La villa de Feria y el terremoto de Lisboa

El llamado terremoto de Lisboa ocurrió en la mañana del sábado 1 de noviembre de 1755, festividad de Todos los Santos. Su magnitud fue de casi 9 grados en la escala de Ritcher y tuvo su epicentro en el Océano Atlántico a unos 300 kilómetros de la capital portuguesa. El fuerte temblor fue seguido de un maremoto y un devastador incendio que causaron la destrucción de buena parte de la ciudad de Lisboa. El fenómeno produjo varios miles de víctimas en Portugal, España y norte de África y los daños económicos fueron muy elevados.

Efectos del terremoto en Lisboa

                                                Efectos del terremoto en Lisboa

Los efectos del terremoto también se dejaron sentir en Extremadura, produciéndose importantes daños personales y materiales. En la localidad cacereña de Coria, se derrumbó la cubierta de la Catedral, sepultando a numerosos fieles que se hallaban congregados en misa en aquel momento. Resultaron muertas 21 personas. También se desvió el cauce del río Alagón, a su paso por dicha localidad, dejando el puente de piedra que lo cruzaba bastante alejado del nuevo cauce.

LOS EFECTOS DEL TERREMOTO DE LISBOA EN LA VILLA DE FERIA

El terremoto de Lisboa también se dejó sentir en la villa de Feria. José Muñoz Gil nos aporta una amplia información sobre el mismo en su libro titulado La villa de Feria.

De los resultados del terremoto, que puso a prueba la solidez de la Iglesia parroquial, nos ha dejado un valioso testimonio, por haber sido testigo del mismo, el cura párroco, don Pedro Isidro Álvarez del Monte. Sobre este tema, escribe Muñoz Gil en la citada obra:

   «Este hombre nos ofrece una descripción, según nos tiene acostumbrado, tan minuciosa que, por su interés merece ser transcrita en nuestro Apéndice Documental. La extensa nota aparece en el Libro correspondiente de Matrimonios, inmediatamente después del asiento de la partida del día dos de noviembre. El suceso ocurrió el día antes, primero de este mes, lo que le permite hacerlo con una extraordinaria minuciosidad y viveza. El acontecimiento pudo convertirse en una tragedia, si el fenómeno hubiese tenido lugar un poco después. Los hechos sucedieron a las diez y media. Tocaban las campanas, en aquel momento, a Misa Mayor y se celebraba, a la vez, una Misa, previa a la función solemne, en la capilla de Santa Ana, la que es hoy capilla de la Milagrosa, donde se encontraba un grupo de personas recluidas junto con el celebrante. Un fuerte temblor conmovió el templo, acompañado de un fuerte estruendo. Como consecuencia de ello

se desprendieron de las claves de la bóveda, por diferentes lugares, cinco piedras de gran magnitud, con cuya novedad, persuadidos todos de que se desplomaba la yglesia y los sepultaba entre sus ruinas, los más se pusieron en fuga con imponderables clamores” […]

   Por suerte no hubo muerte alguna, sino una persona herida levemente en la cabeza. El templo, en cambio, sufrió considerables daños[…]

   Don Pedro, además de indicar los daños causados en el templo, describe otros efectos observados en el pueblo. Según manifiesta, dos mujeres abortaron y otras dos se accidentaron, incluso, llegó a afectar a algunos manantiales, apareciendo algunos nuevos y desapareciendo otros ya existentes.»

A continuación, reproducimos el documento completo del cura párroco, don Pedro Isidro Álvarez del Monte, tal como aparece en el Apéndice documental 17 del libro La villa de Feria (Tomo II, págs. 430-432):

DOCUMENTO NÚM. 17

   Don Pedro Isidro Álvarez del Monte, cura párroco, presente en la Iglesia Parroquial, en el momento en que se produjo el terremoto de Lisboa, describe minuciosamente los acontecimientos ocurridos y los efectos causados aquel día, primero de noviembre de 1755, festividad de Todos los santos, cuando algunos fieles escuchaban una Misa en la capilla de Santa Ana.

        25, noviembre de 1755

        A.P.F.; Lib. 3º de Matrimonios, fol. 69-70 v.

