“Una luz en la noche de Roma”, la nueva novela de Jesús Sánchez Adalid

Tras el éxito de Las armas de la luz, el autor extremeño Jesús Sánchez Adalid regresa, después de tres años metido de lleno en esta aventura literaria, con una nueva novela, Una luz en la noche de Roma, que ya podemos encontrar en las librerías.

La idea de narrar esta historia surge cuando alguien se puso en contacto con el escritor Jesús Sánchez Adalid y le informó de la existencia de unos documentos de valor inestimable. Nadie sabe por qué motivo estos datos históricos permanecían sin salir a la luz desde hace ocho décadas, guardados en el secreto de algunos archivos de la Segunda Guerra Mundial.

El autor de El mozárabe ha informado en una reciente entrevista que los hechos que narra en la novela le vinieron de repente y sin esperarlos. El 19 de septiembre de 2019 recibió un mensaje por correo electrónico que comenzaba así: «Estimado don Jesús: No quiero invadir su intimidad por el momento, y por eso prefiero escribir. Y cuando no le interese esta conversación escrita, pues no la siga y punto… Le adjunto un hecho histórico acaecido en nuestro Hospital de la isla Tiberina de Roma, sobre el que algunas televisiones (de USA y Polonia) e investigadores de la historia desean obtener información. Ese interés ha aumentado de una manera considerable últimamente. De forma resumida, trataré de contárselo en estas líneas. Durante la ocupación nazi de Italia en la Segunda Guerra Mundial, en 1943, hubo, como sabrá, una persecución de la comunidad judía de Roma, que básicamente se concentraba en el gueto, siendo, por tanto, vecino de nuestro hospital, que se encuentra en la isla Tiberina. Solo nos separa del barrio judío el puente Fabricio».

Sánchez Adalid se dio cuenta de que se encontraba, sin duda, ante unos hechos verdaderamente interesantes. Tras una investigación apasionante, encontró a los descendientes de los protagonistas reales, los cuales le proporcionaron el fantástico elenco de testimonios, revelaciones, nombres, fechas y anécdotas que componen el cuerpo de la narración.

El resultado es esta novela, según la información que nos proporciona la editorial, imprescindible y esperanzadora para los tiempos que corren.

LEER LAS PRIMERAS PÁGINAS DE LA NOVELA

SINOPSIS

En el verano de 1943, Gina, una estudiante de familia acomodada, se enamora perdidamente de Betto, un intrépido muchacho judío que forma parte de una organización clandestina. Entre ambos surge una original, intensa y prohibida relación que transcurre en el devenir de una de las tragedias más impresionantes de la historia reciente de Europa. Tras la estrambótica caída de Mussolini, Roma se precipita hacia una tormenta de violencia que culminará con la ocupación de la ciudad por las tropas de Hitler. Por otra parte, cuando las SS se disponen a capturar a todos los judíos del barrio hebreo, en el hospital de la isla Tiberina será ideado un sofisticado engaño para salvar a un buen número de personas: el llamado «Síndrome K».

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     «Amanece y, como una galera arcaica y monumental, la isla Tiberina parece navegar solitaria y desnuda. Se diría que boga río arriba, sirviéndose como remos de los puentes que la conectan con la ciudad. Va iluminándose poco a poco por la luz ambarina de un sol que todavía no asoma entre las colinas; esas secretas colinas, oscuras y maravillosamente remotas de Roma. El abismo de la noche se agota y el firmamento se extiende en lo alto, tranquilo, sonriente, destilando paz. Poco a poco, emergen los viejos edificios cenicientos, destacando la monotonía de sus paredes grises y las pardas piedras de travertino. Allá abajo, las aguas del Tíber se deslizan tranquilas, con la humedad fría y opaca que tiene la piel de los reptiles, discurriendo entre los muros construidos para defender la urbe de las inundaciones; y su olor es el olor acre y dulce que despiden los verdes terraplenes, poblados de chopos, sauces, laureles, higueras y olivos agrestes, que han crecido allí siempre gracias a las semillas que sueltan los pájaros. El hospital de los hermanos de San Juan de Dios, antiguo y solemne, permanece aún sombrío en el centro de la isla; sus formas reposan con unas tonalidades tristes y muertas en aquel paisaje sumido en la penumbra.»

Sánchez Adalid nos regala una fascinante novela que retrata la sociedad romana bajo el dominio nazi. Una mezcla de amor, heroísmo y generosidad, donde hay lugar para la ternura y la belleza. Porque, curiosamente, a pesar del peligro de los bombardeos y las amenazas constantes, la ópera, los teatros, los cines y los cafés romanos siguen abiertos invariablemente. Aun en los momentos más trágicos, Roma no renuncia a su esencia eterna y vital.

Esta es la historia real de unos hombres y mujeres que tuvieron que enfrentarse a los acontecimientos más extraños, infaustos y peligrosos que puedan darse en la existencia. Pero es en la mayor adversidad cuando sale y resplandece lo mejor del alma humana.

Entrevista para Canal 24h. Una luz en la noche de Roma

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

22894321_1464763953618817_2010764460934034265_nJesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino mozárabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, Teresa, La mediadora, En tiempos del papa sirio, Los baños del pozo azul y Las armas de la luz.

Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy. Además, es académico de número de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, cuya biblioteca dirige. También es patrono de la prestigiosa Fundación Paradigma Córdoba, cuyo fin esencial es recordar los ejemplos positivos de convivencia entre las tres religiones abrahámicas: judía, cristiana y musulmana, que ocurrieron en Alándalus, buscando con ello los principios y fundamentos del ecumenismo y del diálogo.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

FUENTES

  • El Periódico Extremadura
  • Sánchez Adalid, J. Una luz en la noche de Roma. Madrid, Harper Collins Ibérica, 2023

Jesús Sánchez Adalid en la Feria del Libro de Badajoz

El escritor extremeño Jesús Sánchez Adalid ha firmado ejemplares y ha presentado este jueves 3 de junio en la Feria del Libro de Badajoz su reciente novela, Las armas de la luz.

Sánchez Adalid en la Feria de Badajoz

En Las armas de la luz, Sánchez Adalid vuelve al siglo X para contar el principio del fin del Califato, a partir de un dato revelador poco conocido: el saqueo de Córdoba en el año 1010 por parte de los condes catalanes. «Es una de esas novelas que parece que estaban esperando a ser escritas. Enriquecida por un tiempo de gracia, el confinamiento, que me ha permitido contar la historia como merecía».

Una epopeya del nacimiento de los condados catalanes y la caída del Califato de Córdoba

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«Año 996 D.C. Almanzor sigue siendo el hombre más poderoso de la Península. Años atrás realizó una operación de castigo contra los jóvenes condados catalanes que, recién emancipados del imperio franco, se mantienen fieles al cristianismo. Con el verano llegando a su fin, tres misteriosos barcos arriban al puerto de Cubelles. Sus tripulantes revolucionarán la vida del pequeño enclave y tan misteriosamente como llegaron partirán dejando una sorprendente carga que desencadenará toda una epopeya.

Así empieza la nueva novela de Jesús Sánchez Adalid que regresa, después de El Mozárabe y de Los Baños del Pozo Azul al filo del año 1000. En esta ocasión de la mano de Blai, un joven de la baja nobleza que vive con su abuelo, y de Armengol, conde de Urgell, viajaremos a las costas del condado de Barcelona en la frontera con los musulmanes que dominan Tarragona; a los Pirineos donde se forjan duros guerreros y mujeres con voluntad de oso; a las guerras de saqueo y castigo, pero también al descubrimiento, la amistad, el amor y la fraternidad.

Las armas de la luz es una novela apasionada y apasionante en la que las culturas de la Edad Media española se unen en un crisol fascinante. Imprescindible.

Con Las armas de la luz Jesús Sánchez Adalid cierra su historia del siglo X que empezó con El mozárabe.

Esta novela es excepcionalmente original, por adentrarse con maestría en los primeros pasos de los condados catalanes, y se convierte en un texto único de reconciliación.

Repleto de personajes reales y absolutamente fascinantes como Armengol, conde de Urgell, o Almanzor, un viejo conocido en estas novelas y el nexo de unión de las tres historias.

Una novela llena de escenarios, de conspiraciones, aventuras y rebosante de calidez.»

Jesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

Ha publicado con gran éxito La luz del OrienteEl morázabe, Félix de LusitaniaLa tierra sin malEl cautivoLa Sublime Puerta, El caballero de AlcántaraLos milagros del vinoGaleónEl camino mozárabe, Treinta doblones de oroY de repente, TeresaLa mediadoraEn tiempos del papa sirio Los baños del pozo azul.

Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy. Además, es académico de número de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, cuya biblioteca dirige. También es patrono de la prestigiosa Fundación Paradigma Córdoba, cuyo fin esencial es recordar los ejemplos positivos de convivencia entre las tres religiones abrahámicas: judía, cristiana y musulmana, que ocurrieron en Alándalus, buscando con ello los principios y fundamentos del ecumenismo y del diálogo.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

Conferencia de Jesús Sánchez Adalid en la Feria del Libro de Badajoz

FUENTES

  • Diario Hoy

“Las armas de la luz”, de Jesús Sánchez Adalid

Jesús Sánchez Adalid, uno de los autores españoles más leídos de novela histórica, regresa con un nuevo libro cuando se cumplen 20 años de la publicación de su primera novela, La luz de oriente. Tras el éxito de Los baños del pozo azul, el escritor extremeño vuelve con Las armas de la luz. El libro, que ha visto recientemente la luz, hace un recorrido por la historia de la Península Ibérica en los años cercanos al año 1000 y aborda los primeros pasos de los condados catalanes.

En esta ocasión, la caída del Califato de Córdoba y el poder emergente de los condados catalanes es el hecho histórico que sirve de excusa para contarnos una aventura apasionante en la que sobrevuela el espíritu de reconciliación y fraternidad entre las distintas culturas.

Según el propio autor, la historia empieza en Cataluña y nos acerca a un acontecimiento que es muy poco conocido: el saqueo de Córdoba por parte de los condes catalanes en el año 1010. Parte de aquella riqueza se invirtió en el progreso de esa extensa región, y otra parte todavía se conserva en algunos de los tesoros peculiares que hay en monasterios y catedrales de Cataluña.

La novela cierra un ciclo que empezó con El mozárabe y que continuó con Los baños del pozo azul, que se desenvolvían en la época de Almanzor. En ésta se narra lo que sucede justo después de la muerte del caudillo cordobés, un acontecimiento que llevó a los reinos cristianos a intentar tomarse la venganza.

«Estoy muy contento, muy satisfecho. La novela tiene la extensión que requiere, con muchos personajes, una novela coral, y es difícil que yo tenga ya a lo largo de mi vida tiempo y reposo suficiente para poder hacer una obra de este tipo», ha señalado el escritor de Villanueva de la Serena.

