“La ermita de los bienaventurados Mártires de Feria”, de José Muñoz Gil

«La ermita de los Mártires, un testimonio vivo, donde se guarda el sentimiento de todo un pueblo»

En este libro, titulado La ermita de los bienaventurados Mártires de Feria, José Muñoz nos ofrece una completa crónica sobre el origen y desarrollo de la ermita de los Mártires y su primera cofradía, y de la devoción y culto a Nuestra Sra. de Consolación. Una obra que surgió gracias a la propuesta que la Junta Directiva de la Asociación de Ntra. Sra. de Consolación le hizo al autor para que escribiera un libro en el que narrase la historia de la ermita, los motivos por los que fue erigida, sus fundadores, colaboradores y su trayectoria hasta el momento actual.

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MUÑOZ GIL, José
    La ermita de los bienaventurados Mártires de Feria  / José   Muñoz Gil
    Feria : Hermandad Ntra. Sra. Virgen de Consolación, 1995
   149 p. : fot., il. ; 24 cm

Es un libro escrito con la intención de dar a conocer una pequeña parcela de la historia de Feria. Para ello, Muñoz tuvo que recurrir a la consulta de numerosas fuentes documentales y a la recopilación y manejo de una gran cantidad y variedad de información. El resultado es una excelente y completa monografía sobre la Villa de Feria, escrita en un lenguaje sencillo y que resulta amena y fácil de leer.

Como nos indica el propio autor en la introducción, este estudio está dirigido a los «amantes de nuestro pueblo y a los devotos de nuestras tradiciones religiosas, para que conociendo el pasado, se entienda, se ame y se respete lo que queda en el presente. Creo que así, a la vez de historiar una de nuestras instituciones pasadas, pueda entroncar, a la vez con el presente vivo».

En el prólogo de la obra, el historiador Alberto González expresa lo siguiente: «El libro de José Muñoz Gil ofrece una doble dimensión. De un lado, se trata de un estudio riguroso y serio, muy bien estructurado metodológicamente, realizado con el mayor rigor científico, en el que destaca la concienzuda labor de investigación en los archivos y fuentes locales llevada a cabo a lo largo de mucho tiempo por el autor para el acopio de los numerosos e interesantes datos que constituyen el armazón principal del libro.

De otro, ofrece una crónica vivida y fresca, ricamente expresiva de la vida cotidiana de la villa en los tiempos pretéritos, vista desde la óptica de sus manifestaciones religiosas populares, en la que, como complemento enriquecedor y jugoso de los contenidos puramente documentales, José Muñoz añade la sal y la pimienta de numerosas referencias antropológicas, sociológicas y culturales, así como significativas anécdotas, producto de su profundo conocimiento de las realidades que trata, o incluso de su propia experiencia personal como miembro muy arraigado en la sociedad de su entorno; referencias cuyo valor en orden a ofrecer una visión completa del asunto que analiza no resulta, por otra parte, de dimensión científica menor que la del dato documental.»

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                                                        Interior de la ermita

Como ejemplo del gran trabajo que nos ofrece José Muñoz en su libro, tomamos un fragmento del mismo, referente a una leyenda sobre la Virgen, que reproducimos a continuación:

