“Los amores de un bibliómano”, de Eugene Field

«Un libro no se aprecia de verdad hasta que no nos lo llevamos a la cama y soñamos con él»

Numerosos son las libros que la editorial Periférica viene publicando, referidos al mundo de los libros, especialmente, al género de libros que hablan de otros libros. Anteriormente, nos hemos ido aproximando a algunos de ellos, como Mi maravillosa librería de Petra Hartlieb, El bibliótafo, de Leon H. Vincent, o La librería ambulante y La librería encantada, de Christopher Morley. Todos ellos muy recomendables, y con multitud de anécdotas en torno al maravilloso mundo de la lectura y de los libros.

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En Los amores de un bibliómano (The love affairs of a bibliomaniac), el norteamericano Eugene Field, periodista especializado en crónicas llenas de humor, nos acerca a la vida de un curioso personaje, afectado de bibliomanía, es decir, con una propensión exagerada a acumular libros, y que, ya en los comienzos de la historia, no duda en expresarnos cuáles son sus preferencias en materia amorosa:

Mi libro y mi corazón
no han de ver separación.

     «Y en esto se ejemplifica la ventaja que el amor a los libros tiene sobre otras clases de amor. Las mujeres son por naturaleza volubles, y los hombres también; su amistad es susceptible de disipación a la mínima provocación o a la menor excusa.

    No ocurre esto, sin embargo, con los libros, porque los libros no cambian. Dentro de mil años serán lo que son hoy, dirán las mismas palabras, expresarán los misma alegría, la misma promesa, el mismo consuelo; siempre constantes, ríen con los que ríen y lloran con los que lloran.» 

Field conoce bien el tema del que escribe. Al publicarse por primera vez Los amores de un bibliómano, su hermano Roswell escribió estas palabras: «Era un infatigable coleccionista de libros, y poseía una biblioteca tan valiosa como interesante, que contenía volúmenes obtenidos sólo a costa de gran sacrificio personal, así que comprendía perfectamente ese trastorno llamado bibliomanía, y conocía el aspecto medio trágico, medio humorístico de esta incurable enfermedad mental. La columna periodística que escribió casi a diario durante doce años incluía muchas veces pícaras indirectas y burlas cariñosas contra aquellos de sus infelices compatriotas que, a través de él, se habían hecho famosos por su devoción a las viejas estanterías y las subastas[…] Bibliofilia, más que bibliomanía, sería la palabra adecuada para denominar su meticuloso propósito. Si compraba libros curiosos y raros, era para poseerlos en el más amplio sentido, tanto interior como exteriormente. La manía por los libros lo llevaba a comprar constantemente; el amor por los libros sobrevino para hacer de ellos una parte de sí mismo y de su vida.»

El autor norteamericano nos ofrece en su libro numerosas historias y anécdotas sobre hechos y personajes reales (libreros, impresores, escritores, críticos…). Y todo ello expresado en un tono alegre y ameno, y haciendo gala de un humor inteligente. Totalmente recomendable.

Pero si, oh, señor, te place
mantenerme en el camino de la tentación,
con humildad ruego ser
especialmente tentado hoy.
Que mi tentación sea un libro
que pueda comprar, guardar y conservar,
y que, cuando otros lo vean,
se lamenten al saber
que lo conseguí a buen precio.

    La oración del bibliómano

SINOPSIS

Bibliomanía: «Pasión de tener muchos libros raros o los pertenecientes a tal o cual ramo, más por manía que para instruirse». Diccionario de la Lengua Española.

He aquí la historia de un viejo y peculiar coleccionista de libros, en la Norteamérica de finales del siglo XIX, rodeado de personajes tan singulares como entrañables: sus amigos, el juez Methuen y el doctor O’Rell; su hermana, la señorita Susan; sus amores de juventud, Captivity Waite, Fanchonette… Una novela repleta de humor, encanto e inteligencia sobre los deleites, aventuras y desventuras de la bibliomanía. Pero también sobre la alegría de vivir, contagiosa en todas sus páginas.