Las armas de la luz me ha parecido una buena novela, bien escrita y fácil de leer. Está apoyada en un gran trabajo previo de investigación y documentación histórica y refleja muy bien cómo era la forma de vida en la Península Ibérica en los años cercanos al primer milenio. La nota histórica que aparece al final de la novela resulta de gran ayuda.

    «El primer día de julio llegamos y no pudimos refugiarnos ni defender las murallas, porque la ciudad ya estaba cercada. No podíamos hacer otra cosa que hostigar a los enemigos desde la retaguardia o atacarlos incordiándolos en la oscuridad de la noche. Pero eso les causaba el mismo daño que un mosquito cuando pica a un toro. Cinco días nada más duró el sitio. Esos diablos arrasaron todas las poblaciones cercanas y mataron a mucha gente. Cada amanecer lanzaban las cabezas de los difuntos con sus catapultas por encima de las murallas hacia el interior de la ciudad para aterrorizar a los defensores. Y los tambores sarracenos atronaban día y noche de manera ensordecedora. Sentíase cerca, verdaderamente, el fin del mundo… La presión era insufrible… El día seis de julio cayó Barcelona. Los sarracenos entraron, la saquearon e hicieron cautivos a sus habitantes. Impotentes, veíamos desde la distancia el fuego que devoraba todo dentro de los muros, y hasta podíamos oír el espantoso clamor de la gente enloquecida por el pánico, el fragor de la destrucción y el enloquecido rugir de los anticristos. Era angustioso para nosotros contemplar día tras día desde la montaña el espectáculo del humo negro ascendiendo hasta los cielos y la imparable llegada al puerto de barcos que luego zarpaban lentamente, lastrados por el peso de las riquezas que cargaban en sus bodegas.»

«Las armas de la luz es un gran friso narrativo que recrea el agitado inicio del segundo milenio en los reinos cristianos del norte: la vida en los castillos y campamentos guerreros, las peculiares relaciones entre nobles y clérigos, la rica cultura monacal, las costumbres cotidianas, el amor, la guerra, el miedo y el valor… Siempre en los fascinantes escenarios de una tierra singularmente bella y agreste, pero también fértil y poblada de luminosas ciudades: Barcelona, Gerona, Seo de Urgell, Vic, Solsona, Besalú, Berga, Manresa, Tortosa, Lérida…; y de grandes monasterios que extienden su influencia: Santa María de Ripoll, San Cugat, San Juan de las Abadesas, San Pedro de Rodas, San Martín de Canigó… Con la esplendorosa Córdoba califal como telón de fondo.

Una figura crucial es Oliba, hijo de los condes de Cerdanya y Besalú, que en el año 1002 renuncia a su herencia para hacerse monje. En medio de la confusión y la violencia, surge un hombre cuya cordura y sabiduría aportará luz, y descubrirá el verdadero tesoro, que es de naturaleza espiritual…

He pretendido recrear un viaje claro y anímico hacia el sorprendente mundo medieval, en el que se cruzan y entremezclan héroes de ficción y protagonistas históricos, en la epopeya de una tierra y unos hombres que luchan por regir su propio destino.»

Jesús Sánchez Adalid

SINOPSIS

Una epopeya del nacimiento de los condados catalanes y la caída del Califato de Córdoba

     «El odio y la guerra forman parte de la sustancia errada del mundo. Y te diré algo más que tal vez te cause espanto: incluso nosotros los viejos, ya al final de nuestra vida, también deseamos la venganza… ¿La venganza contra quién? Contra el recuerdo de alguien que nos hizo tanto mal y que un día u otro ya no existirá. ¡Qué pasiones más estúpidas! Y sin embargo, es verdad que están vivas en nuestros corazones. Pero también te diré algo más: ¿con qué derecho esperamos que siga adelante un mundo lleno de inconsciencia, de pasiones y de agresividad, donde unos jóvenes afilan sus cuchillos contra jóvenes de otras naciones? ¿Hacia dónde vamos esperando vivir en un mundo donde unos desconocidos desean despellejar a otros desconocidos, donde solamente arden las pasiones, y sus llamas se elevan hasta el cielo?… ¡Sí, la venganza! Mas cuando todos hayamos muerto, ¿qué sentido tendrá entonces la venganza?…»

Año 996 D.C. Almanzor sigue siendo el hombre más poderoso de la Península. Años atrás realizó una operación de castigo contra los jóvenes condados catalanes que, recién emancipados del imperio franco, se mantienen fieles al cristianismo. Con el verano llegando a su fin, tres misteriosos barcos arriban al puerto de Cubelles. Sus tripulantes revolucionarán la vida del pequeño enclave y tan misteriosamente como llegaron partirán dejando una sorprendente carga que desencadenará toda una epopeya.

Así empieza la nueva novela de Jesús Sánchez Adalid que regresa, después de El Mozárabe y de Los Baños del Pozo Azul al filo del año 1000. En esta ocasión de la mano de Blai, un joven de la baja nobleza que vive con su abuelo, y de Armengol, conde de Urgell, viajaremos a las costas del condado de Barcelona en la frontera con los musulmanes que dominan Tarragona; a los Pirineos donde se forjan duros guerreros y mujeres con voluntad de oso; a las guerras de saqueo y castigo, pero también al descubrimiento, la amistad, el amor y la fraternidad.

Las armas de la luz es una novela apasionada y apasionante en la que las culturas de la Edad Media española se unen en un crisol fascinante. Imprescindible.

Con Las armas de la luz Jesús Sánchez Adalid cierra su historia del siglo X que empezó con El mozárabe.

Esta novela es excepcionalmente original, por adentrarse con maestría en los primeros pasos de los condados catalanes, y se convierte en un texto único de reconciliación.

Repleto de personajes reales y absolutamente fascinantes como Armengol, conde de Urgell, o Almanzor, un viejo conocido en estas novelas y el nexo de unión de las tres historias.

Una novela llena de escenarios, de conspiraciones, aventuras y rebosante de calidez.

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

22894321_1464763953618817_2010764460934034265_nJesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino mozárabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, Teresa, La mediadora, En tiempos del papa sirio y Los baños del pozo azul.

Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy. Además, es académico de número de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, cuya biblioteca dirige. También es patrono de la prestigiosa Fundación Paradigma Córdoba, cuyo fin esencial es recordar los ejemplos positivos de convivencia entre las tres religiones abrahámicas: judía, cristiana y musulmana, que ocurrieron en Alándalus, buscando con ello los principios y fundamentos del ecumenismo y del diálogo.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

“Extremeños en el nuevo mundo”, de Jesús Sánchez Adalid

En el año 2015, apareció, editado conjuntamente por la Dirección General de Turismo de la Junta de Extremadura y el Centro Extremeño de Estudios y Cooperación con Iberoamérica (Cexeci), el libro titulado Extremeños en el nuevo mundo. Se trata de una obra, con magníficas ilustraciones y con bellos textos del escritor extremeño Jesús Sánchez Adalid, que recoge la participación extremeña en el descubrimiento, colonización y evangelización de América.

La obra supone un paseo divulgativo por los aspectos más relevantes de la llegada al nuevo mundo de los extremeños, mostrándonos, además, información clave sobre los largos viajes por alta mar de nuestros paisanos. 

Según el propio autor este libro lo estaba «pidiendo a gritos la realidad para escapar del tópico y hacer algo más humano».»Es nuestra historia y hay que disfrutar de ella, sin olvidar lo malo para aprender de los errores», ha admitido el autor extremeño. En este sentido, escribe sobre la obra: «El descubrimiento, la conquista, la colonización y la evangelización de lo que entonces se consideró un “nuevo mundo” está ahí; pertenece ya a la historia como tantos y tantos hechos de la humanidad. Y es justo reconocer que hubo maldades, violencias y excesos de todo tipo. Pero también hubo hombres de buena voluntad, que pusieron precisamente en aquel momento los cimientos de lo que más tarde serían los sagrados derechos de todo ser humano. (…)

No se trata de justificar, sino de mirar hacia el pasado con un nuevo interés. Los hombres y mujeres que fueron a la gran empresa del Nuevo Mundo pertenecieron a todas las clases sociales: nobles, hidalgos segundones, labradores, pobres, pastores, acostumbrados a recorrer grandes distancias a pie, vagabundos, jóvenes sin porvenir… La mayoría de ellos eran de Andalucía y Extremadura; sobre todo porque Sevilla era el único puerto de salida hacia América y el sur de la Península había sido el último escenario de la guerra contra los musulmanes. Proseguía pues para ellos la aventura, la ocasión de nuestras hazañas semejantes a las de sus antepasados y aún mayores. Con el final de la Reconquista en el mismo 1492, con la toma de Granada, se originó una gran desocupación entre los jóvenes que orientaron sus porvenires hacia la guerra. El descubrimiento de la nueva ruta hacia Las Indias les abría la oportunidad de enriquecerse y continuar la lucha contra el infiel en lejanos territorios.»

Extremeños en el nuevo mundo es un libro de divulgación histórica, que pretende seguir profundizando en esa larga historia en común que Extremadura comparte con América y poner en valor a los extremeños que la protagonizaron.

SINOPSIS

En el recorrido que Sánchez Adalid realiza, bajo un poliédrico enfoque, a las aportaciones de los extremeños que se embarcaron en la empresa del Nuevo Mundo, relata detalles de gentes anónimas que se embarcaron en las carabelas con Colón así como de los grandes nombres que protagonizaron las grandes epopeyas como Cortés, Pizarro, Núñez de Balboa, Valdivia, Inés de Suárez o Hernando de Soto.

La evangelización tiene un apartado especial, centrándose en la importancia y relevancia que la orden franciscana tuvo, tomando como punto de partida a San Pedro de Alcántara y destacando a los Doce Apóstoles de Belvís de Monroy.

En este libro también hay espacio para otras historias, curiosidades y personas como Inés Muñoz, la extremeña que llevó el olivo y el trigo a Perú, o el arquitecto trujillano Francisco Becerra, autor de templos y conventos en México y maestro mayor de la catedral de Lima.

FRAGMENTO DEL LIBRO

Adalid ha recogido también en este gran trabajo de divulgación histórica la presencia de la mujer en el Nuevo Mundo, necesaria para vertebrar esa sociedad incipiente desde abajo, haciéndola más justa e igualitaria. Entre aquellas mujeres jugó un lugar muy destacado Inés Muñoz, la extremeña que llevó el olivo y el trigo a Perú. Sobre ella escribe Sánchez Adalid lo siguiente:

 Doña Inés Muñoz, la mujer extremeña, cuñada de Francisco Pizarro, que llevó el trigo y el olivo al Perú

    Una intrépida mujer extremeña formó parte del contingente de rudos hombres de aventuras que Francisco Pizarro llevó desde España a la conquista del imperio de los Incas. Se llamaba doña Isabel Muñoz, hija de hidalgos y mujer legítima de Francisco Martín de Alcántara, el hermano de madre de Pizarro. La animosa mujer embarcó en Sevilla, en el mes de mayo de 1530, en la nao en que viajó la expedición, soportando las incomodidades propias de una larga y penosa navegación hasta las Indias. Cruzó el Istmo y en Panamá embarcó nuevamente con destino a Tumbes y Cajamarca, dando en todo momento ejemplo de fortaleza de ánimo y resistencia física a los soldados y a su propio esposo. La circunstancia de haber agregado Francisco Martín el nombre de Alcántara a su apellido, nos hace pensar que así él como su mujer, la dicha doña Inés Muñoz, fueron naturales del pueblo de Alcántara, cabe el Tajo, en los términos de Trujillo de Extremadura.

