“Los renglones torcidos de Dios”, de Torcuato Luca de Tena

«Los locos son una terrible equivocación de la Naturaleza; son las faltas de ortografía de Dios»

Los renglones torcidos de Dios es una novela del escritor Torcuato Luca de Tena publicada en 1979. En ella se narra la historia de Alice Goulg, una inteligente y atractiva investigadora privada que ingresa en un hospital psiquiátrico por propia voluntad para esclarecer un caso de asesinato.

los-renglones-torcidos-de-dios_9788408088363Para escribir la novela, su autor visitó numerosos sanatorios mentales. Incluso, simulando una psicosis depresiva, ingresó en una institución psiquiátrica y convivió, durante 18 días con los enfermos mentales allí ingresados. Testigo directo de la impagable labor realizada por la clase médica, «unos hombres y unas mujeres heroicos y sufridos cuya profesión era atemperar los dolores ajenos», Luca de Tena les dedicó el libro con estas emotivas palabras: «Los renglones torcidos de Dios son, en verdad, muy torcidos. Unos hombres y unas mujeres ejemplares, tenaces y hasta heroicos, pretenden enderezarlos. A veces lo consiguen. La profunda admiración que me produjo su labor durante mi estadía voluntaria en un hospital psiquiátrico acreció la gratitud y el respeto que siempre experimenté por la clase médica. De aquí que dedique estas páginas a los médicos, a los enfermeros y enfermeras, a los vigilantes, cuidadores y demás profesionales que emplean sus vidas en el noble y esforzado servicio de los más desventurados errores de la Naturaleza.»

Aunque se han cumplido ya más de treinta y cinco años de la publicación de Los renglones torcidos de Dios, la historia de Alice Gould sigue gozando del apoyo de los lectores. Una gran novela que está llamada a convertirse en todo un clásico. Muy recomendable.

Juan Antonio Vallejo-Nágera escribió en el prólogo de Los renglones torcidos de Dios«El encierro en el hospital es el tema de fondo de toda la novela. El talento excepcional de Torcuato Luca de Tena para las piruetas de la fantasía arrastra al lector por un torrente de esperanzas, decepciones, anhelos y pasiones, que, como en un calidoscopio, cambia de configuración con cada movimiento del escritor. La brillantez polémica del novelista adquiere al final carácter de magia. Es como si con las piezas de un mismo rompecabezas nos crease sucesivamente imágenes completas, totalmente distintas en cada nueva reconstrucción. Pero… es mucho mejor que el lector lo compruebe por sí mismo.»

La novela Los renglones torcidos de Dios ha sido llevada a la gran pantalla en dos ocasiones.

En México se realizó una versión cinematográfica estrenada en 1983 con el mismo nombre, Los renglones torcidos de Dios. La película fue dirigida por Tulio Demicheli y protagonizada por los actores mexicanos Lucía Méndez, como Alicia Gould, Gonzalo Vega, Mónica Prado, Manuel Ojeda y Alejandro Camacho. El propio Torcuato Luca de Tena colaboró personalmente en la realización del guion.

Alicia Gould ingresa en un sanatorio mental. Supuestamente lo hace voluntariamente, en su delirio cree ser detective privada y tiene que averiguar quién asesino al padre de un supuesto cliente. Cuando llega allí haciéndose pasar por loca, parece ser que todo lo que ha dicho sobre su identidad se desmorona,. La inteligencia de la mujer deja perplejos a los médicos del centro. ¿Será verdad lo que cuenta o su imaginación le ha hecho volverse loca?. (FilmaAffinity)

En 2002 se ha estrenado una nueva adaptación cinematográfica con el mismo nombre, a cargo de Oriol Paulo y que cuenta con Bárbara Lennie como protagonista.

