“Cielos de barro”, de Dulce Chacón

   «Primero la culpa, después el perdón y, luego, que el olvido llegue cuando tenga que llegar. Y solo, sin que nadie lo ayude.»

Cielos de barro, publicada en 2000, es una novela de la escritora extremeña, fallecida en 2003, Dulce Chacón. Galardonada con el Premio Azorín de novela 2000, fue la cuarta novela de la autora de Zafra, publicada justo antes que La voz dormida (2002), su última y más conocida obra.

La historia está ambientada en Extremadura, más concretamente en el territorio de Zafra y su comarca, y abarca un periodo que se extiende desde los años previos a la
Guerra Civil, la propia contienda y la posguerra hasta 1942, aproximadamente.

Un joven pastor es acusado de cometer un triple asesinato en el cortijo extremeño donde sus familiares han trabajado como sirvientes durante generaciones. Su única defensa será el testimonio sin fisuras de su anciano abuelo, que revelará una brutal historia de intriga, sometimiento, erotismo y venganza, de la que amos y criados son a la vez testigos y protagonistas.

Dulce Chacón indaga en la memoria de un hombre que se resiste a las verdades a medias, y que con su familia será testigo y protagonista de una historia que discurre paralela entre amos y sirvientes. Cielos de barro arranca con la intriga de un asesinato, que será el hilo conductor de una narración cargada de odios y de venganzas, de opresiones y de sumisiones, pero también de pasión, de amor y de entrega. Como telón de fondo, el horror de la guerra y la posguerra, y una saga de vencedores y de vencidos, para los que no todos los cielos son iguales.

En una época en que la Guerra Civil hizo jirones la existencia de vencedores y vencidos, el relato de un viejo alfarero que no se rinde a la injusticia abrirá heridas aún sin cicatrizar y cuestionará los regios cimientos morales de la aristocracia rural española.

Cielos de barro es una obra apasionante, escrita con la inteligencia propia de quien domina el difícil arte de atrapar con una historia. Narrada a dos voces y en dos tiempos distintos. Una novela imprescindible para comprender el pasado de un país maltrecho, que hubo de rescatarse como pudo de sus propios horrores.

Dulce Chacón, que dedica la novela a su padre y a Zafra, por la añoranza, y la música de las palabras recuperadas en el ejercicio de la memoria, se nutre para esta historia de los recuerdos propios de su infancia y de las historias y anécdotas que oyó contar en su familia, y nos brinda una historia muy apegada al paisaje rural de su infancia en tierras extremeñas.

Escrita con una prosa clara y sin artificios que, pese a su dureza a veces, rezuma poesía y sentimiento.

Una novela que no llega a ser autobiográfica, con personajes ficticios, y en la que intenta recuperar el lenguaje propio de la época en ese rincón de la provincia de Badajoz.

    «No ande con apuros, si para mañana tengo más. Desde que mi santa me dejó, soy yo el que prepara el puchero, con su miajina de todo. Mire, así lo aviaba ella, ¿lo ve? Se cuece lento y se tiene ahí todo el día, arrimado lo justo a la candela para que no se turre lo de abajo. Beba lo que haga menester, que cuando el frío arrecia, no hay brasero que valga.»

Cielos de barro es una de mis novelas más queridas. La leí poco después de su publicación, hace ya más de veinte años, y seguía guardando de ella un agradable recuerdo. Su relectura me ha permitido regresar de nuevo a los territorios y al habla y expresiones de mi infancia, y me ha vuelto a parecer una novela maravillosa y absolutamente recomendable.

   «Madre, no fue el cielo lo que usted vio, que el cielo no es azul. Es marrón marrón, y rojo, como los barros que amasa padre para hacer botijos. Si no es marrón y rojo, me vuelvo para contárselo.

   Marrón marrón, y rojo, le porfió a su madre que era el cielo. ¿Usted se lo puede creer, la ocurrencia? ¿Se lo puede creer, idea tan peregrina?»

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SINOPSIS

La novela de los que ganaron la guerra civil, de los que la perdieron y de los que aún la siguen pagando.

Cielos de barro arranca como una novela de intriga, un crimen múltiple y la búsqueda de su autor, pero es mucho más que eso. Las historias que surgen en la reconstrucción de ese trágico suceso nos hablan de pasiones sublimes y rastreras, como el amor y el odio familiares, los enfrentamientos entre amos y siervos, la pasión erótica y el ruido y la furia de las guerras.

