“El cuarto de la plancha”, de Inma Chacón

«Para mi madre,
que me enseñó a mirar las caras
bonitas de la vida.

Y para mi padre,
que nos regaló una infancia feliz.»

Inma Chacón acaba de publicar una nueva novela, El cuarto de la plancha (2023), en la que la escritora extremeña retrata a su familia, haciendo un especial homenaje a su madre y a su hermana Dulce. Es la historia de una madre y sus nueve hijos que tuvieron que marcharse de Zafra a Madrid cuando fallece el padre.

Una novela en la que retrata a su familia, pero sin duda es un sentido homenaje a su madre y a todas las madres.

Como señala la autora en el prólogo de la obra: «Esta novela representa mi hogar, y mi hogar es mi madre, mi infancia, mi pueblo, mi adolescencia y toda una vida en la que mi madre ha sido mi referente más sólido.

Cada palabra de estas páginas es un homenaje a ella, pero también a todas las madres, a todos los padres y a todos los hijos e hijas que puedan verse identificados conmigo.

En realidad, el libro empezó siendo una novela compuesta de anécdotas que mi madre me había contado sobre su familia, algunas de las cuales me han servido de inspiración para varias de mis novelas. Historias sobre sus antepasados que pensé que merecería la pena escribir tal y como sucedieron, sin la ficción a la que las había sometido anteriormente.

De modo que me gusta definir esta novela como una especie de diálogo entre las anécdotas de mi madre y las mías, o entre nuestras memorias. Una conversación entre recuerdos, donde mi voz se hace eco de la suya.»

El cuarto de la plancha es, por tanto, un sentido homenaje a la madre de la escritora de Zafra basado en acontecimientos familiares, tantos los felices como los trágicos.

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SINOPSIS

Un homenaje a las familias y a las madres tiernas, valientes y cómplices

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 «Mi madre no tiene nombre. Solo se llama mamá, como todas las madres del mundo. Nunca se me habría ocurrido dirigirme a ella de otra manera; si acaso, a veces, cuando quiero mimarla o ser más cariñosa que de costumbre, le digo mami, como me dice a mí mi hija pequeña, o mamina, como llaman a mi sobrina sus hijos casi italianos. No obstante, para mí, mi madre siempre ha sido mamá, como para miles de millones de personas. Sí, ya sé que no todo el mundo llama a su madre de la misma manera, hay otras variantes y otras lenguas, pero en todas ellas se produce el mismo fenómeno: tanto el concepto como el término que lo representa son unívocos e inequívocos; no hay polisemia ni sinonimia posibles, sino acepciones coloquiales como las que utilizo yo.»

El cuarto de la plancha es un libro tejido con el amor de las madres y de las historias que se susurran al oído antes de irse a dormir; es un canto de amor a la familia con todo lo que tiene de caótico, de bueno, de triste, de sabio y de conocido; es una mano tendida, un corazón remendado y una ventana abierta a los recuerdos. Es, en suma, la voz única, sincera y dulce, certera y personalísima de Inma Chacón desgranando en una obra inolvidable, tierna, divertida y cercana, también desgarradora por momentos, la historia de su familia, y la suya propia, narrada como su más fascinante novela.

De la particular relación que une a dos hermanas gemelas a lo largo de toda su vida y más allá de la muerte al valor de una joven madre viuda capaz de sacar adelante a sus nueve hijos; del misterio de un abuelo que no parecía querer a sus nietos al de una segunda esposa enamorada que, por no molestar, casi no tenía ni nombre; del recuerdo de un padre con un corazón tan grande que no le cabía en el pecho a los secretos que oculta un costurero antiguo o un rosario de piedras amarillas… Todo cuanto se nombra en El cuarto de la plancha guarda un significado y una historia. Pero, sobre todo, atesora un sentimiento, una emoción, que hace de este libro una obra cautivadora, honda, conmovedora, difícil de olvidar.  

INMA CHACÓN

vestido negro-collar rojoInma Chacón (Zafra, 1954) es doctora en Ciencias de la Información y fue decana de la Facultad de Comunicación y Humanidades de la Universidad Europea. Su primera incursión en el mundo de la narrativa fue con La princesa india, novela a la que siguieron Las filipinianas, Tiempo de arena (por la que fue finalista del Premio Planeta), Mientras pueda pensarte y Tierra sin hombres, que fueron grandes éxitos de ventas y crítica. También ha publicado la colección de relatos Voces. Antología personal y los poemarios Alas, Urdimbres, Antología de la herida y Arcanos. En el campo de la dramaturgia, es autora de varias obras, entre las que destacan La Baltasara y Las Cervantas, escrita junto a José Ramón Fernández por encargo de la Biblioteca Nacional. También ha colaborado en numerosos libros colectivos de poemas y de relatos. Los silencios de Hugo, su séptima novela, es un homenaje a su tierra, Extremadura. El cuarto de la plancha es su última lectura.

“Cielos de barro”, de Dulce Chacón

   «Primero la culpa, después el perdón y, luego, que el olvido llegue cuando tenga que llegar. Y solo, sin que nadie lo ayude.»

Cielos de barro, publicada en 2000, es una novela de la escritora extremeña, fallecida en 2003, Dulce Chacón. Galardonada con el Premio Azorín de novela 2000, fue la cuarta novela de la autora de Zafra, publicada justo antes que La voz dormida (2002), su última y más conocida obra.

La historia está ambientada en Extremadura, más concretamente en el territorio de Zafra y su comarca, y abarca un periodo que se extiende desde los años previos a la
Guerra Civil, la propia contienda y la posguerra hasta 1942, aproximadamente.

Un joven pastor es acusado de cometer un triple asesinato en el cortijo extremeño donde sus familiares han trabajado como sirvientes durante generaciones. Su única defensa será el testimonio sin fisuras de su anciano abuelo, que revelará una brutal historia de intriga, sometimiento, erotismo y venganza, de la que amos y criados son a la vez testigos y protagonistas.

Dulce Chacón indaga en la memoria de un hombre que se resiste a las verdades a medias, y que con su familia será testigo y protagonista de una historia que discurre paralela entre amos y sirvientes. Cielos de barro arranca con la intriga de un asesinato, que será el hilo conductor de una narración cargada de odios y de venganzas, de opresiones y de sumisiones, pero también de pasión, de amor y de entrega. Como telón de fondo, el horror de la guerra y la posguerra, y una saga de vencedores y de vencidos, para los que no todos los cielos son iguales.

En una época en que la Guerra Civil hizo jirones la existencia de vencedores y vencidos, el relato de un viejo alfarero que no se rinde a la injusticia abrirá heridas aún sin cicatrizar y cuestionará los regios cimientos morales de la aristocracia rural española.

Cielos de barro es una obra apasionante, escrita con la inteligencia propia de quien domina el difícil arte de atrapar con una historia. Narrada a dos voces y en dos tiempos distintos. Una novela imprescindible para comprender el pasado de un país maltrecho, que hubo de rescatarse como pudo de sus propios horrores.

Dulce Chacón, que dedica la novela a su padre y a Zafra, por la añoranza, y la música de las palabras recuperadas en el ejercicio de la memoria, se nutre para esta historia de los recuerdos propios de su infancia y de las historias y anécdotas que oyó contar en su familia, y nos brinda una historia muy apegada al paisaje rural de su infancia en tierras extremeñas.

