“La maestra y la Bestia», de Imma Monsó 

«La historia de una mujer única, que crece durante el silencio del franquismo y se abre al mundo en un pueblo de montaña donde aún se esconden las heridas del pasado»

La maestra y la Bestia (La mestra i la Bèstia) (2023) es la última novela publicada por la escritora leridana Imma Monsó. En ella narra las peripecias de Severina, una reservada, solitaria y tímida maestra de 18 años que llega a Dusa, un pequeño pueblo de alta montaña del Pirineo catalán, a principio de los años 60 para hacerse cargo de la plaza de maestra de la localidad. Allí tratará de adaptarse, con escaso éxito, a un medio rural, en pleno franquismo, en el que apenas se perciben cambios, y donde vivirá una serie de experiencias que la marcarán para siempre.

    «No había nada que temer, nada le ocurriría si no se significaba, algo bien fácil para alguien cuya máxima aspiración había sido siempre la invisibilidad. Antes de apagar la luz, se subió a una silla y enderezó el retrato. Observó la fisura. Desde allí, el efecto sonrisa grotesca no se apreciaba, la raja era muy fina y solo se notaba según el punto de mira. Luego se bajó de la silla, la desplazó dos metros, se subió de nuevo y enderezó el crucifijo».

El relato se va alternando con los recuerdos de la protagonista. Con una infancia y adolescencia llena de silencios y malentendidos vivida de espaldas al mundo, y marcada por la singular educación de su madre y las prolongadas ausencias del padre.

Monsó ha señalado que quería que la protagonista de la novela fuera su madre cuando llegó como maestra a un pueblo de la Alta Ribagorça, donde conoció a su padre y vivió muchas anécdotas que más tarde le contó. Y ha indicado que “no tenía ninguna intención de hablar de mis padres, pero ha pasado. Sin embargo, este libro no es una crónica y, de hecho, llevo ya muchos años obstinada en defender la ficción como tal y su peso, así como la importancia de convertir cosas que parten de la realidad. Es en este proceso que consigues un destilado que no sería si intentaras respetar los hechos reales al cien por cien”.

La escritora de Lérida construye un relato de ficción partiendo de datos autobiográficos. Una novela muy bien elaborada, llena de reflexiones y con personajes de gran profundidad psicológica. Una historia escrita con una magnífica prosa y con ciertas dosis de humor, que la hacen muy amena y que te va atrapando poco a poco. Una novela magnífica y que se lee con gusto. De lo mejor que he leído últimamente. Muy recomendable.

     «Severina bajaba de la higuera lentamente, con cautela, hasta que por fin se rindió a la evidencia de la maldad organizada, sádica, despiadada, desapasionada, esa maldad en cuya existencia las flores de estufa y los niños angelicales son incapaces de creer. Fue una revelación menos instantánea que la del día que cumplió siete años, pero igualmente impactante: a los siete años había descubierto que algún día de todo aquello no quedaría nada. Trece años más tarde descubría que, no satisfechos con la aniquilación natural que provoca el Tiempo, la Humanidad se dedica a anticiparla con una crueldad insólita que, por desgracia, ya nunca más podría calificar de inconcebible puesto que la estaba concibiendo en ese mismo instante».

SINOPSIS

Septiembre de 1962. Una joven maestra de dudosa vocación y escasa capacidad para comunicarse oralmente llega a su primera plaza en una escuela del Pirineo ribagorzano. Cumple así sus deseos: tener un pueblo, un trabajo y una casa desde donde ver caer la nieve. Atrás deja una infancia marcada por las enigmáticas actividades de su padre y la original educación recibida de una madre dividida entre el impulso irresistible de apartar a su hija de las consignas del Régimen y el miedo a aislarla excesivamente de la normalidad imperante.

La cándida Severina, desconocedora de los hábitos de convivencia en una comunidad rural y de las marcas que la historia ha dejado en sus habitantes, encajará las piezas que la unen al pasado colectivo gracias al sentido común de Justa y a la complicidad de un hombre fascinante con quien vivirá una pasión deliciosamente unidireccional. Descubrirá también, horrorizada, que no basta con la discreción y la afabilidad para que una comunidad la deje en paz.