El inspector encargado de resolver el caso de una matanza en la casa señorial de un cortijo extremeño cree haber encontrado al culpable. Sin embargo, un viejo alfarero, con una voz personalísima, pone en duda las sospechas del inspector y procede a desgranar sus razone. En paralelo, un narrador en tercera persona se remonta a los orígenes trágicos de este drama actual, hasta que ambos relatos se funden para desvelar la verdad oculta.

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    «Vino de noche. Dijo que regresaba para morir. Traía la muerte en los ojos, ¿sabe usted? Pero no la de esos pobres desgraciados que están en el depósito. No. Traía en los ojos la propia muerte, la suya, la de él. Llamó a mi puerta y me preguntó por su madre. Fui yo quien le dijo que había muerto, y a mí me dijo él que venía para morir. Yo no he visto una tristeza más negra. Nunca, no señor. Se pasó la mano por la cara como si quisiera limpiársela. Me miró, volvió a lavarse la cara sin agua, me miró otra vez y me preguntó por su padre. Muerto, hijo, muerto. ¿Murieron bien? Y yo le contesté que sí, que santamente se murieron, uno detrás de otro, y los dos preguntando por él. Llevaba cuarenta años perdido, me dijo como pidiendo perdón por una ausencia tan larga. Pobrecino, si era un zagal cuando se lo llevaron, si lo hubiera visto usted, lástima de criatura; cómo lloraba, las lágrimas se le iban yendo igual que la cera derretida se le cae a las velas.»

DULCE CHACÓN

0000021670Dulce Chacón (Zafra, 1954-Madrid, 2003), poeta y novelista, publicó los libros de poemas: Querrán ponerle nombre (1992), Las palabras de la piedra (1993), Contra el desprestigio de la altura (Premio de Poesía Ciudad de Irún 1995) y Matar al ángel (1999), todos ellos recogidos en el volumen Cuatro gotas (2003). Como narradora publicó las novelas: Algún amor que no mate (1996), Blanca vuela mañana (1997), Háblame, musa, de aquel varón (1998), Cielos de barro (Premio Azorín 2000) y La voz dormida (Alfaguara, 2002), Premio al Libro del Año 2002 del Gremio de Libreros de Madrid, y traducida al francés y al portugués. También es autora de la obra de teatro Segunda mano (1998) y de la versión de Algún amor que no mate (2002), nominada a los premios Max 2004 a la mejor autora teatral en castellano.

“La voz dormida”, de Dulce Chacón

«Contar la historia, para que la locura no acompañe al silencio»

La voz dormida, pu9788466307246blicada en 2002, fue la última novela de la escritora extremeña, tristemente fallecida, Dulce Chacón. La novela tuvo un gran éxito del público y de la crítica. Con ella obtuvo el premio Libro del año en 2002, otorgado por el Gremio de Libreros de Madrid.

Narra la historia de un grupo de mujeres encarceladas en la prisión madrileña de Ventas durante la postguerra civil española. Mujeres, pertenecientes al bando perdedor de la contienda, que sufren la represión y las continuas humillaciones de los vencedores. Pero que, apoyándose unas a otras, resisten y se niegan a dejarse vencer y a perder su dignidad.

    «Algunas mujeres apoyaron la idea de la huelga, y Hortensia tomó la palabra:
    —Hay que sobrevivir, camaradas. Sólo tenemos esa obligación. Sobrevivir.
    —Sobrevivir, sobrevivir, ¿para qué carajo queremos sobrevivir?
    —Para contar la historia, Tomasa.
    —¿Y la dignidad? ¿Alguien va a contar cómo perdimos la dignidad?
    —No, sólo hemos perdido la guerra, ¿verdad? Eso es lo que creéis todas, que hemos perdido la guerra.
    —No habremos perdido hasta que estemos muertas, pero no se lo vamos a poner tan fácil. Locuras, las precisas, ni una más. Resistir es vencer.»