Escrita con una prosa clara y sin artificios que, pese a su dureza a veces, rezuma poesía y sentimiento.

Una novela que no llega a ser autobiográfica, con personajes ficticios, y en la que intenta recuperar el lenguaje propio de la época en ese rincón de la provincia de Badajoz.

    «No ande con apuros, si para mañana tengo más. Desde que mi santa me dejó, soy yo el que prepara el puchero, con su miajina de todo. Mire, así lo aviaba ella, ¿lo ve? Se cuece lento y se tiene ahí todo el día, arrimado lo justo a la candela para que no se turre lo de abajo. Beba lo que haga menester, que cuando el frío arrecia, no hay brasero que valga.»

Cielos de barro es una de mis novelas más queridas. La leí poco después de su publicación, hace ya más de veinte años, y seguía guardando de ella un agradable recuerdo. Su relectura me ha permitido regresar de nuevo a los territorios y al habla y expresiones de mi infancia, y me ha vuelto a parecer una novela maravillosa y absolutamente recomendable.

   «Madre, no fue el cielo lo que usted vio, que el cielo no es azul. Es marrón marrón, y rojo, como los barros que amasa padre para hacer botijos. Si no es marrón y rojo, me vuelvo para contárselo.

   Marrón marrón, y rojo, le porfió a su madre que era el cielo. ¿Usted se lo puede creer, la ocurrencia? ¿Se lo puede creer, idea tan peregrina?»

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SINOPSIS

La novela de los que ganaron la guerra civil, de los que la perdieron y de los que aún la siguen pagando.

Cielos de barro arranca como una novela de intriga, un crimen múltiple y la búsqueda de su autor, pero es mucho más que eso. Las historias que surgen en la reconstrucción de ese trágico suceso nos hablan de pasiones sublimes y rastreras, como el amor y el odio familiares, los enfrentamientos entre amos y siervos, la pasión erótica y el ruido y la furia de las guerras.

El inspector encargado de resolver el caso de una matanza en la casa señorial de un cortijo extremeño cree haber encontrado al culpable. Sin embargo, un viejo alfarero, con una voz personalísima, pone en duda las sospechas del inspector y procede a desgranar sus razone. En paralelo, un narrador en tercera persona se remonta a los orígenes trágicos de este drama actual, hasta que ambos relatos se funden para desvelar la verdad oculta.

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    «Vino de noche. Dijo que regresaba para morir. Traía la muerte en los ojos, ¿sabe usted? Pero no la de esos pobres desgraciados que están en el depósito. No. Traía en los ojos la propia muerte, la suya, la de él. Llamó a mi puerta y me preguntó por su madre. Fui yo quien le dijo que había muerto, y a mí me dijo él que venía para morir. Yo no he visto una tristeza más negra. Nunca, no señor. Se pasó la mano por la cara como si quisiera limpiársela. Me miró, volvió a lavarse la cara sin agua, me miró otra vez y me preguntó por su padre. Muerto, hijo, muerto. ¿Murieron bien? Y yo le contesté que sí, que santamente se murieron, uno detrás de otro, y los dos preguntando por él. Llevaba cuarenta años perdido, me dijo como pidiendo perdón por una ausencia tan larga. Pobrecino, si era un zagal cuando se lo llevaron, si lo hubiera visto usted, lástima de criatura; cómo lloraba, las lágrimas se le iban yendo igual que la cera derretida se le cae a las velas.»

DULCE CHACÓN

0000021670Dulce Chacón (Zafra, 1954-Madrid, 2003), poeta y novelista, publicó los libros de poemas: Querrán ponerle nombre (1992), Las palabras de la piedra (1993), Contra el desprestigio de la altura (Premio de Poesía Ciudad de Irún 1995) y Matar al ángel (1999), todos ellos recogidos en el volumen Cuatro gotas (2003). Como narradora publicó las novelas: Algún amor que no mate (1996), Blanca vuela mañana (1997), Háblame, musa, de aquel varón (1998), Cielos de barro (Premio Azorín 2000) y La voz dormida (Alfaguara, 2002), Premio al Libro del Año 2002 del Gremio de Libreros de Madrid, y traducida al francés y al portugués. También es autora de la obra de teatro Segunda mano (1998) y de la versión de Algún amor que no mate (2002), nominada a los premios Max 2004 a la mejor autora teatral en castellano.

“La tierra sin mal”, de Jesús Sánchez Adalid.

«El más deslumbrante de los espacios que el hombre puede soñar. El sitio de la eterna juventud; donde no se muere y reina la abundancia.»

La tierra sin mal, publicada en el año 2003, es la cuarta novela del escritor extremeño Jesús Sánchez Adalid.

La trama se desarrolla en los comienzos del siglo XVII, una de los épocas más controvertidas de la historia de España, considerada como el período de la decadencia. Sánchez Adalid construye un fiel retrato de la sociedad española en los tiempos de Felipe III, del fascinante mundo de los viajes a las Indias, de la forma de vida en las colonias, y de las reducciones jesuíticas en el Paraguay.

Los protagonistas de la novela son dos personajes extremeños con intereses muy distintos: Tomás Llera, un hidalgo de Zafra, que parte a las Indias en busca de fortuna; y Enrique Madrigal, un jesuita de Trujillo, que viaja hasta las misiones jesuíticas guaraníes, movido por su vocación misionera, para tratar de proteger a los indios de los abusos cometidos por los conquistadores.

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 «Las Indias estaban ahí, en la mente de Enrique, como en la de los viejos aventureros que habían sido elocuentes pregoneros de sus gloriosas épicas. Pero para el joven jesuita esa misteriosa atracción que ejercía la Nueva España no era el encandilamiento del oro, ni la pasión por hacerse un nombre que pasara a las crónicas de Indias; sino la extraña llamada a solventar los desmanes de las décadas precedentes en una diferente empresa, más evangelizadora y civilizadora.»

Nos encontramos ante una novela histórica, muy bien escrita, entretenida y fácil de leer. Una novela que se apoya en un gran trabajo previo de investigación y documentación histórica. Una hermosa novela, que rinde homenaje a la labor de aquellos abnegados religiosos misioneros que, como el jesuita Enrique Madrigal, se entregaron incondicionalmente a la defensa de los indios.

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   «–Bueno, padre, hemos llegado. Ahí tiene Loreto –dijo el sargento.
   Enrique descabalgó y contempló emocionado la misión desde un altozano. Loreto estaba ubicada en un magnífico lugar de la ribera del río Paranapané, cerca de donde éste confluía con el Pirapó, de menos caudal. Ambos ríos eran muy ricos en pescados. En sus orillas tenían los indios sus sementeras, muy frondosas por la tierra fértil, dejando la isla que se formaba entre los dos caudales para el ganado que pastaba libremente, muy tranquilo y orondo.
    Reinaba una calma especial a esa hora. La iglesia, de aspecto robusto, se alzaba al final de una plaza por donde transitaba la gente: niños, labradores a lomos de pequeños asnos, mujeres de paso sosegado hacia la iglesia, algún perro… Las construcciones que rodeaban la plaza principal tenían soportales sujetos por estructuras de madera muy bien dispuestas. Las casas se alineaban en un clásico plano en damero, con calles rectas que se cruzaban y un orden preciso que casi daba la sensación de pertenecer a un campamento militar. El conjunto era agradable a la vista, con sus árboles en las traseras, cuadras con cerdos, aves de corral subiéndose a los palos de los gallineros para dormir y, delante de las casas, un ir y venir de indios, vestidos de manera semejante, con aperos de labranza en las manos o descansando ya sentados junto a las puertas, conversando amigablemente.»

