«La forastera”, de Olga Merino

 «Me están echando el cerco, y no es el viento.»

La forastera es una novela de Olga Merino, publicada en 2020. Con esta obra, la escritora barcelonesa ha sido ganadora del premio Pata Negra y del Cubelles Noir, finalista del Premio Bienal de novela Mario Vargas Llosa y del VII Premio Ciudad de Santa Cruz de Novela Criminal y situada entre los mejores libros de 2020 según El PaísEl Periódico Forbes.

Confieso que no había leído anteriormente nada de esta autora y que llegué a ella por pura casualidad. Encontré una referencia a su novela en un artículo sobre libros de la España vacía o vaciada. Concretamente dentro de las últimas novedades que abordaban el tan cacareado problema de la despoblación y de la falta de inversiones por parte de las autoridades para mejorar las infraestructuras y servicios de estos pueblos que cada vez se van quedando más solos y vacíos. Lecturas que nos transportan a este territorio que hasta hace poco se conocía con el desafortunado término de España profunda.

La historia que nos ocupa está narrada en primera persona por Ángela o Angie, el personaje principal de la novela, una cincuentona que tras una mala experiencia en el extranjero regresa a la antigua casa familiar, en las afueras de una aldea perdida y casi vacía del sur de España buscando la paz y el sosiego. Allí, en compañía de sus perros, tratará de ir sobreviviendo bajo la mirada hostil de los lugareños, que la consideran medio loca.

    «Ellos no lo saben pero aquí estoy bien, con el huerto y los perros, las trochas y mis piernas. La cancela está siempre abierta. No les tengo miedo. Chismorrean. Saben que escondo una escopeta en la cámara del grano, una vieja Sarasqueta del calibre doce. Creen que estoy loca porque frecuento el cementerio, hablo en voz alta frente a la tumba de mi madre, bebo, me río sola y apenas tengo trato con nadie. Tampoco me corto el pelo desde que murió mi vieja. Que estoy mal de la cabeza, dicen. Si acaso estoy loca de puro cuerda. Yo conozco mi sombre y mi verdad.»

Hasta que la muerte del mayor terrateniente de la comarca la pone sobre la pista del pasado de su propia familia. Un pasado que hasta entonces le había sido ocultado y en el que los dramas y las muertes por suicidio parecen haberse convertido en una auténtica epidemia.

Según la información que proporciona la editorial, La forastera es un western contemporáneo en el territorio áspero de una España olvidada. Un relato estremecedor y emocionante sobre la libertad y la capacidad de resistencia del ser humano.

A mí me ha parecido una novela muy dura, como el propio paisaje en el que transcurre la mayor parte de la misma. Un paisaje que es descrito con enorme sensibilidad y belleza, y que puede ser considerado como otro personaje más de la historia. Una historia escrita con una prosa muy sensorial y utilizando un vocabulario muy rico y preciso en el que abundan los términos propios del medio rural y de las faenas agrícolas.

  «En el recuerdo, mi padre sigue junto a la ventana, desde donde observaba las calles del barrio sin asfaltar, buscando algún rastro del cerro y la campiña entre los bloques de pisos a medio construir, como un campesino fuera de lugar que aguarda la escampada para salir a desvaretar los chupones. En el fondo, aunque nos hubiéramos alejado tanto, nunca salimos de la aldea. Allí donde la ciudad perdía el nombre, seguíamos pegados al barro de las veredas.»

Una novela magnifica, que me ha evocado en algunos momentos durante su lectura al maestro Delibes o al extremeño Jesús Carrasco. Sin ninguna duda, uno de los mejores libros que he leído últimamente. Muy recomendable.

    COMENZAR A LEER LA NOVELA

SINOPSIS

Cuando lo has perdido todo, no hay nada que puedan arrebatarte. Un relato emocionante sobre la libertad y la capacidad de resistencia del ser humano.

la-forastera-olga-merino

    «La muerte merodea por aquí desde siempre. La gente de estos predios lo sabe muy bien. Tal vez es la melancolía la que invita a desaparece. O la calima que empaña las cosas y tanto se le asemeja. He acabado por comprender bien el espíritu de estas tierras, como si me hubieran parido aquí. Conozco la soledad angustiosa del paisaje, la gama completa de los ocres, los verdes que juegan a ser azules allí donde se encabalgan las lomas.»

