“Fiestas de la Santa Cruz en Feria, 1955″

El 29 de abril de 1955 aparecía en el diario Hoy de Badajoz un interesante artículo firmado por Francisco Felipe Montes de Oca, que recogía información sobre las fiestas de la Santa Cruz y otros interesantes datos sobre la villa de Feria.

Reproducimos a continuación la información tal como aparece en el citado diario:

FERIA CELEBRA SUS TRADICIONALES Y ANTIGUAS FIESTAS DE LA SANTA CRUZ DURANTE LOS DÍAS 2, 3 y 4 DE MAYO

Este es uno de los pueblos más antiguos de la provincia. Cinco siglos antes de Jesucristo lo fundaron los celtas. Dio los títulos de conde y duque al gran Lorenzo Suárez de Figueroa.

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Feria entra en fiestas y con ello cambia su fisonomía cotidiana por la alegre sonrisa de sus antiguos folklores que en bellas canciones de influencia árabe le dedican por estos días a la Santa Cruz.

Por todas partes se respira aire de fiesta y sus habitantes, apartándose de sus quehaceres, se dedican de lleno a engalanar primorosamente sus cruces que, al anochecer sacan de sus casas para cantarles el popular repertorio.

Pocos han de ser los pueblos de esta provincia que puedan alardear de una fiesta tan antigua y tradicional como la de la Santa Cruz que desde tiempo inmemorial se viene celebrando en este pueblo.

La devoción que a la Santa Cruz profesan sus hijos es sobradamente conocida por todos, prueba de ello es la indescriptible fe y entusiasmo que le rendimos en estos días.

Si muy remota es la devoción a la Santa Cruz, no menos antigua es su Hermandad, pues desde los primeros momentos de su fundación cobijó bajo su paternal amparo a un elevado número de cofrades de todas las clases sociales.

Desde aquella augusta y memorable fecha en que se fundó, hasta hace muy poco tiempo, esta santa Hermandad venía ejercitando la caridad entre sus hermanos cuando éstos se encontraban enfermos o necesitados.

Hoy, por el contrario, razones poderosas, tal vez económicas, obligan a la misma a poner un paréntesis en su laboriosa carrera para retener y aplazar esta bendición. Pero no hemos de ocultar a sus miembros que en cuanto sus posibilidades económicas lo permitan, se reanudará nuevamente este socorro.

Hoy, como ayer, la Hermandad viene costeando los gastos de sepelio a la familia del hermano que fallece, si esta fuera pobre, y en caso contrario, siempre que la familia no renuncie a este beneficio, la Hermandad se encarga de hacerle un funeral en sufragio de su alma, a cuyo acto se invitan, además de los familiares del finado, a todos los miembros de la misma, los cuales ostentando en sus pechos la insignia del Crucificado, acompañan al difunto al acto de dar cristiana sepultura a su cadáver.

Es, pues, digna de alabanza esta asociación que vela por el bien de sus asociados, no solo en vida, con su gran ejemplo, sino aun después de la muerte, encomendando su alma al Todopoderoso.

Bajo este espíritu cristiano heredamos un día, en prueba de nuestra fe y entusiasmo, este galardón glorioso con el deber de no desvirtuarlo, antes bien perpetuar más y más este imperecedero recuerdo para poder decir a las generaciones venideras que también nosotros nos sentimos arrastrados por esa influencia cristiana tan arraigada en nuestro pueblo a través de los siglos con el deber sagrado de conservarla hasta la más lejana posteridad.

Características del pueblo

Este pueblo, de un paisaje delicioso y un panorama realmente encantador, que se extiende alegremente a los pies de su histórico castillo, tiene un censo de cuatro mil seiscientos cincuenta y seis habitantes de derecho, con una densidad de población de 64,66 habitantes por kilómetro cuadrado. Está situado entre los 38 grados, 27 minutos y 38 grados y 36 minutos de latitud Norte, y 2 grados, 50 minutos y 2 grados, 53 minutos de latitud Oeste del meridiano de Madrid.

La superficie del término es de siete mil doscientas treinta y nueve hectáreas, entre las que existe terreno llano y montuoso, predominando este último; la parte Sur, que es la montañosa, está destinada a olivos, higueras y encinar, y la Norte a cereales.

El problema de actualidad, para yunteros y aparceros, es el de la escasez de tierras donde poder labrar, problema de trascendental importancia que solo puede ser solucionado con la expropiación de varias fincas por el Instituto Nacional de Colonización.

Un buen número de pequeños propietarios tienen que ocuparse en explotaciones ajenas, porque las suyas no absorben la capacidad de trabajo.

La traída de la luz eléctrica es el problema de vital importancia, siendo urgente e inaplazable su solución.