   “Terremoto. Nota digna de memoria. Dia primero de nobiembre de este año de 1755 a las diez de la mañana, estando tocando a Misa Mayor se esperimentó un Temblor de Tierra que puso en bastante tribulazión y desconsuelo a todos los vezinos de esta villa, prinzipalmente a las personas que se hallaban en la Yglesia, donde por lo elebado de su fabrica y su sitio fue más formidable el estruendo, llegandose para mayor congoja averse desprendido de las claves de las Bobedas por diferentes partes, cinco piedras de bastante magnitud, con cuya novedad, persuadidos todos de que se desplomaba la yglesia y los sepultaba entre sus ruinas, los mas se pusieron en fuga con imponderables clamores. Aviendose serenado, cantamos el te Deum laudamus y otras preces gratulatorias y la salve a Maria Santisima, después la Misa conventual, con la solemnidad correspondiente, en la que hize una platica exortando al pueblo a penitencias, con algunas reflexiones utiles que me ocrrieron sobre el asumpto.

Portada de la Parroquia de San Bartolomé

«Una de las piedras que se desplomaron cayó sobre el cancel de madera de la Puerta de la Plaza y lo maltrató mucho»

    A fin de la Misa se experimento otro temblor, pero lebe y de instantanea duracion. Hubiera sucedido muchas desgracias si no es la casualidad (que todos tuvimos por misteriosa) de estarse celebrando una Misa en la ocasión en la capilla de Ntra. Sra. Santa Ana, y por este motibo hallarse toda la gente oyendola en dicha Capilla y la principal de la Yglesia, y nadie en todo su cuerpo que fue donde cayeron las piedras, no hubo muertes ni heridos, sino es uno mui lebemente en la cabeza. Abortaron dos mujeres, y otras dos se accidentaron. Una de las piedras que se desplomaron cayo sobre el cancel de madera de la Puerta de la Plaza y lo maltrato mucho. Las bobedas también lo quedaron, y se muestran algunas aperturas, unas penetrantes y otras superficiales, por diferentes partes. Algunas otras piedras de las referidas quedaron movidas, y por el defecto de concatenación , a juicio de alarifes, poco seguras. La Yglesia no está intratable, pero peligrosa; que, a permitirlo las cortas facultades de la fabrica, se hubiera providenciado no reparar. Hizose aquella tarde procesión general de Rosario publico de hombres y mugeres, y después nobena del Rosario de ambos sexos, las mugeres por la tarde y los hombres de noche, por las calles. El Regidor ha mandado por carta extra ordinaria del Sr Obispo de Cartagena, Gobernador de consejo, informe esta villa lo acaecido en este lanze, y si antes o después se obserbaron algunas particularidades; y el concepto que se formó por los ynteligentes sobre la especie y circunstancia de este terremoto. Mi sentir es que no precedio señal alguna (al menos no se obserbo) de las que señalan los Philosofos que hai regularmente, ni en las nubes, ni en las aguas, ni en la atmosphera; su duración fue de siete a ocho minutos. Su especie, Tremor, por haberse notado en los edicicios unas bibraciones aunque formidables y estrepitosas igual y no tan violentas como correspondía a las especies más graves de pulso y ynclinación que señalan los mejores phisicos (aunque varia en el numero de sus especies) a causa de no ser tan vigoroso e intenso el fuego central que lo ocasiona; e ympeler con igualdad lateralmente las cavernas subterraneas que violentamente lo oprimen.

Algunas fuentes que estaban escasas se mantienen abundantes; otras aparecieron que no se conocían y algunas conocidas se perdieron

«Algunas fuentes que estaban escasas se mantienen abundantes; otras aparecieron que no se conocían y algunas conocidas se perdieron»

