“La sombra de una retama”, Jesús Carrasco

Jesús Carrasco: «Miguel Delibes es uno de esos pocos autores que trascienden los límites de lo literario y dejan su huella no solo en sus lectores, sino en un país entero»

Retama blanca

                                  Retama con Feria al fondo, imagen de «La Voz de Feria»

   JESÚS CARRASCO

   Caminábamos por las sierras próximas a Feria, el pueblo natal de mi madre. Nos acompañaban Valentín y Mercedes, llegados desde Alba de los Cardaños, en el extremo norte de Palencia. Habíamos comenzado a andar muy tarde, así que, a pesar de que octubre ya mediaba y soplaba una brisa fresca, el sol nos hacía sudar casi como si estuviéramos en verano. Después de comer cada uno fue encontrando su ritmo y, hacia el final de la ruta, éramos ya un grupo deshilachado. A eso de las cuatro y media yo decidí sentarme a descansar sobre la hierba seca, a la escueta sombra de una retama. Cuando Mercedes me alcanzó, se detuvo a mi lado. Delibesme dijo, recomendaba no sentarse nunca al caminar. Sentí deseos de incorporarme inmediatamente, como si el mismísimo Delibes me hubiera hecho la advertencia, pero el pecado ya había sido cometido y no había mucho que yo pudiera hacer.

    Ahora, desde el frescor de mi casa, rememoro la anécdota y pienso que Miguel Delibes es uno de esos pocos autores que trascienden los límites de lo literario y dejan su huella no solo en sus lectores, sino en un país entero. A cada cual le alcanza de una manera: como maestro indiscutible de la lengua castellana, como periodista, pero también como defensor del medio natural, viajero, hombre de familia, cazador y un largo etcétera. Yo lo descubrí siendo adolescente cuando cayó en mis manos El camino y me lo volví a encontrar el otro día, muchos años después, a la raquítica sombra de una retama. Gracias, señor Delibes, por seguir tan presente en nuestras vidas.

Artículo aparecido en El Norte de Castilla, 12 de diciembre de 2020