“Castillos señoriales en la Corona de Castilla”, por Edward Cooper

Edward Cooper nos muestra en esta monumental obra todos aquellos castillos que tuvieron alguna relación con la antigua Corona de Castilla. El historiador y profesor británico ha llevado a cabo una gran tarea de investigación, partiendo de la extensa base documental y bibliográfica existente en ese momento. Como el propio Cooper señala en la introducción de su obra, esta investigación en que se basa su gran trabajo es producto fundamentalmente de los trabajos realizados por el autor en los años 60.

La obra, en cuatro volúmenes, engloba en su interior las características generales de las construcciones y las evoluciones sufridas a lo largo de la historia, el estilo arquitectónico y la aplicación militar, la vida social y económica en el castillo y su entorno, referencias cronológicas, fotografías, grabados, motivos heráldicos y esculturas.

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    Tal fue el destino de Los Castillos Señoriales de Castilla, calificado de abigarrado en la única recesión que recibió. Puede causar sorpresa que me haya decidido a escribir lo que es en efecto la segunda edición de una obra, si no exhaustiva, sí bastante prolija, tan sólo ocho años después de su primera aparición. Máxime dada la lentitud de su entrada en la bibliografía del tema. La investigación en que se basaba Los Castillos Señoriales fue producto fundamentalmente de los años 60, con un retraso de década y media en la publicación que, afortunadamente, no hizo que la forma de tratar la materia envejeciera. Por lo menos entonces, pues la historiografía está experimentando hoy una verdadera revolución a causa de la informática, que por otra parte es uno de los estímulos para que yo reelabore este trabajo. 

                                                                                                                                                     De la Introducción / E. Cooper

FERIA “EN CASTILLOS SEÑORIALES DE LA CORONA DE CASTILLA”.

CASTILLO DE FERIA

    Este recinto en forma de un barco ocupa un cerro inmensamente alto, como si el constructor se pensase capaz de volver a crear el Arca de Noé. Enseñorearía totalmente a la Tierra de Barros aún sin el torreón que se encabrita en la cumbre del conjunto. Es decir, rige aquí algo de la jactancia de Belalcázar. La disposición defensiva es semejante a la de Medellín: el recinto está partido por un muro divisorio con la torre del homenaje a caballo. La entrada principal del castillo da acceso a la parte sur de este sistema, como al castillo de proa de un barco. El capitán en su puente de mando, es decir, la torre del homenaje, controlaba el acceso a la parte septentrional que constituía, por lo tanto, el reducto de seguridad. Un foso delante de la torre, tallado en la roca viva subraya la división.

Vista del castillo1

                            El  castillo de Feria desde el sur, en 1966 (fotografía de E. Cooper)

     La torre parece ocupar el emplazamiento de una construcción anterior. Aún sin la incorporación de ésta, es una mezcla de influencias: los ángulos redondeados recuerdan no sólo Belalcázar, sino también la conexión de las fortificaciones de Extremadura con la zona de Madrid, en particular con los castillos de Pinto y Arroyomolinos. Como en este último, adorna la base de la torre una banda decorativa de símbolos heráldicos moldeados en el mortero. Otros elementos ornamentales de estilo flamígero han sido destruidos. Se entra únicamente desde el adarve del muro divisorio, por un pasadizo en doble recodo como en el castillo de Santiago de Sanlúcar de Barrameda.

Torre

Torre del homenaje, fotografiada en 1966. Posteriormente, la torre ha sido notoriamente desfigurada por unos intentos ineptos de restauración (E. Cooper)

     El espesor de los muros de la torre alcanza unos colosales cuatro metros en las dos plantas bajas. En el interior, sin embargo, no predomina el aspecto militar. La pared en determinadas zonas de la estructura superior no tiene siquiera el suficiente espesor como para resistir un cañonazo. A pesar de esta economía, falta precisamente la coordinación del espacio que se encuentra en el interior de la torre del homenaje del cercano Nogales, parecido en apariencia. Además, la orientación del muro divisorio de la torre es la misma en todas las plantas, prescindiendo de las posibilidades de variar el eje de refuerzo. La suntuosa disposición todavía evidencia, por otro lado, una vida de lujo, a pesar del irremediable deterioro. El color básico del decorado parece haber sido el verde. En las dos plantas principales, existían extensas yeserías de estilo mudéjar. Como en Belalcázar, hay ventanales enormes, con poyos laterales, y una ausencia total de troneras o saeteras. La cocina ocupaba el sótano, con las entradas y salidas de agua, y las correspondientes pilas, empotradas en el muro norte. La cuarta planta tiene poca altura, y es de acabado generalmente pobre. Servía probablemente como sala de guardia.

     En todo el castillo se nota una preocupación por el abastecimiento de agua. En la planta baja de la torre del homenaje, en la esquina noroeste, se ha practicado en alguna época una oquedad inmensa, de cuatro o cinco metros de profundidad, como pozo o aljibe. Esta esquina de la torre tiene además señales de reformas. Desde la torre se alimentan los dos aljibes del castillo, uno en cada reciento. El suministro tiene que haber resultado insuficiente, por motivos desconocidos, y se construyó un tercer depósito fuera del castillo, en la parte del poniente, alimentado a través de una especie de acueducto que entró en el castillo por el ángulo suroeste. No hay indicación del origen de esta agua.

EPIGRAFÍA

     En la torre semicircular, en el centro del lado sur del recinto, hay tres lápidas juntas muy toscas:

Lobo alado

     Los muebles corresponden a los apellidos Manuel (izq. + der.) y Figueroa: Lorenzo Suárez de Figueroa se casó con María Manuel y falleció en 1461. En la banda decorativa que rodea la base de la torre del homenaje, figuran también la hoja de higuera de los Figueroa, el lobo paseante de los Osorio, el ala etc. de los Manuel (muebles de los segundos condes, sucesores de los antedichos) y la estrella de los Rojas. El motivo principal del decorado de la puerta principal de la torre del homenaje es también una hoja de higuera, con estos fragmentos de una inscripción:

     … FORTIFICAR Y NOBLECER… MANDO FACER ESTA TORRE…

     En el enlucido de la tercera planta, se encuentran restos de grafiti, probablemente de los oficiales que trabajaron en la construcción de la torre:

esperando el bien consyento el…

yo fue rugado-ciego(?)

     Otro parece ser árabe.