   Los efectos que se han observado fueron hallarse las aguas de fuentes, pozos, y aun arroyos, lactizinosas por los Azufres que se sublimaron. Algunas fuentes que estaban escasas se mantienen abundantes; otras aparecieron que no se conocían y algunas conocidas se perdieron, lo que a regular en estos mobimientos que compactan por una parte las porosidades de la tierra, y por otra las dilantan, desentonando la direzion y escorrentia antigua de las aguas, tambien se ha notado en su extensión, según notizia, ha sido mucho mayor de lo que scribio Seneca tiene regularmente los Terremotos; que no esceden en su opinion, doscientas millas. En muchos pueblos de España, principalmente Cadiz, Sevilla, Huelva, Coria, ha avido mil trabaños; pero donde ma s ha descargado la ira de Dios, ha sydo en el Reyno de Portugal, mayormente en la Ciudad de Lisboa, cuyas lastimas no son explicables, ni el numero de las personas de todos los estados y clase que han perecido. Cualquiera mobimiento nos sorprende; las destemplanza de los vientos que ha sido regular en estos días, especialmente la noche del día diezyocho de este mes, que hizo salir a muchos asustados de sus casas, nos tiene en gran desconsuelo. Su Magestad tenga misericordia de nosotros, y nos conzeda por los ruegos de Maria Santisima Nuestra Señora, que esta recia voz, Altissimus dedit vocem suam terram trenuit, Amén (Hablo el Altísimo y la Tierra se estremeció), nos despierte de el profundo sueño de nuestras pasiones, para que lloremos nuestras culpas y hagamos penitencia con que se mitigue el rigor de la divina justicia de tan merecido Terremoto; y nos dé gracia para perseberar con estos santos propositos, para que viviendo asi hasta el fin de nuestra vida, lo acabemos en paz y amistad de Dios.

                    Feria, y Nobiembre, 25 de 1755. Dr. Alvarez”

El blog Guiris por Extremadura, en su entrada titulada El terremoto que vino de Lisboa y acabó en Feria, recoge también el anterior testimonio tomado del libro de Alberto González Rodríguez titulado Las poblaciones de la Baja Extremadura: configuración y morfología.

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       Feria vista desde el castillo. En el centro, la Iglesia parroquial

Otro documento de gran valor, también relativo a los efectos del terremoto en la villa de Feria, nos lo proporciona José Manuel Martínez Solares en su obra titulada Los efectos en España del terremoto de Lisboa: (1 de noviembre de 1755).

En la citada obra, encontramos la transcripción de una serie de documentos, pertenecientes al Archivo Histórico Nacional, relativos al terremoto de Portugal. Dichos documentos proceden de la encuesta que ordenó llevar a cabo el rey Fernando VI al Gobernador del Real Supremo Consejo de Castilla, Obispo de Cartagena, solicitando información sobre lo sucedido en España a causa del terremoto.

Entre ellos figura el informe enviado por el Alcalde mayor de Feria Diego Becerra Cid Figueroa al Gobernador del Real Supremo Consejo de Castilla el día 26 de noviembre de 1755. Llama la atención la gran similitud que guarda con el anterior testimonio del cura párroco, don Pedro Isidro Álvarez del Monte.

Lo reproducimos, a continuación, tal como aparece en las páginas 326-327 del mencionado libro Los efectos en España del terremoto de Lisboa: (1 de noviembre de 1755).

[357] FERIA (Badajoz)

Feria, 26 de noviembre de 1755.

El Alcalde mayor.

Ilustrísimo Señor:

Señor:

En puntual observancia de lo que por V. I. se me ordena, debo decir:

      Que el día 1º de el de la fecha, entre nueve y diez de la mañana, se experimentó en este pueblo el temblor de tierra que en otros muchos, con bastante tribulación y desconsuelo de sus habitantes, principalmente de los que se hallaban en el templo donde, por lo elevado de su fábrica y sitio, fue más formidable el estruendo llegando, para mayor congoja, haberse desprendido de las claves de las bóvedas por diferentes partes cinco piedras de bastante magnitud.

        Con cuya novedad, persuadidos todos a que se desplomaba la Iglesia y los sepultaba entre sus ruinas, los más se pusieron en fuga, con imponderables clamores.

     Sereno ya todo, se cantó por el clero el tedeum laudamus, con otras preces gratulatorias y la misa con la solemnidad debida. Y por su párroco se hizo una plática exhortando al pueblo, más con lágrimas y afectos que con voces, a penitencia.