Alice, investigadora privada, ingresa en un hospital psiquiátrico simulando una paranoia. Su objetivo es recabar pruebas del caso en el que trabaja: la muerte de un interno en circunstancias poco claras. Sin embargo, la realidad a la que se enfrentará en su encierro superará sus expectativas y pondrá en duda su propia cordura. Un mundo desconocido y apasionante se mostrará ante sus ojos. Adaptación de la novela homónima de Torcuato Luca de Tena. (FilmaAffinity)

SINOPSIS

Alice, investigadora privada, ingresa en un hospital psiquiátrico, simulando una paranoia, a fin de recabar pruebas del caso en el que trabaja. La realidad a la que se enfrentará en su encierro superará sus expectativas. Un mundo desconocido y apasionante se mostrará ante sus ojos. El curso que tomarán los acontecimientos le hará pasar de detective a sospechosa en un juego de pistas tejido con asombrosa maestría. Para escribir este libro, el autor estuvo en un psiquiátrico, simulando una enfermedad mental, conviviendo como un loco más entre los locos, para así conocer mejor la realidad que pretendía describir. Este conocimiento desde dentro impregna toda la obra.

TORCUATO LUCA DE TENA

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  Torcuato Luca de Tena

Torcuato Luca de Tena, licenciado en Leyes, corresponsal permanente de prensa en Londres, Washington, Oriente Medio y México, ex director de ABC, miembro de número de la Real Academia Española, publicó su primera obra en Chile a los dieciocho años.

Desde entonces dedicó su vida al periodismo activo y a la creación literaria. Sin desdeñar obras tan considerables como Los hijos de la lluvia o La brújula loca, sus mayores éxitos los obtuvo con las dos novelas Edad prohibida y Los renglones torcidos de Dios. Torcuato Luca de Tena cultivó el teatro, la poesía, el cuento y el ensayo histórico, aunque según confesiones propias es en el género novelesco donde trabajaba con mayor satisfacción.

Premio Nacional de Literatura, Premio Fastenrath de la Real Academia Española, Premio de la Sociedad Cervantina de Novela y Premio Planeta, también es autor de Escrito en las olas, La llamada, Las tribulaciones de una chica decente, Paisaje con muñeca rota y Primer y último amor, entre otras. En el género ensayístico destacan América y sus enigmas, Papeles para la pequeña y la gran historia y Franco, sí, pero…, con el que obtuvo el Premio Espejo de España 1993. ¡Mercedes, Mercedes! fue su última novela publicada. En 2000, Editorial Planeta publicó póstumamente sus Poemas inéditos.

FRAGMENTOS DE LA NOVELA

    «Buscó asiento donde pudo: percibió las miradas furtivas de unas y otros fijándose en ella y calificándola de «nueva»; se propuso hablar lo menos posible para no equivocar los síntomas de su enfermedad fingida, y, al advertir que alguien se acercaba para decirle algo, y no deseando que nadie le hablase, bajó los ojos y los mantuvo largo rato fijos en el suelo.
    La gran galería iba poblándose de gentes afectadas por toda clase de taras. Apenas alzó los párpados, la visión de conjunto la espantó tanto, que volvió a abatirlos. ¿Qué es lo que observó para que de tal modo la acongojase? No sabría explicárselo, pues no osó mirar a nadie fijamente a los ojos. No eran las individualidades lo que, en un principio, la dejó aturdida, sino la masa, y no porque aquel conjunto de hombres y mujeres fuese amenazante o alborotador. Nada más lejos de la realidad. Dada la cantidad de gente allí reunida, las voces eran sensiblemente más apagadas que en cualquier otro lugar multitudinario: la sala de espera de una estación, por ejemplo, o la recogida de equipajes de un aeropuerto. Lo primero que advirtió es que eran distintos. De una rápida ojeada vio que los gordos eran más gordos, los delgados más delgados, los altos más altos, los bajos más bajos, los inquietos más inquietos, los tranquilos más tranquilos, los risueños más risueños y los tristes más tristes. Resbaló la mirada sobre los que padecían malformaciones visibles de los rostros o el cuerpo —mongólicos, babeantes, jorobados, enanos, gigantes, boquiabiertos— rehuyendo el contemplarlos. También eran muchos más los rostros y los cuerpos bien configurados. Con esto y todo, lo que daba un aire siniestro al conjunto era la proporción de deformes y de feos. Eran menos… pero eran muchos. Observó que algunos fumaban e instintivamente quiso echar mano de sus cigarrillos. No tenía. Se los habían quedado en «la aduana»
[…]
   «¡Ah, qué terrible es el sino de los pobres locos, esos “renglones torcidos”, esos yerros, esas faltas de ortografía del Creador, como los llamaba el Autor de la Teoría de los Nueve Universos, ignorante de que él era uno de los más torcidos de todos los renglones de la caligrafía divina!»
[…]
    Heliodoro le resultaba, afectivamente, más lejano que los miles de millas físicas que les separaban. En cambio ahí, al alcance de su vista y muy cerca de su corazón, estaban el pequeño Rómulo, al que quería enseñar un oficio, y la Niña Pendular, con la que quería llegar a comunicarse de mente a mente y hacerla sonreír, y Teresiña Carballeira, cuyo taller de bordados visitó, y Cosme el Hortelano, al que le unía no sólo la gratitud, sino la comunidad de anhelos, ya que pensaba imitar su ejemplo y dejar todos sus bienes al hospital. Allí estaba la Mujer Percha, con las llagas producidas en sus piernas por la incontinencia, que merecía ser cuidada, y don Luis Ortiz, que merecía ser consolado, y Candelas, la Mujer del Rincón, a quien ya era hora de que se le levantase su eterno castigo. Y unos hombres y unas mujeres heroicos y sufridos cuya profesión era atemperar los dolores ajenos. «Dios escribe derecho con renglones torcidos», pensó. Ésa es mi casa y ahí quiero vivir y trabajar hasta el final.»