    «Hallóse en todos los trabajos y peligros que pasaron en la conquista de este reino –escribe Cobo en el cap. XVI de su Historia de Lima–, con tan varonil pecho y ánimo, que no solamente los toleraba sin muestra de flaqueza, sino que alentaba y esforzaba a su cuñado y compañeros para que no desistiesen de la empresa, rendidos a las dificultades que se les ponían delante, de manera que podemos decir haber tenido esta gran matrona no menos parte en la conquista de este reino que le mismo Pizarro».

    Fue doña Inés la que, como una diosa Ceres Peruana, llevó a aquellas tierras los primeros plantones de olivo, que consumían la mitad de su ración de agua durante la interminable travesía por mar, y asimismo la semilla del trigo, con cuya harina se elaboraron las primeras hostias destinadas a las misas que se dijeron en Perú.

    En los Documentos Inéditos para la Historia de España, coleccionados por el Marqués de Fuensanta del Valle, se consigna a doña Inés Muñoz como la «primera mujer casada española que vino a estas Indias del Perú, y pobló en ellas».

    Cuando en junio de 1541 ocurrió la muerte de Francisco Pizarro y la de Francisco Martín de Alcántara por obra de los partidarios de Almagro el Mozo, fue doña Inés quien, «acallando los gritos de la desesperación y, dando muestra una vez más de su varonil entereza, se hizo cargo de los cadáveres del esposo y del cuñado, y a ambos dio apresurada sepultura, al amparo de la noche, ayudada de un español, de un indio y de un negro esclavo, en un hoyo de hacer adobes hallado en el patio de los Naranjos de la Iglesia Mayor en construcción.»

    Doña Inés hubo en su primer matrimonio con Francisco Martín de Alcántara un hijo que se llamó don Macabeo, el cual murió muy niño, y de su segundo matrimonio con don Antonio de Ribera, caballero de Santiago, otro que tomó el nombre y apellido de su padre, el cual murió al salir de la adolescencia.

    Viuda por segunda vez, anciana y sin hijos, doña Inés tomó la determinación de consagrar su cuantiosa fortuna a la Iglesia. Llevando a la práctica aquel propósito, y después de consultar al arzobispo don fray Jerónimo de Loayza, fundó el monasterio de la Concepción de Lima, asociando a sus iniciativas a doña María de Chávez, natural de Huamanga, hija de Diego Gavilán y de doña Isabel de Chávez, de los Chávez de Trujillo de Extremadura, viuda de un hijo de don Antonio de Rivera, su marido.

    Consta del acta de fundación –escribe Mendiburu en su Diccionario Biográfico–, otorgada el 15 de septiembre de 1573 ante el escribano Francisco de la Vega, que «la fábrica se construyó en las casas compradas a Lorenzo Estupiñán de Figueroa; que se había de seguir la regla de los frailes menores de la observancia de Castilla, confirmada por el Papa Julio II».

    Falleció doña Inés a los ciento diez años de edad, el día 3 de julio de 1594, hallándose desde algún tiempo en estado de ceguera. Por ello el arzobispo Loayza le había aconsejado que no pensase en ser religiosa, pero ella persistió en su intento y consiguió recibir los hábitos.

    Está enterrada en el muro izquierdo del presbiterio del susodicho convento. En su sepulcro se leen los siguientes versos:

Este cielo animado en breve esfera, 
Depósito es de un sol que en él reposa
El Sol de la gran madre y generosa
Doña Inés de Muñoz y de Rivera.
Fué de Hanan Huanca encomendera, 
De Don Antonio de Rivera esposa,
De aquel que tremoló con mano airosa
De Alférez Real la Real Bandera.
Fundó este, a María, gran Convento…

   Cobo, en su Historia de Lima escribe sobre la intrépida extremeña:

«Debe Lima a esta gran matrona no sólo el 
beneficio de la fundación de este
monasterio, sino otros muchos que de ella,
como su fundadora y madre, tiene
recibidos, que tanta parte tuvo con su
industria y trabajo en la pacificación y
población de esta tierra. A ella se debe el
pan de trigo de que se mantienen, a su 
segundo marido la abundancia de olivares
de que goza, y a entrambos junto otras
muchas frutas y legumbres que con gran
diligencia hicieron traer de España y
pusieron en su huerto, que hoy posee este
monasterio, donde se ve el primer olivo que
hubo en el reino, traído de España, y lo que
no es de menos consideración, el primer
obraje de lana de Castilla que hubo en esta
tierra, lo fundaron estos caballeros en su
repartimiento de indios del valle de Jauja,
al cual pertenece hasta hoy en el pueblo
llamado Cepallanda»

Olivos centenarios en el Parque Olivar de San Isidro de  Lima, procedentes de los primeros que llegaron a aquellas tierras de manos de Inés Muñoz 

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

22894321_1464763953618817_2010764460934034265_nJesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino mozárabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, TeresaLa mediadora y En tiempos del papa sirio.

Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy. Además, es académico de número de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, cuya biblioteca dirige. También es patrono de la prestigiosa Fundación Paradigma Córdoba, cuyo fin esencial es recordar los ejemplos positivos de convivencia entre las tres religiones abrahámicas: judía, cristiana y musulmana, que ocurrieron en Alándalus, buscando con ello los principios y fundamentos del ecumenismo y del diálogo.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

“Los baños del pozo azul”, la última novela de Jesús Sánchez Adalid

El escritor extremeño acaba de publicar una nueva novela histórica: Los baños del pozo azul, con la que regresa nuevamente a la Córdoba de los años finales del primer milenio, a los escenarios que inspiraron su primera y exitosa novela, El mozárabe.

En Los baños del pozo azul el autor de En tiempos del papa sirio rescata a personajes de El mozárabe, pero nos avisa que estamos ante dos historias completamente independientes.

En esta última novela, la protagonista principal es Subh Um Wallad, la señora, una gran mujer que rompió todos los esquemas de su época. En la nota histórica que aparece al final de la novela, su autor señala que «la vascona Aurora, llamada Subh Um Wallad en las crónicas o simplemente la sayida, es una singular figura femenina de la historia, cuya vida, en lo que podemos conocer, resulta cuanto menos apasionante. Era originaria del norte de España, seguramente de origen navarro, y no está muy claro por qué motivo aparece en Córdoba a partir de cierto momento junto a un hermano. Posiblemente fue educada en su infancia en unas creencias y costumbres muy diferentes a las que luego encontraría en su peculiar destino, pues había nacido en el seno de una familia cristiana de lo que hoy es Navarra. Fue bautizada con el nombre de Auriola y seguramente desarrolló sus primeros años de vida con la desenvoltura y la libertad propia de una hija de nobles del Norte. Luego tuvo que vivir sometida a la realidad de las mujeres palaciegas del islam de aquel tiempo, dentro del régimen propio del harén, junto a las concubinas y los eunucos. Debió de ser una mujer bellísima, que acabó convirtiéndose en la única favorita del califa Alhaquén y la madre de sus únicos hijos, Abderramán y Hixem. Los cronistas de Alándalus envuelven al personaje en un gran misterio. Unas de las tradiciones historiográficas más destacadas la sitúa como amante de Almanzor y le confiere una iniciativa y un carácter que la hicieron se una figura decisiva en el califato.

En mi novela El mozárabe aparecía como uno de los personajes principales. Su gran atractivo y el secreto de su vida anónima, desenvuelta en la intimidad de los palacios califales, pero con un gran protagonismo y una evidente iniciativa personal, inusuales en aquel lugar y aquella época, me hicieron pensar en que merecía aparecer como protagonista en un nuevo relato. Y así nació la idea originaria de esta novela, Los Baños del Pozo Azul, que es el fruto de una larga investigación y de una meditada línea argumental, siempre con un respeto absoluto a las fuentes históricas y a las hipótesis más serias en torno al personaje central y todos los demás nombres principales que van apareciendo a lo largo de la narración. Con tal fin, y para darle consistencia a la historia de fondo, he contado con estudios e investigaciones muy avanzadas que han aportado una nueva luz sobre la que fue quizá la mujer más importante, activa e inteligente de todo aquel período histórico. Porque podemos estar seguros de que Subh Um Wallad jugó un papel determinante en los momentos finales del califato de Córdoba.»

       «–Quienes la conocieron en su juventud están seguros de no haber visto una belleza igual. Debió de ser en verdad una mujer impresionante, en todos los sentidos de la palabra, para ser capaz de ganarse el corazón de gran hayid Abuámir Almansur.

     –En efecto –asintió Yacub con tono risueño–. Y lo sigue siendo a pesar de su edad.»

Nos encontramos ante una buena novela histórica, bien escrita, entretenida y fácil de leer. La historia, que nos traslada a la Córdoba de finales del primer milenio, se sustenta un gran trabajo previo de documentación e investigación histórica. Muy recomendable.

SINOPSIS

El gran friso narrativo presentado en El mozárabe sirvió de vehículo a Jesús Sánchez Adalid para recrear, con asombrosa habilidad, la compleja vida de la península Ibérica en las décadas precedentes al agitado fin del primer milenio: la grandiosa Córdoba califal, las peregrinaciones a Santiago, la Europa del Sacro Imperio, los reinos vikingos, Roma, Constantinopla, la culta Cataluña medieval; monasterios, guerras, vida cotidiana, reacciones populares…

En Los baños del pozo azul el autor nos vuelve a llevar a Córdoba en el momento inmediatamente anterior al año 1000, cuando Abuámir Almansur se halla en lo más alto de su poder y se lanza a su enérgica campaña final: la conquista de todo el Norte y la destrucción de los reinos cristianos hispánicos. Pero el invulnerable personaje ignora que en Córdoba algunas personas influyentes se han cansado ya de su ambición, de sus desplantes y de su ciego personalismo. Una estrambótica conspiración va tomando forma.

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Todo comienza cuando la madre del califa, Subh Wallad, la señora, ha decidido romper definitivamente con su encierro en los Alcázares, para liderar junto a su hermano Eneko un heterogéneo grupo formado por curiosos personajes. Pero nada es lo que parece y todo se confunde en aquella metrópoli fascinadora y a la vez delirante.

Es una época de exuberancia creadora y brillantez intelectual en Alándalus, y los poetas son protagonistas de excepción que saben aprovechar su talento para acercarse a los ricos y poderosos.