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                                    La Virgen de la Consolación, Patrona de Feria (Foto Arté)

Datos históricos de la villa

La fundación de esta noble villa es de época muy remota; quinientos ochenta años antes de la venida de Nuestro Señor Jesucristo.

Sus fundadores fueron los celtas de la Lusitania, que le dieron el nombre de Seria, y se dice con bastante fundamento, que correspondió a la antigua Fama Julia; es indudable que sus primeros pobladores eligieron un lugar delicioso y estratégico para su situación y defensa.

Es muy conocida esta villa por los títulos que dio de conde y duque de la esclarecida sucesión, al nobilísimo caballero don Lorenzo Suárez de Figueroa, maestre de la Orden de Caballería de Santiago y treinta y cuatro en Ordenes, de quien fue inmediato sucesor el infante don Enrique de Aragón.

En lo alto de una empinada sierra, que lleva su nombre, a la que da belleza y poesía, y a unos doscientos metros de la población, se levanta airoso, como vigía, desafiando a los siglos, nuestro antiguo castillo que domina la villa por el noroeste, fábrica de planta poligonal irregular, cuya fundación data del año 1460 en que lo empezó a construir el segundo señor y primer conde de Feria, don Lorenzo Suarez de Figueroa, siendo terminado por sus sucesores en el 1513.

Fue dado en feudo al primer conde de Feria por Enrique IV de Castilla, y Fernando II hizo merced de la villa con el título de duque a don Gómez Suárez de Figueroa.

Desde su amplia plaza se ve gran parte de la provincia, y entre las neblinas del Guadiana vemos alzarse a Badajoz (a sesenta kilómetros), y más allá varios pueblos de la antigua Lusitania; al otro lado, la monotonía de la tierra de los Barros, de pardos barbechos y verdes viñedos, cuya vasta llanura se extiende en la lejanía del horizonte.

En el año 1808 los invasores franceses consiguieron apoderarse del castillo, abriendo varias brechas en sus murallas y sembrando la destrucción y abandono por todas partes; asimismo quedó destruida la primera parroquia del pueblo, dedicada a la Virgen de la Candelaria, adosada a las murallas, de la que quedan so!amente unos paredones que parece se encuentran firmes y orgullosos de su antiguo esplendor.

El crecimiento de la población y la topografía del suelo, hizo variar por completo la estructura de la villa, extendiéndose hacia el Sur, con motivo de la destrucción de su primera parroquia, y dando lugar a que en el siglo XV se construyera la actual, dedicada al Apóstol San Bartolomé.

Esta villa hace por armas un escudo dorado y cinco hojas de higuera verdes; fue ganada a los moros en 1241, por el maestre de Santiago, Pedro Gómez Mengo, y conquistada a los cristianos en el año 1239, siendo rey don Alfonso IX.

La casa de Feria se distinguió siempre por sus proezas y nobleza, alcanzando con su valor en los cambates y con su acertada dirección en el gobierno de los pueblos, los más grandes poderíos de nuestra región, sus nobles señores fueron siempre unidos a los acontecimientos más grandes de nuestra nación y eran algo que ni los mismos reyes podían mirarlos con indiferencia o desdén.

La Albuera

Este embalse de aguas fue construido en el año 1750 por el ilustrísimo señor don Amador Malaguilla, obispo de Badajoz, el que más tarde lo donó al convento de monjas Carmelitas de dicha capital.

Tiene capacidad para unos cuatrocientos mil metros cúbicos de agua y un perímetro de tres kilómetros.

El muro de contención de las aguas tiene veinte metros de altura, con un espesor de diez metros.

Las aguas de este pantano, que abastecen a la ciudad de Almendralejo, están contenidas en un hondo valle entre dos sierras y sobre una de ellas se eleva Feria.

Primer señor de Feria

El 28 de enero de 1387 era elector en Mérida y maestre de Santiago, don Lorenzo Suárez de Figueroa, señor de la Torre de Monturgue.

EI 28 de febrero de 1398, el rey Enrique III, el Doliente, nombró primer señor de Feria a don Gómez Suárez de Figueroa.

Tanto don Gómez como su padre don Lorenzo, desempeñaron un papel muy importante en el reinado de don Juan II, asistiendo con él, en unión de muchos nobles y Obispos, a varios combates contra los moros en tierras de Granada.

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Un aspecto de la solemne procesión de la Santa Cruz, que tradicionalmente se celebra durante las fiestas (Foto Arté)

Programa Oficial de Festejos

La Junta directiva de la Hermandad de la Santa Cruz, que vela en todo momento por el prestigio y engrandecimiento de las fiestas, ha redactado el siguiente programa de festejos:

DÍA 2

A las doce.– Anuncio oficial de Ias fiestas con disparos de cohetes y repique general de campanas.

A las doce y treinta.– Gran carrera de burros por el itinerario de costumbre, con dos importantes premios en metálico.

