del Califato de Córdoba y el poder emergente de los condados catalanes es el hecho histórico que sirve de excusa para contarnos una aventura apasionante en la que sobrevuela el espíritu de reconciliación y fraternidad entre las distintas culturas.

Según el propio autor, la historia empieza en Cataluña y nos acerca a un acontecimiento que es muy poco conocido: el saqueo de Córdoba por parte de los condes catalanes en el año 1010. Parte de aquella riqueza se invirtió en el progreso de esa extensa región, y otra parte todavía se conserva en algunos de los tesoros peculiares que hay en monasterios y catedrales de Cataluña.

La novela cierra un ciclo que empezó con El mozárabe y que continuó con Los baños del pozo azul, que se desenvolvían en la época de Almanzor. En ésta se narra lo que sucede justo después de la muerte del caudillo cordobés, un acontecimiento que llevó a los reinos cristianos a intentar tomarse la venganza.

«Estoy muy contento, muy satisfecho. La novela tiene la extensión que requiere, con muchos personajes, una novela coral, y es difícil que yo tenga ya a lo largo de mi vida tiempo y reposo suficiente para poder hacer una obra de este tipo», ha señalado el escritor de Villanueva de la Serena.

Las armas de la luz me ha parecido una buena novela, bien escrita y fácil de leer. Está apoyada en un gran trabajo previo de investigación y documentación histórica y refleja muy bien cómo era la forma de vida en la Península Ibérica en los años cercanos al primer milenio. La nota histórica que aparece al final de la novela resulta de gran ayuda.

    «El primer día de julio llegamos y no pudimos refugiarnos ni defender las murallas, porque la ciudad ya estaba cercada. No podíamos hacer otra cosa que hostigar a los enemigos desde la retaguardia o atacarlos incordiándolos en la oscuridad de la noche. Pero eso les causaba el mismo daño que un mosquito cuando pica a un toro. Cinco días nada más duró el sitio. Esos diablos arrasaron todas las poblaciones cercanas y mataron a mucha gente. Cada amanecer lanzaban las cabezas de los difuntos con sus catapultas por encima de las murallas hacia el interior de la ciudad para aterrorizar a los defensores. Y los tambores sarracenos atronaban día y noche de manera ensordecedora. Sentíase cerca, verdaderamente, el fin del mundo… La presión era insufrible… El día seis de julio cayó Barcelona. Los sarracenos entraron, la saquearon e hicieron cautivos a sus habitantes. Impotentes, veíamos desde la distancia el fuego que devoraba todo dentro de los muros, y hasta podíamos oír el espantoso clamor de la gente enloquecida por el pánico, el fragor de la destrucción y el enloquecido rugir de los anticristos. Era angustioso para nosotros contemplar día tras día desde la montaña el espectáculo del humo negro ascendiendo hasta los cielos y la imparable llegada al puerto de barcos que luego zarpaban lentamente, lastrados por el peso de las riquezas que cargaban en sus bodegas.»

«Las armas de la luz es un gran friso narrativo que recrea el agitado inicio del segundo milenio en los reinos cristianos del norte: la vida en los castillos y campamentos guerreros, las peculiares relaciones entre nobles y clérigos, la rica cultura monacal, las costumbres cotidianas, el amor, la guerra, el miedo y el valor… Siempre en los fascinantes escenarios de una tierra singularmente bella y agreste, pero también fértil y poblada de luminosas ciudades: Barcelona, Gerona, Seo de Urgell, Vic, Solsona, Besalú, Berga, Manresa, Tortosa, Lérida…; y de grandes monasterios que extienden su influencia: Santa María de Ripoll, San Cugat, San Juan de las Abadesas, San Pedro de Rodas, San Martín de Canigó… Con la esplendorosa Córdoba califal como telón de fondo.

Una figura crucial es Oliba, hijo de los condes de Cerdanya y Besalú, que en el año 1002 renuncia a su herencia para hacerse monje. En medio de la confusión y la violencia, surge un hombre cuya cordura y sabiduría aportará luz, y descubrirá el verdadero tesoro, que es de naturaleza espiritual…

He pretendido recrear un viaje claro y anímico hacia el sorprendente mundo medieval, en el que se cruzan y entremezclan héroes de ficción y protagonistas históricos, en la epopeya de una tierra y unos hombres que luchan por regir su propio destino.»

Jesús Sánchez Adalid

SINOPSIS

Una epopeya del nacimiento de los condados catalanes y la caída del Califato de Córdoba

     «El odio y la guerra forman parte de la sustancia errada del mundo. Y te diré algo más que tal vez te cause espanto: incluso nosotros los viejos, ya al final de nuestra vida, también deseamos la venganza… ¿La venganza contra quién? Contra el recuerdo de alguien que nos hizo tanto mal y que un día u otro ya no existirá. ¡Qué pasiones más estúpidas! Y sin embargo, es verdad que están vivas en nuestros corazones. Pero también te diré algo más: ¿con qué derecho esperamos que siga adelante un mundo lleno de inconsciencia, de pasiones y de agresividad, donde unos jóvenes afilan sus cuchillos contra jóvenes de otras naciones? ¿Hacia dónde vamos esperando vivir en un mundo donde unos desconocidos desean despellejar a otros desconocidos, donde solamente arden las pasiones, y sus llamas se elevan hasta el cielo?… ¡Sí, la venganza! Mas cuando todos hayamos muerto, ¿qué sentido tendrá entonces la venganza?…»

Año 996 D.C. Almanzor sigue siendo el hombre más poderoso de la Península. Años atrás realizó una operación de castigo contra los jóvenes condados catalanes que, recién emancipados del imperio franco, se mantienen fieles al cristianismo. Con el verano llegando a su fin, tres misteriosos barcos arriban al puerto de Cubelles. Sus tripulantes revolucionarán la vida del pequeño enclave y tan misteriosamente como llegaron partirán dejando una sorprendente carga que desencadenará toda una epopeya.

Así empieza la nueva novela de Jesús Sánchez Adalid que regresa, después de El Mozárabe y de Los Baños del Pozo Azul al filo del año 1000. En esta ocasión de la mano de Blai, un joven de la baja nobleza que vive con su abuelo, y de Armengol, conde de Urgell, viajaremos a las costas del condado de Barcelona en la frontera con los musulmanes que dominan Tarragona; a los Pirineos donde se forjan duros guerreros y mujeres con voluntad de oso; a las guerras de saqueo y castigo, pero también al descubrimiento, la amistad, el amor y la fraternidad.

Las armas de la luz es una novela apasionada y apasionante en la que las culturas de la Edad Media española se unen en un crisol fascinante. Imprescindible.

Con Las armas de la luz Jesús Sánchez Adalid cierra su historia del siglo X que empezó con El mozárabe.