Los baños del pozo azul es un fiel reflejo del universo de Sánchez Adalid, que nos descubre la visión más clara y anímica de aquel denso y sorprendente mundo, en el que se cruzan y entremezclan héroes de ficción y protagonistas históricos. Confluye al mismo tiempo el particular imaginario inicial de su obra; pero con nuevos toques humorísticos y paródicos, y una auténtica intriga de fondo.

DE LOS BAÑOS DEL POZO AZUL SE HA DICHO

«Este es sin duda el género literario que Sánchez Adalid prefiere. Lo cultiva procurando documentarse bien sobre la época que elige (con preferencia, aunque no exclusivamente, la andalusí altomedieval o el primer siglo de la conquista del Nuevo Mundo). Con el desarrollo de trama busca aproximar al gran público las circunstancias históricas y exhortarlo al cultivo de unos valores éticos que los personajes de cada obra protagonizan. Entre ellos suelen figurar los defensores del ecumenismo, la tolerancia, el irenismo, la generosidad, el respeto a los otros y la rectitud moral.

Modelo de tales virtudes, pese a las humanas debilidades, bien podría ser Sub Umm Wallad, “la señora de las señoras de Córdoba”, cuya presencia ya contemplábamos en El Mozárabe y aquí se erige en núcleo de la obra. Mujer admirable, relativamente bien conocida gracias a historiadores como Ibn Hayyan, R. Dozy, Lévy-Provençal, María Jesús Viguera Molins y, sobre todo, Manuela Marín, pocas vidas más “novelescas” que la suya. Natural, según las crónicas musulmanas, del país vasconavarro, la llevarán muy joven a la corte de los califas, convirtiéndose en esposa de Alhakén II, el segundo Omeya, y madre de Hishán II. Romperá con los esquemas tradicionales del palacio, haciéndose visible en todas las áreas: no se cubre el rostro, monta a caballo, se relaciona con el pueblo, asiste a las ceremonias públicas, trata con los visires, recibe embajadores, controla el tesoro dinástico… Auriola o Aurora, según también se la conoce, procura mantener siempre una independencia que quizás aprendería en su niñez cristiana.

Frente a las debilidades del heredero, se erige la poderosa figura de Almanzor, cuyo apetito de poder planean frenar los partidarios de Sub Umm, que viene mantenendo con el gran caudillo unas relaciones equívocas. Las vicisitudes de la conjura constituyen el núcleo del relato. Las tensiones sociopolíticas irán agravándose hasta la explosión insurreccional, que al fin las habilidades de la “jadiya” consiguen resolver, aunque sea a base de importantes cesiones. Casi todos pierden, pero también ganan.

Los Baños del Pozo Azul, un maravilloso hamán cordobés, se convierten en el epicentro de la narración (sin olvidar el Alcázar y Medina Azahara), del que se hacen magníficas descripciones. Pueblan los ambientes palaciegos, donde grandes y pequeñas personas dirimen sus pasiones más o menos relevantes, a menudo con unas buenas copas de vino, otros personajes secundarios, pero tan atractivos como el hermano de Sub, cadí de Badajoz; los jefes eunucos del harén califal; Abda, irritable vascona, una de las mujeres de Almanzor, o el joven poeta Farid. Este facilita al autor alternar los pasajes descriptivos (pocos) y los diálogos dominantes con los textos de casidas, proverbios, aforismos y otros productos de los diwanes andalusíes. La estructuración en breves capítulos (cien) contribuye a la agilidad de la lectura.»

Manuel Pecellín. Una vascona entre califas en Libre con Libros (Enlace al artículo completo)

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

22894321_1464763953618817_2010764460934034265_nJesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino mozárabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, TeresaLa mediadora y En tiempos del papa sirio.

Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy. Además, es académico de número de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, cuya biblioteca dirige. También es patrono de la prestigiosa Fundación Paradigma Córdoba, cuyo fin esencial es recordar los ejemplos positivos de convivencia entre las tres religiones abrahámicas: judía, cristiana y musulmana, que ocurrieron en Alándalus, buscando con ello los principios y fundamentos del ecumenismo y del diálogo.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA

     –Hace en Badajoz tanto calor como en Córdoba. O quizás incluso más… –dijo Yacub, exhalando un suspiro intenso, como un bufido.
     Caminaba al lado de su amigo Farid, inocente y feliz, orgulloso de su túnica de fina seda cerúlea, del sudor con que se le pegaba a la panza, de sus sortijas y sus aretes de oro, de su turbante amarillo, de sus ojos grandes, viscosos y transparentes como ojos de pez. Ambos descendían por una calle en cuesta desde la fortaleza, sonriendo, eufóricos, con las miradas perdidas en la nube de vencejos que vagaban en el cielo color ámbar, sobre las franjas de rojas tejas que festoneaban los tejados; y sin perder de vista, de reojo, a las muchachas que extendían los brazos para tender la ropa en las terrazas. Tan arrobados iban que hasta parecían sonámbulos, soboreando la delicia de todos los olores a esa hora de la tarde, los colores, los sonidos y las imágenes que embellecían la vida entrañable, de sabor antiguo, de aquel Badajoz remoto. Se divertían simplemente con ver a los viejos sentados en las puertas de sus casas, a las mujeres que parloteaban en torno a una fuente, otras que buscaban piojos entre el pelo de los niños desnudos, los últimos rayos de sol en las paredes terrosas, los muchachos que hundían sus dientes en las rajas de sandía y los hombres de rostros severos y cetrinos que retornaban de sus labores, con sus aperos y sus cabras, con sus borricos menudos y negros.
     […]
    Hubo un silencio entre ellos, en el que se miraban para darse tiempo a ordenar sus ideas. Después Abuámir continuó diciendo con calma:
     –¿Qué sabes tú, Subh?¿Y qué sabe tu hijo? Hixem no ha empuñado un arma en su vida y no tiene ni idea de lo que es la guerra. Se fue a África a cazar leones y ya se cree que podrá ir delante del ejército de Córdoba. ¡Qué locura! No sabe que, si falto yo, las fieras aparecerán de repente en torno a él y le devorarán inevitablemente, en un santiamén. Este mundo está lleno de fieras… No, Subb, ni tu hijo ni tú podréis sosteneros en el trono de Azahara ni un solo día cuando yo me haya ido. Porque ¿qué crees que pasará si yo no estoy aquí para defenderos? Yo te lo diré: se alzarán los reinos del Norte y los rumíes vendrán a las fronteras por miles; en África también se levantarán contra vosotros; se dividirá el califato y sobrevendrá la fitna, la fragmentación, la disolución y el caos… ¿Y qué harán los omeyas? ¿Qué crees que queda de los omeyas? ¡Son un atajo de necios presuntuosos y decadentes! ¡Solo quieren el tesoro! ¡Solo les importa el oro del califato!
     La señora escuchó boquiabierta y sobrecogida. En el fondo estaba más sorprendida que encolerizada. Le lanzó una amarga mirada y le replicó:
     –¡Me ofendes! No somos tan inútiles ni tan ingenuos como piensas. Ese fue siempre tu problema, Abuámir, creerte que no somos nada sin ti; que nadie vale nada sin tu ayuda…
   –¡He hablado en serio! –gritó él–. ¡Qué sabréis vosotros!… ¡Esto no es un cuento de princesas y genios encantados! ¡El mundo es terrible!…

 

“El mozárabe”, de Jesús Sánchez Adalid

«Odia el mal, pero compadece a quien lo hace. El odio es el primer paso para que
 no acaben  los problemas del hombre.»

   El mozárabe, publicada en el año 2001, es la segunda novela histórica del autor extremeño Jesús Sánchez Adalid.

   La trama de la historia nos traslada a la Córdoba de los años finales del primer milenio, un periodo de gran prosperidad para la capital de Alándalus, cuya fama llegó a extenderse por todo el mundo conocido. En la ciudad de los califas conviven pacíficamente las diversas comunidades religiosas: cristianos, judíos y musulmanes.

    «Cuando el gran visir se marchó, Abuámir se quedó invadido por una interior agitación. Subió entonces a la torre, pues era el lugar que escogía para encontrarse consigo mismo. La noche empezaba a caer sobre Córdoba y los faroles lucían ya matizando las esquinas y los rincones de las retorcidas calles. Descollaban los palacios, los alminares y los campanarios. ¡Qué maravillosa ciudad!, pensó él. No había otra como ella en el mundo. En ningún sitio como allí se concentraban la sabiduría, la poesía, el lujo y el refinamiento. »

  Es allí también donde trascurren buena parte de las peripecias vitales de los dos protagonistas principales de la historia, Abuámir y Asbag aben-Nabil, un musulmán y un cristiano respectivamente, cuyos destinos acabarán cruzándose.

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   De la mano de Sánchez Adalid, acompañamos a Asbag en su interminable periplo por los confines del continente europeo, y asistimos al vertiginoso ascenso del joven Abuámir, que acabará convirtiéndose en el temible caudillo Almanzor.

   Según su propio autor, El mozárabe no es un historia de buenos y malos. Se trata de la recreación de un momento histórico especialmente convulso: el final del primer milenio del cristianismo en el mundo, y la compleja situación que provoca el choque de distintas culturas, en especial la cristiana y la musulmana.

   Nos encontramos ante una gran novela histórica, bien escrita, fácil de leer y con un final muy bien logrado. La historia se sustenta en un gran trabajo previo de investigación y documentación histórica y refleja muy bien cómo era la forma de vida en la Europa de finales del primer milenio. Una hermosa novela en la que encontramos una decidida apuesta por la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre las diversas culturas y comunidades religiosas que convergen en la trama de la historia.

   Resultan de gran interés las frecuentes referencias que aparecen en la novela en torno al mundo de los libros y de las bibliotecas. El propio Asbag comienza copiando e iluminando manuscritos en un taller de Córdoba, donde aprende la técnicas de encuadernación y reproducción de códices, y la pasión y el amor por los libros nunca le abandonarán a lo largo de toda su vida.

  En la nota histórica que aparece al final de la novela, Sánchez Adalid señala que «la biblioteca que reunió al-Hakam II en su palacio de Córdoba era de una riqueza incomparable. Comprendía nada menos que 400.000 volúmenes, y su catálogo, reducido a una simple enumeración de los títulos de las obras y de la mención de los nombres de sus autores, llenaba cuarenta y cuatro registros de cincuenta hojas cada uno. Un verdadero ejército de buscadores de libros, de corredores y de copistas se movía por cuenta del monarca, prosiguiendo sus investigaciones bibliográficas por toda la extensión del mundo musulmán. En la misma Córdoba, un equipo muy numeroso de escribas, de encuadernadores y de iluminadores trabajaba bajo la vigilancia de un alto dignatario y del propio califa, para enriquecer constantemente esta magnífica librería, que contenía verdaderas maravillas.»