“Algún amor que no mate”, de Dulce Chacón

«Porque todos los hombres matan lo que aman pero no todos mueren por ello»Oscar Wilde

libro_1404497587Algún amor que no mate, publicada en 1996, es la primera novela de la escritora extremeña Dulce Chacón.

En ella, la autora de La voz dormida aborda el tema de la incomunicación, el desamor y la violencia de género en el seno del matrimonio. Prudencia, la protagonista, es una mujer enamorada de su marido, que ha conseguido sobrevivir en su matrimonio a costa de renunciar a su propia identidad. Prudencia, engañándose a sí misma, se ha ido sometiendo, sin rebelarse, a las exigencias de su marido hasta la entrega total.

    «Prudencia cometió un error. Y los errores se pagan. Creyó que su vida era la de su marido y, cuando quiso darse cuenta, el marido tenía su vida y ella no tenía la propia. Todo lo hacía calculando si a él le gustaría y jamás se preguntó qué le gustaba a ella».

Pero un día se harta y decide terminar con todo.

En la presentación del libro, el gran escritor Saramago afirmó que se trataba de una novela cruel, y “que si de algo estamos necesitados es de literatura dura en estos tiempos fáciles, falsos, de fachadas que se pueden enseñar y que por detrás sólo esconden ruinas y nada más que ruinas».

Según su propia autora, la novela es «un viaje interior en el que su protagonista se encontrará con el amor y la incomprensión, la pasión y la infidelidad, la soledad, el llanto, la risa y la muerte».

Algún amor que no mate es una novela corta que se lee de un tirón. Escrita con el alma, con un lenguaje sencillo, pero cargado de sentimiento. Muy recomendable.

Dulce Chacón hizo una adaptación para el teatro de Algún amor que no mate (2002) con la que fue candidata a los premios Max 2004 a la mejor autora teatral en castellano.

En 2007 se publicó la Trilogía de la huida, un volumen que reúne las tres primeras novelas de Dulce Chacón: Algún amor que no mate, Blanca vuela mañana y Háblame, musa, de aquel varón. Sobre esta trilogía, escribió Juan Cruz Ruiz: «Los tres libros de esta Trilogía de la huida tienen ese origen común, la melancolía que deja en las personas la lucha que parte de la evidencia de un fracaso: la pareja fracasó, pero hay que reconstruir el amor. Dulce no abordaba ese asunto con un propósito previo, ella no hacía teoría de lo que iba a escribir, y no escribía nada como una teoría; abordaba las novelas con la misma frescura, y con la misma libertad, con la que abordaba los poemas, como exabruptos de su sentimiento, y en el fondo de sus sentimientos, en el origen de su melancolía, estaba la evidencia, y la rabia, ante ese fracaso.»