Esta novela es excepcionalmente original, por adentrarse con maestría en los primeros pasos de los condados catalanes, y se convierte en un texto único de reconciliación.

Repleto de personajes reales y absolutamente fascinantes como Armengol, conde de Urgell, o Almanzor, un viejo conocido en estas novelas y el nexo de unión de las tres historias.

Una novela llena de escenarios, de conspiraciones, aventuras y rebosante de calidez.

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

22894321_1464763953618817_2010764460934034265_nJesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino mozárabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, Teresa, La mediadora, En tiempos del papa sirio y Los baños del pozo azul.

Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy. Además, es académico de número de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, cuya biblioteca dirige. También es patrono de la prestigiosa Fundación Paradigma Córdoba, cuyo fin esencial es recordar los ejemplos positivos de convivencia entre las tres religiones abrahámicas: judía, cristiana y musulmana, que ocurrieron en Alándalus, buscando con ello los principios y fundamentos del ecumenismo y del diálogo.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

“Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar

   «El verdadero lugar de nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente; mis primeras patrias fueron los libros. Y, en menor grado, las escuelas.»

Memorias de Adriano (Mémoires d’Hadrien) es una novela de la escritora estadounidense de lengua francesa Marguerite Yourcenar, publicada en 1951.

La novela adopta la forma de una larga carta que el emperador Adriano dirige como testamento espiritual a Marco (el futuro Marco Aurelio), al que el propio Adriano nombra su sucesor. En ella, el emperador medita y reflexiona acerca de sus años de reinado, de su salud, de sus triunfos militares, del amor, de la amistad, de la literatura, del arte, de la política, de los viajes, de la paz, de la pasión por su joven amante Antínoo y del dolor que le produce su muerte.

    «Comenzada para informarte de los progresos de mi mal, esta carta se ha convertido poco a poco en el esparcimiento de un hombre que ya no tiene la energía necesaria para ocuparse en detalle de los negocios del estado, meditación escrita de un enfermo que da audiencia a sus recuerdos. Ahora me propongo más: tengo intención de contarte mi vida. (…) La verdad que quiero exponer aquí no es particularmente escandalosa, o bien lo es en la medida en que toda verdad es escándalo. Lejos de mí esperar que tus diecisiete años comprendan algo de esto. Sin embargo me propongo instruirte, y aun desagradarte. Tus preceptores, elegidos por mí, te han impartido una educación severa, celosa, quizás demasiado aislada, de la cual en suma espero un gran bien para ti y para el Estado. Te ofrezco, como correctivo, un relato libre de ideas preconcebidas y principios abstractos extraídos de la experiencia de un solo hombre —yo mismo—. Ignoro las conclusiones a que me arrastrará mi narración. Cuento con este examen de hechos para definirme, quizá para juzgarme, o por lo menos para conocerme mejor antes de morir.»

                                             Busto de Adriano

Yourcenar dedicó buena parte de su vida a la confección de esta gran novela, su escritura fue interrumpida y reiniciada en varias ocasiones, hasta adoptar su forma actual. En ella reconstruye la biografía del más ilustrado de los emperadores romanos y el contexto en el que transcurre su vida. Como la propia autora señaló en una ocasión: “He pasado una gran parte de mi vida tratando de definir y luego de describir a este hombre solo y, por otra parte, en relación con todo».

Memorias de Adriano es una de las novelas cumbres del pasado siglo XX, en parte responsable del auge que ha alcanzado la novela histórica en los últimos tiempos. Aunque su lectura pueda resultar densa en algunos momentos, contiene reflexiones y pensamientos de gran profundidad y belleza. Una magnífica novela, para leer sin prisas.

    «Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de antaño. Todavía un instante miremos juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver… Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos…»

EMPEZAR A LEER LA NOVELA

SINOPSIS

Un relato admirable y ya clásico, en la estupenda traducción de Julio Cortázar. un emperador romano se inclina sobre su pasado: el poder, las conquistas, los turbios episodios palaciegos, las horas de triunfo y de peligro… Adriano cuenta su propia historia y poco a poco el César va dejando asomar al hombre, su atormentada intimidad, su secreto, que habría de fijarse en estatuas, en poemas, en templos. Bajo la forma de una autobiografía imaginaria minuciosamente fundamentada en la realidad histórica, Margarite Yourcenar reconstruye un tramo espectacular del gran pasado clásico.

La autora cuenta que una vez encontró, en una carta de Flaubert, esta frase inolvidable: «Los dioses no estaban ya, y Cristo no estaba todavía, y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo». Es el momento que inmortaliza su Memorias de Adriano.

     «Te ofrezco, como correctivo, un relato libre de ideas preconcebidas y principios abstractos extraídos de la experiencia de un solo hombre —yo mismo. Ignoro las conclusiones a que me arrastrará mi narración. Cuento con este examen de hechos para definirme, quizá para juzgarme, o por lo menos para conocerme mejor antes de morir.»

MARGUERITE YOURCENAR

Escritora francesa de origen Belga, nacida en un acomodada familia.

Su padre, natural de Lille, le dió una educación esmerada introduciéndola en los clásicos griegos y romanos y enseñándole ambos idiomas. En sus numerosos viajes casi siempre la llevaba con él y cuándo Marguerite mostró interés por la escritura su padre la apoyó siempre.

Cursó estudios universitarios, especializándose en cultura clásica, y empezó a publicar diez años antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. De esta primera época son las novelas Alexis o el tratado del inútil combate (1928), que comenzó a despertar el interés de la crítica, La Nouvelle Eurydice (1929), Denier du rêve (1934), historia de un atentado fracasado contra Mussolini, donde la violencia política ocupa el primer plano; y La mort conduit l’attelafe (1934).

Sus largas estancias en Grecia dieron origen a una serie de ensayos reunidos en Viaje a Grecia y llevaron a su maduración la idea originaría de Fuegos (1936), una obra esencialmente lírica compuesta de relatos míticos y legendarios. La misma dimensión mítica se deja traslucir en su colección de Cuentos orientales, publicada en 1938. El año siguiente aparece El tiro de gracia, basada en un hecho real, una historia de amor y de muerte en un país devastado durante las luchas antibolcheviques. Son importantes también varios ensayos, como Pindare (1932) y Les songes et les sorts (1938).

En 1951 publicó su novela Memorias de Adriano, traducida al castellano por Julio Cortázar y en 1965 publicó Opus Nigrum.

Durante los años setenta tuvo que permanecer casi recluida en Mount Desert, por decisión propia para acompañar a su pareja Grace, que padecía cáncer de mama, hasta su muerte en 1979. Este fue un periodo difícil para Marguerite, que amaba viajar, pero le permitió redactar los dos primeros volúmenes de la trilogía de memorias familiares El laberinto del mundo: Recordatorios, que trata de la historia de la familia materna y Los Archivos del Norte, que trata de la familia de su padre.