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    «Severina regresó a Dusa el día de Año Nuevo. Fue un alivio encontrar la parada desierta. Depositó la cesta de Navidad en el suelo (que contenía el jamón, los turrones y la caja blanca), se subió el cuello del visón para conjurar el frío intenso y encendió un cigarrillo. Contempló la primera fila de casas y apartó la vista al detectar movimiento de cortinas en una ventana, luego en otra. A media distancia, el pueblo ya no era el lugar virgen y esperanzador del primer día, el refugio poblado de encuentros prometedores, meras posibilidades de una relación etérea y armónica. Ahora sabía lo de los mil ojos y ya nunca más podría ensimismarse con la inconsciencia del primer día. Ensimismarse era, para Severina, incorporar lo desconocido a través del poder de la imaginación sin pedir nada a cambio, ni una pista, ni un hecho, ni una confirmación. Ahora ya solo podría observar a escondidas. Y eso era espiar, y espiar le disgustaba, las actividades asimétricas las hacían sentir culpable (como casi todo). Se alegró de tener aún días de vacaciones para encerrarse en casa y recuperarse de la inclemencia de los días anteriores. Cuando empujó la cancela del jardín, aunque las coles moradas habían disminuido, las hortensias aparecían encogidas por el frío extremo y todo parecía muerto, la invadió una sensación de llegada al hogar que no había experimentado desde la muerte de su madre cuatro años atrás».

INMA MONSÓ

xthumb_26807_autores_ficha.jpeg.pagespeed.ic.93tFWt514TImma Monsó (Lérida, 1959) es autora de nueve novelas, tres recopilaciones de cuentos, un par de libros para jóvenes y una crónica. Ha ganado los premios Prudenci Bertrana y Cavall Verd por Com unes vacances (1998); Ciutat de Barcelona por Millor que no m’ho expliquis (2003); Salambó, Maria Àngels Anglada, Terenci Moix y Scrivere per amore por Un home de paraula (2006), y Ramon Llull por La dona veloç (2012). En 2013 obtuvo el Premio Nacional de Cultura, otorgado por la Generalitat de Catalunya. Sus obras se han publicado en castellano, francés, inglés e italiano, entre otras lenguas. Colabora habitualmente en La Vanguardia.

 

“El viaje a ninguna parte”, de Fernando Fernán Gómez

El viaje a ninguna parte es una novela del escritor, actor y director de cine y teatro Fernando Fernán-Gómez publicada en 1985. Está basada en un serial radiofónico de gran éxito emitido en 1984 por Radio Nacional de España y terminaría siendo adaptada al cine por el propio autor, que en la primera edición de los premios Goya obtuvo los galardones a mejor película, mejor dirección y mejor guion.

«La novela constituye el relato de los recuerdos de Carlos Galván, actor retirado que pasa sus últimos años en un asilo. Dicho relato va dirigido al psicólogo que le atiende. Los viejos tiempos rememorados por Carlos empiezan en la oscura España de los años 50, cuando la compañía de teatro ambulante Iniesta-Galván recorre por enésima vez los destartalados cafés y casinos de los polvorientos pueblos de la Mancha.

Fernando Fernán-Gómez, con un estilo firme y con la amplia experiencia de sus muchos años en el mundo del espectáculo, traza en esta novela llena de ironía y ternura un magnífico esbozo del mundo de los cómicos ambulantes, engullido por el inexorable avance del progreso de los espectáculos de masas, a la vez que retrata la peripecia vital de un hombre que, para defenderse de sus propias frustraciones, se envuelve en una inofensiva fantasía que le permite vivir feliz hasta el fin de sus días.»

    «Solíamos vivir en una fonda de Ciudad Real… ¿O de Talavera de la Reina? En fin, la fonda en que vivíamos casi todo el año estaba en Ciudad Real, y desde allí salíamos para los pueblos de La Mancha o de La Llanada. Siempre de pueblo en pueblo. Siempre de camino, como en la canción de Los Panchos. Pero cuando ocurrió lo que ahora quiero contar, no sé si estábamos en la fonda de Ciudad Real o en una pensión de Talavera. No me acuerdo bien. Bueno, pero es lo mismo. Lo que quería contar es cuando se presentó mi hijo, aquel zangalotino.»