Tras una juventud de excesos, Angie vive retirada -casi atrincherada- en una aldea recóndita del sur. Para los vecinos es la loca que se deja ver en compañía de sus perros. Su existencia transcurre en el viejo caserón familiar, en un cruce continuado de dos tiempos: el presente y el pasado. Tan solo tiene a sus fantasmas y el recuerdo del amor vivido con un artista inglés en el Londres olvidado de Margaret Thatcher.

El hallazgo del cuerpo ahorcado del terrateniente más poderoso de la comarca lleva a Angie a desenterrar viejos secretos familiares y a descubrir el hilo fatal de muerte, incomprensión y silencio que une a todos en la comarca. ¿Es el aislamiento? ¿Son los nogales, que secretan una sustancia venenosa? ¿O acaso la melancolía de los húngaros, que llegaron hace siglos con sus baúles y violines? Angie sabe que, cuando lo has perdido todo, no hay nada que puedan arrebatarte.

OLGA MERINO

© Marta Calvo

Olga Merino (Barcelona, 1965) es licenciada en Ciencias de la Información y máster en Historia y Literatura Latinoamericanas en el Reino Unido. Trabajó en la década de los noventa en Moscú como corresponsal para El Periódico. De aquella experiencia surgió su primera novela, Cenizas rojas, que tuvo un gran éxito entre la crítica, así como los diarios recogidos en Cinco inviernos. A aquella novela le siguieron Espuelas de papel y Perros que ladran en el sótano. En 2006 obtuvo el Premio Vargas Llosa NH por Las normas son las normas. Actualmente es columnista de El Periódico y profesora en la Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès. Sus novelas han sido traducidas al italiano, neerlandés, inglés, francés y chino. Con La forastera (Alfaguara, 2020), Merino ha sido ganadora del premio Pata Negra y del Cubelles Noir, finalista del Premio Bienal de novela Mario Vargas Llosa y del VII Premio Ciudad de Santa Cruz de Novela Criminal y situada entre los mejores libros de 2020 según El PaísEl Periódico Forbes.

“La venganza de las ratas”, de Víctor Chamorro, el caciquismo y el politiqueo disfrazados de honorabilidad en un pueblo perdido, pequeño e ignorante

La venganza de las ratas es una novela del escritor extremeño Víctor Chamorro, publicada en 1967. Fue la primera novela del franquismo que trataba de un caso de torturas por parte de la Guardia Civil en un pueblo usurpado, en el tiempo en el que ETA comenzaba sus actividades terroristas.

La novela, además de obtener el prestigioso Premio Urriza de Novela, se convirtió en un éxito de ventas, pero también, como reconoció su autor en más de una ocasión, le ocasionó graves problemas con la censura. «Una vez publicada, la novela le cuesta a mi editor que al año siguiente desaparezca el premio literario que patrocina, el Urriza. Y a mí me cuesta que la siguiente obra que tengo contratada con él, Las Hurdes, tierra sin tierra, tenga que pasar la censura previa, donde le pegan cuarenta estocadas. Entonces mi padre me dice que deje de escribir así y que no intente ganarme la vida con la literatura, porque estoy casado y voy a tener un hijo; que escriba como todo el mundo porque ya van detrás de mí. Y es cuando me meto a docente, para asegurarme unos ingresos más estables».

Todo el relato es un largo monólogo que nos expone la visión del mundo, de un mundo simple y patético, desde la mirada del protagonista que busca una explicación a lo que no la tiene: a la presencia del dolor sobre el mundo.

El protagonista, Jacobo, es el hombre con más fuerza y arrojo del pueblo, experto cazador, amante de la naturaleza, de la libertad y de la justicia, que acabará enfrentándose a las fuerzas vivas del pueblo.