Plano

EDWARD COOPER

edward cooperWimbledon (Inglaterra), 1941. Historiador y profesor en la London Metropolitan University y miembro de la Real Academia de Alfonso X El Sabio, está reconocido como uno de los más prestigiosos especialistas en los castillos españoles y en la realidad señorial de la Edad Media y la temprana Edad Moderna. Desde que a principios de la década de los sesenta llegase España con la intención de desarrollar, gracias a una beca del gobierno británico, su tesis doctoral sobre los castillos, no ha dejado de investigar en torno a los mismos. Actualmente es consultor en la restauración del castillo de Guadamur (Toledo, declarado Monumental Nacional), y en el plan director de la conservación de los castillos de la Comunidad de La Rioja. Sus últimas investigaciones se han centrado en el estudio de la alta nobleza castellana y las implicaciones tanto de ésta como del estamento eclesiástico en la revolución de las Comunidades. Entre sus trabajos destacamos los siguientes: Castillos señoriales de Castilla de los siglos XV y XVI (Madrid, 1980-1981), Castillos señoriales en la corona de Castilla (Valladolid, 1991), «La Revuelta de las Comunidades. Una visión desde la sacristía» (Hispania, 193, Madrid 1996), La Mitra y la Roca. Intereses de Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo, en la Ribera del Ebro (Toledo, 2001), «La iglesia y los comuneros: una interpretación anti-antiseñorial», en En torno a las comunidades de Castilla: Actas del Congreso Internacional «Poder, Conflicto y Revuelta en la España de Carlos I» (Toledo, 2002).

FUENTES

  • Cooper, Edward. Castillos señoriales de la Corona de Castilla. Salamanca: Consejería de Cultura y Turismo, 1991, 4 vols.

Fraga en Feria

El domingo 5 de octubre de 1969, el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, visitó la localidad de Feria.

Fraga llegó, la mañana de ese día, procedente de la vecina ciudad de Zafra, donde había pasado la noche anterior.

La Hoja del lunes del día 6 de octubre de 1969 recogía así la noticia:

DÍAZ AMBRONA Y FRAGA IRIBARNE PRESIDIERON EN ZAFRA DIVERSOS ACTOS

     El ministro de Información y Turismo, que pernoctó anoche en esta ciudad, fue agasajado por el Ayuntamiento con una cena, en la caseta municipal del real de la feria.

    Por la mañana, tras oir misa en la iglesia parroquial, el señor Fraga Iribarne se trasladó al vecino pueblo de Feria, siendo cumplimentado por el alcalde. El ministro dirigió unas palabras al vecindario que le había recibido cariñosamente. Visitó luego la iglesia parroquial y se trasladó al castillo del duque de Feria, regresando a Zafra.

    Don Manuel Fraga Iribarne acompañó al ministro de Agricultura, don Alfonso Díaz Ambrona, que había llegado por la mañana para inaugurar el primer mercado nacional permanente de ganados, visitando con éste y las jerarquías del segundo de los ministerios citados, todas sus dependencias e instalaciones. […]

    Seguidamente, el ministro de Información y Turismo, emprendió viaje a Llerena para seguir a Alburquerque y regresar esta noche a Madrid.

Pero fue el diario Hoy del día 7 de octubre de 1969 el que ofreció más información sobre aquel hecho.

Reproducimos a continuación la información más relevante sobre aquella visita, tal como aparecía en el citado diario. Lástima que no aportara ninguna documentación fotográfica sobre la misma:

EL SR. FRAGA IRIBARNE VISITÓ FERIA, LLERENA Y ALBURQUERQUE

Estudió las posibilidades de promoción turística de ellos, quedando admirado de los castillos de Feria y Alburquerque y de la iglesia y plaza de Llerena.

Por la noche regresó a Madrid satisfecho de su viaje

     El pasado domingo, el ministro de Información y Turismo, don Manuel Fraga Iribarne, realizó la serie de visitas programadas para su segunda jornada de estancia en la provincia.

     Antes de las ocho de la mañana ya estaba levantado, luego de pernoctar en el Parador de Turismo de Zafra. Se hallaba acompañado del director general de Empresas y Actividades Turísticas, don León Herrera; don José Manuel Fraga Estévez, hijo del ministro; gobernador civil, señor Gerona de La Figuera; presidente de la Diputación, señor Carracedo Blázquez; delegado provincial de Información y Turismo, señor Cerón Bailo; y consejero nacional por la provincia, señor Robina Domínguez.

    Visitaron el solar ofrecido por el Ayuntamiento para la construcción de la Oficina de Turismo segedana, que el ministro prometió saldría de sus obras. Se encuentra en un ángulo de la plaza Nueva.

Misa

     A las ocho y media el ministro, séquito y autoridades que le acompañaban oyeron misa en la Iglesia parroquial ex Colegiata de Nuestra Señora de la Candelaria, que ofició el arcipreste, don Manuel Ibáñez López.

     Durante lal misa, un hombre que se hallaba en el templo se sintió repentinamente enfermo y fue asistido por el gobernador civil ebn su calidad de doctor en Medicina.

Visita a Feria

     Finalizada la santa misa, el ministro decidió adelantar en más de media hora el programa previsto y se dirigió hacia la localidad de Feria, que dispensó al señor Fraga Iribarne un cariñoso recibimiento con numerosas pancartas (algunas escritas en castúo), banderas, colgaduras, música y todo el vecindario que aplaudió al señor Fraga, quien luego de saludar en la plaza central a las autoridades locales que le presentó el alcalde, don Eladio Buzo Casillas, se dirigió a la iglesia de San Bartolomé, que admiró detenidamente, para proseguir al Castillo en una mañana de niebla y amenazante de lluvia.

     El alcalde, señor Buzo Casillas, pronunció un discurso en el que comenzó diciendo que nunca había tenido el alto honor de dar la bienvenida a tan destacada personalidad. Hizo historia del pueblo aportando datos, fechas, nombres y detalles. Dijo que el Castillo de Feria, por su origen y situación, era el centro de la ruta de los castillos, y por las tierras que domina es llamado «el faro de Extremadura». Hizo un elogio del Caudillo y su Gobierno y terminó dándole un abrazo y rogándole que se lo diera en nombre de todo Feria al Jefe del Estado. Fue muy aplaudido.

     El ministro de Información y Turismo agradeció el recibimiento tributado y las cariñosas palabras del alcalde de Feria. El señor Fraga elogió la iglesia y el castillo visitados y prometió estudiar su posible promoción turística.

El ministro y el alcalde de Feria en una foto tomada casi un año antes, con motivo de la inauguración del Parador de Zafra

     Finalizada la visita a Feria, donde fue despedido con las mismas muestras de simpatía que a su llegada, el señor Fraga y séquito regreso a Zafra, donde, como reseñamos en otro lugar de este diario, asistió a la inauguración del I Mercado Nacional Permanente de Ganado.