SINOPSIS

La tierra sin mal narra las aventuras de dos hombres totalmente opuestos: Tomás Llera, un hidalgo extremeño que parte a las Indias en busca de fortuna, y Enrique Madrigal, un misionero utópico que viaja para participar en las reducciones jesuíticas de Paraguay. Es la historia de dos ilusiones enfrentadas, de dos ambiciones distintas: Llera sintetiza el afán desmedido de riquezas y poder en unas Indias muy prometedoras; Enrique confía en un mundo futuro armónico donde los hombres vivan felices, ajenos al egoísmo y el mal.

Desde la Sevilla de los marineros y los truhanes, de las cofradías de Semana Santa y las imágenes del Barroco, pasando por el Madrid de los Austrias, la Salamanca universitaria, la Castilla eterna y sobria, y los concurridos puertos canarios, el itinerario de ambos protagonistas se adentra en el Atlántico de los grandes viajes de ultramar, con escalas en Bahía, Río de Janeiro y Sâo Paulo hasta alcanzar el Paraguay selvático. Allí, la historia discurre por los agrestes parajes del Guairá, la ciudad colonial de Asunción y las misiones jesuíticas en las que los indios guaraníes buscan refugio de los bandeirantes, traficantes de esclavos portugueses que no desean perder su poder.

Jesús Sánchez Adalid transmite con maestría esa tensión constante de intereses y fuerzas que augura un desenlace fatal. Sin embargo, a lo largo de toda la novela subyace el sueño esperanzado de un mundo mejor expresado en el Yvimaranéÿ, la Tierra sin Mal, mito ancestral de los guaraníes que habla de una nueva y pacífica tierra en la que los hombres alcanzarán por fin sus anhelos.

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

img-9842Jesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. El escritor de novelas históricas, ha afirmado Sánchez Adalid, «debe realizar siempre un gran trabajo previo que servirá de marco honesto y real a su obra, a la vez que le facilitará la inspiración.»

En la justificación final de su novela, Félix de Lusitania, ha expresado que «los escritores que hemos optado por la novela histórica no pretendemos hacer Historia; sólo nos mueve un afán literario, pero son la Historia, la Arqueología y las Humanidades en general, nuestra fuente de inspiración. En mi caso desearía, eso sí, servir humildemente al lector para facilitarle un “viaje al pasado” en esta “máquina del tiempo” de tan fácil manejo que es el libro».

Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

El autor extremeño ha afirmado en alguna ocasión que no escribe para escritores ni para críticos. Escribe para que se le lea, por eso procura que sus relatos sean entretenidos. «Escribo lo que a mí me gustaría leer y creo que por eso conecto con muchos lectores. En el fondo no somos tan distintos».

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino morázabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, Teresa y La mediadora, una novela que ha sido la ganadora del Premio Abogados de novela 2015 y en la que Jesús Sánchez Adalid aborda un tema de actualidad. Es también autor de Tras los pasos del abate viajero, una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

MÁS FRAGMENTOS DE LA NOVELA 

   «El palacio de los duques de Feria era una sólida fortificación adosada a la muralla de Zafra. A pesar del aspecto exterior, con robustas torres y austeros muros, que le daba el aire de un impenetrable alcázar, el interior de la imponente mole de piedras era un refinadísimo edificio que se disponía alrededor de un elegante patio revestido con mármoles, en cuyo centro resplandecía una hermosa fuente esculpida también en mármol que borboteaba resonando alegre en las galerías. El resto de la residencia estaba dispuesto en terrazas, a las que se accedía por un intrincado sistema de corredores abovedados.»
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                                          Palacio de los duques de Feria

[…]

  «–Es la creencia en la Tierra sin Mal la más hermosa esperanza de estas criaturas –refirió el padre González– . Desde sus más lejanos ancestros, creen ellos que los hombres podrán llegar un día a un lugar, una especie de paraíso; el más deslumbrante de los espacios que el hombre puede soñar. Es ése el sitio de la eterna juventud; donde no se muere y reina la abundancia. El maíz crece sin ser cultivado, las flechas cazan solas y el hombre es liberado allí de la obligación del trabajo.
   –¿Es pues el cielo? –preguntó Enrique–. ¿La gloria de la que hablan las escrituras?
   –No exactamente –respondió el padre González–. Es para el guaraní un lugar concreto, real, que se ubica hacia el este, en la dirección de donde viene el sol, la luz. Por eso la búsqueda de la Tierra sin Mal es para ellos lo principal. Estos indios, antes de la conquista, vagaban por las selvas en un éxodo constante, subyugados por la convicción de encontrar un día sus idílico paraíso. Este afán los hacía recorrer incansablemente la tierra en busca del bien absoluto y les llevaba a seguir ciegamente a quienquiera que invocase conocer a Dios.»

“El cautivo”, de Jesús Sánchez Adalid

   «Vida, aventura y desventura del noble caballero don Luis María Monroy de Villalobos, tambor mayor que era de los tercios de su majestad, y fue hecho cautivo por el moro en la triste jornada de los Gelves de Túnez»

El cautivo, publicada en 2004, es la quinta novela histórica del escritor extremeño Jesús Sánchez Adalid.

La acción de la novela se desarrolla entre el año 1540 y el 1560, uno de los periodos más interesantes del siglo XVI, a caballo entre los reinados de Carlos V y Felipe II. Según el propio autor, quizás la época más idealista de España y que nos identifica mucho a los españoles.

 El protagonista de la historia es Luis María Monroy Villalobos, un joven valeroso y de gran sensibilidad perteneciente a la baja nobleza extremeña del siglo XVI que, tras formarse en Belvís, Oropesa, Jarandilla de la Vera y Cáceres, se embarca en la armada de Felipe II con el tercio más prestigioso del emperador, el de don Álvaro de Sande, siendo hecho cautivo por el moro tras el desastre de los Gelves en Túnez.

9788466648363Sánchez Adalid ha insertado con maestría al personaje principal de la novela en la peculiar forma de vida de la época. Como señala en la Justificación de la novela: «Ante los ojos de Luis María Monroy se despliega un mundo lleno de curiosos matices y sentimientos; las esperanzas de una sociedad que se debate entre la gloria y la decadencia, la permanencia y la evolución, el apasionamiento y el desaliento, el apego a la vida y la misma muerte… Es en suma el estado crítico del mundo medieval que sucumbe y el renacer de una nueva realidad que aquella España no terminaba de aceptar».

Como ocurre con otras de sus novelas, Sánchez Adalid vuelve a mirar a su tierra, Extremadura, en busca de inspiración. En Extremadura sitúa parte de la trama de la novela y extremeño, de Jerez de los Caballeros, es Luis María Monroy, protagonista de la misma.