    «La Virgen de Consolación, la de la imagen vieja, era tenida por muy milagresa y tras el cambio, según decían las que conocieron llegar a la nueva imagen, aunque ésta era más guapa, siguieron añorándola por tener más fe en ella, de manera que los vecinos no querían a ésta otra. Aquella imagen había sentido la inquietud de los vecinos en aquellos difíciles tiempos de la Guerra de Cuba, sustentando una de las leyendas marianas, en la que se pone de manifiesto su papel de protectora y consoladora; la leyenda sigue la pauta de las aplicadas a la Virgen, como mediadora divina, y se mantiene aún en las personas de edad avanzada que la recuerdan bajo un esquema único, aunque con elementos variantes accidentales.
    La explosión de la Guerra de Cuba, a finales del s. XIX, fue un hecho que se vivió, como en toda confrontación bélica, con especial preocupació y temor en todos los pueblos; la movilización de muchos vecinos, el lejano lugar en que se desarrollaba y la incertidumbre de un viaje a ultramar, siempre incierto, hizo volver los ojos de los fieles devotos, una vez más a Ntra. Señora, tras los ponderados temores.
  Este hecho y estas circunstancias dieron lugar a su intervención, transmitiéndose esta leyenda que transcribimos según la hemos recogido de Dª Mercedes Leal:
   “Corrían los años en que se desarrollaba la Guerra en Cuba; aquellos días, cuando la confrontación era más violenta, algunos vecinos fueron reclutados y embarcados para hacer frente a la rebelión, quedando tristes y desconsoladas todas las familias y consternado todo el pueblo. Ante tal desgracia y conociendo los innumerables beneficios concedidos por la Virgen, los fieles devotos acudieron en su ayuda para que guiase a aquellos pobres hombres. Al poco tiempo los vecinos comprobaron que por aquellos días había desaparecido la Virgen de su oratorio, encontrando, los que a ella acudían, que permanecía cerrada, manteniéndose así una larga temporada. Cuando volvieron a abrir la ermita, los devotos encontraron de nuevo a la imagen en su lugar y extrañados por su desconocida ausencia le preguntaban:
    – ¿Dónde has estado, “so galocha”, “gandalla”?
    Al comprobar que traía el manto sucio y quemado, comprendieron que había estado en el fragor de la batalla, proteguiendo con su manto a sus devotos, que regresaron a sus casas sanos y salvos”.
    Esta leyenda tardía, que se registra a finales del s. XIX, no viene a explicar, por supuesto, el origen y aparición del culto y advocación de la Consolación, ya que, como bien hemos podido ver, le precede en más de dos centurias; más bien puede interpretarse como una reafirmación popular y un reconocimiento a su fama protectora, escogiendo para ello el mismo arquetipo de leyenda que en otros lugares se ha aplicado a diversas vírgenes. Esta misma leyenda la encontramos aplicada, con pequeñas variaciones, a Ntra. Señora de Ceclavín o, al más cercano, Niño Jesús, de La Lapa; éste se vestía con traje militar de la época para afianzar más la realidad de los hechos, vestimenta que le fue retirada hace algunos años ante el descontento de los vecinos.
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«La nueva imagen, de bello rostro, de mirar dulce y sereno, ofrece complacida a su hijo, sostenido en su brazo izquierdo, mientras éste imparte la bendición. Pasado los primeros momentos y olvidada aquella que fuera promotora de milagros y leyenda, ésta fue conquistando los corazones de los vecinos, haciéndose depositaria de sus penas y necesidades, centrándose en ella la más fuerte devoción mariana de la Villa.»

    Aún, después de retirada del culto, a esta antigua imagen se le tuvo un respeto y un misterioso recuerdo. Dicen las viejas del lugar que su efigie fue encerrada en un arca y colocada en el órgano de la Parroquia; cuando alguien preguntaba el lugar donde se encontraba, todos señalaban el arcón, pero nadie se atrevió a abrirlo para comprobarlo; de esta manera la que fuera tantas veces invocada, quedaría siempre gloriosa en el recuerdo, sin menoscabo de su imagen deteriorada y rota; sin saber cuál fue su paradero, aún se dice que anda perdida, entre baúles viejos, somo si fuera un deseo de poseerla para siempre, una manifestación más del pueblo que se resistía a perder la que fuera objeto de su fe.»

 

SINOPSIS DE “LA ERMITA DE LOS BIENAVENTURADOS MÁRTIRES DE FERIA

Por encima de la interpretación científica de las realidades materiales, la ermita de los Mártires tiene una lectura más sencilla, más entrañable; es un testimonio vivo, donde se guarda el sentimiento de todo un pueblo. No hay que buscar en ella grandes obras de arte, ni sucesos o milagros relumbrantes, sino el hecho común de la expresión espontánea a través de siglos, aunque también se haya convertido en uno de los hitos referenciales, que, junto con la iglesia y el Castillo, conforman parte de la personalidad urbanística de la Villa.

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                                              La ermita de los Mártires

Ella es un testigo donde se guarda y expresa el comportamiento de hombres y mujeres de Feria ante el hecho religioso, manifestado en múltiples formas y maneras, según las necesidades espirituales del momento y según las posibilidades económicas. En ella se condensa, parte de la cultura, el culto y la tradición de generaciones que nos han precedido y ahora han quedado materializados en sus realidades arquitectónicas, iconográficas y en cualquier objeto que forme parte de ella, en los que hay que entrever un significado más profundo que la pura satisfacción de la visión artística. Esto es lo que hemos pretendido transmitir en estas páginas.