    De Zafra prosiguió viaje hacia Llerena. […]

“El Ayuntamiento de Feria pretende adquirir el castillo ducal y ofrecerlo a la campaña por Universidad de Badajoz”, por Antonio Santander de la Croix

El 26 de julio de 1964 aparecía en el diario Hoy de Badajoz un curioso reportaje en el que se hablaba, entre otras cuestiones, de la intención del Ayuntamiento de Feria de adquirir el castillo de la localidad para ofrecerlo a la campaña pro Universidad de Extremadura.

Van apareciendo a lo largo del artículo distintos personajes y actividades características de aquellos momentos.

Reproducimos a continuación la información tal como aparece en el citado diario:

 «Siempre que se va o viene de Badajoz a Zafra, llama poderosamente la atención un castillo y un pueblecito recamado a su vera: Feria.

  Los ojos sin querer se van hacia él, de día, con idea de adivinar lo que en el bello paraje se encierra. De noche se van los ojos tras las luces de Feria que anclada en las olas rocosas que dan sede a su castillo parece soñar las más grandes epopeyas del primer conde de Feria, el gran prócer extremeño Lorenzo Suárez de Figueroa, también llamado el Magnífico.

                                        Panorámica de Feria, años 60

  Feria y su castillo, más o menos lejano de la carretera general de Sevilla, nos atrae a su cumbre. Desde que llegamos a estas tierras de Dios, siempre que fuimos o venimos por dicha carretera sentimos la llamada, inevitable, pero no es pueblo que quede junto a ella: hay que hacer propia intentona para llegar a él. Recientemente, acompañando al delegado provincial de Información y Turismo señor Nevado Carpintero y al secretario de la Delegación Sr. Narváez vimos colmados nuestros deseos.

UN GRAN AMIGO

  El alcalde de Feria, don Eladio Buzo Casillas, también es un amigo de los primeros. Lo conocí en Zafra, a poco de mi llegada, hablándome con gran entusiasmo del castillo de Feria, para poner un repetidor de televisión. Entonces no existía el de Arroyo de San Serván.

 Todavía está en pie el ofrecimiento para instalar en Feria si se precisa algún repetidor más –nos dice al saludarnos el señor Buzo Casillas.

  Asomándose a la magnífica balconada del Casino, apunta con el dedo al castillo que corona nuestras cabezas diciendo:

   –Ahí es un sitio ideal. Después de comer subiremos.

  Recién llegados, con el calor metido en la carne, apetece la cerveza fresca, pero me tuvieron que llamar varias veces porque me quedé extasiado en el balcón, contemplando el majestuoso panorama: kilométros y kilómetros de extensión en la mínima superficie de las pupilas.

  –Eso no es nada, nos dice don Eladio– desde el castillo se ven por lo menos veinte pueblos. Los días despejados se alcanza hasta los montes de Toledo.

¡MADRECITA! QUIEN TUVIERA

  Me vino entonces a la memoria una copla que me parece que se la oí a nuestro compañero Antonio Pesini alguna vez al pasar cerca de Feria por la carretera de Badajoz a Sevilla.

"¡Madrecita!, quién tuviera
la tierra que se divisa 
desde el castillo de Feria."

  Yo me conformaría con la que llega a los ojos desde el maravilloso balcón del Casino.

  Pese a que el calor cae de plano en este verano extremeño, en Feria, por su altura, corre un airecito fresco. Da gusto andar por las calles cuando nos dirigimos a la fonda del pueblo: a «Casa Daniel». El hospedaje cautiva por su limpieza y por detalles ornamentales que no son propios, corrientes, en los pueblos. Daniel, el fondista, es un tipo humano que todo el día debe estar con la brocha, la escoba y el martillo, cuidando cualquier deterioro natural por el uso y habitación de los viajeros. Uno siente ganas de quedarse unos días en la tranquila y mimada fonda de Daniel a descansar como los ángeles y a comer como el chiquillo del esquilador.

EL BUEN PAN DE FERIA

  Después de almorzar en la simpática fonda se reciben fuerzas hasta para subir a pie al castillo. Y eso es lo que hicimos. No sin antes pasar por el Casino a tomar café y copa. Hablamos de buen pan de Feria, excelente, ¡qué rico! Del que no hay en Badajoz. Podríamos llevarnos uno a la capital, pero la jornada fue tan apretada que tuvimos que salir de prisa sin acordarnos.

  Con don Eladio Buzo Casilllas, que no se apartó un momento de nosotros, dispensándonos toda clase de amabilidad, y el secretario del Ayuntamiento, señor Montes de Oca, hicimos la subida al castillo por calles de inmaculada blancura y pulquérrima limpieza, con profusión de flores en ventanas u balcones. El alcalde, hombre muy fino e inteligente, captó nuestra sorpresa:

  –Aquí la limpieza la cuidamos mucho. El gobernador civil ha tomado nuestro sistema como modelo para la provincia.

 Uno de los guardias municipales que nos acompañan, en nuestra excursión al castillo, nos enseña el bando que reproducimos por lo curioso. Dice así:

CURIOSO BANDO

  «Don Eladio Buzo Casillas, alcalde presidente del Ayuntamiento de esta villa de Feria, hago saber: Que aprobadas las ordenanzas para el ejercicio de 1964, entre otros está establecido el arbitrio de revoco de fachadas por lo que se advierte a todo el vecindario que un plazo comprendido entre el 1 de mayo y el 31 de julio han de quedar blanqueadas todas la fachadas, jarás y demás paredes que den al exterior y que sus dueños deseen queden exentas de arbitrio. Para ello en el Ayuntamiento se está confeccionando un padrón del que se darán de baja las paredes, jarás, etc., que sus dueños se personen a manifestar haberlas blanqueado y tras la comprobación correspondiente, no causando baja las que no cumplan este requisito. Lo que se hace publico para general conocimiento y cumplimiento de todo el vecindario.»

  Vistas de la calle Albarracín con el castilo al fondo, mediados del siglo XX

  –Por lo general todos los vecinos cumplen –nos dice el alcalde. Y el que no, se le aplica el arbitrio y blanquea el concejo.

  Pero no solo llama la atención la blancura de las casas, sino la limpieza de los tejados. Es más, vemos en varios de ellos a personas moviendo tejas.

  –Al paso que se blanquea se suele dar un repaso a los tejados –dice.

LOS ZAPATOS DE NARVÁEZ

  La antesala del castillo son unas eras en las que aprovechando el viento varias personas hacen operaciones de limpia. De aquí, un camino, conduce a la fortaleza que imprime el carácter guerrero de la antigua Feria. Los pies tropiezan con unos pedruzcos, de color un tanto marrón.

  –No son piedras –nos dice el señor Montes de Oca– son escorias de las fundiciones de hierro que había en tiempo en Feria. En la sierra Herrera, próxima aquí, hay yacimientos.

