Relatos al atardecer”, varios autores

«Ésta, que es una tierra entrañable, puede no abrir su corazón a quien confunda viajar con sólo pasar. Viajar es otra cosa. Viajar es también estar». Justo Vila

La Consejería de Obras Públicas y Turismo de la Junta de Extremadura publicó en el año 2002, con prólogo de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, este librito, titulado Relatos al atardecer. Se trata de una recopilación de textos de un total de veintitrés escritores extremeños o relacionados con Extremadura. Joaquín Araujo, Ángel Campos, Javier Cercas, Dulce Chacón, María José Flores, Eugenio Fuentes, Pilar Galán, José Luis García Martín, Pablo Guerrero, Hidalgo Bayal, Luis Landero, César Martín Ortiz, Javier Rodríguez Marcos, Julián Rodríguez, Antonio Sáez, Ada Salas, Basilio Sánchez, Irene Sánchez Carrón, Santiago Castelo, Alvaro Valverde, Justo Vila y José Antonio Zambrano nos escriben sobre su tierra o sobre vivencias ligadas a ella.

Todos los textos son inéditos y fueron realizados para la presente edición, salvo Volver a casa, de Javier Cercas, que apareció previamente en el suplemento El País Semanal.

«Ninguna cosa se puede mirar o vivir dos veces, del mismo modo que no podemos bañarnos dos veces en el mismo río. Esto es la vida, éstas son las reglas, y acaso la felicidad consiste en atrapar al vuelo los segundos y atesorarlos en la memoria para revivirlos una y otra vez, en una secuencia de instantes ya indestructibles, y que es lo que más en este mundo se parece a la eternidad. Ser viajero es eso: añadir a la fugacidad la permanencia de la mirada, de todo aquello que miramos de una vez para siempre». Luis Landero 

El libro fue publicado con vistas a los visitantes de Extremadura, pero puede resultar también muy interesante para cualquier amante de la lectura.

Como señala Rodríguez Ibarra en el Prólogo del libro: «Esta obra aúna muchos valores de esta tierra, de quienes en ella han vivido, de quienes la tuvieron que abandonar y de quienes en ella conviven ahora, independientemente de su lugar de nacimiento. La secuencia de ideas, imágenes, reflexiones y relatos que se desgranan en las páginas siguientes y que nos adentran en Extremadura están realizados por un grupo de escritores extremeños que han querido ayudarte a descansar y pensar relajadamente en algunos rincones y espacios reales e imaginarios de Extremadura y de su memoria».

Hermosos textos, algunos de ellos, verdaderos poemas en prosa, que desprenden nostalgia y cariño por esta hermosa, entrañable y todavía desconocida tierra. Muy recomendable.

OTROS FRAGMENTOS DEL LIBRO

Burguillos del Cerro”
Quien ha crecido rodeado de inmensidad y de belleza, sólo puede aspirar a la belleza y a la inmensidad.
    Nada hay tan casual, y al mismo tiempo tan misterioso, como el hecho de nacer o crecer –que en el fondo es lo mismo– en un lugar y no en otro. Pocas cosas tan ciertas como que la memoria de ese territorio casi sagrado, porque es el de la infancia, no nos abandona nunca. Y es que el espacio al que se abrió nuestra mirada –esa primera luz que rozó nuestros ojos– nos constituye y nos posee, porque a través de él aprendimos a contemplar la realidad y el sueño.
María José Flores
  […]

 La vuelta”
    El viajero había vuelto por esa costumbre que se tiene de mirar el pasado. Había vuelto para buscar las eras de su infancia y el pasmo de las vides. De norte a sur, los ocres de los sueños manaban en su rostro dando rubor al día y a su mirada extraña. Había vuelto trayendo entre sus hombros los lutos de los llanos y el peso más oscuro que tienen los silencios.
    El viajero les contaba a sus hijos que el tiempo es una forma de alargar la memoria y que los campos viejos de su pueblo eran de azul rosado. Y nunca confundía el color de la tierra, la cercana decencia del olivo y el brillo de los trigos que mayo campeaba por su frente. No había vencejo en vuelo que escapase a sus ojos, ni paloma que abriese sus alas a las nubes. Sólo la luz distinta de ser niño y el invierno meciéndose en una voz de nadie, la acercaba al destino de una ciudad abierta por la escucha, a una brisa de uvas que septiembre le abría como una caracola y de rostros que hollaban la luz entre las cejas.
    El viajero había sido yuntero de las nubes, mozo de esa labranza que fijan los balcones en las calles cuando el calor ahoga y una muchacha cruza su voz por las aceras. Era el tiempo que duermen las palmeras cansadas, el algo que sostiene su melena de frío y que busca entornar los pasos en la tierra. Fue mirando despacio esas plazas sin dueños, el brocal de las torres, la huerta que manaba desde una noria muda y otra vez esos campos domados de besanas.
    Qué es para el viajero reconocer su historia. Saberse en las veredas donde hablan los árboles, y saberse en las cosas cuando tienen sus lágrimas vencidas. Pero no son de nadie esas calles tan blancas, despiertas a la vida que te presta lo incierto, mientras los campos tejen derredor de su alegría. Hoy es un rasgo más que le persiste, que se abre a las horas donde los huecos dejan una melancolía y el geranio desierta el rubor de los patios. Un rasgo que detienen algún ayer sin nombre para después buscar otras alas del aire.
    El viajero soñaba de aquel lugar su infancia pero no conocía el color del ahora, las afueras buscando los sesmos de sus ojos y la lluvia vertiendo su nueva persistencia. Hoy mantienen los labios otro sabor más nuevo, otras estancias de risas y encima de los juncos, otro espacio al mirar en rostros tan distintos y otra canción más libre que decir a los vientos.
    Se había volcado el mundo más afuera de su mundo, la esperanza se hacía como encima de todo y el mar más confundido se ataba a su cintura con una agua distintas que olvidada el recuerdo.
   Ay, los de la alborada de los gallos, los de los valles crespos por entre las encinas, comarca de la tierra con barros confundidos y un bieldo en su amorío que le extiende como mujer que pare dos albas cada noche.
   El viajero, despacio, buscaba en su desnudo su último viaje. Aún le quedaba tiempo para colgar los pasos del antaño. Sólo una vez prendó su voz lo triste. Era el adiós más corto de su alma.
José Antonio Zambrano
 

“Miradas sobre Extremadura”, Varios autores

«La mirada de quince escritores nacionales, que han vivido su particular encuentro con Extremadura»

La Editora Regional de Extremadura publicó en el año 2008, dentro de la colección Viajeros y estables, con prólogo de Luciano Feria y dibujos de Pedro Gamonal y Salvador Retana, esta obra, titulada Miradas sobre Extremadura. Se trata de una recopilación de textos de un total de 15 autores nacionales. Nombres como Bernardo Atxaga, Antonio Colinas, Luis Alberto de Cuenca, Luis Mateo Diez, Espido Freire, Adolfo García Ortega, Gustavo Martín Garzo, Laura Freixas, Clara Janés, Juan Carlos Mestre, Vicente Molina Foix, Rosa Regás, Andrés Trapiello, Ángela Vallvey y José Viñals que recrean sus experiencias en tierras extremeñas.

miradas-sobre-extremaduraComo se señala en la edición del libro, la mirada de estos quince viajeros, que han vivido su particular encuentro con Extremadura, recorre con ojos no acostumbrados nuestra comunidad y descubre matices que en la cercanía cotidiana pasan desapercibidos; esos matices –a veces un lugar, algunas palabras cruzada con un desconocido, o una celebración vivida con intensidad– conforman, en la secuencia de estos artículos, un dibujo esencial de la región. Esos quince autores, prestigiosos nombres del panorama nacional, que en este volumen se acompañan de dos ilustradores y un editor extremeño, recrean una imagen de Extremadura entre la vivencia personal y la crónica o el artículo, un apunte que trasciende el momento de la visita y se desvela como un reflejo de la memoria en el título de la colección: viajeros y estables.

Hermosos textos, impregnados del aroma de la tierra de Extremadura. Muy recomendable.

SINOPSIS

Quince prestigiosos escritores, de entre los muchos que han visitado durante estos últimos años Extremadura, reflejan aquí su encuentro con esta región. Algunos textos son auténticos poemas en prosa; en otros se mezcla prosa y verso; y varios trabajos están concebidos como relatos, si bien la mayoría fluye como artículos en los que se mezcla la reflexión con la vivencia personal. Pero quizá lo más interesante de estos trabajos sea, a la postre, lo que de común emana tras la lectura del conjunto. Queda un sentido como de revelación. Es como si todos y cada uno de los artículos expresaran, en esencia, una especie de descubrimiento, nos hablaran de algo que, estando oculto, inconsciente, insinuado o dormido en los autores, se mostrara en toda su plenitud tras el encuentro con Extremadura.

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FRAGMENTOS DEL LIBRO

«Mi Extremadura»

Si tuviera que optar por una sola cosa de Extremadura, optaría por su cielo. Por su cielo nocturno, con todas las estrellas allá arriba, tachonando el firmamento. La noche en el campo extremeño es una experiencia irrepetible. Creo que nunca he sentido la noche tan cerca de mi alma como en Extremadura. Y no me refiero a la noche como soberana de oscuridades, reina de sombras o negación del día, sino como albergue de estrellas y, por lo tanto, como mensajera de claridades y de luces íntimas.

Luis Alberto de Cuenca

[…]

Noche y Plumas”

Cada vez que volvía la mirada, la gatita seguía allí, en su jaula, negra y diminuta, con sus ojos verdes y redondos muy abiertos. El conductor y yo hablábamos de mil temas, tan largo era el camino en junio desde Badajoz hasta Madrid. Caía el sol como plomo, y la dehesa parecía no acabarse. Allí al otro lado del parabrisas, quedaba alguna cigüeña con su cría ya grandecita, que nos miraba con displicencia.

Para ella la eternidad aún comenzaba.

Espido Freire

[…]

«Sigue tu camino»

Le basta a Extremadura con su extremoxidad, o sea, con aquello gracias a lo cual ha llegado a nosotros como es. Pues si Extremadura se ha conservado tan radicalmente suya, original en inconfundible, ha sido gracias, no lo dudemos, a su extremosa manera de ser, al rigor de sus veranos y, en muchos casos, a la pobreza de una tierra que ha convertido en héroes a quienes han tenido que arrancarles un poco de sustento. Sin olvidarnos, claro, de la propiedad de esa misma tierra que ha condenado a un gran número de extremeños a formas extremas de la existencia: el hambre, la emigración, la servidumbre, contribuyendo, qué duda cabe, a la formación de su carácter como pueblo.