    «Detrás de él crujieron unos cerrojos. Se volvió. Una gran puerta se abría empujada por dos criados y apareció ante sus ojos la inmensa biblioteca de Alhaquen: una impresionante nave cubierta por un elevado artesonado dorado y poblado de estrellas azules, como un firmamento de leyenda. Todo era belleza y color; vidrieras, muebles, solerías decoradas con adornos florales armoniosamente combinados. Las luces de las lámparas y los reflejos de los cristales se perseguían matizándose, jugando con los parteluces de mármol y con las talladas hojas de las puertas y ventanas. Y, llenándolo todo, aquella quietud, hecha del reposo pacífico de innumerables libros que, ordenados en los estantes, exhalaban suaves aromas de papiro, vitela, fino papel y pergamino, entre los delicados humos del incienso, sándalo y ámbar que se quemaban en los rincones, acentuando el sacro y misterioso ambiente de aquel templo de sabiduría.

    Asbag se maravilló. Había pasado gran parte de su vida entre libros. Su abuelo fue librero y su padre también. Después de ordenarse sacerdote, el obispo le confió inmediatamente el taller de copia, convencido de que no había otro hombre en la comunidad cristiana tan preparado para dirigirlo. En sus ratos libres Asbag se dedicaba con amor a la biblioteca de la sede; ordenaba los volúmenes, saneaba los que estaban deteriorados, disponía la adquisición de los que consideraba imprescindibles. Nunca imaginó que el destino le iba a deparar alguna vez la suerte de acceder a un lugar como aquel que ahora contemplaban sus ojos.

    Un chambelán le condujo por el pasillo central, a cuyos lados se alineaban numerosas mesas, en las cuales trabajaban copistas y miniaturistas o leían atentamente los numerosos sabios que trabajaban al servicio del príncipe. Al final había una especie de gabinete, donde se arremolinaba un grupo de aquellos afanosos bibliotecarios. Antes de llegar, el chambelán se detuvo.

   –Aquél, vestido de blanco y que lee en el rincón, es el príncipe –le dijo en voz baja–. Espera aquí a que yo te anuncie.»

   El mozárabe es una de mis novelas históricas preferidas, la obra de Sánchez Adalid con la que más he disfrutado y la que me permitió conocer y valorar, hace ya más de 15 años, al escritor extremeño. Muy recomendable.

«Se ha novelado frecuentemente acerca de la convivencia de las llamadas “tres culturas”, en referencia a la coexistencia de comunidades cristianas, judías y musulmanas en la península Ibérica durante la dominación islámica. […] Algunas de estas novelas han llegado a convertirse en verdaderos clásicos, pero el tema mozárabe es un territorio todavía virgen. […] En medio de todo ello, dos personajes absolutamente diferentes, pero unidos por un cúmulo de circunstancias, emprenden sus historias personales para vivir incontables aventuras.»

Jesús Sánchez Adalid

SINOPSIS

   El mozárabe, convertida ya en un auténtico clásico de nuestra literatura histórica contemporánea, nos descubre una visión diferente de la Europa medieval. Más allá de las tensiones entre la Cristiandad occidental y el Islam, en ella se nos manifiesta el esfuerzo de hombres inteligentes y llenos de cordura, que buscan la verdadera paz y el diálogo en un mundo que se acerca con incertidumbre y temor al año 1000.

    En la sorprendente Córdoba califal, al final del primer milenio, se desenvuelven las vidas de dos hombres muy diferentes, que además representan mundos distintos. Por un lado está el joven e intrépido Abuámir, un musulmán de la pequeña nobleza árabe que se empeña con tesón en llegar a lo más alto. Por otro lado, el culto y prudente Asbag, clérigo mozárabe, es llamado a ser consejero privado del califa. En medio de todo esto, una vía nueva y simbólica empieza a ejercer su llamada entre los cristianos de Alándalus: el Camino de Santiago.

   La aventura emprendida por El mozárabe traspasa las fronteras ibéricas y nos lleva a Roma, Cremona, Fráncfort, Bizancio, Sicilia y la Dinamarca vikinga.

   Con una escritura impecable, rica, sugestiva, bella y directa, Sánchez Adalid nos regala el mágico viaje al pasado que ha hecho que su obra sea hoy imprescindible.

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA

     «En la trama del mundo, la vida del hombre es como un sendero, una gran aventura, que supone un crecimiento hacia lo máximo del ser: una maduración, una unificación, pero al mismo tiempo paradas, crisis y disminuciones». Sintió que, ciertamente, la vida era así, como un camino en pos del sentido último de las cosas; pero en todo caso un camino impredecible, con sus peligros, sus incertidumbres y sus retrasos, en el que el hombre tiene que abrirse paso por sí mismo, tomar decisiones por su cuenta y luchar batallas por su propio brazo. En ese momento se alegró de haber emprendido la peregrinación y de no haberse arredrado cuando se atisbaron los primeros peligros. Sí, la vida no es algo fácil, pensó; y el riesgo de la vida es el ejercicio de la Divina Providencia, frente a la incógnita del futuro incierto e indeterminado. Pero lo que cuenta al fin de la vida es el acto humano, la entrega personal, la libre elección. Nunca se había sentido más él mismo que en aquel momento, erguido y sereno en medio de la vida, midiendo el horizonte con la mirada, examinado cada vereda y escudriñando el paisaje, sintiendo en los ojos el reto de los colores y en el rostro la llamada de los vientos. 
                     […]
    –Sí. Vuestra peregrinación ha sido demasiado larga. Salisteis de vuestra ciudad para visitar la tumba de Santiago y Dios os ha llevado por el mundo, como a su pueblo por el desierto en un largo vagar. ¿Os pesa haber sufrido ese itinerario?
   –No, en absoluto –respondió el mozárabe con rotundidad–. Gracias a mi aventura he comprendido que la vida es camino, que somos peregrinos y extranjeros, no vagabundos sin una meta; y que nos falta aún la plenitud suprema del bien y la gloria que es el final de nuestro viaje. Aunque dentro de poco llegue por fin a Córdoba, sé que mi viaje no habrá terminado si Dios no lo quiere así.
   –Efectivamente –asintió Mayólo–. Nuestra verdadera vida permanece oculta en Dios; sólo se nos revelará en el futuro, cuando llegue ese día esperado. Así pues, sólo la parasía traerá nuestra redención completa, el cumplimiento definitivo de las promesas de Dios. Y las metas de este mundo, por muy grandes y felices que sean, se quedan pálidas ante el esplendor de la gloria futura. Mientras caminamos en la vida seguimos expuestos a toda clase de sufrimientos, fatigas y luchas; tenemos que combatir constantemente para no sucumbir al desaliento, puesto que llevamos un tesoro precioso en vasijas de barro. Hay que seguir caminando…
    –¡Ay! –suspiró Asbag–. ¡Cuándo llegará esa meta final! A veces, está uno tan cansado… 
               […]
     Anakefalaiosis –sentenció Asbag–; ésa es la palabra: recapitulación, según la antigua sabiduría de Ireneo.
   –¡Oh, Ireneo de Lyon, claro! –exclamó Gerberto–. Según él, sólo al final desvelará Dios el sentido de la Historia. Ahora todo es confuso, enrevesado; caminamos entre luces y sombras… Avanzamos sin saber lo que hay delante, amenazados por peligros, dificultades, temores, dudas… Pero hay un plan trazado desde antiguo, que se completará en el último día…
    –Sólo entonces será comprendido el camino andado –añadió el mozárabe.
   –¿Crees que ese día está cerca? –le preguntó Gerberto, incorporándose en el sillón y fijando en él unos abiertos ojos llenos de inquietud.
   –¿Por qué me lo preguntas a mí?
  –No sé… Un hombre que ha visto el mundo debe de tener una intuición especial para adivinar los signos de algo tan trascendental…
   –¿Lo dices porque se acerca el año 1000? –preguntó Asbag con serenidad.
  –Bueno, por eso y por las convulsiones que sufre este mundo: violencias, desastres, pestes, guerras… Y, lo peor de todo, clérigos corruptos, falsarios, simoníacos, fornicadores… ¿No son signos de que la Bestia anda suelta?
  –¿Signos? –replicó Asbag–. ¡Esas son las miserias del ser humano! ¿No has leído las Sagradas Escrituras? En todo tiempo hubo pecados.
   –¿Y las estrellas? –repuso Gerberto–. Los astrólogos dicen que los signos hablan de un final.
   –¡Bah! Nosotros no debemos creer en tales cosas. Nada hay escrito. ¿No recuerdas lo que dijo el Señor? «Nadie sabe el día ni la hora…»
   –Entonces –dijo Gerberto aflojando su actitud–, ¿crees que llegado el fin del milenio todo seguirá igual?
   –¡Oh, no! Nada será igual; nada de lo venidero será igual a lo de ahora o a lo de antes; pero el mundo no tiene por qué terminar. Nadie debe pensar eso, y menos nosotros, que pretendemos seguir la verdad revelada. Hemos de pensar que el mundo avanza hacia el encuentro con el Padre Eterno. La vida de cada uno ya es un mundo completo; en el caminar hacia una visión fascinante, arrebatadora, conmovedora, que todos hemos de vivir. Tras un gran dolor o una larga enfermedad, tras un gran temor o un peligro superado, cuando un amor o una amistad termina, cuando perdemos a un ser querido, ¿quién no ha sentido, el menos una vez en la vida, esa sensación de que todo se hundía y se acababa? ¿Quién no se ha visto sucumbir alguna vez? Pero después, también, el escalofrío de la aurora, esa sensación de amanecer, de que algo nuevo empieza y el mundo, a fin de cuentas, sigue… Y de que ese momento es como nacer otra vez…
   Gerberto escuchaba atentamente, conmovido, vibrando ante estas palabras, asintiendo con un sereno movimiento de la cabeza.
   –Veo que tu vagar por el mundo te ha hecho un hombre muy sabio –dijo–. ¿Qué harás ahora? ¡Quédate aquí, en Roma! Se necesitan obispos como tú.

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

22894321_1464763953618817_2010764460934034265_nJesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino mozárabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, Teresa  y La mediadora.

Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy. Además, es académico de número de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, cuya biblioteca dirige. También es patrono de la prestigiosa Fundación Paradigma Córdoba, cuyo fin esencial es recordar los ejemplos positivos de convivencia entre las tres religiones abrahámicas: judía, cristiana y musulmana, que ocurrieron en Alándalus, buscando con ello los principios y fundamentos del ecumenismo y del diálogo.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

 

“En tiempos del papa sirio”, de Jesús Sánchez Adalid

«Por eso afirma el profeta que ha sido voluntad de Dios que los cristianos sean entregados una se-
gunda vez a los ismaelitas, por su inconsistencia,  por su falta de fe y por sus pecados.  Brotará de 
repente un segundo califato.»

Jesús Sánchez Adalid vuelve a la senda de la novela histórica con En tiempos del papa sirio, una apasionante historia que se adentra en unos hechos ocurridos en el siglo VIII en la Siria cristiana y que nos permitirán entender lo que está sucediendo actualmente en esa región del mundo.