A las cinco de la tarde.– Llegada de la acreditada banda municipal de Barcarrota, que precedida de una vistosa cabalgata de Gigantes y Cabezudos recorrerá las principales calles de la población.

A las siete.–Vísperas solemnes en la parroquia, con asistencia de todos los hermanos.

A las ocho.– Concierto por referida banda en el paseo del General Franco.

A las once de la noche.– Se quemará una bonita colección de fuegos artificiales amenizados por la banda, culminando al fin con una formidable traca.

DÍA 3

A las siete de la mañana.– Gran diana floreada.

A las ocho y treinta.– Misa rezada de comunión general, en la que se acercarán a la sagrada Mesa todos los hermanos y que será amenizada con selectos motetes por el coro de la Hermandad.

A las once.– Previo el canto de Tercia, solemnísima función religiosa, que oficiará el reverendo señor cura párroco de La Morera, don Andrés Alonso Trejo, ocupando la sagrada cátedra nuestro querido señor cura párroco don Eduardo Rubio de la Rosa. A continuación saldrá procesionalmente la Santa Cruz, a la que acompañarán exclusivamente los hermanos.

A las siete de la tarde.– Concierto de banda, cucañas, elevación de globos grotescos y otras atracciones.

A las once de la noche.– Variada y lucida colección de fuegos artificiales, amenizados por la música.

DÍA 4

A las once de la mañana.– Gran carrera ciclista por el itinerario del año anterior, a la que podrán concurrir bicicletas de carrera y paseo, otorgándose los siguientes premios: Para bicicletas de carrera, vencedor, copa donada por el Ayuntamiento y cien pesetas en metálico; segundo vencedor, cien pesetas. Para bicicletas de paseo, vencedor, copa donada por la Hermandad Sindical y cincuenta pesetas en metálico; segundo vencedor, cincuenta pesetas.

A la una de la tarde.– Gran concierto de banda.

A las seis.– Cabalgata de fin de fiesta.

A las siete.– Cucañas, elevación de globos grotescos y concierto.

A las once de la noche.– Concurso de Cruces procesionales en el paseo del General Franco, acompañados de sus correspondientes grupos de cantores, otorgándose un primer premio a la cruz más artisticamente adornada y un segundo al mejor grupo de cantores.

ADVERTENCIAS

Primera.Siguiendo la tradicional costumbre se premiarán a las dos mejores cruces instaladas en domicilios particulares.

Segunda.– Todos los que deseen tomar parte, tanto en las carreras como en el concurso de cruces, deberán dar aviso al señor presidente, antes deI día 2.

Tercera.– La Santa Cruz será llevada única y exclusivamente por los hermanos que lo soliciten previamente, en los trayectos que se les señalen.

La Hermandad de la Santa Cruz tiene la esperanza de que será muy visitada la fiesta por forasteros, ya que para ellos guarda este pueblo la cordialidad y simpatía que merecen sus visitantes, a la vez se les invita a disfrutar de unos días de alegría, de cordialidad y simpatía en nuestras muy tradicionales fiestas de la Santa Cruz.

FRANCISCO FELIPE MONTES DE OCA

Feria ayer. VI

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Esta fotografía de la calle los Mártires, en la villa de Feria, debió de ser realizada a comienzo de los años setenta del pasado siglo.

Mártires

     «La calle de los Mártires está, prácticamente, dividida en toda su longitud por un barranco cuya altura se hace más acusada a medida que se prolonga y desciende. Lo que le confiere un notable movimiento de volúmenes y desniveles. Su adaptación al terreno la hace sinuosa. Fue siempre una de las calles de la Villa con mayor vitalidad: tránsito de los devotos que acudían a los Mártires; paso obligado de entierros, desde que se construyó el cementerio; y camino que conducía al Pilar de Arriba. Desembocaba al “Arroíto”, donde surgía una frondosa alameda, con una fuente muy frecuentada por los vecinos en los días de la “fiesta de los Santos Mártires y a la que acudían a por agua”, antes de articularse la calle Consolación, que era simple camino hacia la ermita.»

     Fragmento de La villa de Feria, T. II, página 45, de José Muñoz Gil

Fraga en Feria

El domingo 5 de octubre de 1969, el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, visitó la localidad de Feria.

Fraga llegó, la mañana de ese día, procedente de la vecina ciudad de Zafra, donde había pasado la noche anterior.

La Hoja del lunes del día 6 de octubre de 1969 recogía así la noticia:

DÍAZ AMBRONA Y FRAGA IRIBARNE PRESIDIERON EN ZAFRA DIVERSOS ACTOS

     El ministro de Información y Turismo, que pernoctó anoche en esta ciudad, fue agasajado por el Ayuntamiento con una cena, en la caseta municipal del real de la feria.