Andrés Trapiello

[…]

«Cuna de invierno»

Hay una Extremadura española que, como se decía antiguamente, confina al Norte con el reino de León, y en el resto de los puntos cardinales, con las dos castillas, Andalucía y Portugal. Como si Extremadura se extendiera limitando con todo y con todos. Ella sola. La Extremadura portuguesa se derrama hasta el océano Atlántico, pero también sabe a Extremadura, la de los bosques de pinos, de valles, de llanuras y colinas. Porque Extremadura es, sobre todo, un espacio natural grande y esplendoroso: el Monumento Natural de los Barruecos, la Reserva Cinegética del Cíjara, el Parque Natural de Cornalvo o el Parque Natural de Monfragüe, la reserva natural de La Garganta de los Infiernos…

La generosidad de la naturaleza en Extremadura es un valor que deberíamos cultivar con mimo. En una Europa cada vea más urbanizada, industrializada, de tierras negras y heridas, Extremadura es un hermoso tallo, verde, acogedor y tierno.

Ángela Vallvey

“La familia de Pascual Duarte”, de Camilo José Cela: una obra maestra de la literatura española

La familia de Pascual Duarte, publicada en 1942, es la primera novela de Camilo José Cela.

Ha sido considerada la abanderada de la corriente llamada tremendismo que, según Martinez Cachero, «podría ser definida como un desquiciamiento de la realidad en un sentido violento, o a la sistemática presentación de hechos desagradables e incluso repulsivos: criminales, tarados físicos o psíquicamente, prostitutas–en cuanto a personajes–; desgarro, crudeza, complacencia en lo soez –en lo que respecta al lenguaje empleado–».

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La novela tuvo dificultades con la censura por considerarla contraria a las buenas costumbres. El mismo Pío Baroja, que tenía una opinión muy favorable de la novela, se negó en redondo a prologarla cuando Cela se lo pidió:  «–No; mire –me dijo–, si usted quiere que lo lleven a la cárcel vaya solo, que para eso es joven. Yo no le prologo el libro».

Quizá para realizar un guiño a la censura, Cela utilizó, en su novela, el recurso del “transcriptor” que advierte al lector de esta manera: 

«El personaje, a mi modo de ver, y quizá por lo único que lo saco a la luz, es un modelo de conductas; un modelo no para imitarlo, sino para huirlo; un modelo ante el cual toda actitud de duda sobra; un modelo ante el que no cabe sino decir:

¿Ves lo que hace? Pues hace lo contrario de lo que debiera.»

La novela no tuvo jamás un solo premio. Cela reconoció que cuando la presentó al Premio Nacional de Literatura José Antonio Primo de Rivera, en 1943, le devolvieron el ejemplar sin abrir. Sin embargo, consiguió rápidamente un gran reconocimiento por parte de los lectores y de la crítica. Su autor lo explicaba así: «Yo creo que gran parte de la expectación que produjo fue debida a que llamaba a las cosas por sus nombres. Cuando un ambiente está oliendo a algo, lo que hay que hacer, para que se fijen en uno, no es tratar de oler a lo mismo sólo que más fuerte, sino, simplemente, tratar de cambiar de olor»

Cela nos ofrece las supuestas memorias de Pascual Duarte, un rudo campesino extremeño autor de varios crímenes horrendos. Pascual las escribe en 1937, mientras espera ser ajusticiado en la cárcel de Badajoz. En ellas nos cuenta los pormenores de una vida presidida por la desgracia, la fatalidad y la violencia. Estas memorias son, además, una «pública confesión». Con ellas pretende descargar, en parte, su atormentada conciencia. Pascual “que no era otra cosa que un manso cordero, acorralado y asustado por la vida”, muestra un arrepentimiento, que parece sincero, y acepta la muerte con resignación.

Con esta reflexión, inicia Pascual sus memorias:

   «Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas. Aquéllos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie puede borrar ya»

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Portada de la primera edición de la novela

La familia de Pascual Duarte es una obra maestra de la literatura española. Una novela que lleva más de doscientas ediciones y que se ha traducido a más de 30 lenguas. Una novela magnífica. Absolutamente recomendable.

«Desde su corazón piadoso y fiero, desde su justicia primitiva y sus violentos asesinatos, Pascual Duarte es el fedatario de la España que acababa de vivir la guerra civil. A este hijo de las parideras de los conquistadores (fauna hispánica y carpetovetónica también), a esta criatura, que se convertiría en el chivo expiatorio de la purgación española de la posguerra inmediata, el joven maestro Camilo José Cela le concedió la palabra y la escritura, una bronca voz desgraciada, y lo estrujó contra su corazón para oírle respirar.»

Adolfo Sotelo Vázquez

«La Familia de Pascual Duarte, la historia de un criminal inocente contada por él mismo con las palabras justas, las más verosímiles y convincentes, las más emocionadoras también. Por eso se ha dicho de Cela que es un lírico disfrazado de humorista. Para el poeta los temas posibles son pocos, continuamente reiterados. Y cuando a Cela se le preguntó sobre la fórmula del humorista respondió así: “Escepticismo, siempre. Y crueldad y caridad a teclas alternas”.»

Darío Villanueva

En el año 1975, se rodó Pascual Duarte, largometraje español dirigido por Ricardo Franco, inspirado en la novela de Camilo José Cela.

Pascual Duarte es un campesino español, cazador furtivo, recluta a la fuerza en la guerra de África, pobre, huraño, poseído por la mala suerte que se manifiesta a través de sus largos silencios y sus miradas que se pierden en el vacío.

Al igual que miles, tal vez millones de españoles de la época triste y brutal que durante las primeras décadas del siglo XX se alza como muestra poderosa e irrebatible de las tremendas diferencias sociales y culturales que asolan y conforman la identidad colectiva del país, Duarte vive rodeado de una violencia estructural que poco a poco se adueña de hasta sus actos más mínimos.

Mientras tanto, esa misma sociedad que le fuerza al ostracismo, a la soledad y a la autodestrucción no tarda en juzgarle, convirtiéndole en una víctima más que sólo aguarda un destino trágico. (FilmAffinity)

«Seca, violenta, realista y entreverada de silencios y miradas veladas por la crueldad y la miseria, Pascual Duarte ofrece un retrato sin concesiones de la España rural, de los pueblos aislados donde los abusos del caciquismo local desencadenan la tragedia. El desenlace del garrote vil o las escenas en las que Duarte descarga su ira y su odio contra el caballo y su propio perro o los disparos repentinos con la escopeta contra los que considera sus enemigos convierten a esta película en una de las más crudas de de la cinematografía española.»

David Felipe Arranz en Las cien mejores películas sobre obras literarias españolas

SINOPSIS

Publicada inicialmente en 1942, La familia de Pascual Duarte marca un hito decisivo en la literatura española y es, después del Quijote, el libro español más traducido a otras lenguas. Pascual Duarte, campesino extremeño hijo de un alcohólico, nos cuenta su vida mientras espera su propia ejecución en la celda de los condenados a muerte. Víctima de una inexorable fatalidad, Pascual Duarte es un ser primitivo y elemental dominado por la violencia, única respuesta que conoce a la traición y al engaño. Pero esa siniestra apariencia no es más que la máscara que oculta su incapacidad para luchar con la maldad de los demás y la desvalida impotencia que alberga en el fondo de su alma.

Camilo José Cela conduce toda la historia con extraordinaria destreza narrativa y absoluto dominio del lenguaje. Lenguaje desgarrado y directo en el que no faltan los alardes léxicos relativos a situaciones y objetos tradicionalmente aleatorios, que Cela hace entrar por la puerta grande en el acervo del español escrito.

Sombrío aguafuerte de la España rural, La familia de Pascual Duarte ha ganado con los años fuerza y dramatismo y su protagonista, que no ha perdido el encanto primigenio, es ya un arquetipo de alcance universal.

CAMILO JOSÉ CELA

cela_camilo_joseCamilo José Cela Trulock. (Iria Flavia, La Coruña, 11 de mayo de 1916 – Madrid, 17 de enero de 2002). Escritor y académico español, galardonado con el Premio Nobel de Literatura.

En 1925 su familia se traslada a Madrid. Antes de concluir sus estudios de bachillerato enferma y es internado en un sanatorio de Guadarrama (Madrid) durante 1931 y 1932, donde emplea el reposo obligado en largas sesiones de lectura.

En 1934 ingresa en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Sin embargo, pronto la abandona para asistir como oyente a la Facultad de Filosofía y Letras, donde el poeta Pedro Salinas da clases de Literatura Contemporánea. Cela le muestra sus primeros poemas, y recibe de él estímulo y consejos. Este encuentro resulta fundamental para el joven Cela, que se decide por su vocación literaria. En la facultad conoce a Alonso Zamora Vicente, a María Zambrano y a Miguel Hernández, y a través de ellos entra en contacto con otros intelectuales del Madrid de esta época. Antes, en plena guerra, termina su primera obra, el libro de poemas Pisando la dudosa luz del día.

En 1940 comienza a estudiar Derecho, y este mismo año aparecen sus primeras publicaciones. Su primera gran obra, La familia de Pascual Duarte, ve la luz dos años después y a pesar de su éxito sufre problemas con la Iglesia, lo que concluye en la prohibición de la segunda edición de la obra (que acaba siendo publicada en Buenos Aires). Poco después, Cela abandona la carrera de Derecho para dedicarse profesionalmente a la literatura.

En 1944 comienza a escribir La colmena; posteriormente lleva a cabo dos exposiciones de sus pinturas y aparecen Viaje a La Alcarria y El cancionero de La Alcarria. En 1951 La colmena se publica en Buenos Aires y es de inmediato prohibida en España.

En 1954 se traslada a la isla de Mallorca, donde vive buena parte de su vida. En 1957 es elegido para ocupar el sillón Q de la Real Academia Española.

Durante la época de la transición a la democracia desempeña un papel notable en la vida pública española, ocupando por designación real un escaño en el Senado de las primeras Cortes democráticas, y participando así en la revisión del texto constitucional elaborado por el Congreso.

En los años siguientes sigue publicando con frecuencia. De este período destacan sus novelas Mazurca para dos muertos y Cristo versus Arizona. Ya consagrado como uno de los grandes escritores del siglo, durante las dos últimas décadas de su vida se sucedieron los homenajes, los premios y los más diversos reconocimientos. Entre estos es obligado citar el Príncipe de Asturias de las Letras (1987), el Nobel de Literatura (1989) y el Miguel de Cervantes (1995). En 1996, el día de su octogésimo cumpleaños, el Rey don Juan Carlos I le concede el título de Marqués de Iria Flavia.

EXTREMADURA Y LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE.

Cela sitúa la acción de su novela fundamentalmente en Extremadura y más concretamente en Torremejía, municipio extremeño de la provincia de Badajoz, en plena comarca de Tierra de Barros. Allí nace el protagonista, Pascual Duarte, cuya vida se desarrolla entre 1882 y 1937, unos años especialmente conflictivos en la historia de España.