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La novela surgió, como explica su autor en una reciente entrevista, de una casualidad. El pasado año, con motivo de la presentación de su novela Y de repente, Teresa en Roma, tuvo conocimiento de un documento existente en la Biblioteca Vaticana que hablaba de la presencia del último arzobispo visigótico de Toledo, Sinderedo, en Roma a principios del siglo VIII, tras la invasión de los musulmanes de la Península Ibérica. Dicho arzobispo llegó a Roma, huyendo de los árabes, a través del Mediterráneo, siendo acogido por el Papa Constantino, un papa de origen sirio que había llegado de niño a Roma, a través de la isla de Lesbos, tras la proclamación del primer Califato.

Los romanos no querían recibir a los refugiados hispanos. Muchos de ellos los despreciaban por considerarlos corruptos, cobardes y culpables de su propia tribulación. Sin embargo, el papa sí se compadeció de ellos y les prestó el debido auxilio.

   El buen papa se acordaba de Siria, nuestra tierra, y a buen seguro había estado rememorando nuestra propia tribulación y la equiparaba a lo que estaban sufriendo los cristianos godos. Tal vez por eso me dijo luego:

   –Nadie mejor que nosotros podrá comprender a esa pobre y desdichada gente. Nosotros los sirios ya tuvimos que pasar por ello. Para una cultura antigua y cristiana resulta muy doloroso ver que todo se desmorona, que se hunden los fundamentos y los cimientos que con tanto esfuerzo y sacrificio pusieron nuestros antepasados. Igual que un día nosotros tuvimos que salir de nuestra tierra, ellos ahora se han visto obligados a dejarlo y huir. Lo mismo que nos tocó vivir les toca a ellos. Aunque yo era un muchacho imberbe, recuerdo muy bien el pánico de los nuestros y la terrible decisión de abandonar Siria. Tuvimos que salir con lo puesto, aprisa y sin titubear. Luego estaba el mar en la negrura de la noche, las olas, el frío… y, finalmente, una desierta y extraña playa de Grecia. Lo poco que llevábamos de valor nos lo arrebataron gentes sin compasión… Casi desnudo llegué a Italia…

La novela tiene el esquema del viaje iniciático. Su protagonista, Efrén, es un joven sirio de noble origen que vive en Damasco, en el barrio de Bab Tuma, el barrio cristiano más antiguo del mundo y en el que vivieron san Pablo y santo Tomás. Allí crece, durante el primer califato Omeya, siendo testigo de las continuas humillaciones y atropellos que sufren sus gentes a manos de los muslimes por mantenerse fieles a su fe. Efrén tiene que emprender un viaje hacia un santuario en Ouadi Qadisha, el llamado Valle Santo, donde crecen los cedros de Dios. En este lugar viven unos anacoretas monjes que custodian una antigua profecía. La novela nos permite viajar hacia esa profecía, conocida como Apocalipsis del Pseudo-Metodio –llamada así por el nombre de un obispo siriaco que vivió en el siglo VII– que habla de dos dominaciones islámicas: una, la que se iba a producir en los momentos previos a la conquista de la península Ibérica por los musulmanes, con la expansión del Islam, y una segunda dominación que se produciría cercana al fin de los tiempos.

    Y después de la caída del imperio de los persas, los hijos de Ismael se alzan contra el Imperio romano y cristiano. El nuevo y definitivo enemigo es pues el reino de los llamados hijos de Agar, los que la Sagrada Escritura nombra como «el poder del sur». En este periodo los árabes oprimirán en todo lo posible el mundo sometido a ellos. Pero aquel a quien Metodio llama «rey de los griegos y los romanos», es decir, el rey cristiano, los vencerá, e impondrá por la fuerza la paz en el mundo.

    Pero Metodio avisa que, a pesar de esta victoria, no obstante la paz, la seguridad y la prosperidad, los cristianos comenzarán a ser laxos en su fe de nuevo […]

   Por eso afirma el profeta que ha sido voluntad de Dios que los cristianos sean entregados una segunda vez a los ismaelitas, por su inconsistencia, por su falta de fe y por sus pecados. Brotará de repente un segundo califato. Vendrán pues persecuciones, bajo las cuales se pondrá de manifiesto quiénes han permanecido más fieles. Habrá terrores, muertes, crueldades y pánico entre las gentes que creían ya estar seguras […]

           Ese será el tiempo final.

Esta serie de coincidencias han dado pie para que Sánchez Adalid haya podido escribir esta novela histórica, un gran relato que puede servir muy adecuadamente para explicar al mundo los orígenes más remotos de lo que hoy está sucediendo en Siria. No olvidemos, como señala el escritor extremeño, que en tierras sirias comenzó el cristianismo y que desde allí San Pablo lo propagó por todo el Mediterráneo hasta España. Además, de Damasco, la capital de Siria, salió el ejército que en 711 conquistó la península Ibérica, y ahora el Estado Islámico o Daesh se autodenomina califato para volver a los orígenes del Islam.

La novela, que se apoya en un gran trabajo de documentación e investigación histórica, resulta muy entretenida y de fácil lectura. Muy recomendable.

SINOPSIS

 ¿Cuál es el origen de lo que está sucediendo ahora en Siria?

Una novela reveladora y necesaria.

«Mi nombre es Efrén, sirio, nacido en el barrio cristiano de Damasco, el quinto año del califa Abd al-Malik…»

Así empieza la extraordinaria historia de un joven educado en la Siria cristiana, en el primer califato Omeya. A las puertas de su edad adulta, Efrén se hará consciente de la pérdida de identidad de una antigua cultura oprimida. Sintiéndose llamado a hacer algo, emprenderá un viaje que le llevará hasta un fascinante santuario poblado por anacoretas en el Valle Santo (Ouadi Qadisha), donde se custodia una profecía que parece estar empezando cumplirse. Tras su conocimiento, Efrén será enviado a afrontar un gran riesgo…

 En tiempos del papa sirio nos descubrirá muchos misterios sobre el período de máxima expansión del Islam, en el siglo VIII. Una vez más, Jesús Sánchez Adalid pone en juego sus conocimientos tanto de la Historia como de las pasiones humanas para transmitir a sus lectores hechos sorprendentes e indispensables para comprender todo lo que hoy está sucediendo en el mundo, a pesar de haber transcurrido trece siglos. Por eso decidió profundizar en la tradición del cristianismo de Siria, el más antiguo de la Historia. La existencia de documentos reveladores y muy poco difundidos del primer califato, como la profecía conocida como Apocalipsis del Pseudo-Metodio, pueden aportar indicios e interpretaciones muy útiles para descifrar las claves del temido islamismo radical que cree en la actualidad.

«Lo que está ocurriendo en el mundo tiene una explicación que todos debemos conocer.»

Jesús Sánchez Adalid

FRAGMENTOS DE LA NOVELA

    «Entonces, el venerable y enigmático papa Constantinus avanzó de nuevo hacia los hispanos, ahora solo, lento, solemne. Se detuvo a unos pasos de ellos y, alzando la voz, preguntó:
    —¿Quién de vosotros es el metropolitano de Toletum?
  Pasado un instante, se adelantó un clérigo alto, que se apoyaba en un báculo episcopal de puro bronce labrado. Se arrodilló y respondió:
   —Padre santo de Roma, y hermano mío, yo soy el metropolitano de Toletum. Mi nombre es Sinderedo.
    Seguidamente, alguien gritó desde una torre:
    —Perfide! (¡traidor!)
    Y otras voces secundaron:
   —Merdose! (¡mierdoso!). Cacate! (¡cagado!). Cacator! (¡cagón!). Sordes! (¡basura!). Spado! (¡capón!)…
   Y se formó un gran revuelo con abucheos, pitas y demás. Á resultas de lo cual, el papa alzó los brazos y los agitó, a la vez que lanzaba hacia los vocingleros una mirada cargada de reproche. Y cuando hubo logrado que se hiciera el silencio, se cubrió el rostro en señal de aflicción; y luego, con los ojos inundados en lágrimas, avanzó hacia el obispo hispano Sinderedo, se echó afectuosamente sobre él, lo abrazó con ternura, cual padre misericordioso, y lo cubrió de besos, en la frente, en la cara y donde quiera que caían sus labios.
    La multitud que contemplaba la escena quedó desconcertada. No comprendían que el papa fuera tan comprensivo con unos hombres a quienes la cristiandad romana consideraba cobardes, degenerados y necios, por haber dejado caer su patria tan fácilmente en poder de la estúpida herejía mahomética. Pero el venerable Constantinus tenía motivos muy íntimos, imbatibles razones, para tener misericordia y apiadarse de aquellos cristianos exiliados. Motivos y razones que yo sí conocía. Porque el buen papa era de origen sirio, como yo. Y el corazón de los que un día tuvimos que abandonar Siria, hace tiempo que fue traspasado por desgarradores presagios que empezaban ahora a cumplirse…»

 

[…]

Reportaje sobre Ouadi Qadisha

   «Después de tres fatigosas jornadas de camino por intrincados vericuetos, por fin alcanzamos la cima desde la que se divisa, hacia oriente, como un paredón terrible, el monte Makemel, que domina Ouadi Qadisha. Quedé admirado contemplando la grandeza verde, oscura, del bosque sagrado, donde crecen los eternos árboles de Dios, aquellos cedros del Líbano que ensalzan los salmos. Colgadas del precipicio, brillaban las tres cúpulas del santuario, edificado entre enormes roquedales, rodeado por otras pequeñas construcciones, como ermitas menores apiñadas en torno. El conjunto, humilde, austero, tiene su origen en aquellos lejanos tiempos en que los eremitas eran llevados por el Espíritu a los montes más olvidados, cuando todavía los emperadores romanos permanecían obstinados en el paganismo, obedeciendo al demonio,   afligiendo a los cristianos con persecuciones y martirios.
     Descendimos hacia el valle por pedregosas pendientes, sobrecogidos por el silencio, hasta adentrarnos por el angosto desfiladero al que se asoman infinidad de terrazas cultivadas por los monjes. Era un hermoso santuario, como así debieron de desearlo siempre sus fundadores, que buscaron en aquel arrinconado y fragoso desierto el retiro del mundo. Y todo allí parecía llamar a ese peculiar destino: la quietud, las recónditas cuevas abiertas entre la maleza, los aromas a acera quemada e incienso…»

 

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

vivirextremadura.es Jesús Sánchez Adalid

                                                  vivirextremadura.es

Jesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino mozárabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, Teresa  y La mediadora.

Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

 

“La tierra sin mal”, de Jesús Sánchez Adalid.

«El más deslumbrante de los espacios que el hombre puede soñar. El sitio de la eterna juventud; donde no se muere y reina la abundancia.»

La tierra sin mal, publicada en el año 2003, es la cuarta novela del escritor extremeño Jesús Sánchez Adalid.

La trama se desarrolla en los comienzos del siglo XVII, una de los épocas más controvertidas de la historia de España, considerada como el período de la decadencia. Sánchez Adalid construye un fiel retrato de la sociedad española en los tiempos de Felipe III, del fascinante mundo de los viajes a las Indias, de la forma de vida en las colonias, y de las reducciones jesuíticas en el Paraguay.