    Por la mañana, tras oir misa en la iglesia parroquial, el señor Fraga Iribarne se trasladó al vecino pueblo de Feria, siendo cumplimentado por el alcalde. El ministro dirigió unas palabras al vecindario que le había recibido cariñosamente. Visitó luego la iglesia parroquial y se trasladó al castillo del duque de Feria, regresando a Zafra.

    Don Manuel Fraga Iribarne acompañó al ministro de Agricultura, don Alfonso Díaz Ambrona, que había llegado por la mañana para inaugurar el primer mercado nacional permanente de ganados, visitando con éste y las jerarquías del segundo de los ministerios citados, todas sus dependencias e instalaciones. […]

    Seguidamente, el ministro de Información y Turismo, emprendió viaje a Llerena para seguir a Alburquerque y regresar esta noche a Madrid.

Pero fue el diario Hoy del día 7 de octubre de 1969 el que ofreció más información sobre aquel hecho.

Reproducimos a continuación la información más relevante sobre aquella visita, tal como aparecía en el citado diario. Lástima que no aportara ninguna documentación fotográfica sobre la misma:

EL SR. FRAGA IRIBARNE VISITÓ FERIA, LLERENA Y ALBURQUERQUE

Estudió las posibilidades de promoción turística de ellos, quedando admirado de los castillos de Feria y Alburquerque y de la iglesia y plaza de Llerena.

Por la noche regresó a Madrid satisfecho de su viaje

     El pasado domingo, el ministro de Información y Turismo, don Manuel Fraga Iribarne, realizó la serie de visitas programadas para su segunda jornada de estancia en la provincia.

     Antes de las ocho de la mañana ya estaba levantado, luego de pernoctar en el Parador de Turismo de Zafra. Se hallaba acompañado del director general de Empresas y Actividades Turísticas, don León Herrera; don José Manuel Fraga Estévez, hijo del ministro; gobernador civil, señor Gerona de La Figuera; presidente de la Diputación, señor Carracedo Blázquez; delegado provincial de Información y Turismo, señor Cerón Bailo; y consejero nacional por la provincia, señor Robina Domínguez.

    Visitaron el solar ofrecido por el Ayuntamiento para la construcción de la Oficina de Turismo segedana, que el ministro prometió saldría de sus obras. Se encuentra en un ángulo de la plaza Nueva.

Misa

     A las ocho y media el ministro, séquito y autoridades que le acompañaban oyeron misa en la Iglesia parroquial ex Colegiata de Nuestra Señora de la Candelaria, que ofició el arcipreste, don Manuel Ibáñez López.

     Durante lal misa, un hombre que se hallaba en el templo se sintió repentinamente enfermo y fue asistido por el gobernador civil ebn su calidad de doctor en Medicina.

Visita a Feria

     Finalizada la santa misa, el ministro decidió adelantar en más de media hora el programa previsto y se dirigió hacia la localidad de Feria, que dispensó al señor Fraga Iribarne un cariñoso recibimiento con numerosas pancartas (algunas escritas en castúo), banderas, colgaduras, música y todo el vecindario que aplaudió al señor Fraga, quien luego de saludar en la plaza central a las autoridades locales que le presentó el alcalde, don Eladio Buzo Casillas, se dirigió a la iglesia de San Bartolomé, que admiró detenidamente, para proseguir al Castillo en una mañana de niebla y amenazante de lluvia.

     El alcalde, señor Buzo Casillas, pronunció un discurso en el que comenzó diciendo que nunca había tenido el alto honor de dar la bienvenida a tan destacada personalidad. Hizo historia del pueblo aportando datos, fechas, nombres y detalles. Dijo que el Castillo de Feria, por su origen y situación, era el centro de la ruta de los castillos, y por las tierras que domina es llamado «el faro de Extremadura». Hizo un elogio del Caudillo y su Gobierno y terminó dándole un abrazo y rogándole que se lo diera en nombre de todo Feria al Jefe del Estado. Fue muy aplaudido.

     El ministro de Información y Turismo agradeció el recibimiento tributado y las cariñosas palabras del alcalde de Feria. El señor Fraga elogió la iglesia y el castillo visitados y prometió estudiar su posible promoción turística.

El ministro y el alcalde de Feria en una foto tomada casi un año antes, con motivo de la inauguración del Parador de Zafra

     Finalizada la visita a Feria, donde fue despedido con las mismas muestras de simpatía que a su llegada, el señor Fraga y séquito regreso a Zafra, donde, como reseñamos en otro lugar de este diario, asistió a la inauguración del I Mercado Nacional Permanente de Ganado.