El viaje a ninguna parte es una excelente novela, de tintes autobiográficos, con la que Fernando Fernán-Gómez rinde un homenaje lleno de compasión y ternura a los llamados «cómicos de la legua», en una etapa, la postguerra española, en que no estaba nada bien visto dedicarse a esa profesión. El propio autor ha declarado en alguna ocasión que la novela se trata de una suma de anécdotas: “Casi todas, aunque no pertenezcan a mi biografía, sí son situaciones verdaderas, pero transformadas. Por haber estado yo desde siempre en el ambiente del teatro, las he oído contar, o sé que ha sucedido. Y muchas son tiernas, en verdad.”

En fin, una gran novela, maravillosamente escrita, dura y tierna a la vez, que retrata maravillosamente una época y una forma de vida ya desaparecidas. Muy recomendable

En El viaje a ninguna parte, como en el resto de su obra, el autor nos reconforta, incluso en los momentos más duros de su peripecia, por medio de esa gran arma comunicativa que maneja con perfección: el humor. Se tiene la sensación al leer a Fernando Fernán-Gómez de que es un amigo con el que hablamos de forma cercana, entrañable e irónica, de esa cosa difícil, asombrosa y tantas veces cómica, que es nuestro viaje a ninguna parte.”

José Luis Alonso de Santos

En 1986 la novela fue llevada al cine con el mismo título, con guion y dirección del propio Fernando Fernán-Gómez, contando con un extenso elenco de figuras del cine español y de una cuidada ambientación. El resultado fue una obra maestra que obtendría los galardones a mejor película, mejor dirección y mejor guion en la primera edición de los premios Goya.rna

Secuencia antológica de la película con Juan Diego, José Sacristán y Gabino Diego.

Fernando Fernán Gómez filma esta extraordinaria historia, verdadero homenaje al mundo del teatro y sus gentes, por la que ganó un Goya a mejor dirección. Narra la historia de un grupo de hombres y mujeres a los que podemos llamar «cómicos de la legua», aunque el término esté en desuso, cuyas peripecias, unas veces entroncadas con la picaresca, otras con el costumbrismo, otras con la literatura de la imaginación, jocosas en unos momentos y en otros patéticas, tienen como telón de fondo la España franquista. A lo largo del viaje el trabajo se entremezcla con el amor, los problemas económicos con los familiares, el hambre con el triunfo soñado. El personaje central, Carlos Galván, es hijo del primer actor y director de la compañía, don Arturo, y padre de Carlitos, el muchacho que no quiere ser cómico. Carlos Galván acaba refugiándose en un mundo de fantasía.

SINOPSIS

La memoria personal y colectiva siempre ha sido un eje básico de la creación literaria y cinematográfica de Fernando Fernán-Gómez. Ha estado también presente en sus artículos y ensayos, y en sus lúcidas memorias conocemos las claves que justifican tantos personajes, situaciones y anécdotas que encontramos trasladados a la ficción de sus novelas, obras teatrales y guiones. Por otra parte, Fernán-Gómez siempre se ha mostrado preocupado por la condición profesional de un colectivo del que orgullosamente se siente partícipe, y muchas veces ha descrito lo que ha supuesto ser un cómico de su época y en España. El resultado se aleja de los cauces habituales en el costumbrismo para adentrarse en una reflexión que a menudo desborda el objetivo explícito. Una descripción ligada a unas circunstancias históricas y determinantes que son las que se encuentran en el marco histórico de El viaje a ninguna parte, que nos habla del ocaso del teatro ambulante en la España rural de principios de los años cincuenta, un tema ausente en la historia, manuales y monografías sobre este periodo teatral.