«Nací hace ya muchos años –lo menos cincuenta y cinco– en un pueblo perdido por la provincia de Badajoz; el pueblo estaba a unas dos leguas de Almendralejo, agachado sobre una carretera lisa y larga como un día sin pan, lisa y larga como los días –de una lisura y una largura como usted para su bien, no puede ni figurarse– de un condenado a muerte.

Era un pueblo caliente y soleado, bastante rico en olivos y guarros (con perdón), con las casas pintadas tan blancas, que aún me duele la vista al recordarlas, con una plaza toda de losas, con una hermosa fuente de tres caños en medio de la plaza.»

Se ha discutido sobre si, con Pascual Duarte, Cela había pretendido hacer un retrato del campesino extremeño. En el cuarenta aniversario de la publicación de la novela, en 1982, Cela visitó la localidad natal del protagonista. En el discurso que dirigió a los paisanos del pueblo, recordó que estuvo en Torremejía, como cabo interino de Artillería durante la guerra civil del 1936.

Reproducimos algunos fragmentos de las palabras que Cela pronunció en la “patria chica” de Pascual Duarte y que Arsenio Muñoz de la Peña recog en su obra titulada Los viajes de Camilo José Cela por Extremadura:

«A la tropa nos alojaron al otro lado del pueblo y aquí en Torremejía estuvimos no más de quince días, los suficientes para que los paisanos me impresionaran por su hombría de bien, su naturalidad y su saber estar y hacer […]

Yo estaba bien ajeno, a mis 21 años, que Torremejía me iba a impresionar hasta el punto de situar mi primera novela, La familia de Pascual Duarte, en este lugar.

En esta obra quiero rendir dos homenajes. Uno a un hombre acosado por las circunstancias, que no era malo pero lo hicieron, y en el que la sociedad se vengó, ensañándose excesivamente con él. Descanse en paz. El otro homenaje que quiero rendir es a esta tierra por entonces tan dura, azotada e inclemente, en la que unos hombres y unas mujeres se apegaban a la vida para subsistir con una infinita fe en el futuro.»

Camilo explicó que «comenzó a escribir su obra La familia de Pascual Duarte uno o dos años después de terminar la guerra civil, un poco por entretenimiento, y otro tanto, sin saber por qué, le llevó a rematarla.»

Muñoz de la Peña refiere también en su libro esta curiosa anécdota: «Cuando sacaron a la calle su novela, le escribió un señor de Badajoz, llamado don Lino Duarte, echándole una gran bronca porque hubiese apellidado a Pascual con el suyo y le hubiese ubicado en Torremejía, provincia de Badajoz, región de Extremadura.

Camilo le contestó con una carta […] que el apellidaba Duarte a su protagonista porque no había ninguna ley contra ello y que lo situaba en Extremadura porque si la hubiese puesto en Aragón, los de allí se hubiesen encontrado con las mismas razones de protesta que los de aquí, y en algún lugar había de situar la novela.»

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Palacio que perteneció al conde de Torremejía, cuyo asesinato, según la novela, llevó a Pascual al garrote vil.

En un interesante artículo publicado en el diario Hoy, titulado La patria de Pascual Duarte, El profesor Garrido Ardila afirma que «Pascual Duarte no acontece en Extremadura porque Extremadura sea, en cualquier sentido, distinta al resto de España».

Señala, además, que: «Al reconocer el excelso valor literario de Pascual Duarte debemos, en definitiva, celebrarla como una novela de ambiente extremeño, que entronca con la atávica literatura social española y que es espejo de toda España. Como también debemos rendir tributo de agradecimiento a Cela por escoger Extremadura».

Y se pregunta por qué Cela escogió Extremadura como marco de esta novela, señalando que es posible que la ubicación de la misma tenga que ver con el desarrollo de la guerra: «Pascual Duarte asesina al conde e, inmediatamente después, el ejercito toma la provincia y Pascual es apresado, juzgado y ejecutado. Esta secuencia no podría haberse escenificado en ninguna otra región española salvo en la Extremadura meridional o la Andalucia occidental».

Parece muy acertado el juicio del profesor y bibliográfo Manuel Pecellín Lancharro que, en su libro titulado Extremadura: vista por…, expresa lo siguiente:

«Cela […] compuso con Pascual Duarte –huraño, cruel, sanguinario, pasional, desequilibrado– la figura desgarrada y casi esperpéntica de un campesino estremecedor. Parece inútil entrar –como a veces se ha hecho– en si se trata del arquetipo del hombre de Extremadura, o si Cela ha errado el paradigma. No nos parece que el escritor haya pretendido construir más que un personaje literario, mediante la técnica de abultar hasta la caricatura rasgos que pueden hallarse en cualquier lugar de España. Sin admitir, pues, que se trate de un modelo representativo, es verdad que la violencia del protagonista no resulta absolutamente inverosímil en nuestro agro.»

El historiador Francisco Espinosa dedica un capítulo muy interesante titulado Literatura e historia: el caso de Pascual Duarte o el crimen que nunca existió dentro de su libro Contra el olvido: historia y memoria de la guerra civil en el que realiza un interesante análisis de la novela desde un punto de vista fundamentalmente histórico. Escribe Espinosa: «Tal realismo quiso imprimir Cela a su obra que la llenó de detalles y nombres reales. La situó en Torremejía; sacó a Pascual de la importante prisión de Chinchilla; convirtió en víctima al conde de Torremejía, que realmente había existido y cuya casa se conservaba; y, además, enmarcó claramente la historia en la España de 1882 1937, período en que transcurría la vida del protagonista, y más concreto en el breve espacio de tiempo que va de julio del 36 a febrero del 37 […] Sin embargo, tanto realismo hubiera exigido que el escritor, por más que fabulase,no olvidara la realidad de lo ocurrido allí donde decidió ubicar su historia. Si, por el contrario, la realidad histórica le daba igual, bien pudo inventarse un lugar o eligir un caso donde los hechos fuesen más cercanos a los que quería contar. Pero no fue así.»

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Y para terminar, ésta es la opinión que a Giménez Caballero le merecen Cela y su obra: «De este chico enfermo —con sangre internacional en las venas que le empujara instintivamente al Tercio extranjero— acababa de salir la visión de una Extremadura increíble […] Su ojo crudo y sin pestañear de legionario había descubierto no sólo la Extremadura roja, ibérica, atroz, sino también aquella que fue riñón de conquistadores americanos, con entrañas rapaces e insaciables. En Pascual Duarte revivía un anhelo inextinguido de botín y sangre, de crueldad, muerte y posesión.»

FRAGMENTOS DE LA NOVELA

«Nací hace ya muchos años –lo menos cincuenta y cinco– en un pueblo perdido por la provincia de Badajoz; el pueblo estaba a unas dos leguas de Almendralejo, agachado sobre una carretera lisa y larga como un día sin pan, lisa y larga como los días –de una lisura y una largura como usted para su bien, no puede ni figurarse– de un condenado a muerte.
    Era un pueblo caliente y soleado, bastante rico en olivos y guarros (con perdón), con las casas pintadas tan blancas, que aún me duele la vista al recordarlas, con una plaza toda de losas, con una hermosa fuente de tres caños en medio de la plaza. Hacía ya varios años, cuando del pueblo salí, que no manaba el agua de las bocas y sin embargo, ¡qué airosa!, ¡qué elegante!, nos parecía a todos la fuente con su remate figurado un niño desnudo, con su bañera toda rizada al borde como las conchas de los romeros.»
[…]
    «A mí me asustó un tanto que mi madre en vez de llorar, como esperaba, se riese, y no tuve más remedio que ahogar las lágrimas que quisieron asomarme cuando vi el cadáver, que tenía los ojos abiertos y llenos de sangre y la boca entreabierta con la lengua morada medio fuera. Cuando tocó a enterrarlo, don Manuel, el cura, me echó un sermoncete en cuanto me vio. Yo no me acuerdo mucho de lo que me dijo; me habló de la otra vida, del cielo y del infierno, de la Virgen María, de la memoria de mi padre, y cuando a mí se me
ocurrió decir que en lo tocante al recuerdo de mi padre lo mejor sería ni recordarlo, don Manuel, pasándome una mano por la cabeza me dijo que la muerte llevaba a los hombres de un reino para otro y que era muy celosa de que odiásemos lo que ella se había llevado para que Dios lo juzgase. Bueno, no me lo dijo así; me lo dijo con unas palabras muy justas y cabales, pero lo que me quiso decir no andaría, sobre poco más o menos, muy alejado de lo que dejo escrito. Desde aquel día siempre que vela a don Manuel lo saludaba y le besaba la mano, pero cuando me casé hubo de decirme mi mujer que parecía marica haciendo tales cosas y, claro es, ya no pude saludarlo más; después me enteré que don Manuel había dicho de mí que era talmente como una rosa en un estercolero y bien sabe Dios qué ganas me entraron de ahogarlo en aquel momento; después se me fue pasando y, como soy de natural violento, pero pronto, acabé por olvidarlo, porque además, y pensándolo bien, nunca estuve muy seguro de haber entendido a derechas; a lo mejor don Manuel no había dicho nada –a la gente no hay que creerla todo lo que cuenta– y aunque lo hubiera dicho… ¡Quién sabe lo que hubiera querido decir! ¡Quién sabe si no había querido decir lo que yo entendí!»
[…]
    «El Estirao, haciendo un esfuerzo supremo, intentó echarme a un lado. Lo sujeté del cuello y lo hundí contra el suelo.
    –¡Échate fuera!
    –¡No quiero!
   Forcejeamos, lo derribé, y con una rodilla en el pecho le hice la confesión:
    –No te mato porque se lo prometí…
    –A quién?
    –A Lola.
    –¿Entonces, me quería?
   Era demasiada chulería. Pisé un poco más fuerte… La carne del pecho hacia el mismo ruido que si estuviera en el asador… Empezó a arrojar sangre por la boca.
    Cuando me levanté, se le fue la cabeza –sin fuerza– para un lado…»

El mapa de España de Enrique Cock

En 1581 aparecía, en la ciudad de Salamanca, el primer mapa de España impreso en nuestro país. El mapa, titulado Hispaniae nova delineatio cum antiquis et recentioribus nominibus (España nuevamente delineada con sus nombres antiguos y actuales), estaba rotulado en latín. Fue impreso por el grabador flamenco Georgius Flemalia. Su autor es Enrique Cock, un humanista holandés que había llegado a nuestro país a finales de 1574. El mapa se imprimió en dos ocasiones: en 1581 y otro, rectificado y ampliado, en 1583.

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                                   Hispaniae nova. Clic para ampliar

Sólo se conocen dos ejemplares de este mapa, uno de ellos se conserva en la Biblioteca Nacional de España en Madrid. Según J. M. Sanz Hermida, ambos ejemplares corresponden a la segunda impresión (1583).

El mapa está impreso a una cara y tiene unas medidas de la plancha de grabado de 369 x 487 mm., sobre una hoja de 404 x 568 mm.

