“Postales de andar extremeño”, de Fernando Pérez Marqués

«Un homenaje literario a su tierra, Extremadura, de uno de los hombres que más la han amado y más la han propagado»

56733   Postales de andar extremeño, de Fernando Pérez Marqués, es un ameno paseo literario por algo más de una treintena de pueblos de la provincia de Badajoz que, según el autor, le habían salido al paso “y sin que el origen de la selección haya sido, tanto en caso afirmativo como negativo, obra de la simpatía o de la desafección”.

   Pérez Marqués nos ofrece una serie de hermosas estampas literarias sobre esos pueblos, su historia, sus paisajes o sus gentes. Al parecer, constituyen un proyecto inacabado que el autor pretendía hacer extensible a toda Extremadura.

  De las páginas de este hermoso libro se desprenden un extraordinario conocimiento y un profundo amor a su tierra por parte del autor.

  El periodista, ensayista y poeta extremeño Santiago Castelo nos dice en el prólogo de la obra que, en el año 1995, editó Caja Badajoz:

  «Por todo esto, lector amigo, el libro que tienen entre las manos no es un breviario cualquiera. Es un devocionario de Extremadura, escrito por una de las plumas más recias, limpias y señeras de nuestra tierra. Enrique Segura habló un día de la emoción de los escritores extremeños ante la obra de Azorín. Y habló de López Prudencio, de Pedro de Lorenzo y de Fernando Pérez Marqués. Pues bien, con aquel estilo depurado, con aquella sensibilidad vibradora ante el paisaje y las gentes, azuzado de su infinito amor a la tierra, Fernando Pérez Marqués ha agavillado estas postales de andar extremeño como una especie de íntimo, solemne, monumento literario de Extremadura. «Es mago de la palabra./ En su pluma es gema o flor, / porque la escoge, la labra/ y la bruñe con primor», escribió de él el que fuera un día venerado patriarca de los poetas pacenses, Manuel Monterrey. Estas Postales de andar extremeño constituyen el homenaje literario a su tierra de uno de los hombres que más la han amado y más la han propagado.»

FERIA

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                                                           Rincón de la Cruz

   Entre los pueblos que visitó el viajero, y que recoge en su libro, se encuentra la villa de Feria. Se sitúa al suroeste de la provincia de Badajoz, entre Santa Marta y Zafra, en la ruta que une Badajoz con las ciudades andaluzas de Granada, Córdoba y Sevilla.

   La población se extiende en la falda de una sierra, a los pies de un soberbio castillo del siglo XV, cuyos orígenes se remontan a la época celta. A la villa de Feria se le conoce y se le identifica con su impresionante castillo. Desde esta fortaleza, que ocupa una posición privilegiada en lo más alto del cerro, es posible disfrutar de unas hermosas vistas de muchos kilómetros a la redonda.

Madrecita quien tuviera
la tierra que se divisa
desde el Castillo de Feria.

Dicho popular

   El pueblo, con una aparente y curiosa forma de lagarto, se extiende en calles empinadas, algunas con fuerte pendiente, formando típicos barrancos y rincones pintorescos de singular belleza.

   En Feria tiene lugar una de las fiestas más importantes de toda Extremadura: la Santa Cruz de Mayo, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional y Regional

   Destacamos, a continuación, algunos fragmentos de la “estampa” que hizo Pérez Marqués a la villa:

  «Hemos subido a la villa de Feria, que está encaramada en una eminencia considerable, y desde el pueblo, haciendo un pequeño esfuerzo, hemos alcanzado el castillo cuando el sol del estío extremeño, apenas abandonando su cénit, aprieta de lo lindo. Una luz fulgente, cegadora, inunda el panorama ancho, vasto, dilatado; un airecillo fino y generoso, a la sombra de los muros, orea la flama. Dulces recuestos, como un mar de turgencias jóvenes, arrancado de los pies mismos de la serreta fortificada, aléjanse campiña adelante, ahora bermeja y ocre en los barbechos y pajiza en los rastrojos recién despanados, hasta verdecer, allá en lontanaza, pasada la línea sinuosa de Guadajira, con los viñedos y olivares de la ubérrima Tierra de Barros. Acá y allá, levemente blancas en la grisura del paisaje coruscante, se alcanzan a ver las pinceladas indolentes de unos anchos y populosos pueblos: Almendralejo, Villafranca, Los Santos de Maimona, Fuente del Maestre, un castillo que delata, acurrucado a su vera, a Villalba; Aceuchal, al fondo, y a siniestra, bonito y alegre, Santa Marta.

Vistas de Feria y alrededores desde el castillo

                                   Vistas de Feria y alrededores desde el castillo

[…]

   Y aunque erguido en la contornada, desde aquí, desde el castillo, vese allá abajo blanco y ledo, como derramando sus callejuelas por las arrugas de una difícil topografía, el pueblecito de Feria. En él –no es extraño esto–, una vía, angosta y pina, como todas, se llama del “Duque de Feria”, y otra “Fray Pedro de Feria”, que fue provincial de dominicos en Méjico y obispo de Chiapa; y todavía, con tétrica reminiscencia medieval, hay una calle de la Horca, desde la que se avista la altura que lleva ese mismo nombre.

[…]

   Feria, de los celtas; Fama Julia –¿y por qué no?–, de los romanos; Feria para la corona condal, para la corona ducal, ya desvaída, entroncada, perdida en una maraña de títulos familiares, de los que emerge, con relumbres de historia, ilustre, predilecto y esencia , el de Medinaceli.»

FERNANDO PÉREZ MARQUÉS

perezmarques.com

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   Fernando Pérez Marqués (San Vicente de Alcántara, 1919-Madrid, 1993) destacó en el género ensayístico con títulos con De Extremadura. Cuatro esquinas de atención y Espejo literario de Extremadura. Póstumamente parte de sus artículos fueron recogidos en el volumen Postales de andar extremeño. La publicación Viaje a la Extremadura esencial continúa esa labor de rescate, merecido agradecimiento a un autor singular