Ganadora de los premios Fémina y Erasmus, en 1980 fue la primera mujer elegida miembro de número de la Academia francesa, aunque desde 1970 ya pertenecía a la Academia belga. Su elección fue propuesta por Jean d’Ormesson, para ocupar el sillón dejado vacante por Roger Caillois con quien Marguerite había tenido relaciones cordiales antes de la guerra y sobre quien versó su brillante discurso de ingreso, al que asistió el presidente de la república Valéry Giscard d’Esteing.

Desde 1980 hasta su muerte en diciembre de 1987, volvió a viajar acompañada ahora por el joven fotógrafo Jerry Wilson, a quien había conocido poco antes cuando formaba parte de un equipo de televisión que fue a entrevistarla a Petit Plaisance. Aparte de recorrer sus lugares habituales en Europa fueron a Egipto, Marruecos, Japón y la India. De estos viajes, especialmente de las estancias en Japón y la India, salieron los dos últimos libros de la escritora, publicados póstumamente: Peregrina y extranjera y Una vuelta por mi cárcel.

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA

     «Trahit suaquemque voluptas. A cada uno su senda; y también su meta, su ambición si se quiere, su gusto más secreto y su más claro ideal. El mío estaba encerrado en la palabra belleza, tan difícil de definir a pesar de todas las evidencias de los sentidos y los ojos. Me sentía responsable de la belleza del mundo. Quería que las ciudades fueran espléndidas, ventiladas, regadas por aguas límpidas, pobladas por seres humanos cuyo cuerpo no se viera estropeado por las marcas de la miseria o la servidumbre, ni por la hinchazón de una riqueza grosera; quería que los colegiales recitaran con voz justa las lecciones de un buen saber; que las mujeres, en sus hogares, se movieran con dignidad maternal, con una calma llena de fuerza; que los jóvenes asistentes a los gimnasios no ignoraran los juegos ni las artes; que los huertos dieran los más hermosos frutos y los campos las cosechas más ricas. Quería que a todos llegara la inmensa majestad de la paz romana, insensible y presente como la música del cielo en marcha; que el viajero más humilde pudiera errar en un país, de un continente al otro, sin formalidades vejatorias, sin peligros, por doquiera seguro de un mínimo de legalidad y de cultura; que nuestros soldados continuaran su eterna danza pírrica en las fronteras; que todo funcionara sin inconvenientes, los talleres y los templos; que en el mar se trazara la estela de hermosos navíos y que frecuentaran las rutas numerosos vehículos; quería que, en un mundo bien ordenado, los filósofos tuvieran su lugar y también lo tuvieran los bailarines. Este ideal, modesto al fin y al cabo, podría llegan a cumplirse si los hombres pusieran a su servicio parte de la energía que gastan en trabajos estúpidos o feroces; una feliz oportunidad me ha permitido realizarlo parcialmente en este último cuarto de siglo. Arriano de Nicomedia, uno de los seres más finos de nuestro tiempo, se complace en recordarme los bellos versos donde el viejo Terpandro definió en tres palabras el ideal espartano, el perfecto modo de vida que la Lacedemonia soñó siempre sin alcanzarlo: la Fuerza, la Justicia, las Musas. La Fuerza constituía la base, era el rigor sin el cual no hay belleza, la firmeza sin la cual no hay justicia. La Justicia era el equilibrio de las partes, el conjunto de las proporciones armoniosas que ningún exceso debe comprometer. Fuerza y Justicia eran tan sólo un instrumento bien acordado en manos de las Musas. Toda miseria, toda brutalidad, debía suprimirse como otros tantos insultos al hermoso cuerpo de la humanidad. Toda iniquidad era una nota falsa que debía evitarse en la armonía de las esferas.» 
               […]
    «No desprecio a los hombres. Si así fuera no tendría ningún derecho, ninguna razón para tratar de gobernarlos. Los sé vanos, ignorantes, ávidos, inquietos, capaces de cualquier cosa para triunfar, para hacerse valer, incluso ante sus propios ojos, o simplemente para evitar sufrir. Lo sé: soy como ellos, al menos por momentos, o hubiera podido serlo. Entre el prójimo y yo las diferencias que percibo son demasiado desdeñables como para que cuenten en la suma final. Me esfuerzo pues para que mi actitud esté tan lejos de la fría superioridad del filósofo como de la arrogancia del César. Los hombres más opacos emiten algún resplandor: este asesino toca bien la flauta, ese contramaestre que desgarra a latigazos la espalda de los esclavos es quizá un buen hijo; ese idiota compartiría conmigo su último mendrugo. Y pocos hay que no puedan enseñarnos alguna cosa. Nuestro gran error está en tratar de obtener de cada uno en particular las virtudes que no posee, descuidando cultivar aquellas que posee. A la búsqueda de esas virtudes fragmentarias aplicaré aquí lo que decía antes, voluptuosamente, de la búsqueda de la belleza. He conocido seres infinitamente más noveles, más perfectos que yo, como Antonino, tu padre; he frecuentado a no pocos héroes, y también a algunos sabios. En la mayoría de los hombres encontré inconsistencia para el bien; no los creo más consistentes para el mal; su desconfianza, su indiferencia más o menos hostil cedía demasiado pronto casi vergonzosamente, y se convertía demasiado fácilmente en gratitud y respeto, que tampoco duraban mucho; aun su egoísmo podía ser aplicado a finalidades útiles. Me asombra que tan pocos me hayan odiado; sólo he tenido dos o tres enemigos encarnizados, de los cuales y como siempre yo era en parte responsable. Algunos me amaron, dándome mucho más de lo que tenía derecho a exigir y aun a esperar de ellos; me dieron su muerte, y a veces su vida. Y el dios que llevan en ellos se revela muchas veces cuando mueren.»

FUENTES

  • Memorias de Adriano
  • Diccionario literario Bompiani
  • Wikipedia

“Sidi”, de Arturo Pérez-Reverte

    «Campidoctor, lo llamaban a veces. Dueño del campo, o campeador. Amado por unos y envidiado, temido y detestado por otros, había tomado como lema el de un emperador romano, sugerido por un abad amigo de su familia: Oderint dum metuant. Que me odien, pero que me teman. Estaba escrito en su escudo, en latín»

Sidi es la última novela del escritor español Arturo Pérez-Reverte. En ella nos trastada a la peligrosa frontera del Duero del siglo XI y nos narra, mezclando historia, imaginación y leyenda, los primeros meses de destierro del Cid, cuando todavía no era famoso.

El escritor de Cartagena ha señalado que le interesan especialmente los primeros meses de destierro del Cid Campeador, cuando no pelea por ninguna bandera, sino solamente para ganarse el pan de él y de los suyos porque es cuando nace el héroe, cuando se forja la leyenda.