  «Cuando volvió de la guerra, con diecinueve años, cinco heridas y seis medallas, despreció trabajar en Vallehermoso. Le tomaron por loco. El prefirió seguir siendo libre aunque no contase con un jornal fijo. Y a la sierra subió a ganarse la vida con la caza. El abuelo le había regalado una escopeta pesada como un trabuco, negra como el tizón, el caño atado con alambre y los gatillos por fuera. En la sierra era feliz sin darse cuenta; cada día más feliz. La naturaleza no sólo no le cansaba sino que, por el contrario, le maravillaba un poco más cada día. Era sabia. Si llovía era porque debía llover, si el sol caía sobre los campos, como plomo derretido, era porque así estaba escrito.»

Como expresa Pecellín Lancharro, en su conocida obra Literatura en Extremadura, «La venganza de las ratas es una novela de tipo objetivista, en la que el autor constata el estado de cosas existente en un pueblecito: Rincón (Hervás, muy probablemente). El aspecto documental se refuerza por la estructura de la obra compuesta en forma de crónica detallada casi minuto a minuto. No obstante, la consecución lineal se rompe frecuentemente con imágenes repescadas por la memoria y cuya aparición más o menos espontánea aporta cierta complejidad al discurso.

Casi puede decirse que la obra tiene un personaje colectivo: la gente de Rincón, dividida en pobres (que habitan en el miserable barrio judío) y “ricos”. El enfrentamiento entre ambas clases se polariza en torno a la figura de Jacobo, al que los primeros admiran y los segundos odian. Como en otras novelas de Chamorro, aquí no hay ni un maniqueísmo absoluto, ni un mínimo planteamiento ideológico. Por una parte, encontramos de un lado pobres obedientes a la voz de los señores y una gran masa irresoluta a causa del miedo o la costumbre. Por otro lado, hay entre los fuertes algunos personajes que defiende a Jacobo (el médico, el juez y hasta el cura: parte fundamental del grupo conservador). Jacobo mismo no tiene conciencia de clase, ni ninguna idea política. Se mueve tan sólo por un instinto de justicia. Muy joven, hizo la guerra en el bando nacional, volviendo del frente cargado de medallas. Cazador experto, conoce la sierra al dedillo y viviría muy bien de su escopeta si los ricos no destruyeran la caza.

Los avezados caciques del pueblo mueven los hilos hasta conseguir que Jacobo, intemperante y ya dado a la bebida, arruine su vida. Con el apoyo de los municipales y la Guardia Civil, le pegan una tunda que lo pone al borde de la muerte y la exasperación, todo porque puede que fuera a robar un simple paquete de tabaco. La figura desgarrada de la antigua bailarina nómada y hoy compañera siempre beoda de Jacobo, Casta, es el contrapunto de la rica, devota y repelente doña Inmaculada.

Un lenguaje poco cuidado, con abundancia de expresiones dialectales y una ortografía dudosa, restan méritos a la novela de casi trescientas cincuenta páginas».

La venganza de las ratas es una novela dura, de corte realista y éticamente comprometida, que supone una denuncia contra el caciquismo, la injustica, el abuso de poder y el politiqueo disfrazado de honorabilidad.

Verso

   «Ahora el recuerdo de su madre borró otros recuerdos. Sintió un estremecimiento y se echó a llorar. Al darse cuenta que estaba llorando se enfureció consigo mismo. Pensó en las palabras de su madre. Decía ella que había un cielo, un infierno y un purgatorio. Se avergonzó de pensar en esas cosas y escupió. Él no era hombre religioso. Después de la guerra pensó que lo único cierto era la realidad de cada uno. Y la realidad era un mundo de fieras que sin saber el por qué se destrozaban entre sí, como hormigas de distinto hormiguero, convirtiendo la tierra en un pozo de sangre. La realidad era que unos tenían pan y otros no. Que el que tenía incluso para hartarse no se preocupaba de el que no tenía ni para probar un bocado. Y después de todo esto venían los curas diciendo que había un Dios.» 

