“Las uvas de la ira”, de John Steinbeck

«Gente huyendo del terror que queda atrás... le suceden cosas extrañas, algunas amargamente crueles
 y otras tan hermosas que la fe se vuelve a encender, y para siempre.» 

Las uvas de la ira es una de las novelas más conocidas del escritor estadounidense John Steinbeck, ganador del premio Nobel de literatura en 1962, y por la que recibió el premio Pulitzer en 1940. Narra el drama de la emigración de una familia de granjeros de la desértica Oklahoma de los años 30, los Joad, que son expulsados de sus tierras y de sus casas por las malas cosechas y la avaricia de los bancos. Junto con otros miles de personas, procedentes de Oklahoma, Kansas y Texas, emprenden un éxodo a través de la mítica carretera 66 que les llevará hacia la tierra prometida de California, buscando trabajo y una vida mejor.

    «La 66 es la ruta de la gente en fuga, refugiados del polvo y de la tierra que merma, del rugir de los tractores y la disminución de sus propiedades, de la lenta invasión del desierto hacia el norte, de las espirales de viento que aúllan avanzando desde Texas, de las inundaciones que no traen riqueza a la tierra y le roban la poca que puede tener. De todo esto huye la gente y van llegando a la 66 por carreteras secundarias, por caminos de carros y por senderos rurales trillados. La 66 es la carretera madre, la ruta de la huida.»

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Pero, al llegar a California, se encuentran con una enorme cantidad de familias que han emigrado también buscando lo mismo que ellos, por lo que el trabajo es escaso y mal remunerado y, además, tendrán que enfrentarse al recelo y a la hostilidad de los nativos.

    «–Mire –dijo–, esto no es la tierra de leche y miel, como dicen los predicadores. Aquí hay algo maligno. La gente de aquí nos tiene miedo de los que venimos de fuera; así que sueltan policías para que nos amedrenten y nos demos la vuelta.»

Las uvas de la ira es considerada por muchos la mejor novela de John Steinbeck y también una de las mejores novelas políticas de la literatura universal. Su autor tomó partido por los jornaleros emigrantes, por lo que resultó una obra muy polémica desde el momento de su publicación.

Estamos ante una novela magnífica, absolutamente recomendable.

«Las uvas de la ira es una novela convencional, técnicamente hablando, pero de un profundo interés aún hoy día. No es el Ulises, ni la trilogía U.S.A. ni es la postmodernidad, pero en cualquier caso, lo conmovedor de muchas de sus páginas, la solidaridad con un puñado de malditos de la sociedad, la capacidad de adoptar puntos de vista nada fáciles en su época, la lucha contra corriente con muchos conceptos al uso en los Estados Unidos de los últimos años 30, el coraje en la denuncia, la actitud profundamente positiva que significa la constatación de que los viejos ideales americanos en favor de un cambio revolucionario han sido traicionados por culpa de un sistema económico inmisericorde, cruel y explotador, relatar todo ello con un nivel muy aceptable de dignidad y de calidad literaria, como consigue John Steimbek en esta novela, no es poco. Aun actualmente, no es poco.»  Juan José Coy

En el año 1940, la novela fue llevada la cine con el mismo título por John Ford, con Henry Fonda y Jane Darwell como protagonistas.

Escena de la película

Tom Joad (Henry Fonda) regresa a su hogar tras cumplir condena en prisión, pero la ilusión de volver a ver a los suyos se transforma en frustración al ver cómo los expulsan de sus tierras. Para escapar al hambre y a la pobreza, la familia no tiene más remedio que emprender un larguísimo viaje lleno de penalidades con la esperanza de encontrar una oportunidad en California, la tierra prometida. (FilmAffinity)

SINOPSIS

Las uvas de la ira es la crónica de una familia depauperada en su viaje hacia una tierra de promisión, buscando trabajo y mejores condiciones de vida. Steinbeck sabe trascender lo puramente propagandístico o moralizante creando unos personajes de ficción llenos de profundidad y humanidad, auténticos luchadores que no dudan en denunciar los abusos del poder y la despiadada crueldad y desamparo que sufren los mas débiles.