    De Zafra prosiguió viaje hacia Llerena. […]

“El Ayuntamiento de Feria pretende adquirir el castillo ducal y ofrecerlo a la campaña por Universidad de Badajoz”, por Antonio Santander de la Croix

El 26 de julio de 1964 aparecía en el diario Hoy de Badajoz un curioso reportaje en el que se hablaba, entre otras cuestiones, de la intención del Ayuntamiento de Feria de adquirir el castillo de la localidad para ofrecerlo a la campaña pro Universidad de Extremadura.

Van apareciendo a lo largo del artículo distintos personajes y actividades características de aquellos momentos.

Reproducimos a continuación la información tal como aparece en el citado diario:

 «Siempre que se va o viene de Badajoz a Zafra, llama poderosamente la atención un castillo y un pueblecito recamado a su vera: Feria.

  Los ojos sin querer se van hacia él, de día, con idea de adivinar lo que en el bello paraje se encierra. De noche se van los ojos tras las luces de Feria que anclada en las olas rocosas que dan sede a su castillo parece soñar las más grandes epopeyas del primer conde de Feria, el gran prócer extremeño Lorenzo Suárez de Figueroa, también llamado el Magnífico.

                                        Panorámica de Feria, años 60

  Feria y su castillo, más o menos lejano de la carretera general de Sevilla, nos atrae a su cumbre. Desde que llegamos a estas tierras de Dios, siempre que fuimos o venimos por dicha carretera sentimos la llamada, inevitable, pero no es pueblo que quede junto a ella: hay que hacer propia intentona para llegar a él. Recientemente, acompañando al delegado provincial de Información y Turismo señor Nevado Carpintero y al secretario de la Delegación Sr. Narváez vimos colmados nuestros deseos.

UN GRAN AMIGO

  El alcalde de Feria, don Eladio Buzo Casillas, también es un amigo de los primeros. Lo conocí en Zafra, a poco de mi llegada, hablándome con gran entusiasmo del castillo de Feria, para poner un repetidor de televisión. Entonces no existía el de Arroyo de San Serván.

 Todavía está en pie el ofrecimiento para instalar en Feria si se precisa algún repetidor más –nos dice al saludarnos el señor Buzo Casillas.

  Asomándose a la magnífica balconada del Casino, apunta con el dedo al castillo que corona nuestras cabezas diciendo:

   –Ahí es un sitio ideal. Después de comer subiremos.

  Recién llegados, con el calor metido en la carne, apetece la cerveza fresca, pero me tuvieron que llamar varias veces porque me quedé extasiado en el balcón, contemplando el majestuoso panorama: kilométros y kilómetros de extensión en la mínima superficie de las pupilas.

  –Eso no es nada, nos dice don Eladio– desde el castillo se ven por lo menos veinte pueblos. Los días despejados se alcanza hasta los montes de Toledo.

¡MADRECITA! QUIEN TUVIERA

  Me vino entonces a la memoria una copla que me parece que se la oí a nuestro compañero Antonio Pesini alguna vez al pasar cerca de Feria por la carretera de Badajoz a Sevilla.

"¡Madrecita!, quién tuviera
la tierra que se divisa 
desde el castillo de Feria."

  Yo me conformaría con la que llega a los ojos desde el maravilloso balcón del Casino.

  Pese a que el calor cae de plano en este verano extremeño, en Feria, por su altura, corre un airecito fresco. Da gusto andar por las calles cuando nos dirigimos a la fonda del pueblo: a «Casa Daniel». El hospedaje cautiva por su limpieza y por detalles ornamentales que no son propios, corrientes, en los pueblos. Daniel, el fondista, es un tipo humano que todo el día debe estar con la brocha, la escoba y el martillo, cuidando cualquier deterioro natural por el uso y habitación de los viajeros. Uno siente ganas de quedarse unos días en la tranquila y mimada fonda de Daniel a descansar como los ángeles y a comer como el chiquillo del esquilador.

EL BUEN PAN DE FERIA

  Después de almorzar en la simpática fonda se reciben fuerzas hasta para subir a pie al castillo. Y eso es lo que hicimos. No sin antes pasar por el Casino a tomar café y copa. Hablamos de buen pan de Feria, excelente, ¡qué rico! Del que no hay en Badajoz. Podríamos llevarnos uno a la capital, pero la jornada fue tan apretada que tuvimos que salir de prisa sin acordarnos.

  Con don Eladio Buzo Casilllas, que no se apartó un momento de nosotros, dispensándonos toda clase de amabilidad, y el secretario del Ayuntamiento, señor Montes de Oca, hicimos la subida al castillo por calles de inmaculada blancura y pulquérrima limpieza, con profusión de flores en ventanas u balcones. El alcalde, hombre muy fino e inteligente, captó nuestra sorpresa:

  –Aquí la limpieza la cuidamos mucho. El gobernador civil ha tomado nuestro sistema como modelo para la provincia.