SINOPSIS

Algún amor que no mate es la historia de una mujer que luchó contra el desamor y salió derrotada.

Enamorada y maltratada, Prudencia ha llegado a una situación de desamparo absoluto. Privada de su identidad, convertida en un ser construido por otros, afronta por fin que se ha engañado a sí misma, renunciando a todo por mantener a flote un matrimonio infeliz, cargado de soledades, tristezas y frustraciones. Ante la inminencia del desenlace, y después de recorrer todas las sombras de su pasado, decide emprender la huida hacia un futuro incierto….

Algún amor que no mate, primera novela de la Trilogía de la huida de Dulce Chacón, constituye una deslumbrante recreación del maltrato y de la lucha por su superación. Mediante una prosa sencilla, cercana y llena de matices y una profunda caracterización psicológica de los personajes, la autora profundiza en uno de los temas que hoy, lamentablemente, sigue de actualidad.

DULCE CHACÓN

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Dulce Chacón (Zafra, 1954-Madrid, 2003), poeta y novelista, publicó los libros de poemas: Querrán ponerle nombre (1992), Las palabras de la piedra (1993), Contra el desprestigio de la altura (Premio de Poesía Ciudad de Irún 1995) y Matar al ángel (1999), todos ellos recogidos en el volumen Cuatro gotas (2003). Como narradora publicó las novelas: Algún amor que no mate (1996), Blanca vuela mañana (1997), Háblame, musa, de aquel varón (1998), Cielos de barro (Premio Azorín 2000) y La voz dormida (Alfaguara, 2002), Premio al Libro del Año 2002 del Gremio de Libreros de Madrid, y traducida al francés y al portugués. También es autora de la obra de teatro Segunda mano (1998) y de la versión de Algún amor que no mate (2002), nominada a los premios Max 2004 a la mejor autora teatral en castellano.

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA

    «La verdad es que muchas veces las mujeres nos quejamos de vicio. Porque hay que ver qué bien se está en casa sin tener que ir a trabajar. Y encima el marido te da dinero todos los días para la compra y, si lo administras bien, hasta puedes ahorrar. Yo desde que tengo la cojera ni siquiera voy al mercado. Hago el pedido por teléfono y me lo traen. Así es que tengo todo el tiempo del mundo para mí. Arreglo mi casa por la mañana. Tengo la ropa al día y cuido mis plantas. Por la tarde pongo el televisor y después hago un solitario. Cuando me quiero dar cuenta ya estoy haciendo la cena y poniendo la mesa para que cuando venga mi marido se lo encuentre todo listo. Y al día siguiente igual. A veces me pongo a mirar por la ventana y me distraigo viendo pasar a la gente por la calle. Yo nunca me aburro, por eso no entiendo a las mujeres que dicen que quieren trabajar. Someter al marido a esa humillación. ¿De qué sirve un hombre si no puede mantener a su familia?»

[…]
     «Cuando hay que pedir amor todo está perdido. El amor no se pide, el amor se da.
    Prudencia lo supo al preguntar a su marido por primera vez si la quería. Estaban en la cama y ella se acercó, ofreciéndose. ¿Me quieres? Esas cosas no se preguntan, le respondió, déjame dormir, nenita. Ella no sabía si esa respuesta quería decir sí o no. Dime que me que quieres, le pidió. Y él le acarició la mejilla, la miró a los ojos y sonrió: ¡Claro!, le dijo, y cuando ella empezó a sonreír, añadió: ¡A veces! Y enseguida se quedó dormido y empezó a roncar.
   Prudencia se levantó, se fue a la cocina, se bebió una copita de anís y se comió una tableta entera de chocolate. Con ansia.
   Nunca más preguntó, nunca más pidió, nunca más se ofreció.»