       Al fin de esta misa se experimentó otro temblor pero leve y de instantánea duración, aunque bastante por el antecedente o a ser segunda vez levantar el grito y desamparar casi todos el templo, habiendo abortado dos mujeres, y accidentándose levemente otras.

       No sucedieron muchas graves desgracias, por gran Misericordia de Dios, que dispuso la casualidad que todos hemos tenido por misteriosa de que se estuviese en la ocasión celebrando misa en una capilla separada (siendo cosa ninguna, que de aquella hora se celebrase en ella según el método de esta Parroquia) por cuya causa se hallaban todas las personas que la oyen en dicha capilla y en la principal de la Iglesia que también es obra separada de su cuerpo, de distinta fábrica, más baja y fuerte, por lo que, gracias a Dios, no hubo muertos ni heridos.

       Una de las piedras que se desplomaron cayó sobre un cancel de madera y lo dejó muy maltratado. Las bóvedas también lo están y muestran por diferentes partes aperturas, algunas penetrantes, otras superficiales.

      Algunas otras piedras se movieron, por lo que y el defecto de concatenación, a juicio de alarifes, no están muy seguras.

     La Iglesia no ha quedado intratable, pero peligrosa, que a permitirlo las cortas facultades de la fábrica se hubiera providenciado su reparo.

"De las claves de las bóvedas [se desprendieron] por diferentes partes cinco piedras de bastante magnitud".

«De las claves de las bóvedas [se desprendieron] por diferentes partes cinco piedras de bastante magnitud».         

        En las ermitas causó menos estrago, aunque también se les nota algún sentimiento.   

         El de el Castillo no fue considerable, ni en las casas de los Terinos (?).

       Este es puntualmente el hecho y habiéndome informado de las personas que me ha parecido pueden en lo doctrinal haberlo reflexionado, me aseguran no haberse observado de los signos que comúnmente señalan los filósofos alguno ni en aguas ni en nubes ni en la atmósfera.

        La duración que tuvo fue de siete a ocho minutos.

    Su especie: «tremor», por haberse notado en los edificios una vibración aunque formidable y estrepitosa, igual y no tan violenta como correspondía a las otras dos más graves especies: «de pulso» e «inclinación», que señalan comúnmente los mejores físicos (aunque varían en su número) a causa de no será tan vigoroso e intenso el fuego central que lo ocasiona a impeler con igualdad lateralmente las cavernas subterráneas, que violentamente lo oprimen.

    Después lo que han notado es hallarse las aguas de fuentes, pozos y aún arroyos lactirinosos [sic], a causa de los azufres que se sublimaron; algunas fuentes que estaban escasas, se mantienen hasta el día de hoy abundantes; otras aparecieron que no se conocían; y algunas crecidas se perdieron; lo que es regular en tales movimientos que compactando las porosidades de la tierra por una parte y dilatándolas por otra, desentonan la dirección y economía antigua de las aguas.

      La extensión parece haber sido mucho mayor, según noticias, de la que observó Séneca en los terremotos, que dice no exceden regularmente de doscientas millas.

    Cuya circunstancia nos tiene en el mayor cuidado y no cesamos de pedir a Dios misericordia, habiendo hecho la tarde de aquel día procesión general con asistencia de los dos Cabildos, y todo el pueblo en ambos sexos, y se continúan hasta hoy con novena de rosarios públicos.

    De día y noche, cualquier movimiento nos comprende y la destemplanza de los vientos que en estos días ha sido irregular ha causado grave desconsuelo, principalmente la noche del día 18 del corriente, que hizo levantar a muchos de sus camas, por lo vehemente y continuo que se experimentó.

      Es verdad que la situación del pueblo contribuye mucho, porque es muy elevada.

    Esto es lo que puedo informar a V. S. I., cuya vida importante prospere la Majestad Divina dilatados años en la mayor felicidad y grandeza,

    Feria, y noviembre 26 de 1755.

    Ilustrísimo Señor:

    Besa la mano de V. S. I. su más rendido servidor,

 

Diego Bezerrazid [Becerra Cid]  Figueroa

 

  Ilustrísimo Señor Gobernador del Real Supremo Consejo de Castilla.

 

 

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