Su autor hace referencia por primera vez al mapa de 1581 en una carta dirigida, en ese mismo año, al duque de Feria. Al parecer, el mapa ya estaba acabado e impreso.

Parece que el mapa tuvo una gran difusión y no sólo en las tierras hispanas, sino también en la Europa de finales del seiscientos.

El humanista holandés Enrique Cock compuso, además de este mapa de España, alrededor de 40 obras más, muy pocas de las cuales se publicaron en vida. Entre las obras que no se publicaron, se encuentra el poema titulado Breve Descripción de Zafra, muy noble Plaza Fuerte de la Beturia Turdetana y del Ducado de Feria, que ya tratamos en este blog, y en el que su autor describe y canta a las tierras del Ducado de Feria.

LA VILLA DE FERIA EN EL MAPA DE ESPAÑA DE ENRIQUE COCK

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                                         Acuarela de Arturo Redondo

La villa de Feria aparece cartografiada por primera vez en el mapa de Cock. Sabemos que el humanista holandés conocía Feria. Entre 1576 y 1581, había estado en Zafra y había recorrido los demás pueblos del Ducado. En su libro titulado El mapa de España de Enrique Cock. Salamanca 1581-1583, J. M. Sanz Hermida escribe lo siguiente:

    «Feria, Hornacho y Fuente Obejuna, poblaciones próximas entre sí aparecen por primera vez cartografiadas en el mapa de Cock. En este caso la justificación parece sencilla. Cock estuvo al servicio de D. Lorenzo Suárez de Figueroa, segundo duque de Feria, entre 1575 y finales de 1582. Parece bastante claro que el haber aceptado el puesto al servicio del Duque no fue gratuito, Cock residía en Madrid, estaba próximo a la Corte y había puesto sus esperanzas en la posible promoción que podría alcanzar a través de su patrón, persona influyente aunque de vida disoluta. A través de las cartas que Cock dirige desde Madrid al noble se observa el continuo chorreo de peticiones del holandés, endulzadas con ofrecimientos de obras –entre ellas el mapa y poema panegirista dedicado al duque titulado Assafrae Descriptio cuya temática es Zafra y demás pueblos que componían el Ducado de Feria. Tal como se aprecia en el poema, Cock parece conocer Zafra y Feria, no sabemos si Hornacho y Fuente Obejuna, localidades próximas pero que ya no pertenecían al ducado. Pero lo que se desprende de la observación del mapa es que Cock andaba muy errado en su percepción geográfica de la ubicación de estas poblaciones.

Hispanaie nouva. Detalle

                    Hispaniae nova. Detalle. Entorno de Feria

[…]

   Feria, Hornachos y Fuente Obejuna presentan en el mapa una clara distorsión en su posición con respecto a la realidad. Feria, la población más occidental de las tres, está al W. de Hornachos y al NW. de Zafra. Cock la sitúa al SW. de ambas poblaciones. Si seguimos camino hacie el E. y ya en Andalucía, encontramos a Fuente Obejuna, en la provincia de Córdoba. Esta localidad se encuentra situada al SW. de Hornachos y al NW. de Córdoba, a no mucha distancia, pero Cock lal ubica al SW. de Feria a más de 150 km. de la capital andaluza.»

ENRIQUE COCK

[Gorcum (Holanda) 1554? – Madrid 1598]

No se conoce la fecha exacta del nacimiento de Enrique Cock, que pudiera haber sido entre 1553 y 1554. Se sabe que nació en Gorcum, ciudad holandesa que actualmente se conoce con el nombre de Gorinchem.

Siendo aún joven, salió de su patria para dirigirse a Italia, atravesando Alemania. Probablemente huyó de Gorcum con su familia en 1572, temiendo la persecución religiosa. Se refugiaron en Alemania. Desde este país Cock viajó a Roma, donde llegó en 1573. En 1574, salió de Roma y se trasladó a España atravesando Francia. Llegó a nuestro país a finales de 1574, estableciéndose en Madrid. En ese mismo año, entró al servicio de Lady Juana Dormer, duquesa de Feria y esposa del primer duque de Feria, Don Gómez Suárez de Figueroa. Posteriormente, en 1576 comenzó un recorrido por España, dejando por un tiempo la casa de la duquesa. Finalmente, en 1581, regresó a Madrid y se incorporó de nuevo a su trabajo con la noble dama. A su servicio estuvo hasta 1582.

En 1583 viaja a Salamanca y se instala en casa del librero e impresor Cornelio Bonardo a cuyo servicio permaneció cerca de dos años. En 1585 se incorporó al puesto de archero en la Guardia Ecuestre del Rey donde permaneció hasta agosto de 1598. Murió en octubre de 1598 en Madrid.

Cock compuso alrededor de 40 obras, algunas de las cuales –muy pocas– se publicaron en vida, y por lo que parece deducirse de su correspondencia, en su mayor parte fueron autofinanciadas. 

Hoy sabemos muchas cosas sobre la biografía de Enrique Cock gracias a la publicación, en 2014, de su Epistolario, con edición crítica a cargo del profesor Antonio Sánchez González.

“Zafra y los demás pueblos del Ducado de Feria, celebrados por Enrique Cock (siglo XVI)”, de Juan García Gutiérrez

Libro_sobre_CockEl extremeño Juan García Gutiérrez publicó, en el año 1976, Zafra y los demás pueblos del Ducado de Feria, celebrados por Enrique Cock (siglo XVI) con la traducción al castellano del poema titulado Breve Descripción de Zafra, muy noble Plaza Fuerte de la Beturia Turdetana y del Ducado de Feria. Treinta años más tarde, en 2006, reeditó la obra, en una más cuidada edición. Su autor introdujo algunas mejoras en su libro: subsanó algunos errores y erratas, e incorporó nuevos datos.

El poema es un centón latino, compuesto durante el siglo XVI (entre 1580 y 1581) por Enrique Cock. El autor holandés describe y canta en él a las tierras del Ducado de Feria, utilizando, a la manera de los autores de centones, versos con gran cantidad de fragmentos tomados de los grandes poetas clásicos.

Enrique Cock llegó a nuestro país a finales de 1574, estableciéndose en Madrid. En ese mismo año, entró al servicio de Lady Juana Dormer, esposa del primer duque de Feria, Don Gómez Suárez de Figueroa. Posteriormente, en 1576 comenzó un recorrido por España, dejando por un tiempo la casa de la duquesa. Finalmente, en 1581, regresó a Madrid y se incorporó de nuevo a su trabajo con la noble dama. Durante este periplo por tierras españolas, entre 1576 y 1581, Cock visitó la ciudad de Zafra y recorrió las poblaciones del Ducado (Feria, La Parra, Corte de Peleas, Santa Marta, La Torre, Valencia del Mombuey, Almendral, Nogales, La Morera, Villalba, Salvatierra, Oliva de la Frontera, Salvaleón, Alconera y Zafra). Así lo declara el humanista holandés, en la carta introductoria del poema que dedicó al segundo de los duques de Feria, Don Lorenzo Suárez de Figueroa, hijo de Lady Dormer. Cock le escribió una carta al Duque pidiéndole ayuda para publicarlo. El poema, finalmente, no se publicó. Se conserva en un manuscrito en la Biblioteca Nacional de España, que puede visualizarse, haciendo clic, en la siguiente imagen o en el posterior enlaceManuscrito

Asafrae Turdetanorum Baeturiae oppidi Ducatusque Emporitani brevis descriptio. Manuscrito 3663, folios 231-7

LA VILLA DE FERIA EN “ZAFRA Y LOS DEMÁS PUEBLOS DEL DUCADO DE FERIA CELEBRADOS POR ENRIQUE COCK”

Nos dice, Juan García Gutiérrez, en la introducción de su libro: «Para resaltar más el protagonismo de Zafra en esta especie de épica geográfica de nuestra región, Cock dedica también unos cuantos versos a cada uno de los pueblecitos («minora sidera») del Ducado. En breve pincelada sintética, nuestro madrugador turista va resaltando lo más peculiar de cada una de las villas acogidas al mandato del Duque. Un personaje, una fuente, una costumbre o un producto típico bastan a nuestro viajero para hacer el esbozo descriptivo de la villa en cuestión. Y hay que reconocer que el holandés demuestra una notable habilidad sintética para compendiar los rasgos característicos de cada pueblo. Algunos de estos rasgos han sido borrados por el tiempo, pero otros siguen teniendo vigencia y mantienen aún hoy día validez representativa de los lugares que describen.»

Torre del homenaje del Castillo de Feria. Dibujo de Arturo Redondo

                              Torre del homenaje del Castillo de Feria.
                              Dibujo de Arturo Redondo

Éstos son los versos que dedicó el humanista holandés Enrique Cock a Feria, la villa de la que toma su nombre el Ducado; y la traducción que de ellos hizo, Juan García:

EMPORIVM vulgo Feria

Aggredere o magnos aderit iam tempus honores
Emporium caput, et magnum Ducis incrementum
Tu decus omne tuis et castro et turre superba
Nascuntur steriles in uestris montibus orni
Virginibus mos esse tuis fertur dare cornu
Nupturis, puteis dum lympham cornibus hauris.

FERIA

Avanza ya –se acerca tu tiempo– a los más altos honores, 
Feria señera, que acreces el renombre del Duque. 
Tú eres prez de los tuyos, por tu fortín y tu torre gallarda. 
En tus montes se crían los estériles fresnos. 
Cuéntase que es costumbre regalar a tus núbiles mozas 
Una cuerna, pues con cuernas sacas de los pozos el agua.

ENRIQUE COCK

[Gorcum (Holanda) 1554? – Madrid 1598]

No se conoce la fecha exacta del nacimiento de Enrique Cock, que pudiera haber sido entre 1553 y 1554. Se sabe que nació en Gorcum, ciudad holandesa que actualmente se conoce con el nombre de Gorinchem.

Siendo aún joven, salió de su patria para dirigirse a Italia, atravesando Alemania. Probablemente huyó de Gorcum con su familia en 1572, temiendo la persecución religiosa. Se refugiaron en Alemania. Desde este país Cock viajó a Roma, donde llegó en 1573. En 1574, salió de Roma y se trasladó a España atravesando Francia. Llegó a nuestro país a finales de 1574, estableciéndose en Madrid. En ese mismo año, entró al servicio de Lady Juana Dormer, duquesa de Feria y esposa del primer duque de Feria, Don Gómez Suárez de Figueroa. Posteriormente, en 1576 comenzó un recorrido por España, dejando por un tiempo la casa de la duquesa. Finalmente, en 1581, regresó a Madrid y se incorporó de nuevo a su trabajo con la noble dama. A su servicio estuvo hasta 1582.

En 1583 viaja a Salamanca y se instala en casa del librero e impresor Cornelio Bonardo a cuyo servicio permaneció cerca de dos años. En 1585 se incorporó al puesto de archero en la Guardia Ecuestre del Rey donde permaneció hasta agosto de 1598. Murió en octubre de 1598 en Madrid.