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    «Ay, Galván, Galván, hijo y nieto de Galvanes, de cómicos, de vagabundos… No reniegues de tus ancestros. ¿Quieres viajar en wagon-lits en vez de viajar en esta simpática camioneta? Me parece muy bien. ¿Quieres beber las burbujas de esa champaña extranjera en vez de valdepeñas? Pues muy bien. ¿Quieres comer ostras y turnedó y no pan y queso? Muy bien, hombre. Pero, ¿para qué quieres la dignidad? Antes a los cómicos los perseguían, los marcaban con hierros candentes, no los enterraban en sagrado… Ahora nos soportan, nos dejan vivir a nuestro aire, aunque no sea el aire de ellos, y a algunos les dan premios y los sacan en los papeles. No te quejes, Galván.»

FERNANDO FERNÁN GÓMEZ

Fernando Fernández Gómez (Lima, Perú, 28 de agosto de 1921 – Madrid, 21 de noviembre de 2007). Escritor, actor y director teatral y cinematográfico español. Fue miembro de la Real Academia Española desde el año 2000 hasta su fallecimiento.

Nace en la capital peruana ya que su madre, la actriz Carola Fernández Gómez, realiza una gira teatral con la compañía María Guerrero por Hispanoamérica, y a los pocos meses, su abuela lo traslada a Madrid, donde finaliza los estudios de bachillerato tras la guerra civil española, iniciando allí la carrera de Filosofía y Letras. Su creciente interés por el teatro le lleva a dejar sus estudios, comenzando su carrera de actor en 1938 en la compañía de Laura Pinillos. Allí conoce a Enrique Jardiel Poncela que le brinda un papel en una de sus obras. En 1943 es contratado por la productora CIFESA debutando con la película Cristina Guzmán, de Gonzalo Delgrás, iniciando así una prolífica carrera de actor de cine.

En su filmografía ha trabajado a las órdenes de los más destacados directores del cine español: Edgar Neville, Carlos Saura, Mario Camús, Víctor Erice, Ricardo Franco, Manuel Gutiérrez Aragón, Jaime de Armiñán, Gonzalo Suárez, Juan Antonio Bardem o Luis García Berlanga. Todas estas interpretaciones le hicieron aumentar su prestigio, consiguiendo el Oso de Plata del Festival de Berlín al mejor actor por su interpretación en El anacoreta Stico.

A partir de la década de los cincuenta comienza a dirigir, realizando, entre el cine y televisión, numerosos títulos entre los que destacan Mi hija Hildegart (1977), Mambrú se fue a la guerra (1986), El viaje a ninguna parte (1986), adaptación de una de sus novelas y un gran éxito, que consigue el Goya al mejor director y mejor guionista, y en esa misma edición, logra el Goya al mejor actor por Mambrú se fue a la guerra.

Como autor teatral destaca su obra Las bicicletas son para el verano (1978), por la que obtuvo el Premio Nacional Lope de Vega y fue adaptada al cine por Jaime Chávarri en 1983. Otras de sus obras de teatro son: La coartada (1972), Los domingos, bacanal (1980) o El pícaro. Como novelista, destacan El viaje a ninguna parte (1986), El mar y el tiempo (1989), El vendedor de naranjas (1961), El mal amor (1987), entre otras. Sus memorias se titulan El tiempo amarillo (1990).

De sus últimos trabajos destacan El abuelo (1998) de José Luis Garci, Todo sobre mi madre (1999) de Pedro Almodóvar; Plenilunio (1999) de Imanol Uribe; La lengua de las mariposas (1999) de José Luis Cuerda; Visionarios (2001), de Gutiérrez Aragón o El embrujo de Shanghái (2002), con Fernando Trueba.

Su larga trayectoria profesional está jalonada de prestigiosos galardones, como el Premio Nacional de Teatro en 1985, el Premio Nacional de Cinematografía en 1989 o el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1995. En el 2000 recibió el Oso de Honor en el Festival Internacional de Cine de Berlín a toda su trayectoria, y en el 2001, la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.
Fallece el 21 de noviembre de 2007 en Madrid a la edad de 86 años, recibiendo, a título póstumo, la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio otorgada por el Gobierno de España.

FUENTES

  • Diccionario literario Bompiani
  • Fernán Gómez, F. El viaje a ninguna parte