    «Cuando llegamos a las puertas de Zafra, me embargó una gran emoción, al sentir muy próxima mi ciudad de origen. Pero no podía apartarme del itinerario para ir a visitar a mi familia, porque supondría demorar unas jornadas el viaje. Así que me conformé con aspirar los aires de mi tierra, para llevarme prendido el recuerdo en el alma, por si pasaba mucho tiempo sin que pudiera regresar».

Nos encontramos ante una novela bien escrita, entretenida y fácil de leer. Sustentada en un gran trabajo previo de documentación histórica y que nos ofrece un retrato fiel de ese periodo tan interesante de la historia de España.

Después de El cautivo, su autor ha escrito dos novelas más protagonizadas por Luis María Monroy: La sublime puerta y El caballero de Alcántara que pueden leerse por separado o como una trilogía.

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Clic en la imagen para acceder al artículo.

Don Álvaro de Sande, cronista del desastre de los Gelves. Artículo de Miguel Muñoz de San Pedro en la Revista de Estudios ExtremeñosRecoge la carta en la que le explica al rey Felipe II el tristemente célebre desastre de los Gelves. Presenta interpolaciones en el propio texto, recogiendo los juicios del Duque de Medinaceli, jefe de aquella empresa.

SINOPSIS

En el siglo XVI, el joven noble Luis María Monroy de Villalobos debe servir como paje en el castillo de Belvís a fin de hacerse caballero a la antigua usanza. Las circunstancias lo llevan a ponerse al servicio de Carlos V, lo que le brinda la oportunidad de integrarse en el tercio más prestigioso del emperador, el de don Álvaro de Sande, en Milán. Desde allí se embarca, con la armada de Felipe II, en una de las empresas guerreras más absurdas y catastróficas de la historia, el llamado “desastre de los Gelves”.

El autor de El mozárabe se sirve de la apasionante vida de Monroy para retratar una época que va de un extremo a otro: del lirismo, la música, el amor cortés y unas novelas de caballerías prohibidas por la Inquisición, a las heridas abiertas por la Reconquista, la guerra, el cautiverio y la muerte.

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

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Jesús Sánchez Adalid (1962) nació en Villanueva de la Serena (Badajoz). Se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y realizó los cursos de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció de juez durante dos años, tras los cuales estudió Filosofía y Teología. Además, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de Ética en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo.

Su amplia obra literaria ha conectado con multitud de lectores, gracias a la veracidad de sus argumentos y a la originalidad de sus descripciones, sustentadas en una profunda documentación. El escritor de novelas históricas, ha afirmado Sánchez Adalid, «debe realizar siempre un gran trabajo previo que servirá de marco honesto y real a su obra, a la vez que le facilitará la inspiración.»

En la justificación final de su novela, Félix de Lusitania, ha expresado que «los escritores que hemos optado por la novela histórica no pretendemos hacer Historia; sólo nos mueve un afán literario, pero son la Historia, la Arqueología y las Humanidades en general, nuestra fuente de inspiración. En mi caso desearía, eso sí, servir humildemente al lector para facilitarle un “viaje al pasado” en esta “máquina del tiempo” de tan fácil manejo que es el libro».

Sus novelas constituyen una permanente reflexión acerca de las relaciones humanas, la libertad individual, el amor, el poder y la búsqueda de la verdad.

La obra de Sánchez Adalid se ha convertido en un símbolo de acuerdo y armonía entre los pueblos, religiones y razas, algo especialmente necesario en un mundo desgarrado por la intolerancia y el fanatismo.

El autor extremeño ha afirmado en alguna ocasión que no escribe para escritores ni para críticos. Escribe para que se le lea, por eso procura que sus relatos sean entretenidos. «Escribo lo que a mí me gustaría leer y creo que por eso conecto con muchos lectores. En el fondo no somos tan distintos».

Ha publicado con gran éxito La luz del Oriente, El morázabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La Sublime Puerta, El caballero de Alcántara, Los milagros del vino, Galeón, El camino morázabe, Treinta doblones de oro, Y de repente, Teresay La mediadora, una novela que ha sido la ganadora del Premio Abogados de novela 2015 y en la que Jesús Sánchez Adalid aborda un tema de actualidad.  Es también autor de Tras los pasos del abate viajero,una obra de encargo institucional que fue presentada en 2014.

En 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela El alma de la ciudad; en 2012 el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por Alcazaba; en 2013 el premio Internacional de Novela Histórica de Zaragoza por el conjunto de sus obra; el premio Diálogo de Culturas y el premio Hispanidad. En 2014 su novela Treinta doblones de oro recibió el premio Troa Libros con Valores.

En Extremadura ha sido distinguido con la Medalla de Extremadura y el premio Extremeños de Hoy.

Sánchez Adalid ha colaborado en Radio Nacional, en el diario Hoy y en revistas Historia National Geografic y Vida nueva. Actualmente colabora con Canal Historia (The History Channel), Volcán Producciones y Zebra Producciones.

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA

    «Cerca de cinco mil de los nuestros perecieron en aquella empresa; unos por peste, otros peleando y el resto a manos de la más despiadada crueldad.
    Piali Bajá mandó construir una torre que se viera desde el mar con los cuerpos de los soldados cristianos muertos, para que en lo sucesivo sirviera de advertencia a cuantos soberanos se les ocurriese ir a señorear la costa de África. Durante días, los sarracenos estuvieron reuniendo restos humanos y los fueron apilando sobre una gran plataforma de piedras y argamasa. La construcción crecía a medida que se amontonaban más y más cuerpos que iban siendo apelmazados con cal, tierra y agua. Asomaban manos, pies y cráneos de las paredes de la macabra obra que iba teniendo forma de pirámide. Resultaba una visión apocalíptica que a los cautivos nos helaba la sangre cuando la mirábamos por las rendijas de la empalizada.
   –¿Veis en lo que se han convertido vuestros compañeros? –nos decían ufanos nuestros carceleros–. ¡Así acaben todos los perros cristianos!»
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Tapiz del ataque a Túnez por los ejércitos de Carlos I, epílogo del desastre de los Gelves de 1560

   «Es éste el triste recuerdo de una más de las muchas guerras de los hombres, las cuales no dejan sembrado sino el recuerdo de la desolación y la muerte».

El mapa de España de Enrique Cock

En 1581 aparecía, en la ciudad de Salamanca, el primer mapa de España impreso en nuestro país. El mapa, titulado Hispaniae nova delineatio cum antiquis et recentioribus nominibus (España nuevamente delineada con sus nombres antiguos y actuales), estaba rotulado en latín. Fue impreso por el grabador flamenco Georgius Flemalia. Su autor es Enrique Cock, un humanista holandés que había llegado a nuestro país a finales de 1574. El mapa se imprimió en dos ocasiones: en 1581 y otro, rectificado y ampliado, en 1583.

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                                   Hispaniae nova. Clic para ampliar

Sólo se conocen dos ejemplares de este mapa, uno de ellos se conserva en la Biblioteca Nacional de España en Madrid. Según J. M. Sanz Hermida, ambos ejemplares corresponden a la segunda impresión (1583).