Cock compuso alrededor de 40 obras, algunas de las cuales –muy pocas– se publicaron en vida, y por lo que parece deducirse de su correspondencia, en su mayor parte fueron autofinanciadas. Entre las obras que se publicaron, se encuentra el famoso mapa de España de Enrique Cock, Salamanca 1581-83, que será objeto de nuestra atención, en una próxima entrada, en este mismo blog.

Hoy sabemos muchas cosas sobre la biografía de Enrique Cock gracias a la publicación, en 2014, de su Epistolario, con edición crítica a cargo del profesor Antonio Sánchez González.

JUAN GARCÍA GUTIÉRREZ

Aceuchal, 1933. Estudia el bachillerato en el Seminario de Badajoz. Profesor de EGB, ejerce la docencia en distintos pueblos de la provincia. Tras su licenciatura por la Universidad Complutense, es catedrático de latín en uno de los institutos de Zafra. Colabora asiduamente con la prensa regional. Artículos suyos han aparecido en HOY, Alminar, Revista de Estudios Extremeños, Alor Novísimo… También lo ha hecho en otras revistas nacionales, como Índice o en la portuguesa Nova Renascença. Pero el trabajo más valioso de Juan García es su traducción al castellano de la obra Zafra y los demás pueblos del condado de Feria. Se trata de un centón latino, compuesto durante el siglo XVI por el holandés Enrique Cock. Como en las demás obra de este género, se canta allí a las tierras del Ducado de Feria con versos oportunos tomado de los grandes poetas clásicos.

El viaje de Cosme de Médicis por Extremadura

Cosme III de Médicis, príncipe heredero del gran ducado de Toscana, realizó un largo viaje por España y Portugal desde el 18 de septiembre de 1668 hasta el 19 de marzo de 1669. Posteriormente, continuó su recorrido por Irlanda, Inglaterra, Holanda y Francia.

En España, inició el viaje en Cataluña y fue visitando numerosas ciudades y pueblos. En su periplo por tierras extremeñas, el séquito entró por Monesterio el día 4 de enero de 1669. Se detuvo en Fuente de Cantos, Zafra, Fuente del Maestre, Solana, Lobón, Talavera la Real y Badajoz para comer o pasar la noche. Desde esta última población, el día 9 de enero, pasó a Portugal para continuar su viaje.

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  Cosme III de Médicis

Cosme de Médicis iba acompañado de los escritores Lorenzo Magalotti y Filippo Corsini, que fueron tomando notas del viaje. En la Introducción de Viaje de Médicis por España y Portugal, se señala: 

«Por la impresión que dan los pueblos, tenemos que decir, a nuestro pesar, que la impresión que los viajeros se llevan no parece ser demasiado halagüeña. La condición, generalmente miserable, suscita unos juicios no siempre amables […] Pero, aparte del carácter miserable que se reconoce a esos pueblos, lo que más disgusta a los refinados florentinos es la suciedad que domina en ellos. Y no sólo pueblos, o pueblecitos como Torrija o Guadalajara, sino ciudades como Alcalá, las que presentan calles generalmente intolerables por el mal olor determinado por la costumbre de vaciar en ella, durante el día, las peores suciedades.»

A Cosme de Médicis también le acompañaba el pintor y arquitecto Pier María Baldi, que realizó una interesante colección de acuarelas, con vistas panorámicas, de algunas de las localidades por las que fueron pasando y que ilustrarían la crónica del viaje que realizó Lorenzo Magalotti de su paso por España y Portugal.

«Estas acuarelas, a un solo color sepia que presenta matices graduados, tienen, según ya observó Ezio Levi, algo de romántico. Mejor: podríamos definirlas como la primera interpretación romántica del paisaje español.»

Las acuarelas que ilustran la crónica oficial que redactó Magalotti pueden visualizarse, si se tiene un poco de paciencia, haciendo clic en la imagen:

Portada

Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal (1668-1669) [Material gráfico] : láminas / [por
 Pier Maria Baldi] ; edición y notas por Ángel Sánchez Rivero y Ángela Mariutti de Sánchez Rivero
 . -- Madrid: Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Centro de Estudios
Históricos, [1933] (Fototipia Hauser y Menet)
3 h., LXXI lám. en una carpeta ; 50 x 63 cm 

Cinco de las acuarelas corresponden a las poblaciones extremeñas, ya señaladas, de Fuente de Cantos, Fuente del Maestre, Solana, Lobón y Badajoz. Como indica Lozano Bartolozzi, en su magnífico artículo titulado Miradas urbanas de la Baja Extremadura en el Siglo XVII: el viaje del Principe Cosme de Médicis, publicado en Cuadernos de Çafra, estas vistas panorámicas en formato apaisado de las cinco localidades extremeñas constituyen un testimonio gráfico excepcional para conocer cómo eran esas ciudades y pueblos en el seiscientos.

Estas cinco acuarelas también pueden apreciarse en un enlace de la Biblioteca de Extremadura, haciendo clic en la imagen siguiente: 

Lobón

                                                   Vista panorámica de Lobón

Javier Teijeiro y Álvaro Meléndez, en su libro titulado La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII, recogen y analizan detalladamente la vista panorámica de la ciudad de Badajoz realizada por Pier María Baldi. Señalan que «el dibujo realizado de Badajoz constituye la más antigua representación en perspectiva, hallada hasta el momento, de esta ciudad. Un testimonio gráfico de suma importancia que recoge una vista general desde la orientación este, mostrándonos el tramo de muralla comprendido entre la antigua Puerta de la Trinidad y el extremo norte de la Alcazaba islámica.»

Badajoz

                Vista panorámica de Badajoz. Para ampliar, clic en la imagen

LA VILLA DE FERIA EN LAS ACUARELAS DE PIER MARÍA BALDI

Cosme de Médicis y su séquito llegaron a Fuente del Maestre en la tarde del 5 de enero de camino de Fuente de Cantos. La estancia en la población fue breve: al día siguiente partieron para llegar a comer a Solana y pasar la noche en Lobón. Según se señala en la Introducción de Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal, «en Fuente del Maestre, sólo con gran dificultad se pudo conseguir un cuarto, aunque miserable, porque la gente del pueblo desconfiaba mucho de dar asilo a viajeros desconocidos, ya que muchas veces el pueblo había sido saqueado por los portugueses.»

Vista de Fuente del Maestre. Al fondo el castillo de Feria. Clic para ampliar

Vista panorámica de Fuente del Maestre. Al fondo el castillo de Feria. Para ampliar, clic en la imagen

Para realizar la vista de Fuente del Maestre, Baldi tomó una serie de apuntes de forma rápida que después le servirían para confeccionar definitivamente la acuarela. Francisco Morgado Portero, en su artículo titulado El urbanismo de Fuente del Maestre en la segunda mitad del S. XVII, que aparece en el libro Fuente del Maestre: 100 años de ciudad, 2000 años de historia, señala que en la panorámica de Fuente del Maestre se destacan los hitos urbanos más destacados y que la imagen fue tomada desde la parte más alta de la actual calle del Prado o la de San Jorge; quizás desde las proximidades de la, ahora desaparecida, ermita de los Mártires. Afirma que se puede decir, casi con certeza, que se realizó en las primeras horas de la mañana de Reyes de 1669.

Fuente del Maestredetalle

Detalle de la vista de Fuente del Maestre. Para ampliar, clic en la imagen

En el fondo de la acuarela pueden apreciarse las sierras de Feria, destacando la torre del homenaje de su imponente castillo y, a un tiro de cañón, algunas construcciones de la villa. Feria y su castillo, que pueden divisarse desde muchas leguas de distancia, llamaron la atención de la comitiva de Cosme de Médicis. Corsini lo reflejó así en el manuscrito: «…Vidde alquanto lontano sulla mano diritta Feria, che dà il nome al ducato.» (…Vi a lo lejos sobre mano derecha Feria, que da nombre al Ducado). Dada la rapidez con la que se hizo, es bastante probable que falten muchos detalles en este dibujo de Baldi, pero puede que nos encontramos ante una de las imágenes más antiguas de Feria y de su castillo. Un auténtico regalo que nos hizo Baldi un lejano 6 de enero de 1669.

“Extremadura” de Miguel de Unamuno

Extremadura vista por don Miguel de Unamuno

En 1992, la editorial Incafo publicó el libro titulado Extremadura, una magnífica  obra que recoge una selección de textos del escritor Miguel de Unamuno pertenecientes a su literatura de viajes por tierras extremeñas. El libro, prologado por Pedro Laín Entralgo, está ilustrado con una abundante y hermosa colección de fotografías, de temas extremeños, de Juan Antonio Fernández, comentadas por él mismo.

En estos textos, en prosa y en verso, Unamuno recoge las impresiones de sus viajes por tierras de Extremadura, más concretamente por Guadalupe, Yuste, Trujillo, Mérida o Las Hurdes.

Unamuno era un gran aficionado a viajar. Opinaba que las tierras de España estaban por descubrir y que una de las mejores maneras de conocerlas era haciendo correrías con los amigos. El escritor y filósofo vasco recorrió estos parajes extremeños y destacó, en sus escritos, los aspectos que consideró positivos de esta tierra y de sus gentes.

En 1885, el escritor vasco había escrito que no sabía apreciar la naturaleza más que por la impresión que en él producía. La naturaleza de estas tierras, sin duda, impresionó al escritor, que supo valorarla y apreciarla: «Los que hablan de Castilla, León y Extremadura, como si no fuesen más que pelados parameros, desnudos de árboles, abrasados por los soles, y los hielos, áridos y tristes, no han visto estas tierras sino al correr del tren y muy parcialmente. Donde en estas mesetas se yergue una sierra, tened por seguro que en el seno de ella se esconden valles que superan en verdor, en frescor y en hermosura a los más celebrados del litoral cantábrico. Por mi parte prefiero los paisajes serranos de Castilla y de Extremadura. Son más serios, más graves, más fragosos, menos de cromo. Están, además, menos profanados por el turismo y por la banal admiración de veraneantes.»

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                                               Paisaje extremeño

En el verano de 1913, Unamuno pasó unos días recorriendo la comarca cacereña de Las Hurdes acompañado por sus amigos franceses Jacques Chevalier y Maurice Legrende y por tío Ignacio de La Alberca, excelente guía y gran conocedor de los caminos intransitables de la zona. En un cuaderno de viaje, Unamuno va escribiendo a vuelapluma lo que observa o lo que dicen sus compañeros. Tras esta visita, escribió una serie de artículos que aparecieron en la prensa y, posteriormente, formando parte de su libro Andanzas y visiones españolas, y que se recogen en este libro bajo el título de Las Hurdes. El motivo del viaje fue conocer de primera mano la comarca cacereña, de la que tan mal se estaba hablando debido a su atraso, miseria y pésimas comunicaciones.