 

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Amamantando a su hijo de David Seymour «Chim»

Para poder escribir la novela, la escritora de Zafra hizo un gran trabajo previo de documentación e investigación. Durante cuatro años consultó con historiadores, leyó numerosos libros y fue recogiendo gran cantidad de testimonios orales de mujeres que sufrieron la guerra civil y el franquismo. Por eso la mayor parte de las historias que aparecen en el libro están basadas en hechos reales. Es el caso de Pepita Patiño, «la cordobesa de ojos azulísimos», que le inspiró el personaje central de la novela.

Mezclando realidad y ficción, en La voz dormida, Dulce rescata la dignidad y la voz de esas mujeres que se vieron obligadas a guardar silencio.

La voz dormida es una novela magnífica. Muy dura. Escrita desde el corazón, con una prosa clara y sencilla. Fácil de leer. Y que atrapa al lector desde la primera página. Muy recomendable.

En el año 2011, la novela fue llevada al cine con el mismo título por Benito Zambrano, y contó con Inma Cuesta, Marc Clotet, María León, y Daniel Holguín como protagonistas principales.

«Esta película quiere ser un homenaje a todas las mujeres que lloraron en silencio en las puertas y en las tapias de los cementerios.
A las mujeres que se sacrificaron por los encarcelados y los perseguidos.
A todas las mujeres que murieron en las comisarías, en las cárceles o frente a los pelotones de ejecución.»

 

Pepita (María León), una joven cordobesa de origen rural, va a Madrid en la posguerra para estar cerca de su hermana Hortensia (Inma Cuesta) que está embarazada y en prisión.
Pepita conoce a Paulino (Marc Clotet), un valenciano de familia burguesa, que lucha junto a su cuñado Felipe (Daniel Holguín) en la sierra de Madrid. A pesar de la dificultad de su relación, se enamoran apasionadamente.
Hortensia es juzgada y condenada a muerte. La ejecución no se llevará a cabo hasta después del parto. Pepita intenta por todos los medios y en todas las instancias que condonen la ejecución.

 

SINOPSIS

Un grupo de mujeres, encarceladas en la madrileña prisión de Ventas, enarbola la bandera de la dignidad y el coraje como única arma posible para enfrentarse a la humillación, la tortura y la muerte. Pocas novelas podemos calificar como imprescindibles. La voz dormida es una de ellas, porque nos ayuda a bucear en el papel que las mujeres jugaron durante unos años decisivos para la historia de España. Relegadas al ámbito doméstico, decidieron asumir el protagonismo que la tradición les negaba para luchar por un mundo más justo. Unas en la retaguardia, y las más osadas en la vanguardia armada de la guerrilla, donde dejaron la evidencia de su valentía y sacrificio.

Dulce Chacón sumerge de inmediato al lector en las vidas de unos personajes hechos carne que le conquistan con una potencia irresistible, la que nace de sus actos, de sus valores, de su capacidad de lucha y sufrimiento, y del alcance de su amor.

DULCE CHACÓN

0000021670Dulce Chacón (Zafra, 1954-Madrid, 2003), poeta y novelista, publicó los libros de poemas: Querrán ponerle nombre (1992), Las palabras de la piedra (1993), Contra el desprestigio de la altura (Premio de Poesía Ciudad de Irún 1995) y Matar al ángel (1999), todos ellos recogidos en el volumen Cuatro gotas (2003). Como narradora publicó las novelas: Algún amor que no mate (1996), Blanca vuela mañana (1997), Háblame, musa, de aquel varón (1998), Cielos de barro (Premio Azorín 2000) y La voz dormida (Alfaguara, 2002), Premio al Libro del Año 2002 del Gremio de Libreros de Madrid, y traducida al francés y al portugués. También es autora de la obra de teatro Segunda mano (1998) y de la versión de Algún amor que no mate (2002), nominada a los premios Max 2004 a la mejor autora teatral en castellano.

