“Un verdor terrible”, de Benjamín Labatut

Un verdor terrible (2020) es el tercer libro publicado por el escritor y periodista Benjamín Labatut, que nació en Rotterdam, Países Bajos, en 1980; pasó su infancia en La Haya y a los catorce años se estableció en Santiago de Chile.

Un verdor terrible es una obra de ficción basada en hechos reales. Está inspirada en las investigaciones e hipótesis de algunos de los científicos más brillantes del siglo XX. Por sus páginas caminan personajes de la talla de Alexander Grothendieck, Einstein, Erwin Schrödinger, Werner Heisenberg, Niehls Bohr, Fritz Haber, Schwarzschild o de Broglie, por citar a alguno de ellos. Todos geniales, muchos próximos al precipicio del desvarío, bastantes de los cuales parecieron intuir las inquietantes consecuencias que acarrearían sus hallazgos.

     «Aún inmerso en la carnicería de la guerra, [Schwarzschild] no abandonó sus investigaciones. Llevaba su cuaderno de notas bajo el uniforme, pegado al pecho. Cuando fue nombrado teniente, aprovechó sus privilegios para pedir que le enviaran las últimas publicaciones de física editadas en Alemania. En noviembre de 1915 leyó las ecuaciones de la relatividad general, publicadas en el número 49 de los Annalen der Physik, y empezó a desarrollar la solución que le enviaría a Einstein un mes después. A partir de ese momento, sufrió un cambio que afectó incluso a su forma de tomar apuntes. Su letra se hizo más y más pequeña, hasta volverse prácticamente ilegible, En su diario y en las cartas que envió a su esposa, el entusiasmo patriótico da lugar a amargas quejas sobre el sinsentido de la guerra y un desprecio creciente por el cuerpo de oficiales, que solo aumenta a medida que sus cálculos se acercan a la singularidad. Cuando la alcanzó, ya no pudo pensar en otra cosa: estaba tan inmerso y distraído que no se resguardó durante un ataque enemigo y un mortero estalló a metros de su cabeza, sin que nadie pudiera entender cómo se había salvado».

Como el propio autor nos advierte al final de la obra, la cantidad de ficción aumenta a lo largo del libro; mientras que en el primer relato solo hay un párrafo ficticio, en los textos siguientes se tomó mayores libertades, tratando de permanecer fiel a las ideas científicas expuestas en cada uno de ellos. Si bien, la mayoría de las referencias históricas y biográficas utilizadas en la obra están perfectamente documentadas.

En Un verdor terrible, la literatura explora la ciencia y la ciencia se convierte en literatura. Benjamín Labatut ha escrito un libro inclasificable y poderosamente seductor, que habla de descubrimientos fruto del azar, teorías que bordean la locura, búsquedas alquímicas del conocimiento y la exploración de los límites de lo desconocido.

Un libro extraordinario, constituido por una colección de relatos al que su propio autor se ha negado a considerar dentro de las categorías tradicionales de la narrativa. Según el propio Labatut, contiene un ensayo que no es propiamente un ensayo, dos textos que tienen la forma de cuentos, una novela corta, y algo parecido a una crónica autobiográfica. En sus propias palabras “todos los relatos están conectados por una obsesión singular que recorre el libro completo: aquellas ideas, experiencias, métodos y fórmulas que no podemos comprender, por más que lo intentemos”.

Escrito con una prosa sencilla y amena, y con un lenguaje de extraordinaria belleza que te atrapa desde la primera línea. Un libro de lectura terriblemente adictiva que se ha convertido en un fenómeno editorial: ha sido traducido a 32 idiomas, ganó el Premio Galileo y el Premio Municipal de Santiago, y fue finalista del International Booker Prize y el National Book Award for Translated Literature.

    «Los átomos que despedazaron Hiroshima y Nagasaki no fueron separados por los dedos grasientos de un general, sino por un grupo de físicos armados con un puñado de ecuaciones». Grothendieck

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SINOPSIS

Las narraciones incluidas en este libro singular y fascinante tienen un hilo conductor que las entrelaza: la ciencia, con sus búsquedas, tentativas, experimentos e hipótesis, y los cambios que –para bien y para mal– introduce en el mundo y en nuestra visión de él.

Por estas páginas desfilan descubrimientos reales que forman una larga cadena perturbadora: el primer pigmento sintético moderno, el azul de Prusia, creado en el siglo XVIII gracias a un alquimista que buscaba el Elixir de la Vida mediante crueles experimentos con animales vivos, se convierte en el origen del cianuro de hidrógeno, gas mortal que el químico judío alemán Fritz Haber, padre de la guerra química, empleó para elaborar el pesticida Zyklon, sin saber que los nazis acabarían utilizándolo en los campos de exterminio para asesinar a miembros de su propia familia. También asistimos a las exploraciones matemáticas de Alexander Grothendieck, que le llevaron al delirio místico, el aislamiento social y la locura; a la carta enviada a Einstein por un amigo moribundo desde las trincheras de la Primera Guerra Mundial, con la solución de las ecuaciones de la relatividad y el primer augurio de los agujeros negros; y a la lucha entre los dos fundadores de la mecánica cuántica –Erwin Schrödinger y Werner Heisenberg– que generó el principio de incertidumbre y la famosa respuesta que Einstein le gritó a Niels Bohr: «¡Dios no juega a los dados con el universo!»

     «Haber le confiesa que siente una culpa insoportable, pero no por el rol que jugó en la muerte de tantos seres humanos, directa o indirectamente, sino porque su método para extraer nitrógeno del aire había alterado de tal forma el equilibrio natural del planeta que él temía que el futuro de este mundo no pertenecería al ser humano sino a las plantas, ya que bastaría que la población mundial disminuyera a un nivel premoderno durante tan solo un par de décadas para que ellas fueran libres de crecer sin freno, aprovechando el exceso de nutrientes que la humanidad les había legado para esparcirse sobre la faz de la tierra hasta cubrirla por completo, ahogando todas las formas de vida bajo un verdor terrible».

BENJAMÍN LABATUT

Benjamín Labatut nació en Rotterdam, Países Bajos, en 1980. Pasó su infancia en La Haya y a los catorce años se estableció en Santiago de Chile. La Antártica empieza aquí, su primer libro de cuentos, ganó el Premio Caza de Letras y el Premio Municipal de Santiago. Su segundo libro, Después de la luz, consta de una serie de notas científicas, filosóficas e históricas sobre el vacío, escritas tras una profunda crisis personal.

En Anagrama ha publicado Un verdor terrible: «Extraordinario… Ingenioso, complejo y profundamente perturbador» (John Banville); «Un desconcertante viaje hacia los delirios de los científicos más brillantes del siglo XX» (Jaime G. Mora, ABC); La piedra de la locura: «Examina los límites del sentido común y el caos en este libro que persigue las huellas de la sinrazón a través de la literatura, las imágenes que nos ha dejado el arte y las diversas teorías científicas que se manejan en la historia» (La Razón); y MANIAC: «Monstruosamente bueno. Se lee como un oscuro mito fundacional sobre la tecnología moderna, pero con el ritmo de un thriller» (Mark Haddon). Un verdor terrible se ha convertido en un fenómeno editorial: traducido a 32 idiomas, ganó el Premio Galileo y el Premio Municipal de Santiago, y fue finalista del International Booker Prize y el National Book Award for Translated Literature.