 Uno de los guardias municipales que nos acompañan, en nuestra excursión al castillo, nos enseña el bando que reproducimos por lo curioso. Dice así:

CURIOSO BANDO

  «Don Eladio Buzo Casillas, alcalde presidente del Ayuntamiento de esta villa de Feria, hago saber: Que aprobadas las ordenanzas para el ejercicio de 1964, entre otros está establecido el arbitrio de revoco de fachadas por lo que se advierte a todo el vecindario que un plazo comprendido entre el 1 de mayo y el 31 de julio han de quedar blanqueadas todas la fachadas, jarás y demás paredes que den al exterior y que sus dueños deseen queden exentas de arbitrio. Para ello en el Ayuntamiento se está confeccionando un padrón del que se darán de baja las paredes, jarás, etc., que sus dueños se personen a manifestar haberlas blanqueado y tras la comprobación correspondiente, no causando baja las que no cumplan este requisito. Lo que se hace publico para general conocimiento y cumplimiento de todo el vecindario.»

  Vistas de la calle Albarracín con el castilo al fondo, mediados del siglo XX

  –Por lo general todos los vecinos cumplen –nos dice el alcalde. Y el que no, se le aplica el arbitrio y blanquea el concejo.

  Pero no solo llama la atención la blancura de las casas, sino la limpieza de los tejados. Es más, vemos en varios de ellos a personas moviendo tejas.

  –Al paso que se blanquea se suele dar un repaso a los tejados –dice.

LOS ZAPATOS DE NARVÁEZ

  La antesala del castillo son unas eras en las que aprovechando el viento varias personas hacen operaciones de limpia. De aquí, un camino, conduce a la fortaleza que imprime el carácter guerrero de la antigua Feria. Los pies tropiezan con unos pedruzcos, de color un tanto marrón.

  –No son piedras –nos dice el señor Montes de Oca– son escorias de las fundiciones de hierro que había en tiempo en Feria. En la sierra Herrera, próxima aquí, hay yacimientos.

  El que más veces debió tropezar fue el señor Narváez, que terminó por «cargarse» unos zapatos nuevecitos. El día que subimos al castillo de Medellín, le sucedió la misma cosa. El amigo Narváez, por esta campaña en favor de los castillos, lo menos que debe pedir a la Asociación Nacional de Amigos de los Castillos es que, siempre que tenga que subir a alguno de ellos, le regale un par de zapatos por si acaso.

  A la puerta de las murallas que rodean el colosal torreón de homenaje, existen testigos de una iglesia que hubo en tiempos, y fue parroquia de Feria, en cuyos contornos se han encontrado restos humanos que hacen suponer que existiera, también, en dicho lugar el cementerio.

UN CASTILLO QUE DA TRIGO

  Pero la mayor sorpresa es encontrar, al traspasar la entrada del castillo, un campo de trigo, en el terreno aprovechable del mismo, en la plaza de armas. Si en el pueblo corría el aíre, en el castillo, su atalaya, se está que da gusto. No importa que haga calor. Se respira a las mil maravillas y entran ganas de quedarse allí perdidos los ojos en la tierra que se divisa.

  –Hay una leyenda que dice que existe un camino subterráneo por el que se comunica con el castillo de Nogales –nos dice el secretario.

  A nosotros que nos gusta creer todo lo que nos dicen de los castillos, buscamos el agujero, encontramos varios, cisternas, refugios… pero no damos con el de Nogales. ¡Pero la leyenda es tan bonita…!

  La vista de Feria desde su atalaya es inconmensurable: es muchísimo mayor de lo que parece desde la carretera de Sevilla. La villa es hermosa. Tiene el orgullo de haber dado a duques y condes su nombre. Ellos le dieron a cambio por armas heráldicas, las cinco hojas de higuera de los Figueroas –es árbol que abunda próximo al castillo- alternando muchas veces con el cuartelado oscuro de los Manuel, descendiente de este nombre, hijo de Fernando III el Santo, apellido de la esposa del primer conde de Feria.

PARA LA FUTURA UNIVERSIDAD

  Los hoy deteriorados recintos se agarran a las rocas del cerro con las torres de su línea defensiva y la central mole cuadrada de la del homenaje, perfectamente conservada. En 1241, ganó a los moros este baluarte el maestre de Santiago don Pedro Gómez Mengo; pero el actual fue obra del primer conde de Feria a quien Enrique IV en 1460 concedió el condado, convertido por Felipe II en 1567 en ducado con el quinto conde.

                                              Vistas del Castillo de Feria

  El Ayuntamiento –nos dice el alcalde– piensa adquirirlo a sus actuales dueños los duques de Medinaceli y ofrecerlo como aportación a la campaña pro Universidad extremeña.