FRAGMENTOS DE LA NOVELA

  «Porque Felipe teme que va a morir y, aunque no teme a la muerte, teme morir sin mirarla otra vez. Tensi. Y se lleva la mano al costado y presiona la herida para sujetar el dolor. Ha dejado de sangrar. El emplaste de resina fresca que le colocó Paulino después del tiroteo ha cortado la hemorragia pero el dolor muerde como una alimaña e impone su tiranía. Felipe intenta dominarlo pensando en Hortensia. Tensi. Saca de su bolsillo la fotografía que le regaló en Don Benito, cuando ella aprendió a escribir. En prueba de mi cariño, te dedico este recuerdo. Tuya para siempre: tu Hortensia. Tuya para siempre. Y recorre la piel de su retrato. Le acaricia la mejilla. Saborea su ternura con las yemas de los dedos. Le acaricia el brazo. Sonríe al verla sonreír. La besa en los ojos, en los labios abiertos y en los dientes separados. Tensi, con su uniforme de miliciana, con su fusil en bandolera y la estrella roja de cinco puntas cosida en el costado, sonríe para él, con un niño que no es suyo en los brazos. Era un día caluroso de julio, ella se había puesto los pendientes que él le había comprado en Azuaga y se había recogido el pelo ocultando sus trenzas.
   —Cuando termine la guerra, tendremos un niño como éste, mira qué guapo es.
     Alzó al niño y se echó a reír.
     —Ay madre, ay madre mía.
   Agitó sus pendientes y la borla de su sombrero. Hacía calor. Y Tensi se bajó la cremallera del mono azul dejando al descubierto su cuello.»

[…]

   «Y contar la historia, para que la locura no acompañe al silencio. Y Tomasa no dejará de gritar su dolor. Recorrerá con su grito el tiempo de esta noche. La Dama de Negrín alzará la voz porque su obligación es sobrevivir. Vivirás para contarlo, le habían dicho los falangistas que empujaron el cadáver de su marido al agua. Vivirás para contarlo, le dijeron, ignorando que sería al contrario. Lo contaría, para sobrevivir.
    Sobrevivir. Contar que la llevaron a la cárcel de mujeres de Olivenza, que allí estuvo dos años con La Pepa colgándole del cuello, y que compartió celda con una mujer que había perdido a sus dos hijos en el campo de concentración de Castuera. Los ataron el uno al otro y a culatazos los arrojaron a la mina. Sus gemidos subían desde el fondo de la tierra. Sus lamentos se oyeron durante toda una noche, hasta que otros cuerpos se rompieron contra ellos, y luego otros, y otros. Más gemidos. Y una bomba de mano que cae desde lo alto.»

 

La voz dormida en Cita con la Vida

 

“Algún amor que no mate”, de Dulce Chacón

«Porque todos los hombres matan lo que aman pero no todos mueren por ello»Oscar Wilde

libro_1404497587Algún amor que no mate, publicada en 1996, es la primera novela de la escritora extremeña Dulce Chacón.

En ella, la autora de La voz dormida aborda el tema de la incomunicación, el desamor y la violencia de género en el seno del matrimonio. Prudencia, la protagonista, es una mujer enamorada de su marido, que ha conseguido sobrevivir en su matrimonio a costa de renunciar a su propia identidad. Prudencia, engañándose a sí misma, se ha ido sometiendo, sin rebelarse, a las exigencias de su marido hasta la entrega total.

    «Prudencia cometió un error. Y los errores se pagan. Creyó que su vida era la de su marido y, cuando quiso darse cuenta, el marido tenía su vida y ella no tenía la propia. Todo lo hacía calculando si a él le gustaría y jamás se preguntó qué le gustaba a ella».

Pero un día se harta y decide terminar con todo.

En la presentación del libro, el gran escritor Saramago afirmó que se trataba de una novela cruel, y “que si de algo estamos necesitados es de literatura dura en estos tiempos fáciles, falsos, de fachadas que se pueden enseñar y que por detrás sólo esconden ruinas y nada más que ruinas».

Según su propia autora, la novela es «un viaje interior en el que su protagonista se encontrará con el amor y la incomprensión, la pasión y la infidelidad, la soledad, el llanto, la risa y la muerte».

Algún amor que no mate es una novela corta que se lee de un tirón. Escrita con el alma, con un lenguaje sencillo, pero cargado de sentimiento. Muy recomendable.

Dulce Chacón hizo una adaptación para el teatro de Algún amor que no mate (2002) con la que fue candidata a los premios Max 2004 a la mejor autora teatral en castellano.