Pero Sidi no es sólo una apasionante novela de aventuras, puede considerarse también un auténtico manual sobre el liderazgo. Ruy Díaz sabía manejar a sus guerreros, hombres rudos y difíciles, intelectualmente sencillos, pero muy complejos en cuanto a actitudes y a instintos, ha afirmado su autor. Sabía hacer que le respetaran y le siguieran, incluso aunque eso supusiese la muerte o la desgracia.

        «Jamás, desde que guerreaba, había ordenado a un hombre algo que no fuera capaz de hacer por sí mismo. Eran sus reglas. Dormía donde todos, comía lo que todos, cargaba con su impedimenta como todos. Y combatía igual que ellos, siempre en el mayor peligro, socorriéndolos en la lucha como lo socorrían a él. Aquello era punto de honra. Nunca dejaba a uno de los suyos solo entre enemigos, ni nunca atrás mientras estuviera vivo. Por eso sus hombres lo seguían de aquel modo, y la mayor parte lo haría hasta la boca misma del infierno».

Estamos ante una historia, basada en hechos y personajes reales, en la que el autor de Alatriste introduce situaciones y personajes de su invención que enriquecen y dan más fuerza a la trama. El resultado es un magnífica novela, bien escrita y documentada, que te atrapa desde la primera página. Absolutamente recomendable.

LEER UN FRAGMENTO DEL LIBRO

    «Sidi es un relato de ficción donde, con la libertad del novelista, combino historia, leyenda e imaginación. Episodios reales como el destierro del Cid y batallas como las de Almenar y Pinar de Tébar se alternan o funden entre sí según las necesidades de la narración. Eso ocurre también con los personajes históricos y los inventados. Hay muchos Ruy Díaz en la tradición española, y éste es el mío.»

Pérez-Reverte

SINOPSIS

Sidi es una historia de exilio y frontera, de lucha por sobrevivir en un territorio hostil, indeciso y de fuerzas encontradas. Narra la aventura de un guerrero que, obligado al destierro, cabalga para buscarse la vida con una hueste que lo respeta y lo sigue. Su carácter y sus hechos de armas lo convertirán en una auténtica leyenda viva.

    «El arte del mando era tratar con la naturaleza humana, y él había dedicado su vida a aprenderlo. Colgó la espada del arzón, palmeó el cuello cálido del animal y echó un vistazo alrededor: sonidos metálicos, resollar de monturas, conversaciones en voz baja. Aquellos hombres olían a estiércol de caballo, cuero, aceite de armas, sudor y humo de leña. Rudos en las formas, extraordinariamente complejos en instintos e intuiciones, eran guerreros y nunca habían pretendido ser otra cosa. Resignados ante el azar, fatalistas sobre la vida y la muerte, obedecían de modo natural sin que la imaginación les jugara malas pasadas. Rostros curtidos de viento, frío y sol, arrugas en torno a los ojos incluso entre los más jóvenes, manos encallecidas de empuñar armas y pelear. Jinetes que se persignaban antes de entrar en combate y vendían su vida o muerte por ganarse el pan. Profesionales de la frontera, sabían luchar con crueldad y morir con sencillez. No eran malos hombres, concluyó. Ni tampoco ajenos a la compasión. Sólo gente dura en un mundo duro.»

ARTURO PÉREZ-REVERTE

© Victoria Iglesias

Nació en Cartagena en 1951. Es miembro de la Real Academia Española. Elegido el 23 de enero de 2003, tomó posesión el 12 de junio de 2003 con el discurso titulado El habla de un bravo del siglo XVII.

El escritor Arturo Pérez-Reverte, licenciado en Periodismo, es doctor honoris causa por la Universidad Politécnica de Cartagena. Ha sido distinguido con la Medalla de la Academia de Marina Francesa y con la Gran Cruz del Mérito Naval de España; es caballero de la Orden de las Letras y las Artes de Francia, y de la Orden Nacional del Mérito del Gobierno francés. Es miembro correspondiente de la Academia Argentina del Lunfardo.

Fue reportero de guerra durante veintiún años. Con más de veinte millones de lectores en todo el mundo, desde 1994 se dedica por completo a la escritura de novelas y artículos. Su obra ha sido traducida a cuarenta y tres idiomas y algunos de sus títulos de más éxito, como la serie dedicada al  capitán Alatriste han sido adaptados al cine y a la televisión. Hasta la fecha cuenta con siete películas y dos series de televisión realizadas sobre sus trabajos de ficción.

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA

«Comprendían los moros, al fin, y se postraban echándose bajo el caballo de Ruy Díaz, voceando en su algarabía.
    Sidi, Sidi, –clamaban.
    Reía Diego Ordóñez satisfecho, brutal, quitándose la sangre de la cara con el dorso de una mano.
   –Te llaman señor, Ruy. ¿Los oyes?… Te llaman señor.»
   […]
    «Eso era exacto. Su nombre ya sonaba legendario, y lo sabía. No sólo por ser el único que, humilde infanzón castellano, se había atrevido a exigir juramento a un rey, sino porque batallaba desde los quince años y nadie tenía un historial de armas como el suyo: batalla de Graus contra los aragoneses, campaña contra los moros de Zaragoza, combate singular en Calahorra contra el caballero navarro Jimeno Garcés, combate singular en Medinaceli contra el campeón sarraceno Utman Alkadir, batallas de Golpejera y Llantada contra el ahora rey Alfonso VI, asedio de Zaragoza, asedio de Coímbra, asedio de Zamora, batalla de Cabra contra el conde García Ordóñez y sus aliados musulmanes de la taifa de Granada, algara contra los moros de Toledo… Siempre afortunado en la lid, siempre invicto. Campidoctor, lo llamaban a veces. Dueño del campo, o campeador. Amado por unos y envidiado, temido y detestado por otros, sugerido por un abad amigo de su familia: Oderint dum metuant. Que me odien, pero que me teman. Estaba escrito en su escudo, en latín.»
     […]
    «Alzó la vista. El águila continuaba arriba. Trazaba círculos sobre el flanco derecho, lo que seguía pareciendo un signo favorable. Si vencemos hoy, se le ocurrió de improviso, haré pintar esa ave en mi escudo. En agradecimiento. Una cabeza de águila erguida y noble: el águila de Almenar.
    Se volvió hacia los que inmóviles aguardaban detrás, a caballo y lanza en alto, dirigiéndoles una larga ojeada. Su aspecto era magnífico. La brisa agitaba los pendones triangulares al extremo de las astas de fresno, apoyadas en los estribos de las recias sillas de batalla. Eran ciento cincuenta hombres idénticos a los que los habían precedido y a los que atacarían después: gente curtida, caballería bregada en la frontera. Muchos de ellos, gente de Vivar y de Burgos que lo había seguido en el destierro e iba a seguirlo ahora en el combate. Sentía Ruy Díaz, al observarlos, la áspera fraternidad de los hombres de guerra. Un vago y común orgullo forjado fatiga tras fatiga, con lo que les había ocurrido en la vida y lo que les iba a ocurrir ese día.»