El mapa está impreso a una cara y tiene unas medidas de la plancha de grabado de 369 x 487 mm., sobre una hoja de 404 x 568 mm.

Su autor hace referencia por primera vez al mapa de 1581 en una carta dirigida, en ese mismo año, al duque de Feria. Al parecer, el mapa ya estaba acabado e impreso.

Parece que el mapa tuvo una gran difusión y no sólo en las tierras hispanas, sino también en la Europa de finales del seiscientos.

El humanista holandés Enrique Cock compuso, además de este mapa de España, alrededor de 40 obras más, muy pocas de las cuales se publicaron en vida. Entre las obras que no se publicaron, se encuentra el poema titulado Breve Descripción de Zafra, muy noble Plaza Fuerte de la Beturia Turdetana y del Ducado de Feria, que ya tratamos en este blog, y en el que su autor describe y canta a las tierras del Ducado de Feria.

LA VILLA DE FERIA EN EL MAPA DE ESPAÑA DE ENRIQUE COCK

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                                         Acuarela de Arturo Redondo

La villa de Feria aparece cartografiada por primera vez en el mapa de Cock. Sabemos que el humanista holandés conocía Feria. Entre 1576 y 1581, había estado en Zafra y había recorrido los demás pueblos del Ducado. En su libro titulado El mapa de España de Enrique Cock. Salamanca 1581-1583, J. M. Sanz Hermida escribe lo siguiente:

    «Feria, Hornacho y Fuente Obejuna, poblaciones próximas entre sí aparecen por primera vez cartografiadas en el mapa de Cock. En este caso la justificación parece sencilla. Cock estuvo al servicio de D. Lorenzo Suárez de Figueroa, segundo duque de Feria, entre 1575 y finales de 1582. Parece bastante claro que el haber aceptado el puesto al servicio del Duque no fue gratuito, Cock residía en Madrid, estaba próximo a la Corte y había puesto sus esperanzas en la posible promoción que podría alcanzar a través de su patrón, persona influyente aunque de vida disoluta. A través de las cartas que Cock dirige desde Madrid al noble se observa el continuo chorreo de peticiones del holandés, endulzadas con ofrecimientos de obras –entre ellas el mapa y poema panegirista dedicado al duque titulado Assafrae Descriptio cuya temática es Zafra y demás pueblos que componían el Ducado de Feria. Tal como se aprecia en el poema, Cock parece conocer Zafra y Feria, no sabemos si Hornacho y Fuente Obejuna, localidades próximas pero que ya no pertenecían al ducado. Pero lo que se desprende de la observación del mapa es que Cock andaba muy errado en su percepción geográfica de la ubicación de estas poblaciones.

Hispanaie nouva. Detalle

                    Hispaniae nova. Detalle. Entorno de Feria

[…]

   Feria, Hornachos y Fuente Obejuna presentan en el mapa una clara distorsión en su posición con respecto a la realidad. Feria, la población más occidental de las tres, está al W. de Hornachos y al NW. de Zafra. Cock la sitúa al SW. de ambas poblaciones. Si seguimos camino hacie el E. y ya en Andalucía, encontramos a Fuente Obejuna, en la provincia de Córdoba. Esta localidad se encuentra situada al SW. de Hornachos y al NW. de Córdoba, a no mucha distancia, pero Cock lal ubica al SW. de Feria a más de 150 km. de la capital andaluza.»

ENRIQUE COCK

[Gorcum (Holanda) 1554? – Madrid 1598]

No se conoce la fecha exacta del nacimiento de Enrique Cock, que pudiera haber sido entre 1553 y 1554. Se sabe que nació en Gorcum, ciudad holandesa que actualmente se conoce con el nombre de Gorinchem.

Siendo aún joven, salió de su patria para dirigirse a Italia, atravesando Alemania. Probablemente huyó de Gorcum con su familia en 1572, temiendo la persecución religiosa. Se refugiaron en Alemania. Desde este país Cock viajó a Roma, donde llegó en 1573. En 1574, salió de Roma y se trasladó a España atravesando Francia. Llegó a nuestro país a finales de 1574, estableciéndose en Madrid. En ese mismo año, entró al servicio de Lady Juana Dormer, duquesa de Feria y esposa del primer duque de Feria, Don Gómez Suárez de Figueroa. Posteriormente, en 1576 comenzó un recorrido por España, dejando por un tiempo la casa de la duquesa. Finalmente, en 1581, regresó a Madrid y se incorporó de nuevo a su trabajo con la noble dama. A su servicio estuvo hasta 1582.

En 1583 viaja a Salamanca y se instala en casa del librero e impresor Cornelio Bonardo a cuyo servicio permaneció cerca de dos años. En 1585 se incorporó al puesto de archero en la Guardia Ecuestre del Rey donde permaneció hasta agosto de 1598. Murió en octubre de 1598 en Madrid.

Cock compuso alrededor de 40 obras, algunas de las cuales –muy pocas– se publicaron en vida, y por lo que parece deducirse de su correspondencia, en su mayor parte fueron autofinanciadas. 

Hoy sabemos muchas cosas sobre la biografía de Enrique Cock gracias a la publicación, en 2014, de su Epistolario, con edición crítica a cargo del profesor Antonio Sánchez González.

“Zafra y los demás pueblos del Ducado de Feria, celebrados por Enrique Cock (siglo XVI)”, de Juan García Gutiérrez

Libro_sobre_CockEl extremeño Juan García Gutiérrez publicó, en el año 1976, Zafra y los demás pueblos del Ducado de Feria, celebrados por Enrique Cock (siglo XVI) con la traducción al castellano del poema titulado Breve Descripción de Zafra, muy noble Plaza Fuerte de la Beturia Turdetana y del Ducado de Feria. Treinta años más tarde, en 2006, reeditó la obra, en una más cuidada edición. Su autor introdujo algunas mejoras en su libro: subsanó algunos errores y erratas, e incorporó nuevos datos.

El poema es un centón latino, compuesto durante el siglo XVI (entre 1580 y 1581) por Enrique Cock. El autor holandés describe y canta en él a las tierras del Ducado de Feria, utilizando, a la manera de los autores de centones, versos con gran cantidad de fragmentos tomados de los grandes poetas clásicos.

