Panza de burro es la primera novela de la escritora y periodista canaria Andrea Abreu (1995), que ha sido destacada por la revista británica Granta como una de las 25 mejores escritoras de su generación. Ha sido publicada en 2020, de la mano de la también periodista y escritora Sabina Urraca, quien ha editado y prologado la obra.
Alabada por el público en general, la crítica y el gremio literario, Panza de burro se convirtió rápidamente en todo un fenómeno editorial. La novela ha vendido ya más de 66.000 copias solo en España y ha sido traducida a 18 idiomas. Ha ganado el Premio Dulce Chacón de Narrativa 2021 y el Premio Primera Novela de Chambéry de Francia. Además, se ha realizado una adaptación teatral de la novela y una productora ha comprado los derechos audiovisuales para realizar una adaptación cinematográfica de la misma.
Panza de burro narra la amistad de dos niñas, una dócil e ingenua y otra con un carácter rebelde y audaz, más «echadita palante», en un pequeño pueblo al norte de la isla de Tenerife, a esa edad fronteriza y mágica entre el ocaso de las muñecas y el despertar sexual. Dos amigas que crecen en una isla entre perros callejeros, viejas del barrio, juegos con pokemones y gameboys, cuestas y helechos, bajo un cielo siempre nublado color «panza de burro» y al cuidado de abuelas implacables, mientras los padres trabajan en la construcción y las madres, limpiando hoteles en el sur.
Pero Isora me acompañaba a mi casa. Ella siempre me acompañaba. Y yo la acompañaba a ella. Y ella me acompañaba a mí. Así, como los pac de yogures de la venta, como ella dijo una vez. Como ella dijo hablando de nosotras pensando que yo no la había escuchado, pero sí lo hice. Como los pac de yogures que siempre van unidos.
En el universo de Panza de burro nada queda afuera: el descubrimiento del mundo y la incipiente sexualidad, la amistad y el amor, la precariedad, la naturaleza, la sabiduría de los libros y las personas, pero también de las supersticiones y las creencias populares; todo se retrata para contar un mundo periférico. Y para ello, Andrea Abreu realiza un prodigioso trabajo con el lenguaje, zarandeando el castellano e inventando una poderosa lengua literaria gracias a una intrepidez lingüística inaudita por su frescura, su inteligencia, su pulso poético y su falta total de miedo.
Una novela de escritura muy oral, en la que Andrea Abreu ha indagado en los límites de su propio lenguaje, ese lenguaje coloquial que transcribe escapándose de las más elementales normas académicas y sirviéndose de términos y expresiones que reflejan el habla del propio barrio en el que se crio en Icod de los Vinos, un municipio situado en el noroeste de la isla de Tenerife. Y que, como escribe Sabina Urraca en la presentación de la novela, permite “que se lea como se escucha una canción, una canción en un idioma extraño que el cerebro, a fuerza de escucharla, vaya desentrañando”.
Ella pensaba que la vida solo era una vez y que había que probar un fisquito siempre que se pudiese. Un fisquito nada más, decía.
Un libro hermoso y muy original, cuya lectura no te queda indiferente y que supone una bocanada de aire fresco en el panorama narrativo actual en lengua española.
«Reconozco que al principio, cuando Panza de burro solo había crecido unos capitulitos, pensé que sería una novela sencilla y hermosa que abriría un hachazo en esa tela de invernadero que parecía ocultar un imaginario y un mundo que debían ser mostrados. Más adelante, la grandeza del libro, la inteligencia y el salvajismo de Andrea, su pulso poético y su falta total de miedo hicieron trizas la rafia, y quedó a la vista una plantación intrincada, dolorosa, inmensa, nada sencilla. Hice la primera edición en un salón de Lisboa, y creo que fue allí cuando me di cuenta de que el libro era mucho más grande de lo que imaginé. También, y esto es importante, sentí envidia. Una envidia por la imposibilidad de escribir yo algo así.
Si tuviera que describir o invitar a alguien a leer Panza de burro, a pasar a ese patio de helechos arrebatados, a sentarse en esa sillita plástica para que se le metiese el demonio dentro, para llenarse —en lugar de vaciarse— de pasiones y envidias, no sabría cómo hacerlo, la verdad. Si tuviera que definir el libro delante de un público, no sabría cómo hacerlo sin llorar un poco, la verdad. Panza de burro es una novela febril. Contamina. Este párrafo, de hecho, está absolutamente manchado de su estilo, ensuciado. Como el chorro de sangre que cae en el agua de una tarjea que pasa por el barrio más alto del pueblo más alto, a las faldas del vulcán. Solo puedo decir: Déjense envenenar, misniños». Sabina Urraca
SINOPSIS
La panza de burro es una expresión para denominar un fenómeno característico del norte de las Islas Canarias consistente en una acumulación de nubes de baja altura que actúa como pantalla solar. Andrea Abreu aparta esa bruma de la panza de burro y observa a la abuela que transmite malos consejos desde la pura inocencia y el puro salvajismo, a la niña prematuramente crecida que domina a su amiga, pero, sobre todo, a la amiga dócil que, con el tiempo, escribe su historia y se siente en deuda con la amiga dominadora.
A veces, a Isora, la tristeza la abrutaba. Pasaba muchas horas sin pronunciar una palabra. Se sentaba en las esquinas de la parte baja de la venta, justo donde una pared se abraza con la otra y se quedaba allí mirando sin ver nada. Los ojos eran dos manchas, dos moscas verdes dando vueltas en un cuarto que apestaba a vino. Yo me aburría mucho pero no me iba, me quedaba al lado de ella escuchando su silencio. Como cuando los maridos se sientan a ver el fútbol y las mujeres los acompañan aunque no les interese, porque los maridos están tristes con la vida y el trabajo en el Sur y hay que estar con ellos porque es obligación.
ANDREA ABREU
Andrea Abreu nació en 1995 en lo alto de un pueblo, siempre nulado, del norte de Tenerife. Creció entre gatos y flores de bruja y, al cumplir los dieciocho, comenzó sus estudios de periodismo en la Universidad de La Laguna (ULL). Después de incontables cambios de residencia, se mudó a Madrid en el verano de 2017, para cursar el Máster en Periodismo Cultural y Nuevas Tendencias de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Desde entonces, ha sido becaria, camarera y dependienta de una famosa marca de lencería.
Como periodista, ha escrito para la sección de Cultura del diario 20 Minutos y para diferentes medios, como Tentaciones (El País), Oculta Lit, LOLA (BuzzFeed), Quimera o Vice. Sus textos literarios han sido incluidos en varias revistas digitales y en papel. También en antologías como Macaronesia, de La Galla Ciencia; Los muchachos ebrios, antología de poesía jovencísima transoceánica, de La Tribu, o Piel fina. Poesía joven española (Maremágnum, 2019). Es autora del poemario Mujer sin párpados (Versátiles Editorial, 2017) y del fanzine Primavera que sangra (2017), un breve análisis poético sobre su relación con el dolor menstrual, que aparecerá este mismo año en la editorial Demipage. Ha participado en varios eventos literarios, como el festival cordobés de poesía Cosmopoética 2018 y es codirectora del Festival de Poesía Joven de Alcalá de Henares. El pasado 2019 fue ganadora del accésit del XXXI Premio Ana María Matute de narrativa de mujeres. Panza de burro es su primera novela.