EUGENE FIELD

70050020131107125424foto-eugene-field-web-1-estrecha Eugene Field nació en 1850 en Saint Louis y murió en 1895, a los cuarenta y cinco años, en Chicago. Famoso por sus textos para niños (él mismo tuvo ocho hijos), sus poemas siguen leyéndose aún hoy en muchas casas y escuelas de Estados Unidos. Eugene fue un reputado periodista, especializado en columnas y crónicas llenas de humor y detalles costumbristas.

FRAGMENTOS DE LA NOVELA

   «Tan sutil y tan contagiosa es esta gran pasión que apenas somos conscientes de su presencia hasta que ha tomado posesión de nosotros completamente. Y he conocido casos de de hombres que, después de haber pasado una velada con el juez Methuen y conmigo, han despertado a la mañana siguiente contagiados por el incurable entusiasmo de la bibliomanía. Pero el desarrollo de la pasión no viene siempre marcado por estallidos abruptos; a veces, como el sarampión, aparece de forma lenta y persistente, y en tales casos hay que tomar medidas para alejar la enfermedad de los órganos vitales. De otro modo pueden producirse graves consecuencias»
    […]
   «Cuando el juez Methuen tiene ganas de chanza y quiere reírse de mí, me pregunta si he olvidado la época en la que estuve poseído por un espíritu de renovación y juré solemnemente no comprar más libros… Mi relación con los libreros cubre un período tan largo y ha sido tan íntima que incluso en medio de una vasta multitud, no tendría dificultad en determinar quiénes son libreros y quiénes no. Porque, al tratar con los libros, llega un momento en que estos hombres acaban pareciéndose a su mercancía, no sólo en su aspecto sino también en su conversación. Mi librero ha habitado tantos años en su rincón que habla al estilo antiguo y tiene el aspecto sencillo y atractivo de una antigua y sólida encuadernación; y para deleite de los entendidos en olores, desprende ese aroma a moho y tabaco combinados que al verdadero bibliófilo le resulta más agradable que todos los perfumes de Arabia. He estudiado el oficio con tanto interés que con sólo clavar la vista en un librero puedo decir con certeza qué tipo de libros vende.»

“Miradas sobre Extremadura”, Varios autores

«La mirada de quince escritores nacionales, que han vivido su particular encuentro con Extremadura»

La Editora Regional de Extremadura publicó en el año 2008, dentro de la colección Viajeros y estables, con prólogo de Luciano Feria y dibujos de Pedro Gamonal y Salvador Retana, esta obra, titulada Miradas sobre Extremadura. Se trata de una recopilación de textos de un total de 15 autores nacionales. Nombres como Bernardo Atxaga, Antonio Colinas, Luis Alberto de Cuenca, Luis Mateo Diez, Espido Freire, Adolfo García Ortega, Gustavo Martín Garzo, Laura Freixas, Clara Janés, Juan Carlos Mestre, Vicente Molina Foix, Rosa Regás, Andrés Trapiello, Ángela Vallvey y José Viñals que recrean sus experiencias en tierras extremeñas.

miradas-sobre-extremaduraComo se señala en la edición del libro, la mirada de estos quince viajeros, que han vivido su particular encuentro con Extremadura, recorre con ojos no acostumbrados nuestra comunidad y descubre matices que en la cercanía cotidiana pasan desapercibidos; esos matices –a veces un lugar, algunas palabras cruzada con un desconocido, o una celebración vivida con intensidad– conforman, en la secuencia de estos artículos, un dibujo esencial de la región. Esos quince autores, prestigiosos nombres del panorama nacional, que en este volumen se acompañan de dos ilustradores y un editor extremeño, recrean una imagen de Extremadura entre la vivencia personal y la crónica o el artículo, un apunte que trasciende el momento de la visita y se desvela como un reflejo de la memoria en el título de la colección: viajeros y estables.