SINOPSIS

La venganza de las ratas es una novela dura, sombría, al tiempo que amable. No es una novela de tesis, ni costumbrista, ni de mensaje, ni es un drama rural. Es una simple novela. Chamorro, en el reducido territorio de un pueblecito, crea un mundo que vive y que se agita. Lo que ocurre en Rincón puede ocurrir, salvando diferencias de matices, donde se quiera, pues, en definitiva, el hombre será siempre hombre esté donde esté.

Jacobo, el personaje principal del relato, es un inadaptado. Un salvaje lleno de nobleza. Los honorables, desde el pódium de su intachable prestigio, aplastan a Jacobo. ¿No está ocurriendo esto a diario?

    «Es fácil la explicación. La gente se calla para evitarse líos pues en cuanto sale un valiente pues se destaca y los palos van a sus lomos. La culpa de lo que ha pasado esta mañana a Jacobo la tenemos todos que nos callamos por miedo siempre. Yo bien me sé lo que debimos de haber hecho esta mañana.

    Debimos de habernos metido todos en la taberna y habernos tirado a ellos. Y habernos quedado sin autoridades, pero somos más cobardes que la madre que nos parió.»

Portada

La venganza de las ratas es una novela realista, pero también nos atreveríamos a decir que tiene mucho de simbólica. El caciquismo, el politiqueo rastrero, la calumnia, el odio y el miedo, disfrazados de honorabilidad se enfrentan al hombre elemental que no es capaz de comprender el mundo que le rodea, que no conoce los resortes que gobiernan a ese mundillo.

El drama de La venganza de las ratas es el drama de nuestro tiempo (téngase en cuenta que la novela fue escrita entre agosto de 1966 y enero de 1967). La vanidad, el orgullo, la discriminación, la inmoral sumisión por el que manda, la envidia mezquina y el miedo son personajes con papeles principales en la eterna comedia de cada día.

Porque la acción de La venganza de las ratas transcurre en las 24 horas de un solo día. Y es tiempo suficiente para que se descorra el telón y salga a la luz toda la podredumbre contenida y oculta bajo una maravillosa túnica de oro.

VÍCTOR CHAMORRO

Víctor-Chamorro-2-768x432

Fuentes: Rebelión

Víctor Chamorro Calzón (Monroy, 1939; Plasencia, 2022). Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca, se dedicó a la docencia en el Colegio Libre Adoptado de Hervás (Cáceres) y el Colegio Destino de Madrid.

Fue finalista del Premio Planeta en dos ocasiones: con El santo y el demonio (1963) y El adúltero y Dios (1964). Es autor de una monumental historia de Extremadura en ocho volúmenes y de libros considerados revolucionarios y transgresores: Las Hurdes, tierra sin tierra (1969), Guía secreta de Extremadura (1976) o Por Cáceres, de trecho en trecho.

Otras obras con las que ha obtenido galardones de ámbito nacional han sido: Amores de invierno, Premio Blasco Ibáñez 1966; El seguro, Premio Ateneo Jovellanos 1968, La venganza de las ratas, Premio Urriza 1967 o La hora del barquero, Premio Café Gijón 2002.

También destacó en su faceta como periodista, con colaboraciones en Diario 16El IndependienteABC El País, y fue ganador del Premio Dionisio Acedo 1988 de periodismo por su artículo Cráteres en la memoria. A su vez, ha redactado guiones para televisión y algunos libros de texto para docencia.

En los últimos años ha publicado Guía de bastardos (2007), Los alumbrados (2008), Pasión extremeña de 13 actos (2009) y Calostros (2010).

    «Entendemos que escribir presupone también –se quiera o no— una actividad política, aunque el propio escritor no lo pretendiese.» Víctor Chamorro

   

Esta es mi tierra – Extremadura por Víctor Chamorro, 1982

FUENTES

  • Chamorro, V. La venganza de las ratas. Barcelona, Terra, 1967
  • Pecellín Lancharro, M. Literatura en Extremadura, III. Badajoz, Universitas, 1983