Enrique Cock llegó a nuestro país a finales de 1574, estableciéndose en Madrid. En ese mismo año, entró al servicio de Lady Juana Dormer, esposa del primer duque de Feria, Don Gómez Suárez de Figueroa. Posteriormente, en 1576 comenzó un recorrido por España, dejando por un tiempo la casa de la duquesa. Finalmente, en 1581, regresó a Madrid y se incorporó de nuevo a su trabajo con la noble dama. Durante este periplo por tierras españolas, entre 1576 y 1581, Cock visitó la ciudad de Zafra y recorrió las poblaciones del Ducado (Feria, La Parra, Corte de Peleas, Santa Marta, La Torre, Valencia del Mombuey, Almendral, Nogales, La Morera, Villalba, Salvatierra, Oliva de la Frontera, Salvaleón, Alconera y Zafra). Así lo declara el humanista holandés, en la carta introductoria del poema que dedicó al segundo de los duques de Feria, Don Lorenzo Suárez de Figueroa, hijo de Lady Dormer. Cock le escribió una carta al Duque pidiéndole ayuda para publicarlo. El poema, finalmente, no se publicó. Se conserva en un manuscrito en la Biblioteca Nacional de España, que puede visualizarse, haciendo clic, en la siguiente imagen o en el posterior enlaceManuscrito

Asafrae Turdetanorum Baeturiae oppidi Ducatusque Emporitani brevis descriptio. Manuscrito 3663, folios 231-7

LA VILLA DE FERIA EN “ZAFRA Y LOS DEMÁS PUEBLOS DEL DUCADO DE FERIA CELEBRADOS POR ENRIQUE COCK”

Nos dice, Juan García Gutiérrez, en la introducción de su libro: «Para resaltar más el protagonismo de Zafra en esta especie de épica geográfica de nuestra región, Cock dedica también unos cuantos versos a cada uno de los pueblecitos («minora sidera») del Ducado. En breve pincelada sintética, nuestro madrugador turista va resaltando lo más peculiar de cada una de las villas acogidas al mandato del Duque. Un personaje, una fuente, una costumbre o un producto típico bastan a nuestro viajero para hacer el esbozo descriptivo de la villa en cuestión. Y hay que reconocer que el holandés demuestra una notable habilidad sintética para compendiar los rasgos característicos de cada pueblo. Algunos de estos rasgos han sido borrados por el tiempo, pero otros siguen teniendo vigencia y mantienen aún hoy día validez representativa de los lugares que describen.»

Torre del homenaje del Castillo de Feria. Dibujo de Arturo Redondo

                              Torre del homenaje del Castillo de Feria.
                              Dibujo de Arturo Redondo

Éstos son los versos que dedicó el humanista holandés Enrique Cock a Feria, la villa de la que toma su nombre el Ducado; y la traducción que de ellos hizo, Juan García:

EMPORIVM vulgo Feria

Aggredere o magnos aderit iam tempus honores
Emporium caput, et magnum Ducis incrementum
Tu decus omne tuis et castro et turre superba
Nascuntur steriles in uestris montibus orni
Virginibus mos esse tuis fertur dare cornu
Nupturis, puteis dum lympham cornibus hauris.

FERIA

Avanza ya –se acerca tu tiempo– a los más altos honores, 
Feria señera, que acreces el renombre del Duque. 
Tú eres prez de los tuyos, por tu fortín y tu torre gallarda. 
En tus montes se crían los estériles fresnos. 
Cuéntase que es costumbre regalar a tus núbiles mozas 
Una cuerna, pues con cuernas sacas de los pozos el agua.

ENRIQUE COCK

[Gorcum (Holanda) 1554? – Madrid 1598]

No se conoce la fecha exacta del nacimiento de Enrique Cock, que pudiera haber sido entre 1553 y 1554. Se sabe que nació en Gorcum, ciudad holandesa que actualmente se conoce con el nombre de Gorinchem.

Siendo aún joven, salió de su patria para dirigirse a Italia, atravesando Alemania. Probablemente huyó de Gorcum con su familia en 1572, temiendo la persecución religiosa. Se refugiaron en Alemania. Desde este país Cock viajó a Roma, donde llegó en 1573. En 1574, salió de Roma y se trasladó a España atravesando Francia. Llegó a nuestro país a finales de 1574, estableciéndose en Madrid. En ese mismo año, entró al servicio de Lady Juana Dormer, duquesa de Feria y esposa del primer duque de Feria, Don Gómez Suárez de Figueroa. Posteriormente, en 1576 comenzó un recorrido por España, dejando por un tiempo la casa de la duquesa. Finalmente, en 1581, regresó a Madrid y se incorporó de nuevo a su trabajo con la noble dama. A su servicio estuvo hasta 1582.

En 1583 viaja a Salamanca y se instala en casa del librero e impresor Cornelio Bonardo a cuyo servicio permaneció cerca de dos años. En 1585 se incorporó al puesto de archero en la Guardia Ecuestre del Rey donde permaneció hasta agosto de 1598. Murió en octubre de 1598 en Madrid.

Cock compuso alrededor de 40 obras, algunas de las cuales –muy pocas– se publicaron en vida, y por lo que parece deducirse de su correspondencia, en su mayor parte fueron autofinanciadas. Entre las obras que se publicaron, se encuentra el famoso mapa de España de Enrique Cock, Salamanca 1581-83, que será objeto de nuestra atención, en una próxima entrada, en este mismo blog.

Hoy sabemos muchas cosas sobre la biografía de Enrique Cock gracias a la publicación, en 2014, de su Epistolario, con edición crítica a cargo del profesor Antonio Sánchez González.

JUAN GARCÍA GUTIÉRREZ

Aceuchal, 1933. Estudia el bachillerato en el Seminario de Badajoz. Profesor de EGB, ejerce la docencia en distintos pueblos de la provincia. Tras su licenciatura por la Universidad Complutense, es catedrático de latín en uno de los institutos de Zafra. Colabora asiduamente con la prensa regional. Artículos suyos han aparecido en HOY, Alminar, Revista de Estudios Extremeños, Alor Novísimo… También lo ha hecho en otras revistas nacionales, como Índice o en la portuguesa Nova Renascença. Pero el trabajo más valioso de Juan García es su traducción al castellano de la obra Zafra y los demás pueblos del condado de Feria. Se trata de un centón latino, compuesto durante el siglo XVI por el holandés Enrique Cock. Como en las demás obra de este género, se canta allí a las tierras del Ducado de Feria con versos oportunos tomado de los grandes poetas clásicos.

El viaje de Cosme de Médicis por Extremadura

Cosme III de Médicis, príncipe heredero del gran ducado de Toscana, realizó un largo viaje por España y Portugal desde el 18 de septiembre de 1668 hasta el 19 de marzo de 1669. Posteriormente, continuó su recorrido por Irlanda, Inglaterra, Holanda y Francia.

En España, inició el viaje en Cataluña y fue visitando numerosas ciudades y pueblos. En su periplo por tierras extremeñas, el séquito entró por Monesterio el día 4 de enero de 1669. Se detuvo en Fuente de Cantos, Zafra, Fuente del Maestre, Solana, Lobón, Talavera la Real y Badajoz para comer o pasar la noche. Desde esta última población, el día 9 de enero, pasó a Portugal para continuar su viaje.

220px-Grand_Duke_CosimoIII_of_Tuscany_by_van_Douven

  Cosme III de Médicis

Cosme de Médicis iba acompañado de los escritores Lorenzo Magalotti y Filippo Corsini, que fueron tomando notas del viaje. En la Introducción de Viaje de Médicis por España y Portugal, se señala: 

«Por la impresión que dan los pueblos, tenemos que decir, a nuestro pesar, que la impresión que los viajeros se llevan no parece ser demasiado halagüeña. La condición, generalmente miserable, suscita unos juicios no siempre amables […] Pero, aparte del carácter miserable que se reconoce a esos pueblos, lo que más disgusta a los refinados florentinos es la suciedad que domina en ellos. Y no sólo pueblos, o pueblecitos como Torrija o Guadalajara, sino ciudades como Alcalá, las que presentan calles generalmente intolerables por el mal olor determinado por la costumbre de vaciar en ella, durante el día, las peores suciedades.»