John Steinbeck tenía veintisiete años cuando se produjo el derrumbamiento de la Bolsa de Wall Street. Sensible a los problemas sociales que acuciaban a los Estados Unidos en su época, sufrió él mismo los efectos de la Depresión, fue testigo del éxodo rural masivo que emigra del norte hacia el sur y tomó en los años 30 partido por los explotados: los jornaleros emigrantes.

JOHN STEINBECK

   images.1California, (1902-1968). John Steinbeck mostró desde joven una rebeldía y una oposición al modo de vida tradicional. Para complacer a sus padres, aceptó entrar en la Universidad de Stanford. Sin embargo, pasado un tiempo, prefirió recolectar fruta, trabajar en las plantaciones de azúcar o simplemente vagabundear por el país. En 1925 abandonó la universidad sin haber conseguido ningún diploma. Marchó a Nueva York, donde trabajó como obrero de la construcción a la vez que escribía pequeños artículos en periódicos. En 1935 publicó su primera novela de gran éxito: Tortilla Flat. Tras ésta vinieron En dudoso combate (1936), De ratones y hombres (1937), El pony rojo (1937), Las uvas de la ira (1939), considerada su mejor novela, y La perla (1947). En 1952 publicó el que sería su segundo gran éxito, Al Este del Edén.

  John Steinbeck fue Premio Pulitzer en 1940 y Premio Nóbel en 1962. Es considerado uno de los grandes narradores del siglo XX. 

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA   

     «—En nuestro pueblo distribuyeron unos papeles… de color naranja, que decían que hacía falta mucha gente para trabajar en la cosecha.
     El joven se echó a reír.
    —Dicen que estamos aquí unos trescientos mil y apuesto a que todas las familias han visto esos papeles.
    —Sí, pero si no necesitaran gente, ¿para qué se iban a molestar en distribuirlos?
    —¿Por qué no usas la cabeza?
    —Sí, pero quiero saberlo.
   —Mira —dijo el joven—. Suponte que tú ofreces un empleo y sólo hay un tío que quiera trabajar. Tienes que pagarle lo que pida. Pero pon que haya cien hombres —dejó descansar la herramienta. Sus ojos se endurecieron y su voz se volvió más penetrante—. Supón que haya cien hombres interesados en el empleo; que tengan hijos y estén hambrientos. Que por diez miserables centavos se pueda comprar una caja de gachas para los niños. Imagínate que con cinco centavos, al menos, se pueda comprar algo para los críos. Y tienes cien hombres. Ofréceles cinco centavos y se matarán unos a otros por el trabajo. ¿Sabes lo que pagaban en el último empleo que tuve? Quince centavos la hora. Diez horas por un dólar y medio y no puedes quedarte allí. Tienes que quemar gasolina para llegar —jadeaba de furia y sus ojos llameaban llenos de odio—. Por eso repartieron los papeles. Se pueden imprimir una burrada de papeles con lo se ahorra pagando quince centavos a la hora por trabajo en el campo.
    —Es asqueroso, apesta —dijo Tom.
   —Quédate un tiempo y si hueles alguna vez rosas, avísame para que pueda olerlas yo también —el hombre se rió ásperamente.»

[…]

      «Los frutos de las raíces de las vides, de los árboles, deben destruirse para mantener los precios y esto es lo más triste y lo más amargo de todo. Cargamentos de naranjas arrojados en el suelo. La gente vino de muy lejos para coger la fruta, pero no podía ser […] La gente viene con redes para pescar en el río y los vigilantes se lo impiden; vienen en coches destartalados para coger las naranjas arrojadas, pero han sido rociadas con queroseno. Y se quedan inmóviles y ven las patatas pasar flotando, escuchan chillar a los cerdos cuando los meten en una zanja y los cubren con cal viva, miran las montañas de naranjas escurrirse hasta rezumar podredumbre; y en los ojos de la gente se refleja el fracaso; y en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listos para la vendimia.»