  Celebrando las palabras del señor Buzo Casillas, descendemos de la cumbre, desde la que se divisan tantos castillos, tierras y pueblos que fueron de la gran casa, la más importante de toda Extremadura que tomó nombre de esta bella y limpia ciudad de Feria, a la que hicimos un completo recorrido por su paseo de circunvalación, visitando la ermita, las nuevas escuelas –donde con grandes esfuerzos se construye un campo de deportes– plaza de la iglesia, que por el brillo de su enlosado puede llamarse «de los espejos», etc. En la puerta de la parroquia de san Bartolomé los viejos del pueblo descansan en animada tertulia. El alcalde llamó a uno de ellos y le preguntó simpáticamente, que de qué cosa tocaba «hablar mal».

  El vejete, con cara redondita, ojos alegres, y dulce expresión, saltó como un rayo:

   –De nadie. ¿De quién vamos a hablar mal?

   –Estos señores son de confianza –dijo el alcalde–. Vamos a tomar con ellos unas cervezas.

  Terminó por confesarnos que no había salido del pueblo desde que hizo la «mili» en Sevilla y que le gustaba más la cerveza que la «gaseosa de pito» que se bebía en su tiempo. Que cuando era mozo trabajaban de sol a sol por cuarenta reales todo el verano y encima tenían que llevar a la mujer para que les ayudara.

  En un momento que se ausentó el alcalde le dije que podía hablar mal de él.

  –No, es una «güena persona»– me espetó.»

Feria ayer. V

Vistas de la calle Albarracín con el castillo al fondo, Feria, 1973

Esta fotografía de la calle Albarracín, en la villa de Feria, debió de ser realizada a comienzo de los años setenta del  pasado siglo.

Albarracín

     «Próximos a los escarpes rocosos, adaptándose al terreno en apretada articulación y caprichosa conjunción de sencillos volúmenes, con amplio dominio visual sobre la llanura se encuentra el Albarracín. Ocupa el extremo norte del conjunto urbano y lo limita el camino del Venero que transcurre por la ladera de la sierra. No es preciso advertir la clara procedencia arábiga de este término, que se une a otros topónimos como prueba del rastro de lo mudéjar y morisco por este lugar, pero que a la hora de buscar el sentido de su aplicación resulta de difícil interpretación. Sea por derivación del árabe al-barrán, que hace referencia al espacio exterior, que está fuera del poblado, es decir, parte del conjunto que está extrarradio del núcleo urbano, donde vivía el que no tenía vecindad; o aplicado como lugar, donde se cría y abunda el albarraz, hierba piojera, según el Diccionario de Autoridades, llamada así por el efecto que causa y es usada a tal fin, es lo cierto que fue aplicada para denominar todo el paraje en el que se desarrolló el tejido formado por las actuales calles de Ana Ponce de León, Albarracín y su travesía, que va a unirse al callejón del Venero. En tal sentido, como lugar o paraje amplio, fue utilizado este nombre antiguamente…»

Fragmento de La villa de Feria, T. II, página 28, de José Muñoz Gil

Feria ayer. IV

               «Panorámica de Feria”, Feria, [196-]

Esta fotografía se realizó, a finales de los años 60, desde la carretera N-432

    «El sol proyecta sombras oscuras bajo los almendros. Cada cierto tiempo se oyen disparos seguidos por el aleteo de las aves asustadas. Algunos parecen provenir del pueblo pero otros, más cercanos, se están produciendo en las lomas de la Sierra Vieja. Leva aún, encapuchado, sabe de dónde vienen las detonaciones. Piensa en los predios con aceituna que su primo tiene al pie de la cumbre del pico que llaman el Mirrio, el más alto de los próximos al pueblo y desde cuya cumbre se domina incluso la terraza de la torre del homenaje del castillo.

   Caminan sin prisa, deteniéndose con frecuencia para fumar o para beber de las cantimploras. Cualquier escusa es buena para perder un poco de tiempo en el inesperado paréntesis de libertad que les ha tocado en suerte. Hay jaras verdeando por las lindes y también flores de aliaga y de cantueso, pero ninguna de esas cosas llama la atención de los soldados. Tampoco el aroma del tomillo que menudea a su alrededor y que Leva aspira mezclado con el olor a cáñamo del saco que le cubre la cabeza.

    Llegan al pueblo por el Pilar de la Cruz, un collado, en el que adosado a una casa, hay un abrevadero en el que los animales paran antes de encerrarse en los corrales o de salir a los campos. Hacia el norte, la ladera se inclina en dirección a La Albuera, y por el sur es el pueblo el que ocupa la pendiente con sus casas blanqueadas. De ese lugar parten caminos hacia Burguillos y La Parra, y allí, la calle del Duque, que viene desde la iglesia, se retuerce para continuar subiendo hacia el castillo».