La ermita, pues surge como una necesidad espiritual, para cubrir unas necesidades a través de lo sobrenatural, tomando San Sebastián como titular, para buscar en él patrocinio y poder contra los males contagiosos, en un momento en que ante estos azotes sólo hay dos soluciones, o la desesperanza o la protección divina.

Más, a medida que va pasando el tiempo, se va superponiendo otra devoción mariana, que fue incrementándose a medida que se hace menos necesaria y urgente la intercesión del Santo. Si las necesidades colectivas quedaron cubiertas con la protección de Los Santos Mártires y con el Cristo, en la Consolación se buscaría el refugio de las penas personales.

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                     Vista de Feria desde los portales de la ermita

La fama de favorecedora y milagrosa que gozó su imagen se fue afianzando, imponiéndose por necesidad social la celebración de misas votivas, procesiones y rogativas, para implorar en momentos de difíciles situaciones: guerras, sequía, enfermedades, y, como expresión popular, los favores recibidos se testimonian con promesas y exvotos. De esta manera, la Virgen asumió el protagonismo de la ermita.

En definitiva, la ermita de los Bienaventurados Mártires es una realidad histórica, salida de la necesidad espiritual de nuestros antepasados, hecha realidad gracias a las ilusiones de aquellos primeros priostes y mayordomos, que cumplían los deseos de los vecinos para practicar dos de sus cultos preferidos. Esta ermita nuestra es como es, salida de artífices populares. Tantos maestros de obras, tantos carpinteros, pintores y cereros, hojalateros y sastres fueron suficientes para que llegara así hasta nosotros.

JOSÉ MUÑOZ GIL

20140930131136_00001.1Nació en Feria (Badajoz) en 1935. Inició los estudios en el Seminario Diocesano de Badajoz en el que cursó hasta 1º de Teología.

Posteriormente en Madrid estudió tres años en el Facultad de Filosofía y Letras (1959-1962), para después dejarlo y continuar con al carrera de Magisterio.

Profesor de EGB por oposición desde el año 1964. Impartió la docencia en los colegios públicos de La Parra y de Feria, siendo en este último, su pueblo natal, donde desempeño los cargos de Director y Jefe de Estudios, y en el que continuó la enseñanza hasta su jubilación en 1996.

En 1975 fue nombrado Alcalde, cargo que ocupó durante 16 años, perteneciendo a la Comisión Provincial de Patrimonio, ya que en 1970 fue declarada la villa de Feria Conjunto Histórico Artístico.

Colaborador en la Revista Alminar, de ámbito regional, ya desaparecida. Autor de numerosos artículos, orientó sus investigaciones sobre hechos históricos locales.

Presidente de la Hermandad de la Santa Cruz de 1967 a 1970. En el año 1980 realizó el rescate y adaptación de los textos y coplas de La Entrega, incorporando más tarde los Juegos Florales, Concursos de Cruces, Certamen Poético, nuevos estatutos, creando en 1996 la Comisión para la Protección Patrimonial que colabora con la Junta Directiva para fomentar y enriquecer los aspectos culturales de nuestras Fiestas declaradas de Interés Turístico. También se encargó de recuperar El Descendimiento para la tarde del Viernes Santo.

El Ayuntamiento de Feria, por el amor demostrado a su pueblo y por los estudios realizados sobre su historia, costumbres y tradiciones, acordó nombrarle Cronista Oficial en 1991.

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Interviene en el Comité Ejecutivo del Congreso Conmemorativo del VI Centenario del Señorío de Feria (1394-1994), donde presenta una comunicación titulada La tradición popular de las Cruces de Feria.

En 1995 asistió al I Congreso sobre el Patrimonio Cultural de Extremadura, celebrado en Badajoz, donde presentó el trabajo Las ciudades declaradas conjuntos históricos artísticos y el tipismo singular de algunos municipios.

Fue autor del libro La ermita de los bienaventurados mártires de Feria: historia, culto y tradición, publicado en 1995.