  El que más veces debió tropezar fue el señor Narváez, que terminó por «cargarse» unos zapatos nuevecitos. El día que subimos al castillo de Medellín, le sucedió la misma cosa. El amigo Narváez, por esta campaña en favor de los castillos, lo menos que debe pedir a la Asociación Nacional de Amigos de los Castillos es que, siempre que tenga que subir a alguno de ellos, le regale un par de zapatos por si acaso.

  A la puerta de las murallas que rodean el colosal torreón de homenaje, existen testigos de una iglesia que hubo en tiempos, y fue parroquia de Feria, en cuyos contornos se han encontrado restos humanos que hacen suponer que existiera, también, en dicho lugar el cementerio.

UN CASTILLO QUE DA TRIGO

  Pero la mayor sorpresa es encontrar, al traspasar la entrada del castillo, un campo de trigo, en el terreno aprovechable del mismo, en la plaza de armas. Si en el pueblo corría el aíre, en el castillo, su atalaya, se está que da gusto. No importa que haga calor. Se respira a las mil maravillas y entran ganas de quedarse allí perdidos los ojos en la tierra que se divisa.

  –Hay una leyenda que dice que existe un camino subterráneo por el que se comunica con el castillo de Nogales –nos dice el secretario.

  A nosotros que nos gusta creer todo lo que nos dicen de los castillos, buscamos el agujero, encontramos varios, cisternas, refugios… pero no damos con el de Nogales. ¡Pero la leyenda es tan bonita…!

  La vista de Feria desde su atalaya es inconmensurable: es muchísimo mayor de lo que parece desde la carretera de Sevilla. La villa es hermosa. Tiene el orgullo de haber dado a duques y condes su nombre. Ellos le dieron a cambio por armas heráldicas, las cinco hojas de higuera de los Figueroas –es árbol que abunda próximo al castillo- alternando muchas veces con el cuartelado oscuro de los Manuel, descendiente de este nombre, hijo de Fernando III el Santo, apellido de la esposa del primer conde de Feria.

PARA LA FUTURA UNIVERSIDAD

  Los hoy deteriorados recintos se agarran a las rocas del cerro con las torres de su línea defensiva y la central mole cuadrada de la del homenaje, perfectamente conservada. En 1241, ganó a los moros este baluarte el maestre de Santiago don Pedro Gómez Mengo; pero el actual fue obra del primer conde de Feria a quien Enrique IV en 1460 concedió el condado, convertido por Felipe II en 1567 en ducado con el quinto conde.

                                              Vistas del Castillo de Feria

  El Ayuntamiento –nos dice el alcalde– piensa adquirirlo a sus actuales dueños los duques de Medinaceli y ofrecerlo como aportación a la campaña pro Universidad extremeña.

  Celebrando las palabras del señor Buzo Casillas, descendemos de la cumbre, desde la que se divisan tantos castillos, tierras y pueblos que fueron de la gran casa, la más importante de toda Extremadura que tomó nombre de esta bella y limpia ciudad de Feria, a la que hicimos un completo recorrido por su paseo de circunvalación, visitando la ermita, las nuevas escuelas –donde con grandes esfuerzos se construye un campo de deportes– plaza de la iglesia, que por el brillo de su enlosado puede llamarse «de los espejos», etc. En la puerta de la parroquia de san Bartolomé los viejos del pueblo descansan en animada tertulia. El alcalde llamó a uno de ellos y le preguntó simpáticamente, que de qué cosa tocaba «hablar mal».

  El vejete, con cara redondita, ojos alegres, y dulce expresión, saltó como un rayo:

   –De nadie. ¿De quién vamos a hablar mal?

   –Estos señores son de confianza –dijo el alcalde–. Vamos a tomar con ellos unas cervezas.

  Terminó por confesarnos que no había salido del pueblo desde que hizo la «mili» en Sevilla y que le gustaba más la cerveza que la «gaseosa de pito» que se bebía en su tiempo. Que cuando era mozo trabajaban de sol a sol por cuarenta reales todo el verano y encima tenían que llevar a la mujer para que les ayudara.

  En un momento que se ausentó el alcalde le dije que podía hablar mal de él.

  –No, es una «güena persona»– me espetó.»

Feria ayer. I

Vistageneral decada de 1910

                                                    “Vista general», Feria, [191-]

La fotografía fue realizada en la primera década del siglo pasado.

«A lo lejos titilan las farolas de gas del pueblo, encaramado como un galápago a las faldas del castillo.»

Fragmento de la novela La tierra que pisamos, de Jesús Carrasco Jaramillo.

………

«Decrépito y marchito allá en la cima,
arriba, donde acaba la ladera,
vencido y derrotado en la colina,
parece que al saliente sonriera.»

A ese castillo tan nuestro, poema de José Muñoz Fernández

El viaje de Cosme de Médicis por Extremadura

Cosme III de Médicis, príncipe heredero del gran ducado de Toscana, realizó un largo viaje por España y Portugal desde el 18 de septiembre de 1668 hasta el 19 de marzo de 1669. Posteriormente, continuó su recorrido por Irlanda, Inglaterra, Holanda y Francia.

En España, inició el viaje en Cataluña y fue visitando numerosas ciudades y pueblos. En su periplo por tierras extremeñas, el séquito entró por Monesterio el día 4 de enero de 1669. Se detuvo en Fuente de Cantos, Zafra, Fuente del Maestre, Solana, Lobón, Talavera la Real y Badajoz para comer o pasar la noche. Desde esta última población, el día 9 de enero, pasó a Portugal para continuar su viaje.

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  Cosme III de Médicis

Cosme de Médicis iba acompañado de los escritores Lorenzo Magalotti y Filippo Corsini, que fueron tomando notas del viaje. En la Introducción de Viaje de Médicis por España y Portugal, se señala: 

«Por la impresión que dan los pueblos, tenemos que decir, a nuestro pesar, que la impresión que los viajeros se llevan no parece ser demasiado halagüeña. La condición, generalmente miserable, suscita unos juicios no siempre amables […] Pero, aparte del carácter miserable que se reconoce a esos pueblos, lo que más disgusta a los refinados florentinos es la suciedad que domina en ellos. Y no sólo pueblos, o pueblecitos como Torrija o Guadalajara, sino ciudades como Alcalá, las que presentan calles generalmente intolerables por el mal olor determinado por la costumbre de vaciar en ella, durante el día, las peores suciedades.»

A Cosme de Médicis también le acompañaba el pintor y arquitecto Pier María Baldi, que realizó una interesante colección de acuarelas, con vistas panorámicas, de algunas de las localidades por las que fueron pasando y que ilustrarían la crónica del viaje que realizó Lorenzo Magalotti de su paso por España y Portugal.