La visión de la tierra hurdana y de las duras condiciones de vida de sus gentes causó una profunda impresión en el rector de la Universidad de Salamanca, y así lo expresó en sus escritos: «Había que entrar de una vez en esa región que alguien ha dicho es la vergüenza de España, y que Legrende dice, y no sin buena parte de razón, que es, en cierto sentido, el honor de España. Porque, hay que ver lo heroicamente que han trabajado aquellos pobres hurdanos para arrancar un misérrimo sustento a una tierra ingrata! “Ni los holandeses contra el mar”, me decía, y no le faltaba razón[]

Miguel de Unamuno entre un grupo de hurdanos :: Centro de Documentación de Las Hurdes

Miguel de Unamuno entre un grupo de hurdanos :: Centro de Documentación de Las Hurdes

Porque ved por qué esos pobres heroicos hurdanos se apegan a su tierra: porque es suya. Es suya en propiedad; casi todos son propietarios. Cada cual tiene lo suyo: cuatro olivos, dos cepas de vid, un huertecillo como un pañuelo moquero (y no es que usen de estos últimos). Y prefieren mal vivir, penar, arrastrar una miserable existencia en lo que es suyo, antes que bandearse más a sus anchas teniendo que depender de un amo y pagar una renta. Y luego es suya la tierra porque la han hecho ellos, es su tierra hija, una tierra de cultivo que han arrancado, entre sudores heroicos, a las garras de la madrastra Naturaleza. Ellos la han hecho, cada uno la suya, apoyando un olivo, construyendo la cerca que destrozó la avenida de aguas o el jabalí […] Pues la pobre tierra cultivada de las Hurdes es la hija de dolores, de afanes, de sudores, de angustias sin cuento, de esos heroicos españoles a quienes se llama salvajes. Ellos la han hecho.»

Pero si algo caracterizó a Unamuno fue su empeño en suscitar controversias y su afán de avivar las conciencias. Por eso, también señaló, en estos escritos, aquellos otros aspectos que, por uno u otro motivo, le desagradaron. Tras su visita a la ciudad de Trujillo, el ilustre viajero escribió: «Es Trujillo una ciudad abierta, clara, confortable, regularmente bien urbanizada, apacible y que da una cierta sensación de bienestar de hidalgo campesino […] En el casino nos mostraron primero la biblioteca, una biblioteca pobrísima, cuyo catálogo podría hacer de memoria después de no haberle echado sino un vistazo […] En resolución, la biblioteca del casino de Trujillo es la típica biblioteca que no se forma para los lectores, sino para los visitantes, para que no se diga que en el casino principal de esta población no hay biblioteca, para que no se los tenga por incultos […] En tal biblioteca no encontramos ni un alma; estaba completamente vacía. Lleváronnos luego a ver el salón de baile, y para ello tuvimos que atravesar la sala de juego. Estaba llena. Casi todos los socios que a aquellas horas había en el casino se agrupaban en torno del tapete verde. Todos los que faltaban en la biblioteca sobraban aquí.»

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                                              Plaza Mayor de Trujillo

En fin, Extremadura, un libro magnífico, muy recomendable, pero bastante difícil de encontrar. Afortunadamente, en el año 2004, dentro del Plan de Fomento de la Lectura en Extremadura, se publicó el libro titulado Viajes por Extremadura, prologado por el profesor José Luis Bernal, que recoge una selección de los escritos de Miguel de Unamuno pertenecientes a su literatura de viajes por estas tierras.

Hervás
Hervás, con sus castañares, 
recoletos en su falda
de la sierra, que hace espalda
de Castilla; sus telares
reliquias de economía
medieval que el siglo abroga,
y en un rincón la sinagoga 
en que la grey se reunía,
que hoy añora la verdura
de España, la que regara
con su lloro, -de él no avara-
el zaguán de Extremadura.
           D. Miguel de Unamuno (31-VIII-1930)

DATOS DEL LIBRO

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Extremadura / Miguel de Unamuno ; prólogo Pedro Laín Entralgo ; 
ilustración fotográfica Juan Antonio Fernández 
Madrid : Incafo, 1992 
207 p. : il ; 31 cm
84-8089-00-2

Miguel de Unamuno es sin duda una figura clave del pensamiento español y para muchos la cima intelectual y literaria de la llamada Generación del 98.

El más universalmente conocido como Unamuno, así a secas, seco como él mismo aunque palpitante y agónico por dentro, gustaba de realizar excursiones con sus amigos cuando sus obligaciones de escritor clásico en vida, controvertido hombre público e indiscutido catedrático y rector, se lo permitían. Las impresiones de estos viajes eran recogidas después en artículos que publicaban revistas y periódicos tanto nacionales como latinoamericanos.

Si bien Extremadura no fue el eje central de la obra del escritor, sí adquirió un protagonismo recurrente que encendió a menudo su verbo certero y apasionado. A nadie se le escapa que Unamuno no fue extremeño, sino vasco y, ya de adopción, castellano y salmantino. Pero su prosa veraz, potente, escueta y emotiva, describe y se enseñorea y tanto se embelesa y tan bien de Extremadura, que compite en dura liza y sobresale a la hora de la dificilísima elección.

Así, de los cinco libros que recogen artículos paisajísticos de Unamuno, en tres de ellos están presentes estas recias tierras de conquistadores, además de un brillante ramillete antológico de poesías. Cronológicamente, el primero y a efectos fue Por tierras de Portugal y España (1911), y luego Andanzas y visiones españolas (1922) y, finalmente, Paisajes del alma, ya recopilado por su albacea y editado en 1944. El mismo Unamuno confesaba, y así lo escribió, que en Extremadura “la paz sorbía de la tierra austera”.

«Los valles deliciosos del Jerte y del Tiétar, los gastados palacios del Cáceres viejo y de Trujillo, las boscosas umbrías de la sierra de Guadalupe, los solemnes restos romanos de Mérida y Alcántara, los encinares donde la carne porcina crece y se adensa, las anchuras fecundas de Tierra de Barros y la Serena, los campanarios barrocos y las casas encaladas de Badajoz que mira hacia el Sur, ¿serán suelo y residencia de una vida colectiva en la que lo castellano viejo y lo castellano nuevo, lo andaluz y hasta un preludio de lo lusitano, confluyendo y fundiéndose entre sí, inédita y definitivamente florezcan en la Extremadura que para ser completa necesita España, la incierta y amenazada España del futuro? Con toda mi alma lo deseo.»

Pedro Laín Entralgo en el prólogo de Extremadura

Contenido del libro:

Prólogo. Pedro Laín Entralgo
Del libro Por tierras de Portugal y España (1911). Guadalupe, Yuste, Trujillo
Del libro Andanzas y visiones españolas (1922). Las Hurdes, Camino de Yuste
Del libro Paisajes del alma (1944). De Tordesillas a Yuste, Séneca, en Mérida, La invasión de los bárbaros.
Poemas de Extremadura. En el tren, Cáceres, Renacer durmiendo en el campo, Hervás
Comentarios a la ilustración fotográfica por el propio autor.

 

LA VILLA DE FERIA EN “EXTREMADURA”

La blanca villa extremeña de Feria aparece en la obra dentro de la extraordinaria ilustración fotográfica realizada por Juan Antonio Fernández, que también realiza el comentario de la misma.

   «Sobre tierras de suaves ondulaciones y agradecidas al cultivo, montado en otero grande, se extiende el mosaico blanco de la villa de Feria. Cuando viniendo del norte por la Ruta de la Plata, nos acercamos a ella, aparece como un blanco terrazgo vistiendo una leve montaña. El caserío, de iguales casas blancas y tejados tostados, va recostándose en el alzado lomo de la tierra y, uniforme, una baja arquitectura popular rodea a la iglesia de San Bartolomé, obra gótica del XVI, para después resbalar hacia ese bello cementerio donde la cal de mil capas superpuestas forman sobre su templo viejas conchas y texturas seculares […]
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                Vídeo de la villa de Feria. Click en la imagen para acceder a él

   Los inmensos dominios del antiguo ducado de Feria, que abarcan desde Salvatierra de los Barros hasta Zafra, por el sur, y desde Feria hasta Fuente del Maestre, por el norte, daban perímetro a esas excelentes tierras con las que Enrique III premió los servicios de Suárez de Figueroa, cuando en el siglo XIV le ayudaron a arrancar de manos árabes tantos y extensos territorios. En el más alto otero de la sierra del Castillo, levantaron los de Feria este castillo, cuya torre del homenaje se alza 40 metros sobre el resto de las fortificaciones. Con ventanas góticas en los flancos y cuatro altas plantas, la grandiosa construcción permitía atalayar, en días claros, toda la Tierra de Barros.»

Juan Antonio Fernández

MIGUEL DE UNAMUNO

Unamuno

   Autorretrato de Unamuno

Bilbao, (1864-1936). Miguel de Unamuno escritor, poeta y filósofo español, principal exponente de la Generación del 98. Esa angustia personal y su idea básica de entender al hombre como «ente de carne y hueso» y la vida como un fin en sí mismo se proyectaron en obras como En torno al casticismo (1895), Mi religión y otros ensayos (1910), Soliloquios y conversaciones (1911) o Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos (1913). Su narrativa progresó desde sus novelas primerizas Paz en la guerra (1897) y Amor y pedagogía (1902) hasta la madura La tía Tula (1921). Pero entre ellas escribió Niebla (1914), Abel Sánchez (1917), y sobre todo Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920). Su producción poética comprende títulos como Poesía (1907), Rosario de sonetos líricos (1912), El Cristo de Velázquez (1920), Rimas de dentro (1923) y Romancero del destierro (1927), éste último fruto de su experiencia en la isla de Fuerteventura, adonde lo deportaron por su oposición a la dictadura de Primo de Rivera. También cultivó el teatro: Fedra (1924), Sombras de sueño (1931), El otro (1932) y Medea (1933). Considerado como el escritor más culto de su generación, fue sobre todo un intelectual inconformista que hizo de la polémica una forma de búsqueda.

JUAN ANTONIO FERNÁNDEZ DURÁN

20150121135221_00001Desde 1978 centra su actividad en la industria internacional del libro y las publicaciones periódicas. De este modo, fructifican colaboraciones en editoriales prestigiosas como Time, Life, Periplo, Geo, Smithsoniam, Omega, entre otras.

Poco después y durante cinco años, trabaja para la Unesco y recorre y plasma gran parte de los lugares y ciudades entonces declaradas Patrimonio de la Humanidad.

1982 marca un hito en su ya antigua relación con Incafo al iniciar la labor de la ilustración fotográfica, comentada por él mismo, de una colección de grandes obras en las que se recoge lo más bello de cada comunidad autónoma, glosadas, al mismo tiempo, por las grandes firmas de nuestros clásicos.