En 1998 colaboró, entre otros, en el libro Los carnavales en Extremadura, de Javier Marcos Arévalo, con el trabajo Los candelarios y otras manisfestaciones carnavalescas en torno a la Candelaria de Feria.

En noviembre de 2000 figura en las actas del XXVI Congreso de la Asociación Española de Cronistas Oficiales (A.E.C.O.) con un documento titulado El extremeño fray Francisco de Guzmán: Primer Comisario General de Indias.

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           Muñoz, en su pueblo, con un grupo de escolares, allá por 1965

En el año 2001 su labor investigadora culminó con la publicación de su obra La villa de Feria, en dos tomos.

Participó también en la Revista de Estudios Extremeños, con la publicación del trabajo Algunos aspectos de la medicina popular en Feria (2003).

Fue nombrado en el año 2006 Hermano de Honor de la Hermandad de la Santa Cruz.

Y por último, días antes de que nos dejara definitivamente, el 10 de septiembre de 2006, concluyó el tercer volumen sobre la villa de Feria titulado Historia de Feria en el siglo XX.

La villa de Feria y el terremoto de Lisboa

El llamado terremoto de Lisboa ocurrió en la mañana del sábado 1 de noviembre de 1755, festividad de Todos los Santos. Su magnitud fue de casi 9 grados en la escala de Ritcher y tuvo su epicentro en el Océano Atlántico a unos 300 kilómetros de la capital portuguesa. El fuerte temblor fue seguido de un maremoto y un devastador incendio que causaron la destrucción de buena parte de la ciudad de Lisboa. El fenómeno produjo varios miles de víctimas en Portugal, España y norte de África y los daños económicos fueron muy elevados.

Efectos del terremoto en Lisboa

                                                Efectos del terremoto en Lisboa

Los efectos del terremoto también se dejaron sentir en Extremadura, produciéndose importantes daños personales y materiales. En la localidad cacereña de Coria, se derrumbó la cubierta de la Catedral, sepultando a numerosos fieles que se hallaban congregados en misa en aquel momento. Resultaron muertas 21 personas. También se desvió el cauce del río Alagón, a su paso por dicha localidad, dejando el puente de piedra que lo cruzaba bastante alejado del nuevo cauce.

LOS EFECTOS DEL TERREMOTO DE LISBOA EN LA VILLA DE FERIA

El terremoto de Lisboa también se dejó sentir en la villa de Feria. José Muñoz Gil nos aporta una amplia información sobre el mismo en su libro titulado La villa de Feria.

De los resultados del terremoto, que puso a prueba la solidez de la Iglesia parroquial, nos ha dejado un valioso testimonio, por haber sido testigo del mismo, el cura párroco, don Pedro Isidro Álvarez del Monte. Sobre este tema, escribe Muñoz Gil en la citada obra:

   «Este hombre nos ofrece una descripción, según nos tiene acostumbrado, tan minuciosa que, por su interés merece ser transcrita en nuestro Apéndice Documental. La extensa nota aparece en el Libro correspondiente de Matrimonios, inmediatamente después del asiento de la partida del día dos de noviembre. El suceso ocurrió el día antes, primero de este mes, lo que le permite hacerlo con una extraordinaria minuciosidad y viveza. El acontecimiento pudo convertirse en una tragedia, si el fenómeno hubiese tenido lugar un poco después. Los hechos sucedieron a las diez y media. Tocaban las campanas, en aquel momento, a Misa Mayor y se celebraba, a la vez, una Misa, previa a la función solemne, en la capilla de Santa Ana, la que es hoy capilla de la Milagrosa, donde se encontraba un grupo de personas recluidas junto con el celebrante. Un fuerte temblor conmovió el templo, acompañado de un fuerte estruendo. Como consecuencia de ello

se desprendieron de las claves de la bóveda, por diferentes lugares, cinco piedras de gran magnitud, con cuya novedad, persuadidos todos de que se desplomaba la yglesia y los sepultaba entre sus ruinas, los más se pusieron en fuga con imponderables clamores” […]

   Por suerte no hubo muerte alguna, sino una persona herida levemente en la cabeza. El templo, en cambio, sufrió considerables daños[…]

   Don Pedro, además de indicar los daños causados en el templo, describe otros efectos observados en el pueblo. Según manifiesta, dos mujeres abortaron y otras dos se accidentaron, incluso, llegó a afectar a algunos manantiales, apareciendo algunos nuevos y desapareciendo otros ya existentes.»