 

“Los baños del pozo azul”, la última novela de Jesús Sánchez Adalid

El escritor extremeño acaba de publicar una nueva novela histórica: Los baños del pozo azul, con la que regresa nuevamente a la Córdoba de los años finales del primer milenio, a los escenarios que inspiraron su primera y exitosa novela, El mozárabe.

En Los baños del pozo azul el autor de En tiempos del papa sirio rescata a personajes de El mozárabe, pero nos avisa que estamos ante dos historias completamente independientes.

En esta última novela, la protagonista principal es Subh Um Wallad, la señora, una gran mujer que rompió todos los esquemas de su época. En la nota histórica que aparece al final de la novela, su autor señala que «la vascona Aurora, llamada Subh Um Wallad en las crónicas o simplemente la sayida, es una singular figura femenina de la historia, cuya vida, en lo que podemos conocer, resulta cuanto menos apasionante. Era originaria del norte de España, seguramente de origen navarro, y no está muy claro por qué motivo aparece en Córdoba a partir de cierto momento junto a un hermano. Posiblemente fue educada en su infancia en unas creencias y costumbres muy diferentes a las que luego encontraría en su peculiar destino, pues había nacido en el seno de una familia cristiana de lo que hoy es Navarra. Fue bautizada con el nombre de Auriola y seguramente desarrolló sus primeros años de vida con la desenvoltura y la libertad propia de una hija de nobles del Norte. Luego tuvo que vivir sometida a la realidad de las mujeres palaciegas del islam de aquel tiempo, dentro del régimen propio del harén, junto a las concubinas y los eunucos. Debió de ser una mujer bellísima, que acabó convirtiéndose en la única favorita del califa Alhaquén y la madre de sus únicos hijos, Abderramán y Hixem. Los cronistas de Alándalus envuelven al personaje en un gran misterio. Unas de las tradiciones historiográficas más destacadas la sitúa como amante de Almanzor y le confiere una iniciativa y un carácter que la hicieron se una figura decisiva en el califato.

En mi novela El mozárabe aparecía como uno de los personajes principales. Su gran atractivo y el secreto de su vida anónima, desenvuelta en la intimidad de los palacios califales, pero con un gran protagonismo y una evidente iniciativa personal, inusuales en aquel lugar y aquella época, me hicieron pensar en que merecía aparecer como protagonista en un nuevo relato. Y así nació la idea originaria de esta novela, Los Baños del Pozo Azul, que es el fruto de una larga investigación y de una meditada línea argumental, siempre con un respeto absoluto a las fuentes históricas y a las hipótesis más serias en torno al personaje central y todos los demás nombres principales que van apareciendo a lo largo de la narración. Con tal fin, y para darle consistencia a la historia de fondo, he contado con estudios e investigaciones muy avanzadas que han aportado una nueva luz sobre la que fue quizá la mujer más importante, activa e inteligente de todo aquel período histórico. Porque podemos estar seguros de que Subh Um Wallad jugó un papel determinante en los momentos finales del califato de Córdoba.»

       «–Quienes la conocieron en su juventud están seguros de no haber visto una belleza igual. Debió de ser en verdad una mujer impresionante, en todos los sentidos de la palabra, para ser capaz de ganarse el corazón de gran hayid Abuámir Almansur.

     –En efecto –asintió Yacub con tono risueño–. Y lo sigue siendo a pesar de su edad.»

Nos encontramos ante una buena novela histórica, bien escrita, entretenida y fácil de leer. La historia, que nos traslada a la Córdoba de finales del primer milenio, se sustenta un gran trabajo previo de documentación e investigación histórica. Muy recomendable.

SINOPSIS

El gran friso narrativo presentado en El mozárabe sirvió de vehículo a Jesús Sánchez Adalid para recrear, con asombrosa habilidad, la compleja vida de la península Ibérica en las décadas precedentes al agitado fin del primer milenio: la grandiosa Córdoba califal, las peregrinaciones a Santiago, la Europa del Sacro Imperio, los reinos vikingos, Roma, Constantinopla, la culta Cataluña medieval; monasterios, guerras, vida cotidiana, reacciones populares…

En Los baños del pozo azul el autor nos vuelve a llevar a Córdoba en el momento inmediatamente anterior al año 1000, cuando Abuámir Almansur se halla en lo más alto de su poder y se lanza a su enérgica campaña final: la conquista de todo el Norte y la destrucción de los reinos cristianos hispánicos. Pero el invulnerable personaje ignora que en Córdoba algunas personas influyentes se han cansado ya de su ambición, de sus desplantes y de su ciego personalismo. Una estrambótica conspiración va tomando forma.

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Todo comienza cuando la madre del califa, Subh Wallad, la señora, ha decidido romper definitivamente con su encierro en los Alcázares, para liderar junto a su hermano Eneko un heterogéneo grupo formado por curiosos personajes. Pero nada es lo que parece y todo se confunde en aquella metrópoli fascinadora y a la vez delirante.

Es una época de exuberancia creadora y brillantez intelectual en Alándalus, y los poetas son protagonistas de excepción que saben aprovechar su talento para acercarse a los ricos y poderosos.

Los baños del pozo azul es un fiel reflejo del universo de Sánchez Adalid, que nos descubre la visión más clara y anímica de aquel denso y sorprendente mundo, en el que se cruzan y entremezclan héroes de ficción y protagonistas históricos. Confluye al mismo tiempo el particular imaginario inicial de su obra; pero con nuevos toques humorísticos y paródicos, y una auténtica intriga de fondo.

DE LOS BAÑOS DEL POZO AZUL SE HA DICHO

«Este es sin duda el género literario que Sánchez Adalid prefiere. Lo cultiva procurando documentarse bien sobre la época que elige (con preferencia, aunque no exclusivamente, la andalusí altomedieval o el primer siglo de la conquista del Nuevo Mundo). Con el desarrollo de trama busca aproximar al gran público las circunstancias históricas y exhortarlo al cultivo de unos valores éticos que los personajes de cada obra protagonizan. Entre ellos suelen figurar los defensores del ecumenismo, la tolerancia, el irenismo, la generosidad, el respeto a los otros y la rectitud moral.