“Postales de andar extremeño”, de Fernando Pérez Marqués

«Un homenaje literario a su tierra, Extremadura, de uno de los hombres que más la han amado y más la han propagado»

56733   Postales de andar extremeño, de Fernando Pérez Marqués, es un ameno paseo literario por algo más de una treintena de pueblos de la provincia de Badajoz que, según el autor, le habían salido al paso “y sin que el origen de la selección haya sido, tanto en caso afirmativo como negativo, obra de la simpatía o de la desafección”.

   Pérez Marqués nos ofrece una serie de hermosas estampas literarias sobre esos pueblos, su historia, sus paisajes o sus gentes. Al parecer, constituyen un proyecto inacabado que el autor pretendía hacer extensible a toda Extremadura.

  De las páginas de este hermoso libro se desprenden un extraordinario conocimiento y un profundo amor a su tierra por parte del autor.

  El periodista, ensayista y poeta extremeño Santiago Castelo nos dice en el prólogo de la obra que, en el año 1995, editó Caja Badajoz:

  «Por todo esto, lector amigo, el libro que tienen entre las manos no es un breviario cualquiera. Es un devocionario de Extremadura, escrito por una de las plumas más recias, limpias y señeras de nuestra tierra. Enrique Segura habló un día de la emoción de los escritores extremeños ante la obra de Azorín. Y habló de López Prudencio, de Pedro de Lorenzo y de Fernando Pérez Marqués. Pues bien, con aquel estilo depurado, con aquella sensibilidad vibradora ante el paisaje y las gentes, azuzado de su infinito amor a la tierra, Fernando Pérez Marqués ha agavillado estas postales de andar extremeño como una especie de íntimo, solemne, monumento literario de Extremadura. «Es mago de la palabra./ En su pluma es gema o flor, / porque la escoge, la labra/ y la bruñe con primor», escribió de él el que fuera un día venerado patriarca de los poetas pacenses, Manuel Monterrey. Estas Postales de andar extremeño constituyen el homenaje literario a su tierra de uno de los hombres que más la han amado y más la han propagado.»

FERIA

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                                                           Rincón de la Cruz

   Entre los pueblos que visitó el viajero, y que recoge en su libro, se encuentra la villa de Feria. Se sitúa al suroeste de la provincia de Badajoz, entre Santa Marta y Zafra, en la ruta que une Badajoz con las ciudades andaluzas de Granada, Córdoba y Sevilla.

   La población se extiende en la falda de una sierra, a los pies de un soberbio castillo del siglo XV, cuyos orígenes se remontan a la época celta. A la villa de Feria se le conoce y se le identifica con su impresionante castillo. Desde esta fortaleza, que ocupa una posición privilegiada en lo más alto del cerro, es posible disfrutar de unas hermosas vistas de muchos kilómetros a la redonda.

Madrecita quien tuviera
la tierra que se divisa
desde el Castillo de Feria.

Dicho popular

   El pueblo, con una aparente y curiosa forma de lagarto, se extiende en calles empinadas, algunas con fuerte pendiente, formando típicos barrancos y rincones pintorescos de singular belleza.

   En Feria tiene lugar una de las fiestas más importantes de toda Extremadura: la Santa Cruz de Mayo, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional y Regional

   Destacamos, a continuación, algunos fragmentos de la “estampa” que hizo Pérez Marqués a la villa:

  «Hemos subido a la villa de Feria, que está encaramada en una eminencia considerable, y desde el pueblo, haciendo un pequeño esfuerzo, hemos alcanzado el castillo cuando el sol del estío extremeño, apenas abandonando su cénit, aprieta de lo lindo. Una luz fulgente, cegadora, inunda el panorama ancho, vasto, dilatado; un airecillo fino y generoso, a la sombra de los muros, orea la flama. Dulces recuestos, como un mar de turgencias jóvenes, arrancado de los pies mismos de la serreta fortificada, aléjanse campiña adelante, ahora bermeja y ocre en los barbechos y pajiza en los rastrojos recién despanados, hasta verdecer, allá en lontanaza, pasada la línea sinuosa de Guadajira, con los viñedos y olivares de la ubérrima Tierra de Barros. Acá y allá, levemente blancas en la grisura del paisaje coruscante, se alcanzan a ver las pinceladas indolentes de unos anchos y populosos pueblos: Almendralejo, Villafranca, Los Santos de Maimona, Fuente del Maestre, un castillo que delata, acurrucado a su vera, a Villalba; Aceuchal, al fondo, y a siniestra, bonito y alegre, Santa Marta.

Vistas de Feria y alrededores desde el castillo

                                   Vistas de Feria y alrededores desde el castillo

[…]

   Y aunque erguido en la contornada, desde aquí, desde el castillo, vese allá abajo blanco y ledo, como derramando sus callejuelas por las arrugas de una difícil topografía, el pueblecito de Feria. En él –no es extraño esto–, una vía, angosta y pina, como todas, se llama del “Duque de Feria”, y otra “Fray Pedro de Feria”, que fue provincial de dominicos en Méjico y obispo de Chiapa; y todavía, con tétrica reminiscencia medieval, hay una calle de la Horca, desde la que se avista la altura que lleva ese mismo nombre.

[…]

   Feria, de los celtas; Fama Julia –¿y por qué no?–, de los romanos; Feria para la corona condal, para la corona ducal, ya desvaída, entroncada, perdida en una maraña de títulos familiares, de los que emerge, con relumbres de historia, ilustre, predilecto y esencia , el de Medinaceli.»

FERNANDO PÉREZ MARQUÉS

perezmarques.com

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   Fernando Pérez Marqués (San Vicente de Alcántara, 1919-Madrid, 1993) destacó en el género ensayístico con títulos con De Extremadura. Cuatro esquinas de atención y Espejo literario de Extremadura. Póstumamente parte de sus artículos fueron recogidos en el volumen Postales de andar extremeño. La publicación Viaje a la Extremadura esencial continúa esa labor de rescate, merecido agradecimiento a un autor singular

“Extremadura en los relatos de viajeros de habla inglesa : (1760-1910)”, de Jesús A. Marín Calvarro

La presencia de Extremadura en los textos de la literatura en lengua inglesa

322_20050210_144821   Jesús A. Marín Calvarro nos presenta en su obra una esmerada selección de escritos de viajeros ingleses o de habla inglesa que recorrieron Extremadura en las últimas décadas del siglo dieciocho y primera década del diecinueve.

 Como nos dice el propio autor en la Introducción de su libro: “Numerosos han sido los viajeros extranjeros que, movidos por razones diversas, han recorrido a lo largo de los siglos y en todas direcciones la heterogénea geografía de la Península Ibérica. Esta aseveración tiene su fundamento en la existencia de un copioso conjunto de obras en las que sus autores han plasmado, con mayor o menor fortuna, sus impresiones personales sobre aquellos lugares y gentes que encontraron en su camino. De entre los viajeros que legaron a sus conciudadanos sus experiencias personales sobre nuestro país, los viajeros ingleses o de habla inglesa ocupan, sin duda alguna, uno de los lugares más destacados especialmente a partir de los siglos dieciocho y diecinueve. […] Algunos de ellos atravesaron el territorio extremeño y, como en otros lugares por los que pasaron, consignaron también en sus diarios de viaje el efecto que les causó esa experiencia.”

   La opinión que merece a estos viajeros la región extremeña no puede decirse que sea muy positiva, en general. Extremadura aparece ante sus ojos como un territorio casi despoblado, árido y abandonado de la administración. Sin embargo, algunos viajeros ahondaron más y supieron reconocer y apreciar el valor de esta tierra y de sus gentes.

LA VILLA DE FERIA EN EXTREMADURA EN LOS RELATOS DE VIAJEROS DE HABLA INGLESA

   Del total de diecisiete viajeros, cuyos escritos recoge Marín Calvarro en esta obra, destacamos a Robert Semple (Capítulo V) y Elizabeth Vassa Fox, Lady Holland (Capítulo VI). Estos viajeros recorren tierras extremeñas en 1809, cuando se está desarrollando la Guerra de la Independencia. Ambos pasan junto a la villa de Feria y les llama la atención el pueblo y su castillo. En sus respectivos diarios dan muestra de ello.

Vistas de Feria y su castillo

                                                     Vistas de Feria y su castillo

ROBERT SEMPLE

   Robert Semple visitó la Península en dos ocasiones: la primera en 1805 y la segunda en 1809, durante la Guerra de la Independencia.

Diario de R. Semple

Diario de R. Semple

De esta segunda visita nos da cuenta en su diario, publicado en Londres en ese mismo año, titulado A Second Journey in Spain, in the Spring of 1809; from Lisbon through the Western Skirts of the Sierra Morena, to Sevilla, Cordoba, Granada, Malaga, and Gibraltar; and thence to Tetuan and Tangiers. En dicho diario nos cuenta cómo entra en España a través de Badajoz, procedente de Lisboa en la primavera de 1809. Posteriormente se dirige a Sevilla pasando por La Albuera, Santa Marta, Los Santos de Maimona, Fuente de Cantos y Monesterio.

  Semple es muy bien tratado por los habitantes de las distintas poblaciones por las que pasa. Representa ante ellos al poderoso aliado inglés que lucha codo con codo junto a los españoles contra el ejercito de Napoleón. Este ambiente bélico queda reflejado en su diario:

   La mañana del 8 me marché de Santa Marta. De este lugar a Los Santos de Maimona hay una distancia de cinco leguas. El terreno, al principio, consiste en pequeñas colinas redondas pero completamente desnudas hasta una distancia de unas dos leguas, luego nos encontramos al inicio de las estribaciones de Sierra Morena que aquí comienza a elevarse en escabrosas alturas. En la cima de una empinada colina cónica a la derecha, a mitad de camino entre Santa Marta y Maimona, se alza el castillo de Feria a tiro de cañón de la carretera y un poco más abajo se encuentra el pueblo del mismo nombre. Los sencillos campesinos de los alrededores consideran este castillo como inexpugnable y como un obstáculo insuperable para el avance de los franceses en el caso de que se adentrasen tan lejos. Por otro lado no parece que el castillo proteja ningún paso importante en estas montañas o incluso ningún trecho destacado de la carretera. Alrededor de mediodía llegué al pueblo de Los Santos de Maimona por un camino que antes de entrar serpentea hasta casi rodearlo.”

ELIZABETH VASSA FOX, LADY HOLLAND

Lady Holland

 Lady Holland

Lady Holland estuvo casada con Henry Richard Vassall, barón de Holland que fue un personaje muy conocido, amigo y partidario de los liberales españoles y que mantuvo un gran interés por los problemas peninsulares.

   Lady Holland fue anfitriona y confidente de muchos de los grandes políticos ingleses y españoles de su época.

El matrimonio Holland hizo dos viajes a la Península Ibérica. El primero entre noviembre de 1802 y marzo de 1805. El segundo viaje se produjo en plena Guerra de la Independencia, entre octubre de 1808 y julio de 1809.

