“Castillos señoriales en la Corona de Castilla”, por Edward Cooper

Edward Cooper nos muestra en esta monumental obra todos aquellos castillos que tuvieron alguna relación con la antigua Corona de Castilla. El historiador y profesor británico ha llevado a cabo una gran tarea de investigación, partiendo de la extensa base documental y bibliográfica existente en ese momento. Como el propio Cooper señala en la introducción de su obra, esta investigación en que se basa su gran trabajo es producto fundamentalmente de los trabajos realizados por el autor en los años 60.

La obra, en cuatro volúmenes, engloba en su interior las características generales de las construcciones y las evoluciones sufridas a lo largo de la historia, el estilo arquitectónico y la aplicación militar, la vida social y económica en el castillo y su entorno, referencias cronológicas, fotografías, grabados, motivos heráldicos y esculturas.

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    Tal fue el destino de Los Castillos Señoriales de Castilla, calificado de abigarrado en la única recesión que recibió. Puede causar sorpresa que me haya decidido a escribir lo que es en efecto la segunda edición de una obra, si no exhaustiva, sí bastante prolija, tan sólo ocho años después de su primera aparición. Máxime dada la lentitud de su entrada en la bibliografía del tema. La investigación en que se basaba Los Castillos Señoriales fue producto fundamentalmente de los años 60, con un retraso de década y media en la publicación que, afortunadamente, no hizo que la forma de tratar la materia envejeciera. Por lo menos entonces, pues la historiografía está experimentando hoy una verdadera revolución a causa de la informática, que por otra parte es uno de los estímulos para que yo reelabore este trabajo. 

                                                                                                                                                     De la Introducción / E. Cooper

FERIA “EN CASTILLOS SEÑORIALES DE LA CORONA DE CASTILLA”.

CASTILLO DE FERIA

    Este recinto en forma de un barco ocupa un cerro inmensamente alto, como si el constructor se pensase capaz de volver a crear el Arca de Noé. Enseñorearía totalmente a la Tierra de Barros aún sin el torreón que se encabrita en la cumbre del conjunto. Es decir, rige aquí algo de la jactancia de Belalcázar. La disposición defensiva es semejante a la de Medellín: el recinto está partido por un muro divisorio con la torre del homenaje a caballo. La entrada principal del castillo da acceso a la parte sur de este sistema, como al castillo de proa de un barco. El capitán en su puente de mando, es decir, la torre del homenaje, controlaba el acceso a la parte septentrional que constituía, por lo tanto, el reducto de seguridad. Un foso delante de la torre, tallado en la roca viva subraya la división.

Vista del castillo1

                            El  castillo de Feria desde el sur, en 1966 (fotografía de E. Cooper)

     La torre parece ocupar el emplazamiento de una construcción anterior. Aún sin la incorporación de ésta, es una mezcla de influencias: los ángulos redondeados recuerdan no sólo Belalcázar, sino también la conexión de las fortificaciones de Extremadura con la zona de Madrid, en particular con los castillos de Pinto y Arroyomolinos. Como en este último, adorna la base de la torre una banda decorativa de símbolos heráldicos moldeados en el mortero. Otros elementos ornamentales de estilo flamígero han sido destruidos. Se entra únicamente desde el adarve del muro divisorio, por un pasadizo en doble recodo como en el castillo de Santiago de Sanlúcar de Barrameda.

Torre

Torre del homenaje, fotografiada en 1966. Posteriormente, la torre ha sido notoriamente desfigurada por unos intentos ineptos de restauración (E. Cooper)