A Cosme de Médicis también le acompañaba el pintor y arquitecto Pier María Baldi, que realizó una interesante colección de acuarelas, con vistas panorámicas, de algunas de las localidades por las que fueron pasando y que ilustrarían la crónica del viaje que realizó Lorenzo Magalotti de su paso por España y Portugal.

«Estas acuarelas, a un solo color sepia que presenta matices graduados, tienen, según ya observó Ezio Levi, algo de romántico. Mejor: podríamos definirlas como la primera interpretación romántica del paisaje español.»

Las acuarelas que ilustran la crónica oficial que redactó Magalotti pueden visualizarse, si se tiene un poco de paciencia, haciendo clic en la imagen:

Portada

Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal (1668-1669) [Material gráfico] : láminas / [por
 Pier Maria Baldi] ; edición y notas por Ángel Sánchez Rivero y Ángela Mariutti de Sánchez Rivero
 . -- Madrid: Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Centro de Estudios
Históricos, [1933] (Fototipia Hauser y Menet)
3 h., LXXI lám. en una carpeta ; 50 x 63 cm 

Cinco de las acuarelas corresponden a las poblaciones extremeñas, ya señaladas, de Fuente de Cantos, Fuente del Maestre, Solana, Lobón y Badajoz. Como indica Lozano Bartolozzi, en su magnífico artículo titulado Miradas urbanas de la Baja Extremadura en el Siglo XVII: el viaje del Principe Cosme de Médicis, publicado en Cuadernos de Çafra, estas vistas panorámicas en formato apaisado de las cinco localidades extremeñas constituyen un testimonio gráfico excepcional para conocer cómo eran esas ciudades y pueblos en el seiscientos.

Estas cinco acuarelas también pueden apreciarse en un enlace de la Biblioteca de Extremadura, haciendo clic en la imagen siguiente: 

Lobón

                                                   Vista panorámica de Lobón

Javier Teijeiro y Álvaro Meléndez, en su libro titulado La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, recogen y analizan detalladamente la vista panorámica de la ciudad de Badajoz realizada por Pier María Baldi. Señalan que «el dibujo realizado de Badajoz constituye la más antigua representación en perspectiva, hallada hasta el momento, de esta ciudad. Un testimonio gráfico de suma importancia que recoge una vista general desde la orientación este, mostrándonos el tramo de muralla comprendido entre la antigua Puerta de la Trinidad y el extremo norte de la Alcazaba islámica.»

Badajoz

                Vista panorámica de Badajoz. Para ampliar, clic en la imagen

LA VILLA DE FERIA EN LAS ACUARELAS DE PIER MARÍA BALDI

Cosme de Médicis y su séquito llegaron a Fuente del Maestre en la tarde del 5 de enero de camino de Fuente de Cantos. La estancia en la población fue breve: al día siguiente partieron para llegar a comer a Solana y pasar la noche en Lobón. Según se señala en la Introducción de Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal, «en Fuente del Maestre, sólo con gran dificultad se pudo conseguir un cuarto, aunque miserable, porque la gente del pueblo desconfiaba mucho de dar asilo a viajeros desconocidos, ya que muchas veces el pueblo había sido saqueado por los portugueses.»

Vista de Fuente del Maestre. Al fondo el castillo de Feria. Clic para ampliar

Vista panorámica de Fuente del Maestre. Al fondo el castillo de Feria. Para ampliar, clic en la imagen

Para realizar la vista de Fuente del Maestre, Baldi tomó una serie de apuntes de forma rápida que después le servirían para confeccionar definitivamente la acuarela. Francisco Morgado Portero, en su artículo titulado El urbanismo de Fuente del Maestre en la segunda mitad del S. XVII, que aparece en el libro Fuente del Maestre: 100 años de ciudad, 2000 años de historia, señala que en la panorámica de Fuente del Maestre se destacan los hitos urbanos más destacados y que la imagen fue tomada desde la parte más alta de la actual calle del Prado o la de San Jorge; quizás desde las proximidades de la, ahora desaparecida, ermita de los Mártires. Afirma que se puede decir, casi con certeza, que se realizó en las primeras horas de la mañana de Reyes de 1669.

Fuente del Maestredetalle

Detalle de la vista de Fuente del Maestre. Para ampliar, clic en la imagen

En el fondo de la acuarela pueden apreciarse las sierras de Feria, destacando la torre del homenaje de su imponente castillo y, a un tiro de cañón, algunas construcciones de la villa. Feria y su castillo, que pueden divisarse desde muchas leguas de distancia, llamaron la atención de la comitiva de Cosme de Médicis. Corsini lo reflejó así en el manuscrito: «…Vidde alquanto lontano sulla mano diritta Feria, che dà il nome al ducato.» (…Vi a lo lejos sobre mano derecha Feria, que da nombre al Ducado). Dada la rapidez con la que se hizo, es bastante probable que falten muchos detalles en este dibujo de Baldi, pero puede que nos encontramos ante una de las imágenes más antiguas de Feria y de su castillo. Un auténtico regalo que nos hizo Baldi un lejano 6 de enero de 1669.

«Espejo literario de Extremadura”, de Fernando Pérez Marqués

La presencia de Extremadura en los textos de la literatura española y universal

  E13  Fernando Pérez Marqués nos presenta en su obra Espejo literario de Extremadura un documentado ensayo acerca de la presencia de Extremadura en los textos de la literatura española y universal. El ensayista extremeño hace una cuidada recopilación de escritos de grandes literatos de todos los tiempos sobre Extremadura.

    Nadie mejor para indicarnos el objetivo del libro que el propio autor que con estas palabras, sacadas del preliminar, nos lo expresa de esta manera: Con el presente trabajo se pretende contribuir, aunque sólo sea un ápice, a ese esfuerzo colectivo de recuperar y definir las señas de identidad histórica de Extremadura añadiendo una perspectiva más al conocimiento de la realidad extremeña: la visión que de ella tienen o han tenido los observadores ajenos, los observadores foráneos, tomando a tal fin aquellos textos de autores que han situado sus creaciones literarias en su territorio, o han recogido –a veces con leves pinceladas– las contingencias, las acciones y el espíritu de sus gentes; la mirada valorativa de los escritores viajeros, el juicio de nuestros huéspedes, ya sean apologistas o detractores, tanto nacionales como extranjeros.”