«Estas acuarelas, a un solo color sepia que presenta matices graduados, tienen, según ya observó Ezio Levi, algo de romántico. Mejor: podríamos definirlas como la primera interpretación romántica del paisaje español.»

Las acuarelas que ilustran la crónica oficial que redactó Magalotti pueden visualizarse, si se tiene un poco de paciencia, haciendo clic en la imagen:

Portada

Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal (1668-1669) [Material gráfico] : láminas / [por
 Pier Maria Baldi] ; edición y notas por Ángel Sánchez Rivero y Ángela Mariutti de Sánchez Rivero
 . -- Madrid: Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Centro de Estudios
Históricos, [1933] (Fototipia Hauser y Menet)
3 h., LXXI lám. en una carpeta ; 50 x 63 cm 

Cinco de las acuarelas corresponden a las poblaciones extremeñas, ya señaladas, de Fuente de Cantos, Fuente del Maestre, Solana, Lobón y Badajoz. Como indica Lozano Bartolozzi, en su magnífico artículo titulado Miradas urbanas de la Baja Extremadura en el Siglo XVII: el viaje del Principe Cosme de Médicis, publicado en Cuadernos de Çafra, estas vistas panorámicas en formato apaisado de las cinco localidades extremeñas constituyen un testimonio gráfico excepcional para conocer cómo eran esas ciudades y pueblos en el seiscientos.

Estas cinco acuarelas también pueden apreciarse en un enlace de la Biblioteca de Extremadura, haciendo clic en la imagen siguiente: 

Lobón

                                                   Vista panorámica de Lobón

Javier Teijeiro y Álvaro Meléndez, en su libro titulado La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, recogen y analizan detalladamente la vista panorámica de la ciudad de Badajoz realizada por Pier María Baldi. Señalan que «el dibujo realizado de Badajoz constituye la más antigua representación en perspectiva, hallada hasta el momento, de esta ciudad. Un testimonio gráfico de suma importancia que recoge una vista general desde la orientación este, mostrándonos el tramo de muralla comprendido entre la antigua Puerta de la Trinidad y el extremo norte de la Alcazaba islámica.»

Badajoz

                Vista panorámica de Badajoz. Para ampliar, clic en la imagen

LA VILLA DE FERIA EN LAS ACUARELAS DE PIER MARÍA BALDI

Cosme de Médicis y su séquito llegaron a Fuente del Maestre en la tarde del 5 de enero de camino de Fuente de Cantos. La estancia en la población fue breve: al día siguiente partieron para llegar a comer a Solana y pasar la noche en Lobón. Según se señala en la Introducción de Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal, «en Fuente del Maestre, sólo con gran dificultad se pudo conseguir un cuarto, aunque miserable, porque la gente del pueblo desconfiaba mucho de dar asilo a viajeros desconocidos, ya que muchas veces el pueblo había sido saqueado por los portugueses.»

Vista de Fuente del Maestre. Al fondo el castillo de Feria. Clic para ampliar

Vista panorámica de Fuente del Maestre. Al fondo el castillo de Feria. Para ampliar, clic en la imagen

Para realizar la vista de Fuente del Maestre, Baldi tomó una serie de apuntes de forma rápida que después le servirían para confeccionar definitivamente la acuarela. Francisco Morgado Portero, en su artículo titulado El urbanismo de Fuente del Maestre en la segunda mitad del S. XVII, que aparece en el libro Fuente del Maestre: 100 años de ciudad, 2000 años de historia, señala que en la panorámica de Fuente del Maestre se destacan los hitos urbanos más destacados y que la imagen fue tomada desde la parte más alta de la actual calle del Prado o la de San Jorge; quizás desde las proximidades de la, ahora desaparecida, ermita de los Mártires. Afirma que se puede decir, casi con certeza, que se realizó en las primeras horas de la mañana de Reyes de 1669.

Fuente del Maestredetalle

Detalle de la vista de Fuente del Maestre. Para ampliar, clic en la imagen

En el fondo de la acuarela pueden apreciarse las sierras de Feria, destacando la torre del homenaje de su imponente castillo y, a un tiro de cañón, algunas construcciones de la villa. Feria y su castillo, que pueden divisarse desde muchas leguas de distancia, llamaron la atención de la comitiva de Cosme de Médicis. Corsini lo reflejó así en el manuscrito: «…Vidde alquanto lontano sulla mano diritta Feria, che dà il nome al ducato.» (…Vi a lo lejos sobre mano derecha Feria, que da nombre al Ducado). Dada la rapidez con la que se hizo, es bastante probable que falten muchos detalles en este dibujo de Baldi, pero puede que nos encontramos ante una de las imágenes más antiguas de Feria y de su castillo. Un auténtico regalo que nos hizo Baldi un lejano 6 de enero de 1669.

“Postales de andar extremeño”, de Fernando Pérez Marqués

«Un homenaje literario a su tierra, Extremadura, de uno de los hombres que más la han amado y más la han propagado»

56733   Postales de andar extremeño, de Fernando Pérez Marqués, es un ameno paseo literario por algo más de una treintena de pueblos de la provincia de Badajoz que, según el autor, le habían salido al paso “y sin que el origen de la selección haya sido, tanto en caso afirmativo como negativo, obra de la simpatía o de la desafección”.

   Pérez Marqués nos ofrece una serie de hermosas estampas literarias sobre esos pueblos, su historia, sus paisajes o sus gentes. Al parecer, constituyen un proyecto inacabado que el autor pretendía hacer extensible a toda Extremadura.

  De las páginas de este hermoso libro se desprenden un extraordinario conocimiento y un profundo amor a su tierra por parte del autor.

  El periodista, ensayista y poeta extremeño Santiago Castelo nos dice en el prólogo de la obra que, en el año 1995, editó Caja Badajoz:

  «Por todo esto, lector amigo, el libro que tienen entre las manos no es un breviario cualquiera. Es un devocionario de Extremadura, escrito por una de las plumas más recias, limpias y señeras de nuestra tierra. Enrique Segura habló un día de la emoción de los escritores extremeños ante la obra de Azorín. Y habló de López Prudencio, de Pedro de Lorenzo y de Fernando Pérez Marqués. Pues bien, con aquel estilo depurado, con aquella sensibilidad vibradora ante el paisaje y las gentes, azuzado de su infinito amor a la tierra, Fernando Pérez Marqués ha agavillado estas postales de andar extremeño como una especie de íntimo, solemne, monumento literario de Extremadura. «Es mago de la palabra./ En su pluma es gema o flor, / porque la escoge, la labra/ y la bruñe con primor», escribió de él el que fuera un día venerado patriarca de los poetas pacenses, Manuel Monterrey. Estas Postales de andar extremeño constituyen el homenaje literario a su tierra de uno de los hombres que más la han amado y más la han propagado.»