     El espesor de los muros de la torre alcanza unos colosales cuatro metros en las dos plantas bajas. En el interior, sin embargo, no predomina el aspecto militar. La pared en determinadas zonas de la estructura superior no tiene siquiera el suficiente espesor como para resistir un cañonazo. A pesar de esta economía, falta precisamente la coordinación del espacio que se encuentra en el interior de la torre del homenaje del cercano Nogales, parecido en apariencia. Además, la orientación del muro divisorio de la torre es la misma en todas las plantas, prescindiendo de las posibilidades de variar el eje de refuerzo. La suntuosa disposición todavía evidencia, por otro lado, una vida de lujo, a pesar del irremediable deterioro. El color básico del decorado parece haber sido el verde. En las dos plantas principales, existían extensas yeserías de estilo mudéjar. Como en Belalcázar, hay ventanales enormes, con poyos laterales, y una ausencia total de troneras o saeteras. La cocina ocupaba el sótano, con las entradas y salidas de agua, y las correspondientes pilas, empotradas en el muro norte. La cuarta planta tiene poca altura, y es de acabado generalmente pobre. Servía probablemente como sala de guardia.

     En todo el castillo se nota una preocupación por el abastecimiento de agua. En la planta baja de la torre del homenaje, en la esquina noroeste, se ha practicado en alguna época una oquedad inmensa, de cuatro o cinco metros de profundidad, como pozo o aljibe. Esta esquina de la torre tiene además señales de reformas. Desde la torre se alimentan los dos aljibes del castillo, uno en cada reciento. El suministro tiene que haber resultado insuficiente, por motivos desconocidos, y se construyó un tercer depósito fuera del castillo, en la parte del poniente, alimentado a través de una especie de acueducto que entró en el castillo por el ángulo suroeste. No hay indicación del origen de esta agua.

EPIGRAFÍA

     En la torre semicircular, en el centro del lado sur del recinto, hay tres lápidas juntas muy toscas:

Lobo alado

     Los muebles corresponden a los apellidos Manuel (izq. + der.) y Figueroa: Lorenzo Suárez de Figueroa se casó con María Manuel y falleció en 1461. En la banda decorativa que rodea la base de la torre del homenaje, figuran también la hoja de higuera de los Figueroa, el lobo paseante de los Osorio, el ala etc. de los Manuel (muebles de los segundos condes, sucesores de los antedichos) y la estrella de los Rojas. El motivo principal del decorado de la puerta principal de la torre del homenaje es también una hoja de higuera, con estos fragmentos de una inscripción:

     … FORTIFICAR Y NOBLECER… MANDO FACER ESTA TORRE…

     En el enlucido de la tercera planta, se encuentran restos de grafiti, probablemente de los oficiales que trabajaron en la construcción de la torre:

esperando el bien consyento el…

yo fue rugado-ciego(?)

     Otro parece ser árabe.

Plano

EDWARD COOPER

edward cooperWimbledon (Inglaterra), 1941. Historiador y profesor en la London Metropolitan University y miembro de la Real Academia de Alfonso X El Sabio, está reconocido como uno de los más prestigiosos especialistas en los castillos españoles y en la realidad señorial de la Edad Media y la temprana Edad Moderna. Desde que a principios de la década de los sesenta llegase España con la intención de desarrollar, gracias a una beca del gobierno británico, su tesis doctoral sobre los castillos, no ha dejado de investigar en torno a los mismos. Actualmente es consultor en la restauración del castillo de Guadamur (Toledo, declarado Monumental Nacional), y en el plan director de la conservación de los castillos de la Comunidad de La Rioja. Sus últimas investigaciones se han centrado en el estudio de la alta nobleza castellana y las implicaciones tanto de ésta como del estamento eclesiástico en la revolución de las Comunidades. Entre sus trabajos destacamos los siguientes: Castillos señoriales de Castilla de los siglos XV y XVI (Madrid, 1980-1981), Castillos señoriales en la corona de Castilla (Valladolid, 1991), «La Revuelta de las Comunidades. Una visión desde la sacristía» (Hispania, 193, Madrid 1996), La Mitra y la Roca. Intereses de Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo, en la Ribera del Ebro (Toledo, 2001), «La iglesia y los comuneros: una interpretación anti-antiseñorial», en En torno a las comunidades de Castilla: Actas del Congreso Internacional «Poder, Conflicto y Revuelta en la España de Carlos I» (Toledo, 2002).

FUENTES

  • Cooper, Edward. Castillos señoriales de la Corona de Castilla. Salamanca: Consejería de Cultura y Turismo, 1991, 4 vols.