Modelo de tales virtudes, pese a las humanas debilidades, bien podría ser Sub Umm Wallad, “la señora de las señoras de Córdoba”, cuya presencia ya contemplábamos en El Mozárabe y aquí se erige en núcleo de la obra. Mujer admirable, relativamente bien conocida gracias a historiadores como Ibn Hayyan, R. Dozy, Lévy-Provençal, María Jesús Viguera Molins y, sobre todo, Manuela Marín, pocas vidas más “novelescas” que la suya. Natural, según las crónicas musulmanas, del país vasconavarro, la llevarán muy joven a la corte de los califas, convirtiéndose en esposa de Alhakén II, el segundo Omeya, y madre de Hishán II. Romperá con los esquemas tradicionales del palacio, haciéndose visible en todas las áreas: no se cubre el rostro, monta a caballo, se relaciona con el pueblo, asiste a las ceremonias públicas, trata con los visires, recibe embajadores, controla el tesoro dinástico… Auriola o Aurora, según también se la conoce, procura mantener siempre una independencia que quizás aprendería en su niñez cristiana.

Frente a las debilidades del heredero, se erige la poderosa figura de Almanzor, cuyo apetito de poder planean frenar los partidarios de Sub Umm, que viene mantenendo con el gran caudillo unas relaciones equívocas. Las vicisitudes de la conjura constituyen el núcleo del relato. Las tensiones sociopolíticas irán agravándose hasta la explosión insurreccional, que al fin las habilidades de la “jadiya” consiguen resolver, aunque sea a base de importantes cesiones. Casi todos pierden, pero también ganan.

Los Baños del Pozo Azul, un maravilloso hamán cordobés, se convierten en el epicentro de la narración (sin olvidar el Alcázar y Medina Azahara), del que se hacen magníficas descripciones. Pueblan los ambientes palaciegos, donde grandes y pequeñas personas dirimen sus pasiones más o menos relevantes, a menudo con unas buenas copas de vino, otros personajes secundarios, pero tan atractivos como el hermano de Sub, cadí de Badajoz; los jefes eunucos del harén califal; Abda, irritable vascona, una de las mujeres de Almanzor, o el joven poeta Farid. Este facilita al autor alternar los pasajes descriptivos (pocos) y los diálogos dominantes con los textos de casidas, proverbios, aforismos y otros productos de los diwanes andalusíes. La estructuración en breves capítulos (cien) contribuye a la agilidad de la lectura.»

Manuel Pecellín. Una vascona entre califas en Libre con Libros (Enlace al artículo completo)

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

22894321_1464763953618817_2010764460934034265_nJesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino mozárabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, TeresaLa mediadora y En tiempos del papa sirio.

Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy. Además, es académico de número de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, cuya biblioteca dirige. También es patrono de la prestigiosa Fundación Paradigma Córdoba, cuyo fin esencial es recordar los ejemplos positivos de convivencia entre las tres religiones abrahámicas: judía, cristiana y musulmana, que ocurrieron en Alándalus, buscando con ello los principios y fundamentos del ecumenismo y del diálogo.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA

     –Hace en Badajoz tanto calor como en Córdoba. O quizás incluso más… –dijo Yacub, exhalando un suspiro intenso, como un bufido.
     Caminaba al lado de su amigo Farid, inocente y feliz, orgulloso de su túnica de fina seda cerúlea, del sudor con que se le pegaba a la panza, de sus sortijas y sus aretes de oro, de su turbante amarillo, de sus ojos grandes, viscosos y transparentes como ojos de pez. Ambos descendían por una calle en cuesta desde la fortaleza, sonriendo, eufóricos, con las miradas perdidas en la nube de vencejos que vagaban en el cielo color ámbar, sobre las franjas de rojas tejas que festoneaban los tejados; y sin perder de vista, de reojo, a las muchachas que extendían los brazos para tender la ropa en las terrazas. Tan arrobados iban que hasta parecían sonámbulos, soboreando la delicia de todos los olores a esa hora de la tarde, los colores, los sonidos y las imágenes que embellecían la vida entrañable, de sabor antiguo, de aquel Badajoz remoto. Se divertían simplemente con ver a los viejos sentados en las puertas de sus casas, a las mujeres que parloteaban en torno a una fuente, otras que buscaban piojos entre el pelo de los niños desnudos, los últimos rayos de sol en las paredes terrosas, los muchachos que hundían sus dientes en las rajas de sandía y los hombres de rostros severos y cetrinos que retornaban de sus labores, con sus aperos y sus cabras, con sus borricos menudos y negros.
     […]
    Hubo un silencio entre ellos, en el que se miraban para darse tiempo a ordenar sus ideas. Después Abuámir continuó diciendo con calma:
     –¿Qué sabes tú, Subh?¿Y qué sabe tu hijo? Hixem no ha empuñado un arma en su vida y no tiene ni idea de lo que es la guerra. Se fue a África a cazar leones y ya se cree que podrá ir delante del ejército de Córdoba. ¡Qué locura! No sabe que, si falto yo, las fieras aparecerán de repente en torno a él y le devorarán inevitablemente, en un santiamén. Este mundo está lleno de fieras… No, Subb, ni tu hijo ni tú podréis sosteneros en el trono de Azahara ni un solo día cuando yo me haya ido. Porque ¿qué crees que pasará si yo no estoy aquí para defenderos? Yo te lo diré: se alzarán los reinos del Norte y los rumíes vendrán a las fronteras por miles; en África también se levantarán contra vosotros; se dividirá el califato y sobrevendrá la fitna, la fragmentación, la disolución y el caos… ¿Y qué harán los omeyas? ¿Qué crees que queda de los omeyas? ¡Son un atajo de necios presuntuosos y decadentes! ¡Solo quieren el tesoro! ¡Solo les importa el oro del califato!
     La señora escuchó boquiabierta y sobrecogida. En el fondo estaba más sorprendida que encolerizada. Le lanzó una amarga mirada y le replicó:
     –¡Me ofendes! No somos tan inútiles ni tan ingenuos como piensas. Ese fue siempre tu problema, Abuámir, creerte que no somos nada sin ti; que nadie vale nada sin tu ayuda…
   –¡He hablado en serio! –gritó él–. ¡Qué sabréis vosotros!… ¡Esto no es un cuento de princesas y genios encantados! ¡El mundo es terrible!…

 

“El mozárabe”, de Jesús Sánchez Adalid

«Odia el mal, pero compadece a quien lo hace. El odio es el primer paso para que
 no acaben  los problemas del hombre.»

   El mozárabe, publicada en el año 2001, es la segunda novela histórica del autor extremeño Jesús Sánchez Adalid.

   La trama de la historia nos traslada a la Córdoba de los años finales del primer milenio, un periodo de gran prosperidad para la capital de Alándalus, cuya fama llegó a extenderse por todo el mundo conocido. En la ciudad de los califas conviven pacíficamente las diversas comunidades religiosas: cristianos, judíos y musulmanes.