FERIA

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                                                           Rincón de la Cruz

   Entre los pueblos que visitó el viajero, y que recoge en su libro, se encuentra la villa de Feria. Se sitúa al suroeste de la provincia de Badajoz, entre Santa Marta y Zafra, en la ruta que une Badajoz con las ciudades andaluzas de Granada, Córdoba y Sevilla.

   La población se extiende en la falda de una sierra, a los pies de un soberbio castillo del siglo XV, cuyos orígenes se remontan a la época celta. A la villa de Feria se le conoce y se le identifica con su impresionante castillo. Desde esta fortaleza, que ocupa una posición privilegiada en lo más alto del cerro, es posible disfrutar de unas hermosas vistas de muchos kilómetros a la redonda.

Madrecita quien tuviera
la tierra que se divisa
desde el Castillo de Feria.

Dicho popular

   El pueblo, con una aparente y curiosa forma de lagarto, se extiende en calles empinadas, algunas con fuerte pendiente, formando típicos barrancos y rincones pintorescos de singular belleza.

   En Feria tiene lugar una de las fiestas más importantes de toda Extremadura: la Santa Cruz de Mayo, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional y Regional

   Destacamos, a continuación, algunos fragmentos de la “estampa” que hizo Pérez Marqués a la villa:

  «Hemos subido a la villa de Feria, que está encaramada en una eminencia considerable, y desde el pueblo, haciendo un pequeño esfuerzo, hemos alcanzado el castillo cuando el sol del estío extremeño, apenas abandonando su cénit, aprieta de lo lindo. Una luz fulgente, cegadora, inunda el panorama ancho, vasto, dilatado; un airecillo fino y generoso, a la sombra de los muros, orea la flama. Dulces recuestos, como un mar de turgencias jóvenes, arrancado de los pies mismos de la serreta fortificada, aléjanse campiña adelante, ahora bermeja y ocre en los barbechos y pajiza en los rastrojos recién despanados, hasta verdecer, allá en lontanaza, pasada la línea sinuosa de Guadajira, con los viñedos y olivares de la ubérrima Tierra de Barros. Acá y allá, levemente blancas en la grisura del paisaje coruscante, se alcanzan a ver las pinceladas indolentes de unos anchos y populosos pueblos: Almendralejo, Villafranca, Los Santos de Maimona, Fuente del Maestre, un castillo que delata, acurrucado a su vera, a Villalba; Aceuchal, al fondo, y a siniestra, bonito y alegre, Santa Marta.

Vistas de Feria y alrededores desde el castillo

                                   Vistas de Feria y alrededores desde el castillo

[…]

   Y aunque erguido en la contornada, desde aquí, desde el castillo, vese allá abajo blanco y ledo, como derramando sus callejuelas por las arrugas de una difícil topografía, el pueblecito de Feria. En él –no es extraño esto–, una vía, angosta y pina, como todas, se llama del “Duque de Feria”, y otra “Fray Pedro de Feria”, que fue provincial de dominicos en Méjico y obispo de Chiapa; y todavía, con tétrica reminiscencia medieval, hay una calle de la Horca, desde la que se avista la altura que lleva ese mismo nombre.

[…]

   Feria, de los celtas; Fama Julia –¿y por qué no?–, de los romanos; Feria para la corona condal, para la corona ducal, ya desvaída, entroncada, perdida en una maraña de títulos familiares, de los que emerge, con relumbres de historia, ilustre, predilecto y esencia , el de Medinaceli.»

FERNANDO PÉREZ MARQUÉS

perezmarques.com

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   Fernando Pérez Marqués (San Vicente de Alcántara, 1919-Madrid, 1993) destacó en el género ensayístico con títulos con De Extremadura. Cuatro esquinas de atención y Espejo literario de Extremadura. Póstumamente parte de sus artículos fueron recogidos en el volumen Postales de andar extremeño. La publicación Viaje a la Extremadura esencial continúa esa labor de rescate, merecido agradecimiento a un autor singular

“Extremadura en los relatos de viajeros de habla inglesa : (1760-1910)”, de Jesús A. Marín Calvarro

La presencia de Extremadura en los textos de la literatura en lengua inglesa

322_20050210_144821   Jesús A. Marín Calvarro nos presenta en su obra una esmerada selección de escritos de viajeros ingleses o de habla inglesa que recorrieron Extremadura en las últimas décadas del siglo dieciocho y primera década del diecinueve.

 Como nos dice el propio autor en la Introducción de su libro: “Numerosos han sido los viajeros extranjeros que, movidos por razones diversas, han recorrido a lo largo de los siglos y en todas direcciones la heterogénea geografía de la Península Ibérica. Esta aseveración tiene su fundamento en la existencia de un copioso conjunto de obras en las que sus autores han plasmado, con mayor o menor fortuna, sus impresiones personales sobre aquellos lugares y gentes que encontraron en su camino. De entre los viajeros que legaron a sus conciudadanos sus experiencias personales sobre nuestro país, los viajeros ingleses o de habla inglesa ocupan, sin duda alguna, uno de los lugares más destacados especialmente a partir de los siglos dieciocho y diecinueve. […] Algunos de ellos atravesaron el territorio extremeño y, como en otros lugares por los que pasaron, consignaron también en sus diarios de viaje el efecto que les causó esa experiencia.”

   La opinión que merece a estos viajeros la región extremeña no puede decirse que sea muy positiva, en general. Extremadura aparece ante sus ojos como un territorio casi despoblado, árido y abandonado de la administración. Sin embargo, algunos viajeros ahondaron más y supieron reconocer y apreciar el valor de esta tierra y de sus gentes.

LA VILLA DE FERIA EN EXTREMADURA EN LOS RELATOS DE VIAJEROS DE HABLA INGLESA

   Del total de diecisiete viajeros, cuyos escritos recoge Marín Calvarro en esta obra, destacamos a Robert Semple (Capítulo V) y Elizabeth Vassa Fox, Lady Holland (Capítulo VI). Estos viajeros recorren tierras extremeñas en 1809, cuando se está desarrollando la Guerra de la Independencia. Ambos pasan junto a la villa de Feria y les llama la atención el pueblo y su castillo. En sus respectivos diarios dan muestra de ello.

Vistas de Feria y su castillo

                                                     Vistas de Feria y su castillo

ROBERT SEMPLE

   Robert Semple visitó la Península en dos ocasiones: la primera en 1805 y la segunda en 1809, durante la Guerra de la Independencia.