En 2007 se publicó la Trilogía de la huida, un volumen que reúne las tres primeras novelas de Dulce Chacón: Algún amor que no mate, Blanca vuela mañana y Háblame, musa, de aquel varón. Sobre esta trilogía, escribió Juan Cruz Ruiz: «Los tres libros de esta Trilogía de la huida tienen ese origen común, la melancolía que deja en las personas la lucha que parte de la evidencia de un fracaso: la pareja fracasó, pero hay que reconstruir el amor. Dulce no abordaba ese asunto con un propósito previo, ella no hacía teoría de lo que iba a escribir, y no escribía nada como una teoría; abordaba las novelas con la misma frescura, y con la misma libertad, con la que abordaba los poemas, como exabruptos de su sentimiento, y en el fondo de sus sentimientos, en el origen de su melancolía, estaba la evidencia, y la rabia, ante ese fracaso.»

SINOPSIS

Algún amor que no mate es la historia de una mujer que luchó contra el desamor y salió derrotada.

Enamorada y maltratada, Prudencia ha llegado a una situación de desamparo absoluto. Privada de su identidad, convertida en un ser construido por otros, afronta por fin que se ha engañado a sí misma, renunciando a todo por mantener a flote un matrimonio infeliz, cargado de soledades, tristezas y frustraciones. Ante la inminencia del desenlace, y después de recorrer todas las sombras de su pasado, decide emprender la huida hacia un futuro incierto….

Algún amor que no mate, primera novela de la Trilogía de la huida de Dulce Chacón, constituye una deslumbrante recreación del maltrato y de la lucha por su superación. Mediante una prosa sencilla, cercana y llena de matices y una profunda caracterización psicológica de los personajes, la autora profundiza en uno de los temas que hoy, lamentablemente, sigue de actualidad.

DULCE CHACÓN

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Dulce Chacón (Zafra, 1954-Madrid, 2003), poeta y novelista, publicó los libros de poemas: Querrán ponerle nombre (1992), Las palabras de la piedra (1993), Contra el desprestigio de la altura (Premio de Poesía Ciudad de Irún 1995) y Matar al ángel (1999), todos ellos recogidos en el volumen Cuatro gotas (2003). Como narradora publicó las novelas: Algún amor que no mate (1996), Blanca vuela mañana (1997), Háblame, musa, de aquel varón (1998), Cielos de barro (Premio Azorín 2000) y La voz dormida (Alfaguara, 2002), Premio al Libro del Año 2002 del Gremio de Libreros de Madrid, y traducida al francés y al portugués. También es autora de la obra de teatro Segunda mano (1998) y de la versión de Algún amor que no mate (2002), nominada a los premios Max 2004 a la mejor autora teatral en castellano.

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA

    «La verdad es que muchas veces las mujeres nos quejamos de vicio. Porque hay que ver qué bien se está en casa sin tener que ir a trabajar. Y encima el marido te da dinero todos los días para la compra y, si lo administras bien, hasta puedes ahorrar. Yo desde que tengo la cojera ni siquiera voy al mercado. Hago el pedido por teléfono y me lo traen. Así es que tengo todo el tiempo del mundo para mí. Arreglo mi casa por la mañana. Tengo la ropa al día y cuido mis plantas. Por la tarde pongo el televisor y después hago un solitario. Cuando me quiero dar cuenta ya estoy haciendo la cena y poniendo la mesa para que cuando venga mi marido se lo encuentre todo listo. Y al día siguiente igual. A veces me pongo a mirar por la ventana y me distraigo viendo pasar a la gente por la calle. Yo nunca me aburro, por eso no entiendo a las mujeres que dicen que quieren trabajar. Someter al marido a esa humillación. ¿De qué sirve un hombre si no puede mantener a su familia?»

[…]
     «Cuando hay que pedir amor todo está perdido. El amor no se pide, el amor se da.
    Prudencia lo supo al preguntar a su marido por primera vez si la quería. Estaban en la cama y ella se acercó, ofreciéndose. ¿Me quieres? Esas cosas no se preguntan, le respondió, déjame dormir, nenita. Ella no sabía si esa respuesta quería decir sí o no. Dime que me que quieres, le pidió. Y él le acarició la mejilla, la miró a los ojos y sonrió: ¡Claro!, le dijo, y cuando ella empezó a sonreír, añadió: ¡A veces! Y enseguida se quedó dormido y empezó a roncar.
   Prudencia se levantó, se fue a la cocina, se bebió una copita de anís y se comió una tableta entera de chocolate. Con ansia.
   Nunca más preguntó, nunca más pidió, nunca más se ofreció.»