    «Cuando el gran visir se marchó, Abuámir se quedó invadido por una interior agitación. Subió entonces a la torre, pues era el lugar que escogía para encontrarse consigo mismo. La noche empezaba a caer sobre Córdoba y los faroles lucían ya matizando las esquinas y los rincones de las retorcidas calles. Descollaban los palacios, los alminares y los campanarios. ¡Qué maravillosa ciudad!, pensó él. No había otra como ella en el mundo. En ningún sitio como allí se concentraban la sabiduría, la poesía, el lujo y el refinamiento. »

  Es allí también donde trascurren buena parte de las peripecias vitales de los dos protagonistas principales de la historia, Abuámir y Asbag aben-Nabil, un musulmán y un cristiano respectivamente, cuyos destinos acabarán cruzándose.

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   De la mano de Sánchez Adalid, acompañamos a Asbag en su interminable periplo por los confines del continente europeo, y asistimos al vertiginoso ascenso del joven Abuámir, que acabará convirtiéndose en el temible caudillo Almanzor.

   Según su propio autor, El mozárabe no es un historia de buenos y malos. Se trata de la recreación de un momento histórico especialmente convulso: el final del primer milenio del cristianismo en el mundo, y la compleja situación que provoca el choque de distintas culturas, en especial la cristiana y la musulmana.

   Nos encontramos ante una gran novela histórica, bien escrita, fácil de leer y con un final muy bien logrado. La historia se sustenta en un gran trabajo previo de investigación y documentación histórica y refleja muy bien cómo era la forma de vida en la Europa de finales del primer milenio. Una hermosa novela en la que encontramos una decidida apuesta por la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre las diversas culturas y comunidades religiosas que convergen en la trama de la historia.

   Resultan de gran interés las frecuentes referencias que aparecen en la novela en torno al mundo de los libros y de las bibliotecas. El propio Asbag comienza copiando e iluminando manuscritos en un taller de Córdoba, donde aprende la técnicas de encuadernación y reproducción de códices, y la pasión y el amor por los libros nunca le abandonarán a lo largo de toda su vida.

  En la nota histórica que aparece al final de la novela, Sánchez Adalid señala que «la biblioteca que reunió al-Hakam II en su palacio de Córdoba era de una riqueza incomparable. Comprendía nada menos que 400.000 volúmenes, y su catálogo, reducido a una simple enumeración de los títulos de las obras y de la mención de los nombres de sus autores, llenaba cuarenta y cuatro registros de cincuenta hojas cada uno. Un verdadero ejército de buscadores de libros, de corredores y de copistas se movía por cuenta del monarca, prosiguiendo sus investigaciones bibliográficas por toda la extensión del mundo musulmán. En la misma Córdoba, un equipo muy numeroso de escribas, de encuadernadores y de iluminadores trabajaba bajo la vigilancia de un alto dignatario y del propio califa, para enriquecer constantemente esta magnífica librería, que contenía verdaderas maravillas.»

    «Detrás de él crujieron unos cerrojos. Se volvió. Una gran puerta se abría empujada por dos criados y apareció ante sus ojos la inmensa biblioteca de Alhaquen: una impresionante nave cubierta por un elevado artesonado dorado y poblado de estrellas azules, como un firmamento de leyenda. Todo era belleza y color; vidrieras, muebles, solerías decoradas con adornos florales armoniosamente combinados. Las luces de las lámparas y los reflejos de los cristales se perseguían matizándose, jugando con los parteluces de mármol y con las talladas hojas de las puertas y ventanas. Y, llenándolo todo, aquella quietud, hecha del reposo pacífico de innumerables libros que, ordenados en los estantes, exhalaban suaves aromas de papiro, vitela, fino papel y pergamino, entre los delicados humos del incienso, sándalo y ámbar que se quemaban en los rincones, acentuando el sacro y misterioso ambiente de aquel templo de sabiduría.

    Asbag se maravilló. Había pasado gran parte de su vida entre libros. Su abuelo fue librero y su padre también. Después de ordenarse sacerdote, el obispo le confió inmediatamente el taller de copia, convencido de que no había otro hombre en la comunidad cristiana tan preparado para dirigirlo. En sus ratos libres Asbag se dedicaba con amor a la biblioteca de la sede; ordenaba los volúmenes, saneaba los que estaban deteriorados, disponía la adquisición de los que consideraba imprescindibles. Nunca imaginó que el destino le iba a deparar alguna vez la suerte de acceder a un lugar como aquel que ahora contemplaban sus ojos.

    Un chambelán le condujo por el pasillo central, a cuyos lados se alineaban numerosas mesas, en las cuales trabajaban copistas y miniaturistas o leían atentamente los numerosos sabios que trabajaban al servicio del príncipe. Al final había una especie de gabinete, donde se arremolinaba un grupo de aquellos afanosos bibliotecarios. Antes de llegar, el chambelán se detuvo.

   –Aquél, vestido de blanco y que lee en el rincón, es el príncipe –le dijo en voz baja–. Espera aquí a que yo te anuncie.»

   El mozárabe es una de mis novelas históricas preferidas, la obra de Sánchez Adalid con la que más he disfrutado y la que me permitió conocer y valorar, hace ya más de 15 años, al escritor extremeño. Muy recomendable.

«Se ha novelado frecuentemente acerca de la convivencia de las llamadas “tres culturas”, en referencia a la coexistencia de comunidades cristianas, judías y musulmanas en la península Ibérica durante la dominación islámica. […] Algunas de estas novelas han llegado a convertirse en verdaderos clásicos, pero el tema mozárabe es un territorio todavía virgen. […] En medio de todo ello, dos personajes absolutamente diferentes, pero unidos por un cúmulo de circunstancias, emprenden sus historias personales para vivir incontables aventuras.»

Jesús Sánchez Adalid

SINOPSIS

   El mozárabe, convertida ya en un auténtico clásico de nuestra literatura histórica contemporánea, nos descubre una visión diferente de la Europa medieval. Más allá de las tensiones entre la Cristiandad occidental y el Islam, en ella se nos manifiesta el esfuerzo de hombres inteligentes y llenos de cordura, que buscan la verdadera paz y el diálogo en un mundo que se acerca con incertidumbre y temor al año 1000.

    En la sorprendente Córdoba califal, al final del primer milenio, se desenvuelven las vidas de dos hombres muy diferentes, que además representan mundos distintos. Por un lado está el joven e intrépido Abuámir, un musulmán de la pequeña nobleza árabe que se empeña con tesón en llegar a lo más alto. Por otro lado, el culto y prudente Asbag, clérigo mozárabe, es llamado a ser consejero privado del califa. En medio de todo esto, una vía nueva y simbólica empieza a ejercer su llamada entre los cristianos de Alándalus: el Camino de Santiago.