           Fragmento de la novela La tierra que pisamos, de Jesús Carrasco Jaramillo

Feria ayer. III

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  “Vista de la calle Albarracín con el castilo al fondo”, Feria, [195-]

    Esta fotografía, de una calle de la villa de Feria, debió de ser realizada a mediados del siglo pasado.

Albarracín

     «Próximos a los escarpes rocosos, adaptándose al terreno en apretada articulación y caprichosa conjunción de sencillos volúmenes, con amplio dominio visual sobre la llanura se encuentra el Albarracín. Ocupa el extremo norte del conjunto urbano y lo limita el camino del Venero que transcurre por la ladera de la sierra. No es preciso advertir la clara procedencia arábiga de este término, que se une a otros topónimos como prueba del rastro de lo mudéjar y morisco por este lugar, pero que a la hora de buscar el sentido de su aplicación resulta de difícil interpretación. Sea por derivación del árabe al-barrán, que hace referencia al espacio exterior, que está fuera del poblado, es decir, parte del conjunto que está extrarradio del núcleo urbano, donde vivía el que no tenía vecindad; o aplicado como lugar, donde se cría y abunda el albarraz, hierba piojera, según el Diccionario de Autoridades, llamada así por el efecto que causa y es usada a tal fin, es lo cierto que fue aplicada para denominar todo el paraje en el que se desarrolló el tejido formado por las actuales calles de Ana Ponce de León, Albarracín y su travesía, que va a unirse al callejón del Venero. En tal sentido, como lugar o paraje amplio, fue utilizado este nombre antiguamente…»

Fragmento de La villa de Feria, T. II, página 28, de José Muñoz Gil

Feria ayer. II

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        “Vista de la calle Fontanilla”, Feria, [19–]

Esta fotografía, de una calle de la villa de Feria, debió de ser realizada en la primera o a principios de la segunda década del siglo pasado.

Fontanilla

«La calle Fontanilla es espaciosa. Su primera estructura no presentaba obstáculo alguno en su pavimento, salvo algunas viviendas ya dispuestas con calzadas. La diferencia de nivel entre ambas aceras, en su tramo central, se amoldaba a la caída del terreno. Su configuración actual con el barranco que la divide en dos espacios se efectuó en la década de 1980. Su nombre responde a la existencia de una fuente o fontana que existió junto a la casa núm. 12; lo cual viene a confirmar la gran preocupación que nuestros antepasados tuvieron por conservar cualquier manantío que pudiera aportar agua a la población, por muy escaso que éste fuera. Anteriormente, se le llamó la calle de Alonso Gómez […] En la casa número tres existió una bodega, edificada por doña Concha Leal, quien también construyó otra, destinada a la fabricación de aguardiente en Don Blasco; dicha bodega sirvió para establecer una taberna, célebre por su vino. En la actualidad se rotula esta calle con el nombre de Fray Pedro de Feria, en recuerdo de tan ilustre figura. Fontanilla se une con la calle Colegio por la travesía de Pilaritos, que antiguamente tomaba el nombre de “Bujero”, por vivir en ella un vecino apodado de esa manera.»

La villa de Feria, T. II, pgina 42, de José Muñoz Gil

……….

«En la calle del Duque la gente me mira al pasar. Saludo con la cabeza mientras siento sus ojos en mi espalda. En las rejas hay ya banderolas y estandartes. Todo está dispuesto para el Jubileo. En el que fuera el Rincón de la Cruz, una plazuela en la parte baja de la calle, ondea nuestra bandera sobre la columna de granito. Imagino los cantos de los zapateros, sentados en los escalones en pendiente. Rodeados de piezas de cuero y leznas que afilan en la piedra de molino que se levanta tras la columna.»

Fragmento de la novela La tierra que pisamos, de Jesús Carrasco Jaramillo.

………

«Primaveras luminosas de ventanas siempre abiertas
por donde entraba la brisa, ...
viejo barranco de piedra,
manantial de luz y vida,
trampolín de los veranos que atesoras nuestras risas.
La voz de cada vecino, de cada madre, …mil vidas pasarían por cada piedra
y jamás te olvidaría.
Por siempre en mi corazón, …mi casa,
en la punta abajo de la calle Fontanilla.»

                                                     Calle Fontanilla, poema de José Muñoz Fernández

 

 

Feria ayer. I

Vistageneral decada de 1910

                                                    “Vista general», Feria, [191-]

La fotografía fue realizada en la primera década del siglo pasado.

«A lo lejos titilan las farolas de gas del pueblo, encaramado como un galápago a las faldas del castillo.»

Fragmento de la novela La tierra que pisamos, de Jesús Carrasco Jaramillo.

………

«Decrépito y marchito allá en la cima,
arriba, donde acaba la ladera,
vencido y derrotado en la colina,
parece que al saliente sonriera.»

A ese castillo tan nuestro, poema de José Muñoz Fernández