Los protagonistas de la novela son dos personajes extremeños con intereses muy distintos: Tomás Llera, un hidalgo de Zafra, que parte a las Indias en busca de fortuna; y Enrique Madrigal, un jesuita de Trujillo, que viaja hasta las misiones jesuíticas guaraníes, movido por su vocación misionera, para tratar de proteger a los indios de los abusos cometidos por los conquistadores.

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 «Las Indias estaban ahí, en la mente de Enrique, como en la de los viejos aventureros que habían sido elocuentes pregoneros de sus gloriosas épicas. Pero para el joven jesuita esa misteriosa atracción que ejercía la Nueva España no era el encandilamiento del oro, ni la pasión por hacerse un nombre que pasara a las crónicas de Indias; sino la extraña llamada a solventar los desmanes de las décadas precedentes en una diferente empresa, más evangelizadora y civilizadora.»

Nos encontramos ante una novela histórica, muy bien escrita, entretenida y fácil de leer. Una novela que se apoya en un gran trabajo previo de investigación y documentación histórica. Una hermosa novela, que rinde homenaje a la labor de aquellos abnegados religiosos misioneros que, como el jesuita Enrique Madrigal, se entregaron incondicionalmente a la defensa de los indios.

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   «–Bueno, padre, hemos llegado. Ahí tiene Loreto –dijo el sargento.
   Enrique descabalgó y contempló emocionado la misión desde un altozano. Loreto estaba ubicada en un magnífico lugar de la ribera del río Paranapané, cerca de donde éste confluía con el Pirapó, de menos caudal. Ambos ríos eran muy ricos en pescados. En sus orillas tenían los indios sus sementeras, muy frondosas por la tierra fértil, dejando la isla que se formaba entre los dos caudales para el ganado que pastaba libremente, muy tranquilo y orondo.
    Reinaba una calma especial a esa hora. La iglesia, de aspecto robusto, se alzaba al final de una plaza por donde transitaba la gente: niños, labradores a lomos de pequeños asnos, mujeres de paso sosegado hacia la iglesia, algún perro… Las construcciones que rodeaban la plaza principal tenían soportales sujetos por estructuras de madera muy bien dispuestas. Las casas se alineaban en un clásico plano en damero, con calles rectas que se cruzaban y un orden preciso que casi daba la sensación de pertenecer a un campamento militar. El conjunto era agradable a la vista, con sus árboles en las traseras, cuadras con cerdos, aves de corral subiéndose a los palos de los gallineros para dormir y, delante de las casas, un ir y venir de indios, vestidos de manera semejante, con aperos de labranza en las manos o descansando ya sentados junto a las puertas, conversando amigablemente.»

SINOPSIS

La tierra sin mal narra las aventuras de dos hombres totalmente opuestos: Tomás Llera, un hidalgo extremeño que parte a las Indias en busca de fortuna, y Enrique Madrigal, un misionero utópico que viaja para participar en las reducciones jesuíticas de Paraguay. Es la historia de dos ilusiones enfrentadas, de dos ambiciones distintas: Llera sintetiza el afán desmedido de riquezas y poder en unas Indias muy prometedoras; Enrique confía en un mundo futuro armónico donde los hombres vivan felices, ajenos al egoísmo y el mal.

Desde la Sevilla de los marineros y los truhanes, de las cofradías de Semana Santa y las imágenes del Barroco, pasando por el Madrid de los Austrias, la Salamanca universitaria, la Castilla eterna y sobria, y los concurridos puertos canarios, el itinerario de ambos protagonistas se adentra en el Atlántico de los grandes viajes de ultramar, con escalas en Bahía, Río de Janeiro y Sâo Paulo hasta alcanzar el Paraguay selvático. Allí, la historia discurre por los agrestes parajes del Guairá, la ciudad colonial de Asunción y las misiones jesuíticas en las que los indios guaraníes buscan refugio de los bandeirantes, traficantes de esclavos portugueses que no desean perder su poder.

Jesús Sánchez Adalid transmite con maestría esa tensión constante de intereses y fuerzas que augura un desenlace fatal. Sin embargo, a lo largo de toda la novela subyace el sueño esperanzado de un mundo mejor expresado en el Yvimaranéÿ, la Tierra sin Mal, mito ancestral de los guaraníes que habla de una nueva y pacífica tierra en la que los hombres alcanzarán por fin sus anhelos.

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

img-9842Jesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. El escritor de novelas históricas, ha afirmado Sánchez Adalid, «debe realizar siempre un gran trabajo previo que servirá de marco honesto y real a su obra, a la vez que le facilitará la inspiración.»

En la justificación final de su novela, Félix de Lusitania, ha expresado que «los escritores que hemos optado por la novela histórica no pretendemos hacer Historia; sólo nos mueve un afán literario, pero son la Historia, la Arqueología y las Humanidades en general, nuestra fuente de inspiración. En mi caso desearía, eso sí, servir humildemente al lector para facilitarle un “viaje al pasado” en esta “máquina del tiempo” de tan fácil manejo que es el libro».

Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

El autor extremeño ha afirmado en alguna ocasión que no escribe para escritores ni para críticos. Escribe para que se le lea, por eso procura que sus relatos sean entretenidos. «Escribo lo que a mí me gustaría leer y creo que por eso conecto con muchos lectores. En el fondo no somos tan distintos».

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino morázabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, Teresa y La mediadora, una novela que ha sido la ganadora del Premio Abogados de novela 2015 y en la que Jesús Sánchez Adalid aborda un tema de actualidad. Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

MÁS FRAGMENTOS DE LA NOVELA 

   «El palacio de los duques de Feria era una sólida fortificación adosada a la muralla de Zafra. A pesar del aspecto exterior, con robustas torres y austeros muros, que le daba el aire de un impenetrable alcázar, el interior de la imponente mole de piedras era un refinadísimo edificio que se disponía alrededor de un elegante patio revestido con mármoles, en cuyo centro resplandecía una hermosa fuente esculpida también en mármol que borboteaba resonando alegre en las galerías. El resto de la residencia estaba dispuesto en terrazas, a las que se accedía por un intrincado sistema de corredores abovedados.»

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                                          Palacio de los duques de Feria

[…]

  «–Es la creencia en la Tierra sin Mal la más hermosa esperanza de estas criaturas –refirió el padre González– . Desde sus más lejanos ancestros, creen ellos que los hombres podrán llegar un día a un lugar, una especie de paraíso; el más deslumbrante de los espacios que el hombre puede soñar. Es ése el sitio de la eterna juventud; donde no se muere y reina la abundancia. El maíz crece sin ser cultivado, las flechas cazan solas y el hombre es liberado allí de la obligación del trabajo.
   –¿Es pues el cielo? –preguntó Enrique–. ¿La gloria de la que hablan las escrituras?
   –No exactamente –respondió el padre González–. Es para el guaraní un lugar concreto, real, que se ubica hacia el este, en la dirección de donde viene el sol, la luz. Por eso la búsqueda de la Tierra sin Mal es para ellos lo principal. Estos indios, antes de la conquista, vagaban por las selvas en un éxodo constante, subyugados por la convicción de encontrar un día sus idílico paraíso. Este afán los hacía recorrer incansablemente la tierra en busca del bien absoluto y les llevaba a seguir ciegamente a quienquiera que invocase conocer a Dios.»

“El alma de la ciudad”, de Jesús Sánchez Adalid

Un homenaje a Plasencia, la antigua Ambrosía

Con la novela El alma de la ciudad, el escritor extremeño Jesús Sánchez Adalid ganó en 2007 el premio Fernando Lara de Novela. Estamos ante una novela histórica ambientada en la Edad Media que, según su propio autor, «recrea la Ávila del siglo XII y la repoblación de la Trastierra, en una época en la que Alfonso VIII se embarca en la aventura de una nueva reconquista y se funda la ciudad de Ambrosía, la actual Plasencia».

Blasco Jiménez, el protagonista de la novela, mientras realiza en penitencia el Camino de Santiago, cuenta a su compañeros de peregrinación los pormenores de una vida marcada por sus continuos yerros.

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    «Cuatro caminantes avanzan a buen paso, en dirección al norte. Eran cuatro peregrinos camino del santo templo del Apóstol Santiago, allá en Compostela. Se conocían bien entre ellos, después de muchas jornadas de calzada. El primero era un fraile de poco más de treinta años que vestía pobre hábito marrón y caminaba descalzo. El segundo, un caminante grueso de Ciudad Rodrigo que iba en acción de gracias por la sanación de su hija. El tercero, un joven caballero perteneciente a la Orden de Santiago, del convento de Alconétar, que hacía penitencia antes de formular sus votos. Por último, era el cuarto un veterano e inicuo clérigo arrepentido que purgaba sus muchos pecados peregrinando desde las lejanas tierras del sur.

[…]

   Ahora, después de largas leguas de fatigas compartidas, eran ya como hermanos. Cada uno había contado a los demás lo que le parecía bien dar a conocer de su vida. Los peregrinos suelen desahogarse abriendo sus almas a los compañeros que Dios les pone en la calzada; es alivio, catarsis, confesión y manifestación de esperanza.»

Blasco Jiménez, de origen muy humilde, fue tutelado por el obispo don Bricio y asistió a la fundación de la ciudad de Ambrosía, la actual Plasencia, de la que llegó a ser arcediano.

Con el El alma de la ciudad, Sanchez Adalid rinde homenaje a la ciudad de Plasencia, la otra protagonista de la novela, y en la que transcurre buena parte de la misma.

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                                     Mapa de Plasencia medieval

«Don Alfonso VIII le otorgó a Ambrosía privilegio fundacional, jurisdicción y escudo. El blasón de las armas de la ciudad quedó compuesto con una fortaleza flanqueada por un pino y un castaño, con sus raíces descubiertas, como símbolo de lealtad, fidelidad, perseverancia y fertilidad. Una guirnalda ornaba el emblema con la leyenda Placeat Deo et hominibus, es decir, Para que agrade a Dios y a los hombres. De esta manera, pasaba a llamarse definitivamente Placencia.»

La novela se complementa con una extensa nota histórica para justificar el gran trabajo de investigación que hay de fondo y, que según el propio Sánchez Adalid, «es un mero capricho, y una delicadeza del autor para quienes quieran profundizar más en el contexto de la época en que se desenvuelve la novela.»

Nos encontramos ante una novela histórica, muy bien escrita, entretenida, y fácil de leer. La historia está apoyada en un gran trabajo previo de documentación histórica que trata de reflejar cómo era la vida en los siglos XII y XIII coincidiendo con el nacimiento de las ciudades. En este sentido, su autor expresa lo siguiente: «El trabajo documental previo ha sido intenso, pero no porque buscara contar la historia que transcurre entre los siglos XII y XIII, ni por mero afán de erudición. El armazón histórico es aquí un elemento que da seriedad al conjunto; es decir, hay un respeto profundo por la historia como disciplina… Aquí el período histórico elegido no es caprichoso y es sólo el medio, el pretexto, para contar una historia humana, el relato de las vidas de hombres y mujeres que el lector debe sentir existentes. Es fundamental que perciba a estos personajes, a don Bricio, Blasco Jiménez, Eudoxia, Leonila, Hermesindo, Abasud al-Waquil, etc., como seres reales a los que que ha de recordar como si de auténticos conocidos se tratase, a pesar de haber vivido en una época lejana.