   Lady Holland escribió un diario de esos viajes por la Península, titulado The Spanish Journal of Elisabeth lady Holland, que no llegó a publicarse hasta 1910. Los Holland entran en tierras badajocenses, procedentes de Andalucía, en el inicio del verano de 1809. Se dirigen de camino de vuelta a Lisboa, con el fin de embarcar para Inglaterra, y van pasando por Fuente de Cantos, Zafra, Los Santos, Santa Marta y La Albuera, hasta llegar a Badajoz.

   La Guerra de la Independencia se encuentra en pleno desarrollo, lo que se manifiesta en su diario:

      2 de julio.

 Dejamos los Santos a las tres en punto. Contemplamos a la izquierda el pueblo, la vieja torre y los muros de Feria situado en un lugar muy pintoresco. Un grupo de franceses subió al pueblo y pidió víveres pero la gente se guareció en la vieja torre y utilizaron un viejo cañón que disparó con tal brío que les forzó a retirarse. Llegamos a Santa Marta alrededor de las siete. Los franceses en un número de quinientos estuvieron acuartelados aquí durante veintidós días, desde el vieintiuno de abril. Las mujeres y hombres jóvenes huyeron y muchas casas fueron abandonadas. Los franceses cortaron los olivos para su campamento y para sus tiendas arrancaron las puertas y las ventanas de las casas quemándolas cuando se marcharon. Los hombres jóvenes que se fueron del pueblo se juntaron con otros campesinos y mantuvieron una constante refriega con los puestos avanzados de los franceses.”

 El castillo de Feria

                              El castillo de Feria

   Román Gómez Villafranca, en su obra Extremadura en la Guerra de la Independencia española, recoge un parte del General Monsalud, fechado el día 6 de mayo de 1.809, en el que se describe cómo los vecinos de la villa de Feria, llamados coritos, se estaban preparando para la defensa del pueblo frente a los invasores. Entre los medios de que pensaban valerse para su defensa hace referencia a la existencia de un cañón de Artillería que se encontraba sepultado en un subterráneo. En dicho parte expresa que juzgaba a «la villa de Feria digna de toda atención por la gallarda bizarría con que han contestado al enemigo y se preparan á su defensa con resolución heróica hasta las mugeres. Entre los medios de que se vale para su empresa merece referirse el uso que piensan hacer de un cañón de Artillería antiguo de yerro y del calibre de 16, según dicen: hallábase sepultado en un subterráneo sin género alguno de cureña que facilitara usarlo y a pesar de esto emprendieron la grande obra de extraerlo á fuerza de brazo y colocarlo sobre algunas tijeras ó borriquetes en el sitio que les pareció más importante todo con el fin de aprovechar solamente quatro balas que tiene del calibre de dicha pieza: yo me regocijo al oír que aquellos naturales desean que su villa sea una segunda Zaragoza en la constancia de su valor y fidelidad.»

El suceso del cañón debió de ocurrir en el espacio de tiempo trascurrido entre el paso de ambos viajeros por estas tierras próximas a Feria. Y más concretamente después del parte del general Monsalud, de 6 de mayo de 1.809, y el paso de Lady Holland, el 2 de julio de ese mismo año. Es muy probable que el suceso tuviera lugar en el mismo mes de mayo, quizás a finales del mismo.

 José Muñoz Gil, que fuera cronista de la villa de Feria, en su obra titulada La Villa de Feria, nos habla de la existencia del topónimo de “la cortina del Cañón”, que se encontraba en la zona oriental de la sierra del Castillo. En esta cortina se encuentra la “Mina del Cañon”, posiblemente el lugar donde se encontraría el citado cañon, y cercana a ella la llamada “Era del Cañon”. Según le contó a Muñoz un vecino muy mayor de Feria, en dicha era pusieron los coritos el cañon para atacar a los franceses.

SINOPSIS

  Extremadura en los relatos de viajeros de habla inglesa : (1760-1910) es un recorrido por una pequeña parte de la historia extremeña cotidiana. Este viaje comienza a finales del siglo dieciocho a través de los ojos del que a la sazón fuera capellán del embajador británico en Madrid y finaliza con las gratas impresiones que esta tierra despierta en uno de los primeros turistas que la visitan a principios del siglo veinte. Entre ambos relatos se sitúan los de muchos otros viajeros que recorren Extremadura de un extremo a otro dejando constancia de aquello que más les llamó la atención. En algunas ocasiones serán los numerosos monumentos de sus ciudades y pueblos, en otras simplemente la riqueza y variedad de su territorio y, en muchos otros casos, las curiosas costumbres y tradiciones de su gente. En estos comentarios y opiniones confluyen, a menudo, consideraciones de signo contrario que lejos de disminuir enriquecen los valores que conforman la identidad de Extremadura como región.

JESÚS Á. MARÍN CALVARRO

  Jesús Á. Marín Calvarro (Cadalso, Cáceres, 1954) es Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Extremadura. Consiguió el grado de Doctor en enero del año 2000 con el trabajo de investigación El discurso ambiguo de los diecisiete primeros sonetos de Williams Shakespeare y su traducción al español. Ha publicado diversos artículos que giran en torno a la importancia del juego verbal en la poesía isabelina y la dificultad que entraña su traslado al español.

  Además de Extremadura en los relatos de viajeros de habla inglesa: (1760-1910) es autor de Extremadura, luces y sombras en la literatura de viajeros de habla inglesa, así como de diversos artículos sobre la literatura de viajeros de habla inglesa por Extremadura.

«Espejo literario de Extremadura”, de Fernando Pérez Marqués

La presencia de Extremadura en los textos de la literatura española y universal

  E13  Fernando Pérez Marqués nos presenta en su obra Espejo literario de Extremadura un documentado ensayo acerca de la presencia de Extremadura en los textos de la literatura española y universal. El ensayista extremeño hace una cuidada recopilación de escritos de grandes literatos de todos los tiempos sobre Extremadura.

    Nadie mejor para indicarnos el objetivo del libro que el propio autor que con estas palabras, sacadas del preliminar, nos lo expresa de esta manera: Con el presente trabajo se pretende contribuir, aunque sólo sea un ápice, a ese esfuerzo colectivo de recuperar y definir las señas de identidad histórica de Extremadura añadiendo una perspectiva más al conocimiento de la realidad extremeña: la visión que de ella tienen o han tenido los observadores ajenos, los observadores foráneos, tomando a tal fin aquellos textos de autores que han situado sus creaciones literarias en su territorio, o han recogido –a veces con leves pinceladas– las contingencias, las acciones y el espíritu de sus gentes; la mirada valorativa de los escritores viajeros, el juicio de nuestros huéspedes, ya sean apologistas o detractores, tanto nacionales como extranjeros.”

  Más adelante, Pérez Marqués vuelve a insistir en esa misma idea:  …De aquí nace el propósito del presente trabajo de hacer trasunto literario de lo que trataron con su lira o con su pluma autores españoles o extranjeros, antiguos o modernos, anónimos o expresos, en despliegue continuo, torrencial, en despliegue inacabado”

    El índice de la obra, que se relaciona a continuación, permite hacernos una idea bastante aproximada del contenido del libro:

Capítulo I. Preliminar Capítulo II. Esencia y presencia Capítulo III. En la lengua del Lacio Capítulo IV. Los árabes, fantásticos y sensuales Capítulo V. En román paladino Capítulo VI. Romances y cancioneros Capítulo VII. Poemas de exaltación heroica Capítulo VIII. Don Luis de Góngora y Argote Capítulo IX. Guadalupe hermoso Capítulo X. Garcilaso, solo Capítulo XI. Extremadura en tres grandes: Cervantes, Lope, Calderón Capítulo XII. Dos autores más con el señuelo de La Serrana de La Vera: Vélez de Guevara y José de Valdivielso Capítulo XlII. La Novela picaresca
Capítulo XIV. En la Gramática Posterior a Lope de Vega Capítulo XV. En las treguas para la pluma Capítulo XVI. Cantos épìcos Capítulo XVII. Romanticismo: dos romances y una novela Capítulo XVIII. Viajes de escritores extranjeros Capítulo XIX. Antonio Ponz, inconmensurable Capítulo XX. Larra en Extremadura
Capítulo XXI. Addenda: poetisa de España Capítulo XXII. Colofón
 

   Dentro del apartado titulado Viajes de escritores extranjeros, Pérez Marqués hace referencia a la obra del Mayor Sir Hew Whiteford Dalrymple el cual escribió un diario en forma de cartas, al final de cada jornada, durante el recorrido que en 1774 hizo por España. Su obra Travels through Spain and Portugal in 1774 apareció publicada en 1777.

   Dalrymple comienza su periplo por tierras badajocenses entrando por Badajoz de camino de Elvas. Posteriormente, sigue su viaje dejando atrás La Albuera.

 «Desde allí hemos ido a Santa María (quiere decir Santa Marta); el camino es bueno, pero el país está desierto y abandonado; son tres leguas, que hemos hecho en tres horas y media. Hemos hallado allí una posada bastante cómoda y el huésped más honrado encontrado desde Osuna. Nos han dado colchones muy buenos, y todo a un precio muy razonable. Satisfecho de su buen trato, he pagado algo más de lo que me pedía y he sido despedido con todas las bendiciones de la familia. ¿Quién no quisiera gozar de tal placer y tan barato?”

 Y es que estos viajeros antiguos, mejor dispuestos a divulgar deficiencias e incomodidades, se encontrarían como éste alguna que otra vez en pueblos y ciudades motivos de complacencia, que ellos guardarían indiferentes en lo hondo del tintero.

    “Aquí el país se torna casi enteramente inculto; tenemos grandes montañas a nuestra derecha, sobre cuya cumbre se ve una vieja torre (el castillo de Feria), un poco antes de llegar a Zafra”.
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Feria, entre Santa Marta y Zafra. Vistas de Feria y alrededores desde el castillo

  ¡Bueno, montañas! La Madroñera, el Salamanco, Valdelaespina, y al fondo, sobreponiéndose al castillo de Feria, la Sierra del Pico, cubiertas sus faldas de monte bajo.

   En Zafra, sin gusto ni afición para lo que encierra una ciudad que bien pudo considerarse en su época como “pequeña población renacentista”, sólo saca esta trivial conclusión: “Esta ciudad es grande y famosa solamente por los guantes de piel de cordero que allí se hacen y son tan finos que se los puede encerrar en una cáscara de nuez.”»

   Y el viajero continúa su periplo pasando por Fuente de Cantos, Monesterio…

 FERNANDO PÉREZ MARQUÉS
perezmarques.com

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Fernando Pérez Marqués (San Vicente de Alcántara, 1919-Madrid, 1993) destacó en el género ensayístico con títulos con De Extremadura. Cuatro esquinas de atención y Espejo literario de Extremadura. Póstumamente parte de sus artículos fueron recogidos en el volumen Postales de andar extremeño. La publicación Viaje a la Extremadura esencial continúa esa labor de rescate, merecido agradecimiento a un autor singular.