“Las cerezas del cementerio”, de Gabriel Miró

Las cerezas del cementerio, publicada en 1910, es una de las novelas más hermosas de la literatura en lengua española del siglo XX. Con esta obra se inicia la etapa de madurez literaria de su autor.

Miró nos narra los amores entre Félix, joven de gran encanto y sensibilidad, y Beatriz, mujer mayor casada y de una extraordinaria belleza, que van a encontrarse con el rechazo y la incomprensión de todos.

La historia nos depara un final inesperado, triste pero bello a la vez. Félix muere y es enterrado en el cementerio de Posuna, conocido por sus cerezos de cuya fruta, por respeto o por asco, nadie come. Beatriz e Isabel, joven que también amó a Félix, visitan su tumba y comen la fruta de los «árboles sagrados», sorbiendo y comulgando de esta manera la esencia del amado con la fruta de los cerezos.

       «Dejaron la aldea, internándose por el cerezal; y ya junto al cercado del cementerio, oyeron voces y, de pronto, Belita y tía Constanza quedáronse pasmadas viendo a las damas de mucha hermosura que estaban alcanzando y comiendo cerezas de los árboles sagrados, la última fruta, la más grande y sabrosa.

Las desconocidas, ajenas al entredicho que para todos tenían esos frutales, arrancaban cerezas con infantil donaire y complacencia, y al ver a Silvio y Félix les llamaron pidiéndoles ayuda.

     […]

         Y entonces Isabel le gritó que viniese.

      —Te llaman, Félix. ¿Es ésa tu prima?—le dijo Beatriz.

     —Sí; la pobrecita me ha pedido que nunca coma fruta de estos árboles. ¡Les tiene mucho respeto de santidad o de asco a la muerte! —Y bajó, dándole a su madrina una rama cuajada del dulce coral de sus guindas.

       Ella buscó y ofrecióle la más redonda y encendida.

    Isabel les miraba. Félix adivinó su angustia, y vaciló. ¡Pero es que hasta lo menudito había de inquietarle y torcer su espíritu! ¡Una cereza le llenaba de vacilaciones! Y la comió…»

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Para Miguel Ángel Lozano Marco, este libro es un ejemplo acabado de novela lírica; posiblemente sea el título representativo por excelencia de esa modalidad narrativa en la literatura española. Si la novela es lírica no lo es sólo por su intensidad y belleza del lenguaje, sino por haberse centrado el narrador en la conciencia de un personaje, Félix, que percibe y da sentido al mundo.”

   «A las veces leyendo a Miró le sobrecoge a a uno el misterio de una religiosidad búdica, de un eterno recuerdo, de una eternidad hacia el pasado, de un principio de la conciencia. Y este mismo Félix, ¿qué es sino un recuerdo de su tío Guillermo? ¿Qué es esta novela sino un cuento plenilunar de aparecidos, de fantasmas, de ánimas que se ahogan en la vida que pasa, que se ahogan añusgándose con cerezas del cementerio?»

Miguel de Unamuno. Prólogo a Las cerezas del cementerio, en Obras completas de Gabriel Miró, 1932

   «Las cerezas del cementerio es un libro sobre el amor y, cosa que preocupaba hondamente a su autor, la falta de amor. En él se suceden las historias de enamoramientos, correspondidos y no correspondidos, realizados y no realizados, o realizados torcidamente. Constantemente late en sus páginas el deseo, la esperanza del encuentro erótico; pero el eros mironiano no es únicamente físico: está lleno de piedad, de necesidad de consuelo, de ternura, de don, las más veces don de una sola de las partes. Las cerezas del cementerio es una gran novela. Uno confía en que su llegada a manos de un lector apasionado contribuya en algo a hacer justicia a su autor.»

Horacio Vázquez-Rial

La novela ha sido adaptada para la pequeña pantalla con el mismo título. La miniserie de 120 minutos ha sido dirigida por el alicantino Juan Luis Iborra, coautor del guión junto a Pedro Gómez y Antonio Albert, e interpretada en sus principales papeles por Concha Velasco, Félix Gómez, Xabier Elorriaga, Juli Mira, Álvaro de Luna, Raúl Julvé, Empar Ferrer y Gretel Stuyck.

Basada en la novela de igual título de Gabriel Miró, relata los amores del joven estudiante de ingeniería Félix Valdivia con Beatriz, una mujer madura casada infelizmente con un acomodado naviero inglés. La acción se desarrolla en la costa valenciana, a principios del XX, en una sociedad anclada en las más viejas tradiciones. (FILMAFFINITY)

GABRIEL MIRÓ

Gabriel Miró nació en Alicante en 1879 y murió en Madrid en 1930. De familia acomodada, cursó Derecho en Valencia y Granada. Antes de comenzar su38_1926_gabriel_miro_retrato_s trayectoria novelística, colaboró en varios periódicos y revistas de la época como La Publicidad, El Sol o el Diario de Barcelona. El escritor alicantino publicó su primera novela a los 22 años, La mujer de Ojeda, y en 1903 editó Hilván de escenas. En su siguiente libro, Del vivir (1904), apareció por primera vez el personaje de Sigüenza, «alter ego» del autor que le acompaño en otras obras posteriores: Libro de Sigüenza (1917) y Años y leguas (1928). Para la mayor parte de la crítica, la etapa de madurez de Gabriel Miró comenzó en 1910 con Las cerezas del cementerio. A partir de ese momento se sucedieron varios volúmenes de cuentos que le hicieron acreedor del Premio Mariano Cavia, dedicado a las narraciones breves, el libro Dentro del cercado (1916) y los dos tomos de Figuras de la Pasión del Señor (1917). En 1926 vio la luz la novela El obispo leproso que recibió las críticas de los sectores más conservadores de la época. Relegado a uno de los rincones oscuros de la narrativa española, Gabriel Miró fue un autor leído tanto por sus admiradores como por sus detractores.

SINOPSIS

Las cerezas del cementerio, una de las más bella obras de la literatura española del siglo XX, es un libro complejo. Abierto a diversas interpretaciones, hace efectivo el propósito del autor de insinuar las cosas y de trazar una novela trémula de emoción y muy personal. En esta novela intimista y de introspección se aborda el tema del amor o, mejor dicho, la ausencia de ésta de la mano de Félix Valdivia, cuya existencia se orienta claramente a la naturaleza y la mujer. Sin embargo, frente al amor y la vida, Félix topa con la rígida moral imperante en la Valencia de principios del siglo XX, tan avanzada y represiva a un mismo tiempo, y que en última instancia le impide alcanzar la felicidad.

    

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