Para lograr este propósito, resulta muy útil lo que yo llamo “el tratado de vida cotidiana”, es decir, la investigación de las formas de vida, las relaciones, el pensamiento, el vestido, los transportes, los viajes, las costumbres, la comida, la bebida…, todo lo que conforma el vivir diario de hombres y mujeres pertenecientes a una realidad concreta. He querido contar cómo se vivía en aquellas ciudades; cómo era la guerra y qué sucedía durante la paz; los movimientos de los ejércitos y los desplazamientos de las personas, mercaderes, aventureros, peregrinos…; las grandes y solemnes celebraciones litúrgicas, las creencias, los conocimientos, la sabiduría; y también los temores, las supercherías, las dudas y los misterios.»

SINOPSIS

En plena Edad Media, la Reconquista avanza, a pesar de la fuerza del imperio Almohade. El rey Alfonso VIII funda, en un paraje idílico de los amplios territorios de la Trasierra, la populosa ciudad de Ambrosía (nombre griego que sonaba a pagano en la Edad Media y que se transformó en Plasencia, que significa lugar placentero para vivir). El joven Blasco Jiménez, la mano derecha del prelado, conoce a una bellísima mujer, que le iniciará en el amor y en los misterios de la Kabalah. Dos realidades entran para él en pugna: la fidelidad al espíritu de la ciudad recién fundada y su propia libertad. Después de su paso por la Escuela de Toledo, Blasco terminará siendo partícipe de un misterioso secreto en Coria, donde se guarda algo que le hará descubrir, casi por casualidad, la luminosa explicación a los apasionantes sucesos de su vida.

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

img-9842Jesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. El escritor de novelas históricas, ha afirmado Sánchez Adalid, «debe realizar siempre un gran trabajo previo que servirá de marco honesto y real a su obra, a la vez que le facilitará la inspiración.»

En la justificación final de su novela, Félix de Lusitania, ha expresado que «los escritores que hemos optado por la novela histórica no pretendemos hacer Historia; sólo nos mueve un afán literario, pero son la Historia, la Arqueología y las Humanidades en general, nuestra fuente de inspiración. En mi caso desearía, eso sí, servir humildemente al lector para facilitarle un “viaje al pasado” en esta “máquina del tiempo” de tan fácil manejo que es el libro».

Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

El autor extremeño ha afirmado en alguna ocasión que no escribe para escritores ni para críticos. Escribe para que se le lea, por eso procura que sus relatos sean entretenidos. «Escribo lo que a mí me gustaría leer y creo que por eso conecto con muchos lectores. En el fondo no somos tan distintos».

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino morázabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, Teresa y La mediadora, una novela que ha sido la ganadora del Premio Abogados de novela 2015 y en la que Jesús Sánchez Adalid aborda un tema de actualidad. Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA

   «Comoquiera que la tregua pactada con el moro seguía vigente, la paz reinante permitió que se acometieran ilusionadamente los propósitos del obispo. Don Alfonso VIII le otorgó a Ambrosía privilegio fundacional, jurisdicción y escudo. El blasón de las armas de la ciudad quedó compuesto con una fortaleza flanqueada por un pino y un castaño, con sus raíces descubiertas, como símbolo de lealtad, fidelidad, perseverancia y fertilidad. Una guirnalda ornaba el emblema con la leyenda Placeat Deo et hominibus, es decir, Para que agrade a Dios y a los hombres. De esta manera, pasaba a llamarse definitivamente Placencia. Aunque, como ya dije, para don Bricio nunca dejó de llamarse Ambrosía, por la riqueza de significados que le evocaba la palabra de origen griego.» 
[…]
    «–Tu mal es el amor a los goces de este mundo. No eres capaz de vencer el hambre insaciable de placer que anida dentro de ti. Pues no has llegado aún a comprender que en la vida somos peregrinos, que andamos de paso y que hay que aprender a renunciar a cosas que nos atan, interrumpen nuestro camino y nos desvían hacia el lugar erróneo. Los infinitos rodeos del corazón humano son siempre consecuencia de un amor equivocado: el amor al dinero, a la gloria, al poder en sus innumerables formas, a las comodidades y a uno mismo. Cuando esto genera en desorden, se olvida el camino que conduce a la verdadera ciudad de Dios.»

“El cautivo”, de Jesús Sánchez Adalid

   «Vida, aventura y desventura del noble caballero don Luis María Monroy de Villalobos, tambor mayor que era de los tercios de su majestad, y fue hecho cautivo por el moro en la triste jornada de los Gelves de Túnez»

El cautivo, publicada en 2004, es la quinta novela histórica del escritor extremeño Jesús Sánchez Adalid.

La acción de la novela se desarrolla entre el año 1540 y el 1560, uno de los periodos más interesantes del siglo XVI, a caballo entre los reinados de Carlos V y Felipe II. Según el propio autor, quizás la época más idealista de España y que nos identifica mucho a los españoles.

 El protagonista de la historia es Luis María Monroy Villalobos, un joven valeroso y de gran sensibilidad perteneciente a la baja nobleza extremeña del siglo XVI que, tras formarse en Belvís, Oropesa, Jarandilla de la Vera y Cáceres, se embarca en la armada de Felipe II con el tercio más prestigioso del emperador, el de don Álvaro de Sande, siendo hecho cautivo por el moro tras el desastre de los Gelves en Túnez.

9788466648363Sánchez Adalid ha insertado con maestría al personaje principal de la novela en la peculiar forma de vida de la época. Como señala en la Justificación de la novela: «Ante los ojos de Luis María Monroy se despliega un mundo lleno de curiosos matices y sentimientos; las esperanzas de una sociedad que se debate entre la gloria y la decadencia, la permanencia y la evolución, el apasionamiento y el desaliento, el apego a la vida y la misma muerte… Es en suma el estado crítico del mundo medieval que sucumbe y el renacer de una nueva realidad que aquella España no terminaba de aceptar».

Como ocurre con otras de sus novelas, Sánchez Adalid vuelve a mirar a su tierra, Extremadura, en busca de inspiración. En Extremadura sitúa parte de la trama de la novela y extremeño, de Jerez de los Caballeros, es Luis María Monroy, protagonista de la misma.

    «Cuando llegamos a las puertas de Zafra, me embargó una gran emoción, al sentir muy próxima mi ciudad de origen. Pero no podía apartarme del itinerario para ir a visitar a mi familia, porque supondría demorar unas jornadas el viaje. Así que me conformé con aspirar los aires de mi tierra, para llevarme prendido el recuerdo en el alma, por si pasaba mucho tiempo sin que pudiera regresar».

Nos encontramos ante una novela bien escrita, entretenida y fácil de leer. Sustentada en un gran trabajo previo de documentación histórica y que nos ofrece un retrato fiel de ese periodo tan interesante de la historia de España.

Después de El cautivo, su autor ha escrito dos novelas más protagonizadas por Luis María Monroy: La sublime puerta y El caballero de Alcántara que pueden leerse por separado o como una trilogía.

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Don Álvaro de Sande, cronista del desastre de los Gelves. Artículo de Miguel Muñoz de San Pedro en la Revista de Estudios ExtremeñosRecoge la carta en la que le explica al rey Felipe II el tristemente célebre desastre de los Gelves. Presenta interpolaciones en el propio texto, recogiendo los juicios del Duque de Medinaceli, jefe de aquella empresa.

SINOPSIS

En el siglo XVI, el joven noble Luis María Monroy de Villalobos debe servir como paje en el castillo de Belvís a fin de hacerse caballero a la antigua usanza. Las circunstancias lo llevan a ponerse al servicio de Carlos V, lo que le brinda la oportunidad de integrarse en el tercio más prestigioso del emperador, el de don Álvaro de Sande, en Milán. Desde allí se embarca, con la armada de Felipe II, en una de las empresas guerreras más absurdas y catastróficas de la historia, el llamado “desastre de los Gelves”.

El autor de El mozárabe se sirve de la apasionante vida de Monroy para retratar una época que va de un extremo a otro: del lirismo, la música, el amor cortés y unas novelas de caballerías prohibidas por la Inquisición, a las heridas abiertas por la Reconquista, la guerra, el cautiverio y la muerte.

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

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Jesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. El escritor de novelas históricas, ha afirmado Sánchez Adalid, «debe realizar siempre un gran trabajo previo que servirá de marco honesto y real a su obra, a la vez que le facilitará la inspiración.»

En la justificación final de su novela, Félix de Lusitania, ha expresado que «los escritores que hemos optado por la novela histórica no pretendemos hacer Historia; sólo nos mueve un afán literario, pero son la Historia, la Arqueología y las Humanidades en general, nuestra fuente de inspiración. En mi caso desearía, eso sí, servir humildemente al lector para facilitarle un “viaje al pasado” en esta “máquina del tiempo” de tan fácil manejo que es el libro».

Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

El autor extremeño ha afirmado en alguna ocasión que no escribe para escritores ni para críticos. Escribe para que se le lea, por eso procura que sus relatos sean entretenidos. «Escribo lo que a mí me gustaría leer y creo que por eso conecto con muchos lectores. En el fondo no somos tan distintos».

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino morázabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, Teresay La mediadora, una novela que ha sido la ganadora del Premio Abogados de novela 2015 y en la que Jesús Sánchez Adalid aborda un tema de actualidad.  Es también autor de Tras los pasos del abate viajero,una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA

    «Cerca de cinco mil de los nuestros perecieron en aquella empresa; unos por peste, otros peleando y el resto a manos de la más despiadada crueldad.
    Piali Bajá mandó construir una torre que se viera desde el mar con los cuerpos de los soldados cristianos muertos, para que en lo sucesivo sirviera de advertencia a cuantos soberanos se les ocurriese ir a señorear la costa de África. Durante días, los sarracenos estuvieron reuniendo restos humanos y los fueron apilando sobre una gran plataforma de piedras y argamasa. La construcción crecía a medida que se amontonaban más y más cuerpos que iban siendo apelmazados con cal, tierra y agua. Asomaban manos, pies y cráneos de las paredes de la macabra obra que iba teniendo forma de pirámide. Resultaba una visión apocalíptica que a los cautivos nos helaba la sangre cuando la mirábamos por las rendijas de la empalizada.
   –¿Veis en lo que se han convertido vuestros compañeros? –nos decían ufanos nuestros carceleros–. ¡Así acaben todos los perros cristianos!»

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Tapiz del ataque a Túnez por los ejércitos de Carlos I, epílogo del desastre de los Gelves de 1560

   «Es éste el triste recuerdo de una más de las muchas guerras de los hombres, las cuales no dejan sembrado sino el recuerdo de la desolación y la muerte».