Hermosos textos, impregnados del aroma de la tierra de Extremadura. Muy recomendable.

SINOPSIS

Quince prestigiosos escritores, de entre los muchos que han visitado durante estos últimos años Extremadura, reflejan aquí su encuentro con esta región. Algunos textos son auténticos poemas en prosa; en otros se mezcla prosa y verso; y varios trabajos están concebidos como relatos, si bien la mayoría fluye como artículos en los que se mezcla la reflexión con la vivencia personal. Pero quizá lo más interesante de estos trabajos sea, a la postre, lo que de común emana tras la lectura del conjunto. Queda un sentido como de revelación. Es como si todos y cada uno de los artículos expresaran, en esencia, una especie de descubrimiento, nos hablaran de algo que, estando oculto, inconsciente, insinuado o dormido en los autores, se mostrara en toda su plenitud tras el encuentro con Extremadura.

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FRAGMENTOS DEL LIBRO

«Mi Extremadura»

Si tuviera que optar por una sola cosa de Extremadura, optaría por su cielo. Por su cielo nocturno, con todas las estrellas allá arriba, tachonando el firmamento. La noche en el campo extremeño es una experiencia irrepetible. Creo que nunca he sentido la noche tan cerca de mi alma como en Extremadura. Y no me refiero a la noche como soberana de oscuridades, reina de sombras o negación del día, sino como albergue de estrellas y, por lo tanto, como mensajera de claridades y de luces íntimas.

Luis Alberto de Cuenca

[…]

Noche y Plumas”

Cada vez que volvía la mirada, la gatita seguía allí, en su jaula, negra y diminuta, con sus ojos verdes y redondos muy abiertos. El conductor y yo hablábamos de mil temas, tan largo era el camino en junio desde Badajoz hasta Madrid. Caía el sol como plomo, y la dehesa parecía no acabarse. Allí al otro lado del parabrisas, quedaba alguna cigüeña con su cría ya grandecita, que nos miraba con displicencia.

Para ella la eternidad aún comenzaba.

Espido Freire

[…]

«Sigue tu camino»

Le basta a Extremadura con su extremoxidad, o sea, con aquello gracias a lo cual ha llegado a nosotros como es. Pues si Extremadura se ha conservado tan radicalmente suya, original en inconfundible, ha sido gracias, no lo dudemos, a su extremosa manera de ser, al rigor de sus veranos y, en muchos casos, a la pobreza de una tierra que ha convertido en héroes a quienes han tenido que arrancarles un poco de sustento. Sin olvidarnos, claro, de la propiedad de esa misma tierra que ha condenado a un gran número de extremeños a formas extremas de la existencia: el hambre, la emigración, la servidumbre, contribuyendo, qué duda cabe, a la formación de su carácter como pueblo.

Andrés Trapiello

[…]

«Cuna de invierno»

Hay una Extremadura española que, como se decía antiguamente, confina al Norte con el reino de León, y en el resto de los puntos cardinales, con las dos castillas, Andalucía y Portugal. Como si Extremadura se extendiera limitando con todo y con todos. Ella sola. La Extremadura portuguesa se derrama hasta el océano Atlántico, pero también sabe a Extremadura, la de los bosques de pinos, de valles, de llanuras y colinas. Porque Extremadura es, sobre todo, un espacio natural grande y esplendoroso: el Monumento Natural de los Barruecos, la Reserva Cinegética del Cíjara, el Parque Natural de Cornalvo o el Parque Natural de Monfragüe, la reserva natural de La Garganta de los Infiernos…

La generosidad de la naturaleza en Extremadura es un valor que deberíamos cultivar con mimo. En una Europa cada vea más urbanizada, industrializada, de tierras negras y heridas, Extremadura es un hermoso tallo, verde, acogedor y tierno.

Ángela Vallvey