  Más adelante, Pérez Marqués vuelve a insistir en esa misma idea:  …De aquí nace el propósito del presente trabajo de hacer trasunto literario de lo que trataron con su lira o con su pluma autores españoles o extranjeros, antiguos o modernos, anónimos o expresos, en despliegue continuo, torrencial, en despliegue inacabado”

    El índice de la obra, que se relaciona a continuación, permite hacernos una idea bastante aproximada del contenido del libro:

Capítulo I. Preliminar Capítulo II. Esencia y presencia Capítulo III. En la lengua del Lacio Capítulo IV. Los árabes, fantásticos y sensuales Capítulo V. En román paladino Capítulo VI. Romances y cancioneros Capítulo VII. Poemas de exaltación heroica Capítulo VIII. Don Luis de Góngora y Argote Capítulo IX. Guadalupe hermoso Capítulo X. Garcilaso, solo Capítulo XI. Extremadura en tres grandes: Cervantes, Lope, Calderón Capítulo XII. Dos autores más con el señuelo de La Serrana de La Vera: Vélez de Guevara y José de Valdivielso Capítulo XlII. La Novela picaresca
Capítulo XIV. En la Gramática Posterior a Lope de Vega Capítulo XV. En las treguas para la pluma Capítulo XVI. Cantos épìcos Capítulo XVII. Romanticismo: dos romances y una novela Capítulo XVIII. Viajes de escritores extranjeros Capítulo XIX. Antonio Ponz, inconmensurable Capítulo XX. Larra en Extremadura
Capítulo XXI. Addenda: poetisa de España Capítulo XXII. Colofón
 

   Dentro del apartado titulado Viajes de escritores extranjeros, Pérez Marqués hace referencia a la obra del Mayor Sir Hew Whiteford Dalrymple el cual escribió un diario en forma de cartas, al final de cada jornada, durante el recorrido que en 1774 hizo por España. Su obra Travels through Spain and Portugal in 1774 apareció publicada en 1777.

   Dalrymple comienza su periplo por tierras badajocenses entrando por Badajoz de camino de Elvas. Posteriormente, sigue su viaje dejando atrás La Albuera.

 «Desde allí hemos ido a Santa María (quiere decir Santa Marta); el camino es bueno, pero el país está desierto y abandonado; son tres leguas, que hemos hecho en tres horas y media. Hemos hallado allí una posada bastante cómoda y el huésped más honrado encontrado desde Osuna. Nos han dado colchones muy buenos, y todo a un precio muy razonable. Satisfecho de su buen trato, he pagado algo más de lo que me pedía y he sido despedido con todas las bendiciones de la familia. ¿Quién no quisiera gozar de tal placer y tan barato?”

 Y es que estos viajeros antiguos, mejor dispuestos a divulgar deficiencias e incomodidades, se encontrarían como éste alguna que otra vez en pueblos y ciudades motivos de complacencia, que ellos guardarían indiferentes en lo hondo del tintero.

    “Aquí el país se torna casi enteramente inculto; tenemos grandes montañas a nuestra derecha, sobre cuya cumbre se ve una vieja torre (el castillo de Feria), un poco antes de llegar a Zafra”.
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Feria, entre Santa Marta y Zafra. Vistas de Feria y alrededores desde el castillo

  ¡Bueno, montañas! La Madroñera, el Salamanco, Valdelaespina, y al fondo, sobreponiéndose al castillo de Feria, la Sierra del Pico, cubiertas sus faldas de monte bajo.

   En Zafra, sin gusto ni afición para lo que encierra una ciudad que bien pudo considerarse en su época como “pequeña población renacentista”, sólo saca esta trivial conclusión: “Esta ciudad es grande y famosa solamente por los guantes de piel de cordero que allí se hacen y son tan finos que se los puede encerrar en una cáscara de nuez.”»

   Y el viajero continúa su periplo pasando por Fuente de Cantos, Monesterio…

 FERNANDO PÉREZ MARQUÉS
perezmarques.com

  perezmarques.com

Fernando Pérez Marqués (San Vicente de Alcántara, 1919-Madrid, 1993) destacó en el género ensayístico con títulos con De Extremadura. Cuatro esquinas de atención y Espejo literario de Extremadura. Póstumamente parte de sus artículos fueron recogidos en el volumen Postales de andar extremeño. La publicación Viaje a la Extremadura esencial continúa esa labor de rescate, merecido agradecimiento a un autor singular.

“Mientras pueda pensarte”, la última novela de Inma Chacón, sobre los niños robados

Mientras-pueda-pensarte

Mientras pueda pensarte

  • Título: Mientras pueda pensarte
  • Autora: Inma Chacón
  • Nº de páginas: 350 págs.
  • Editorial: Planeta
  • ISBN: 978-84-08-11989-0
   «No sé quién soy. Tengo casi cuarenta años, un trabajo estable y bien remunerado como creativo de una de las agencias publicitarias más solventes de Europa y un currículum que acredita cada paso de mi vida laboral.
  Mi nombre figura en mi expediente universitario, en los certificados de mis másteres, en mis notas del colegio, mi DNI, mi pasaporte y el libro de familia de mis padres, con mi fecha y lugar de nacimiento, el número de tomo y página del registro donde me inscribieron al nacer.
      Todo oficial, todo correcto, todo legalmente constado.
      Pero no sé quién soy.»

 Con estas palabras, se inicia esta novela de dos vidas paralelas que tratan de conocer toda la verdad de la historia, por dolorosa que esta pueda resultarles. Mientras pueda pensarte es un relato emotivo y sobrecogedor sobre el tristemente famoso tema de los niños “robados”.

 El título de la novela está sacado del poema La dignidad del poeta extremeño Ángel Campos Pámpano.

Mientras pueda pensarte
no habrá olvido

 

Inma Chacón habla de su novela

INMA CHACÓN

inmachacon.com

inmachacon.com

 Inma Chacón (Zafra, Badajoz, 1954). Es doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de Documentación en la Universidad Rey Juan Carlos. Ha sido decana de la facultad de Comunicación y Humanidades en la Universidad Europea. Fundó y dirigió la revista digital Binaria: Revista de Comunicación, Cultura y Tecnología. La princesa india fue su primera incursión en el mundo de la narrativa, a la que siguieron Las filipinianas y Nick, una novela juvenil donde se cuenta una historia de amor a través de la red. También ha publicado los poemarios Alas, Urdimbres, Antología de la herida y Arcanos. En 2011 fue finalista del Premio Planeta con Tiempo de arena, un relato apasionante de un hacendado español a finales del siglo XIX.

SINOPSIS

  «No sé quién soy.» A los cuarenta años, Carlos Miranda, un publicista de éxito en la ciudad de Valencia, descubre que quienes creía que eran sus padres no lo son. Él fue dado en adopción de forma ilegal con la complicidad de un médico, una monja y un taxista. Cuarenta años antes, en una casa cuna de Valladolid, María Dolores González , una joven soltera de diecisiete años y sin pareja conocida, da a luz un bebé. A las pocas horas del alumbramiento, le comunican que el niño ha muerto de una extraña infección. Pero algo en su interior le dice a la joven que las cosas no son lo que parecen.

FRAGMENTOS DE LA NOVELA

«La abuela Mila era incapaz de perdonarla. No podía entender que hubiese olvidado el paseíllo por la calle Real, ni las visitas a la tumba sin lápida de su padre, ni el silencio que se había impuesto en el pueblo sobre él, la única losa que cubría sus restos.
  La abuela Mila no podía olvidarlo. El olvido no. El olvido es un parásito que anida en las raíces de la memoria para destruirla desde dentro. Una plaga que se extienda, oculta de la vista, invadiéndolo todo hasta dejarlo seco y estéril. No la abuela Mila no permitiría que esa plaga prosperase.»
[…]
   «La boca le temblaba ligeramente. Se diría que estaba reteniendo lo que verdaderamente quisiera decirle a su hijo, como si midiese las palabras para no hacerle daño.
    –Sólo quiero saber adónde te llevaron y si has sido feliz.»