Diario de R. Semple

Diario de R. Semple

De esta segunda visita nos da cuenta en su diario, publicado en Londres en ese mismo año, titulado A Second Journey in Spain, in the Spring of 1809; from Lisbon through the Western Skirts of the Sierra Morena, to Sevilla, Cordoba, Granada, Malaga, and Gibraltar; and thence to Tetuan and Tangiers. En dicho diario nos cuenta cómo entra en España a través de Badajoz, procedente de Lisboa en la primavera de 1809. Posteriormente se dirige a Sevilla pasando por La Albuera, Santa Marta, Los Santos de Maimona, Fuente de Cantos y Monesterio.

  Semple es muy bien tratado por los habitantes de las distintas poblaciones por las que pasa. Representa ante ellos al poderoso aliado inglés que lucha codo con codo junto a los españoles contra el ejercito de Napoleón. Este ambiente bélico queda reflejado en su diario:

   La mañana del 8 me marché de Santa Marta. De este lugar a Los Santos de Maimona hay una distancia de cinco leguas. El terreno, al principio, consiste en pequeñas colinas redondas pero completamente desnudas hasta una distancia de unas dos leguas, luego nos encontramos al inicio de las estribaciones de Sierra Morena que aquí comienza a elevarse en escabrosas alturas. En la cima de una empinada colina cónica a la derecha, a mitad de camino entre Santa Marta y Maimona, se alza el castillo de Feria a tiro de cañón de la carretera y un poco más abajo se encuentra el pueblo del mismo nombre. Los sencillos campesinos de los alrededores consideran este castillo como inexpugnable y como un obstáculo insuperable para el avance de los franceses en el caso de que se adentrasen tan lejos. Por otro lado no parece que el castillo proteja ningún paso importante en estas montañas o incluso ningún trecho destacado de la carretera. Alrededor de mediodía llegué al pueblo de Los Santos de Maimona por un camino que antes de entrar serpentea hasta casi rodearlo.”

ELIZABETH VASSA FOX, LADY HOLLAND

Lady Holland

 Lady Holland

Lady Holland estuvo casada con Henry Richard Vassall, barón de Holland que fue un personaje muy conocido, amigo y partidario de los liberales españoles y que mantuvo un gran interés por los problemas peninsulares.

   Lady Holland fue anfitriona y confidente de muchos de los grandes políticos ingleses y españoles de su época.

El matrimonio Holland hizo dos viajes a la Península Ibérica. El primero entre noviembre de 1802 y marzo de 1805. El segundo viaje se produjo en plena Guerra de la Independencia, entre octubre de 1808 y julio de 1809.

   Lady Holland escribió un diario de esos viajes por la Península, titulado The Spanish Journal of Elisabeth lady Holland, que no llegó a publicarse hasta 1910. Los Holland entran en tierras badajocenses, procedentes de Andalucía, en el inicio del verano de 1809. Se dirigen de camino de vuelta a Lisboa, con el fin de embarcar para Inglaterra, y van pasando por Fuente de Cantos, Zafra, Los Santos, Santa Marta y La Albuera, hasta llegar a Badajoz.

   La Guerra de la Independencia se encuentra en pleno desarrollo, lo que se manifiesta en su diario:

      2 de julio.

 Dejamos los Santos a las tres en punto. Contemplamos a la izquierda el pueblo, la vieja torre y los muros de Feria situado en un lugar muy pintoresco. Un grupo de franceses subió al pueblo y pidió víveres pero la gente se guareció en la vieja torre y utilizaron un viejo cañón que disparó con tal brío que les forzó a retirarse. Llegamos a Santa Marta alrededor de las siete. Los franceses en un número de quinientos estuvieron acuartelados aquí durante veintidós días, desde el vieintiuno de abril. Las mujeres y hombres jóvenes huyeron y muchas casas fueron abandonadas. Los franceses cortaron los olivos para su campamento y para sus tiendas arrancaron las puertas y las ventanas de las casas quemándolas cuando se marcharon. Los hombres jóvenes que se fueron del pueblo se juntaron con otros campesinos y mantuvieron una constante refriega con los puestos avanzados de los franceses.”

 El castillo de Feria

                              El castillo de Feria

   Román Gómez Villafranca, en su obra Extremadura en la Guerra de la Independencia española, recoge un parte del General Monsalud, fechado el día 6 de mayo de 1.809, en el que se describe cómo los vecinos de la villa de Feria, llamados coritos, se estaban preparando para la defensa del pueblo frente a los invasores. Entre los medios de que pensaban valerse para su defensa hace referencia a la existencia de un cañón de Artillería que se encontraba sepultado en un subterráneo. En dicho parte expresa que juzgaba a «la villa de Feria digna de toda atención por la gallarda bizarría con que han contestado al enemigo y se preparan á su defensa con resolución heróica hasta las mugeres. Entre los medios de que se vale para su empresa merece referirse el uso que piensan hacer de un cañón de Artillería antiguo de yerro y del calibre de 16, según dicen: hallábase sepultado en un subterráneo sin género alguno de cureña que facilitara usarlo y a pesar de esto emprendieron la grande obra de extraerlo á fuerza de brazo y colocarlo sobre algunas tijeras ó borriquetes en el sitio que les pareció más importante todo con el fin de aprovechar solamente quatro balas que tiene del calibre de dicha pieza: yo me regocijo al oír que aquellos naturales desean que su villa sea una segunda Zaragoza en la constancia de su valor y fidelidad.»

El suceso del cañón debió de ocurrir en el espacio de tiempo trascurrido entre el paso de ambos viajeros por estas tierras próximas a Feria. Y más concretamente después del parte del general Monsalud, de 6 de mayo de 1.809, y el paso de Lady Holland, el 2 de julio de ese mismo año. Es muy probable que el suceso tuviera lugar en el mismo mes de mayo, quizás a finales del mismo.

 José Muñoz Gil, que fuera cronista de la villa de Feria, en su obra titulada La Villa de Feria, nos habla de la existencia del topónimo de “la cortina del Cañón”, que se encontraba en la zona oriental de la sierra del Castillo. En esta cortina se encuentra la “Mina del Cañon”, posiblemente el lugar donde se encontraría el citado cañon, y cercana a ella la llamada “Era del Cañon”. Según le contó a Muñoz un vecino muy mayor de Feria, en dicha era pusieron los coritos el cañon para atacar a los franceses.

SINOPSIS

  Extremadura en los relatos de viajeros de habla inglesa : (1760-1910) es un recorrido por una pequeña parte de la historia extremeña cotidiana. Este viaje comienza a finales del siglo dieciocho a través de los ojos del que a la sazón fuera capellán del embajador británico en Madrid y finaliza con las gratas impresiones que esta tierra despierta en uno de los primeros turistas que la visitan a principios del siglo veinte. Entre ambos relatos se sitúan los de muchos otros viajeros que recorren Extremadura de un extremo a otro dejando constancia de aquello que más les llamó la atención. En algunas ocasiones serán los numerosos monumentos de sus ciudades y pueblos, en otras simplemente la riqueza y variedad de su territorio y, en muchos otros casos, las curiosas costumbres y tradiciones de su gente. En estos comentarios y opiniones confluyen, a menudo, consideraciones de signo contrario que lejos de disminuir enriquecen los valores que conforman la identidad de Extremadura como región.

