“Madame Bovary” de Gustave Flaubert

Madame Bovary es una magnífica novela escrita por Gustave Flaubert, uno de los más grandes novelistas de la historia de la literatura. Se publicó por entregas en la Revue de Paris a lo largo de 1856. Finalmente, apareció en forma de libro en 1857.

La publicación de la novela suscitó una gran polémica y su autor fue procesado por ofensas a la religión y a la moral. Finalmente, Flaubert salió absuelto, y el proceso contribuyó al éxito de la novela.

Madame Bovary es una de las grandes novelas de la literatura de todos los tiempos y está considerada por la crítica como la primera novela moderna. Narra la historia de la joven Emma Bovary, mujer infelizmente casada que desea una vida distinta y acabará tratando de conseguir sus sueños en los brazos de sus amantes. Al final, fracasada y defrauda por los hombres, Emmna se ve arrastrada a un triste y trágico final.

20150203115746_00002Para Vargas Llosa, es una de las historias más conmovedoras y mejor concebidas y escritas de la literatura. Sobre ella, el autor de La ciudad y los perros, escribió lo siguiente: Flaubert concibió, entre 1851 y 1856, la historia de Emma Rouault, que se casa con el médico Charles Bovary y vive la vida rutinaria del pueblito normando de Yonville. Pero el espíritu inquieto y fantasioso de Emma Bovary, atizado por las aventuras apasionantes de las novelitas de amor que lee vorazmente, aspira a una vida distinta, de lujo, pasiones y excesos románticos, algo que la joven intenta materializar, enredándose en pequeñas aventuras de las que saldrá cada vez más golpeada y humillada, defraudada siempre por el espíritu mezquino, la cobardía y el egoísmo de esos hombres a los que se entrega creyéndolos a la altura de sus sueños [] Para muchos, Madame Bovary inaugura la novela moderna y sienta las bases de la gran revolución narrativa que protagonizarían años más tarde un Marcel Proust, un James Joyce, una Virginia Woolf, un Franz Kafka y un Thomas Mann. Hasta Flaubert, la novela era considerada un género plebeyo, a diferencia de la poesía, donde la belleza del lenguaje alcanzaba su máxima expresión. Flaubert se empeñó en que la prosa narrativa tuviera también la excelencia artística de la poesía y no hubiera en ella nada que empobreciera o afeara la palabra.”

Sobre la historia de Madame Bovary se han realizado numerosas adaptaciones para el cine y la televisión. En el papel de Emma han destacado actrices como Isabele Huppert, Francesca Annis o Jennifer Jones.

Madame Bovary es probablemente la obra maestra de la novela contemporánea; es una obra de observación minuciosa y ceñida, en una forma al mismo tiempo espléndida y sobria

Lanson

GUSTAVE FLAUBERT

20150203115746_00001Ruán, (1821-1880). Gustave Flaubert manifestó desde niño una precoz pasión por la literatura, que le llevó a fundar de muy joven una revista literaria que redactó íntegramente. Pasó toda su vida en su propiedad de Croisset, entregado a su labor de escritor. Sin embargo, sus escasos viajes desempeñaron un papel importante en su aprendizaje como novelista, dado el valor que concedía a la observación de la realidad. Flaubert no dejó nada en sus obras a merced de la pura inspiración, antes bien, trabajó con empeño y precisión el estilo de su prosa, desterrando cualquier lirismo. Su talento literario le ha concedido un papel central en la evolución del género novelístico hasta la primera mitad del siglo XX.

SINOPSIS

«Entre el puñado de libros extraordinarios del siglo XIX que han enriquecido el genero de la novela como nunca antes ni después, figura, en lugar principalísimo, Madame Bovary.»

Mario Vargas Llosa

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Un simple drama local sirvió a Flaubert para iniciar un trabajo de creación «sobre nada», que tuvo por fruto una de las novelas capitales de la literatura: con esa nada, Flaubert construyó no sólo un personaje, sino un modelo de mujer que resume los dramas íntimos de muchas mujeres educadas en sentimientos heredados del romanticismo.

Charles Bovary, modesto médico rural, se casa con Emma, de familia acomodada, educada como una señorita, pero con la cabeza llena de lecturas y sueños románticos. La estrechez de miras del marido y la placidez de una vida insulsa dejan insatisfecha a Emma, cuya ansiedad no consigue aplacar ni el nacimiento de una hija. Tras el paso fugaz y templado de León por su vida, aparece Rodolphe, un elegante de provincias, que la seduce fácilmente y le induce a creer que ha encontrado la pasión verdadera que tanto deseaba. Pero Emma vivirá siempre desgarrada entre la prosaica realidad en la que vive y un ilusorio mundo de amores y riquezas.

Emma Bovary, enamorada del amor, servirá al novelista para trazar un tipo femenino permanente en el tiempo, utilizando un realismo minucioso que refleja la verdad y afirma la voluntad de perseguir la belleza, en un ambiente de mediocridad humana en el que la ley social del dinero impone sus coacciones, para terminar llevando a Emma a un destino fatal.

Esta edición se enriquece con tres fragmentos recientemente descubiertos en los manuscritos, en los que se discuten temas capitales para entender intrínsecamente al personaje, como la propuesta de Homais de que debería prohibirse la lectura a las mujeres, vieja idea medieval que viene arrastrándose de siglo en siglo.

FRAGMENTOS DE LA NOVELA 

    Pero al verse en el espejo se asombró de su cara. Nunca había tenido los ojos tan grandes, tan negros ni tan profundos. Algo sutil esparcido sobre toda su persona la transfiguraba.
  Se repetía: «¡Tengo un amante! ¡Un amante!», deleitándose en esta idea como si le hubiera sobrevenido otra pubertad. Así pues, por fin iba a conocer esas alegrías del amor, aquella fiebre de felicidad cuya esperanza había perdido. Entraba en algo maravilloso donde todo sería pasión, éxtasis, delirio; una inmensidad azulada la envolvía, las cumbres del sentimiento resplandecían bajo su pensamiento, y la existencia corriente no aparecía sino a lo lejos, muy abajo, en la sombra, entre los intervalos de aquellas alturas.
   Entonces recordó a las heroínas de los libros que había leído y la legión lírica de esas mujeres adúlteras empezó a cantar en su memoria con voces de hermanas que le encantaban. Ella misma se transformaba en una parte real de aquellas imaginaciones y cumplía el largo sueño de su juventud, al mirarse en aquel modelo de enamorada que tanto había ambicionado. Además, Emma sentía una satisfacción de venganza. ¡Bastante había sufrido! Pero ahora triunfaba, y el amor, tanto tiempo contenido, brotaba por entero con gozosos borbotones. Lo saboreaba sin remordimientos, sin inquietud, sin turbación.

[…]

   «¡Qué miserable! ¡Qué patán!… ¡Qué infamia!», se decía ella mientras huía con pie nervioso bajo los álamos de la carretera. La decepción del fracaso reforzaba la indignación de su pudor ultrajado; le parecía que la Providencia se obstinaba en perseguirla, pero, reafirmada en su orgullo, nunca había sentido tanta estima por sí misma ni tanto desprecio por los demás. Algo belicoso la enajenaba. Habría querido pegar a los hombres, escupirles en la cara, machacarlos a todos; y seguía caminando deprisa hacia delante, pálida, trémula, rabiosa, escudriñando con los ojos llenos de lágrimas el horizonte vacío, y como deleitándose en el odio que la ahogaba.