   La aventura emprendida por El mozárabe traspasa las fronteras ibéricas y nos lleva a Roma, Cremona, Fráncfort, Bizancio, Sicilia y la Dinamarca vikinga.

   Con una escritura impecable, rica, sugestiva, bella y directa, Sánchez Adalid nos regala el mágico viaje al pasado que ha hecho que su obra sea hoy imprescindible.

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA

     «En la trama del mundo, la vida del hombre es como un sendero, una gran aventura, que supone un crecimiento hacia lo máximo del ser: una maduración, una unificación, pero al mismo tiempo paradas, crisis y disminuciones». Sintió que, ciertamente, la vida era así, como un camino en pos del sentido último de las cosas; pero en todo caso un camino impredecible, con sus peligros, sus incertidumbres y sus retrasos, en el que el hombre tiene que abrirse paso por sí mismo, tomar decisiones por su cuenta y luchar batallas por su propio brazo. En ese momento se alegró de haber emprendido la peregrinación y de no haberse arredrado cuando se atisbaron los primeros peligros. Sí, la vida no es algo fácil, pensó; y el riesgo de la vida es el ejercicio de la Divina Providencia, frente a la incógnita del futuro incierto e indeterminado. Pero lo que cuenta al fin de la vida es el acto humano, la entrega personal, la libre elección. Nunca se había sentido más él mismo que en aquel momento, erguido y sereno en medio de la vida, midiendo el horizonte con la mirada, examinado cada vereda y escudriñando el paisaje, sintiendo en los ojos el reto de los colores y en el rostro la llamada de los vientos. 
                     […]
    –Sí. Vuestra peregrinación ha sido demasiado larga. Salisteis de vuestra ciudad para visitar la tumba de Santiago y Dios os ha llevado por el mundo, como a su pueblo por el desierto en un largo vagar. ¿Os pesa haber sufrido ese itinerario?
   –No, en absoluto –respondió el mozárabe con rotundidad–. Gracias a mi aventura he comprendido que la vida es camino, que somos peregrinos y extranjeros, no vagabundos sin una meta; y que nos falta aún la plenitud suprema del bien y la gloria que es el final de nuestro viaje. Aunque dentro de poco llegue por fin a Córdoba, sé que mi viaje no habrá terminado si Dios no lo quiere así.
   –Efectivamente –asintió Mayólo–. Nuestra verdadera vida permanece oculta en Dios; sólo se nos revelará en el futuro, cuando llegue ese día esperado. Así pues, sólo la parasía traerá nuestra redención completa, el cumplimiento definitivo de las promesas de Dios. Y las metas de este mundo, por muy grandes y felices que sean, se quedan pálidas ante el esplendor de la gloria futura. Mientras caminamos en la vida seguimos expuestos a toda clase de sufrimientos, fatigas y luchas; tenemos que combatir constantemente para no sucumbir al desaliento, puesto que llevamos un tesoro precioso en vasijas de barro. Hay que seguir caminando…
    –¡Ay! –suspiró Asbag–. ¡Cuándo llegará esa meta final! A veces, está uno tan cansado… 
               […]
     Anakefalaiosis –sentenció Asbag–; ésa es la palabra: recapitulación, según la antigua sabiduría de Ireneo.
   –¡Oh, Ireneo de Lyon, claro! –exclamó Gerberto–. Según él, sólo al final desvelará Dios el sentido de la Historia. Ahora todo es confuso, enrevesado; caminamos entre luces y sombras… Avanzamos sin saber lo que hay delante, amenazados por peligros, dificultades, temores, dudas… Pero hay un plan trazado desde antiguo, que se completará en el último día…
    –Sólo entonces será comprendido el camino andado –añadió el mozárabe.
   –¿Crees que ese día está cerca? –le preguntó Gerberto, incorporándose en el sillón y fijando en él unos abiertos ojos llenos de inquietud.
   –¿Por qué me lo preguntas a mí?
  –No sé… Un hombre que ha visto el mundo debe de tener una intuición especial para adivinar los signos de algo tan trascendental…
   –¿Lo dices porque se acerca el año 1000? –preguntó Asbag con serenidad.
  –Bueno, por eso y por las convulsiones que sufre este mundo: violencias, desastres, pestes, guerras… Y, lo peor de todo, clérigos corruptos, falsarios, simoníacos, fornicadores… ¿No son signos de que la Bestia anda suelta?
  –¿Signos? –replicó Asbag–. ¡Esas son las miserias del ser humano! ¿No has leído las Sagradas Escrituras? En todo tiempo hubo pecados.
   –¿Y las estrellas? –repuso Gerberto–. Los astrólogos dicen que los signos hablan de un final.
   –¡Bah! Nosotros no debemos creer en tales cosas. Nada hay escrito. ¿No recuerdas lo que dijo el Señor? «Nadie sabe el día ni la hora…»
   –Entonces –dijo Gerberto aflojando su actitud–, ¿crees que llegado el fin del milenio todo seguirá igual?
   –¡Oh, no! Nada será igual; nada de lo venidero será igual a lo de ahora o a lo de antes; pero el mundo no tiene por qué terminar. Nadie debe pensar eso, y menos nosotros, que pretendemos seguir la verdad revelada. Hemos de pensar que el mundo avanza hacia el encuentro con el Padre Eterno. La vida de cada uno ya es un mundo completo; en el caminar hacia una visión fascinante, arrebatadora, conmovedora, que todos hemos de vivir. Tras un gran dolor o una larga enfermedad, tras un gran temor o un peligro superado, cuando un amor o una amistad termina, cuando perdemos a un ser querido, ¿quién no ha sentido, el menos una vez en la vida, esa sensación de que todo se hundía y se acababa? ¿Quién no se ha visto sucumbir alguna vez? Pero después, también, el escalofrío de la aurora, esa sensación de amanecer, de que algo nuevo empieza y el mundo, a fin de cuentas, sigue… Y de que ese momento es como nacer otra vez…
   Gerberto escuchaba atentamente, conmovido, vibrando ante estas palabras, asintiendo con un sereno movimiento de la cabeza.
   –Veo que tu vagar por el mundo te ha hecho un hombre muy sabio –dijo–. ¿Qué harás ahora? ¡Quédate aquí, en Roma! Se necesitan obispos como tú.

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

22894321_1464763953618817_2010764460934034265_nJesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino mozárabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, Teresa  y La mediadora.

Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy. Además, es académico de número de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, cuya biblioteca dirige. También es patrono de la prestigiosa Fundación Paradigma Córdoba, cuyo fin esencial es recordar los ejemplos positivos de convivencia entre las tres religiones abrahámicas: judía, cristiana y musulmana, que ocurrieron en Alándalus, buscando con ello los principios y fundamentos del ecumenismo y del diálogo.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.