JESÚS Á. MARÍN CALVARRO

  Jesús Á. Marín Calvarro (Cadalso, Cáceres, 1954) es Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Extremadura. Consiguió el grado de Doctor en enero del año 2000 con el trabajo de investigación El discurso ambiguo de los diecisiete primeros sonetos de Williams Shakespeare y su traducción al español. Ha publicado diversos artículos que giran en torno a la importancia del juego verbal en la poesía isabelina y la dificultad que entraña su traslado al español.

  Además de Extremadura en los relatos de viajeros de habla inglesa: (1760-1910) es autor de Extremadura, luces y sombras en la literatura de viajeros de habla inglesa, así como de diversos artículos sobre la literatura de viajeros de habla inglesa por Extremadura.

«Espejo literario de Extremadura”, de Fernando Pérez Marqués

La presencia de Extremadura en los textos de la literatura española y universal

  E13  Fernando Pérez Marqués nos presenta en su obra Espejo literario de Extremadura un documentado ensayo acerca de la presencia de Extremadura en los textos de la literatura española y universal. El ensayista extremeño hace una cuidada recopilación de escritos de grandes literatos de todos los tiempos sobre Extremadura.

    Nadie mejor para indicarnos el objetivo del libro que el propio autor que con estas palabras, sacadas del preliminar, nos lo expresa de esta manera: Con el presente trabajo se pretende contribuir, aunque sólo sea un ápice, a ese esfuerzo colectivo de recuperar y definir las señas de identidad histórica de Extremadura añadiendo una perspectiva más al conocimiento de la realidad extremeña: la visión que de ella tienen o han tenido los observadores ajenos, los observadores foráneos, tomando a tal fin aquellos textos de autores que han situado sus creaciones literarias en su territorio, o han recogido –a veces con leves pinceladas– las contingencias, las acciones y el espíritu de sus gentes; la mirada valorativa de los escritores viajeros, el juicio de nuestros huéspedes, ya sean apologistas o detractores, tanto nacionales como extranjeros.”

  Más adelante, Pérez Marqués vuelve a insistir en esa misma idea:  …De aquí nace el propósito del presente trabajo de hacer trasunto literario de lo que trataron con su lira o con su pluma autores españoles o extranjeros, antiguos o modernos, anónimos o expresos, en despliegue continuo, torrencial, en despliegue inacabado”

    El índice de la obra, que se relaciona a continuación, permite hacernos una idea bastante aproximada del contenido del libro:

Capítulo I. Preliminar Capítulo II. Esencia y presencia Capítulo III. En la lengua del Lacio Capítulo IV. Los árabes, fantásticos y sensuales Capítulo V. En román paladino Capítulo VI. Romances y cancioneros Capítulo VII. Poemas de exaltación heroica Capítulo VIII. Don Luis de Góngora y Argote Capítulo IX. Guadalupe hermoso Capítulo X. Garcilaso, solo Capítulo XI. Extremadura en tres grandes: Cervantes, Lope, Calderón Capítulo XII. Dos autores más con el señuelo de La Serrana de La Vera: Vélez de Guevara y José de Valdivielso Capítulo XlII. La Novela picaresca
Capítulo XIV. En la Gramática Posterior a Lope de Vega Capítulo XV. En las treguas para la pluma Capítulo XVI. Cantos épìcos Capítulo XVII. Romanticismo: dos romances y una novela Capítulo XVIII. Viajes de escritores extranjeros Capítulo XIX. Antonio Ponz, inconmensurable Capítulo XX. Larra en Extremadura
Capítulo XXI. Addenda: poetisa de España Capítulo XXII. Colofón
 

   Dentro del apartado titulado Viajes de escritores extranjeros, Pérez Marqués hace referencia a la obra del Mayor Sir Hew Whiteford Dalrymple el cual escribió un diario en forma de cartas, al final de cada jornada, durante el recorrido que en 1774 hizo por España. Su obra Travels through Spain and Portugal in 1774 apareció publicada en 1777.

   Dalrymple comienza su periplo por tierras badajocenses entrando por Badajoz de camino de Elvas. Posteriormente, sigue su viaje dejando atrás La Albuera.

 «Desde allí hemos ido a Santa María (quiere decir Santa Marta); el camino es bueno, pero el país está desierto y abandonado; son tres leguas, que hemos hecho en tres horas y media. Hemos hallado allí una posada bastante cómoda y el huésped más honrado encontrado desde Osuna. Nos han dado colchones muy buenos, y todo a un precio muy razonable. Satisfecho de su buen trato, he pagado algo más de lo que me pedía y he sido despedido con todas las bendiciones de la familia. ¿Quién no quisiera gozar de tal placer y tan barato?”

 Y es que estos viajeros antiguos, mejor dispuestos a divulgar deficiencias e incomodidades, se encontrarían como éste alguna que otra vez en pueblos y ciudades motivos de complacencia, que ellos guardarían indiferentes en lo hondo del tintero.

    “Aquí el país se torna casi enteramente inculto; tenemos grandes montañas a nuestra derecha, sobre cuya cumbre se ve una vieja torre (el castillo de Feria), un poco antes de llegar a Zafra”.
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Feria, entre Santa Marta y Zafra. Vistas de Feria y alrededores desde el castillo

  ¡Bueno, montañas! La Madroñera, el Salamanco, Valdelaespina, y al fondo, sobreponiéndose al castillo de Feria, la Sierra del Pico, cubiertas sus faldas de monte bajo.

   En Zafra, sin gusto ni afición para lo que encierra una ciudad que bien pudo considerarse en su época como “pequeña población renacentista”, sólo saca esta trivial conclusión: “Esta ciudad es grande y famosa solamente por los guantes de piel de cordero que allí se hacen y son tan finos que se los puede encerrar en una cáscara de nuez.”»

   Y el viajero continúa su periplo pasando por Fuente de Cantos, Monesterio…

 FERNANDO PÉREZ MARQUÉS
perezmarques.com

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Fernando Pérez Marqués (San Vicente de Alcántara, 1919-Madrid, 1993) destacó en el género ensayístico con títulos con De Extremadura. Cuatro esquinas de atención y Espejo literario de Extremadura. Póstumamente parte de sus artículos fueron recogidos en el volumen Postales de andar extremeño. La publicación Viaje a la Extremadura esencial continúa esa labor de rescate, merecido agradecimiento a un autor singular.