A continuación, reproducimos el documento completo del cura párroco, don Pedro Isidro Álvarez del Monte, tal como aparece en el Apéndice documental 17 del libro La villa de Feria (Tomo II, págs. 430-432):

DOCUMENTO NÚM. 17

   Don Pedro Isidro Álvarez del Monte, cura párroco, presente en la Iglesia Parroquial, en el momento en que se produjo el terremoto de Lisboa, describe minuciosamente los acontecimientos ocurridos y los efectos causados aquel día, primero de noviembre de 1755, festividad de Todos los santos, cuando algunos fieles escuchaban una Misa en la capilla de Santa Ana.

        25, noviembre de 1755

        A.P.F.; Lib. 3º de Matrimonios, fol. 69-70 v.

   “Terremoto. Nota digna de memoria. Dia primero de nobiembre de este año de 1755 a las diez de la mañana, estando tocando a Misa Mayor se esperimentó un Temblor de Tierra que puso en bastante tribulazión y desconsuelo a todos los vezinos de esta villa, prinzipalmente a las personas que se hallaban en la Yglesia, donde por lo elebado de su fabrica y su sitio fue más formidable el estruendo, llegandose para mayor congoja averse desprendido de las claves de las Bobedas por diferentes partes, cinco piedras de bastante magnitud, con cuya novedad, persuadidos todos de que se desplomaba la yglesia y los sepultaba entre sus ruinas, los mas se pusieron en fuga con imponderables clamores. Aviendose serenado, cantamos el te Deum laudamus y otras preces gratulatorias y la salve a Maria Santisima, después la Misa conventual, con la solemnidad correspondiente, en la que hize una platica exortando al pueblo a penitencias, con algunas reflexiones utiles que me ocrrieron sobre el asumpto.

Portada de la Parroquia de San Bartolomé

«Una de las piedras que se desplomaron cayó sobre el cancel de madera de la Puerta de la Plaza y lo maltrató mucho»

    A fin de la Misa se experimento otro temblor, pero lebe y de instantanea duracion. Hubiera sucedido muchas desgracias si no es la casualidad (que todos tuvimos por misteriosa) de estarse celebrando una Misa en la ocasión en la capilla de Ntra. Sra. Santa Ana, y por este motibo hallarse toda la gente oyendola en dicha Capilla y la principal de la Yglesia, y nadie en todo su cuerpo que fue donde cayeron las piedras, no hubo muertes ni heridos, sino es uno mui lebemente en la cabeza. Abortaron dos mujeres, y otras dos se accidentaron. Una de las piedras que se desplomaron cayo sobre el cancel de madera de la Puerta de la Plaza y lo maltrato mucho. Las bobedas también lo quedaron, y se muestran algunas aperturas, unas penetrantes y otras superficiales, por diferentes partes. Algunas otras piedras de las referidas quedaron movidas, y por el defecto de concatenación , a juicio de alarifes, poco seguras. La Yglesia no está intratable, pero peligrosa; que, a permitirlo las cortas facultades de la fabrica, se hubiera providenciado no reparar. Hizose aquella tarde procesión general de Rosario publico de hombres y mugeres, y después nobena del Rosario de ambos sexos, las mugeres por la tarde y los hombres de noche, por las calles. El Regidor ha mandado por carta extra ordinaria del Sr Obispo de Cartagena, Gobernador de consejo, informe esta villa lo acaecido en este lanze, y si antes o después se obserbaron algunas particularidades; y el concepto que se formó por los ynteligentes sobre la especie y circunstancia de este terremoto. Mi sentir es que no precedio señal alguna (al menos no se obserbo) de las que señalan los Philosofos que hai regularmente, ni en las nubes, ni en las aguas, ni en la atmosphera; su duración fue de siete a ocho minutos. Su especie, Tremor, por haberse notado en los edicicios unas bibraciones aunque formidables y estrepitosas igual y no tan violentas como correspondía a las especies más graves de pulso y ynclinación que señalan los mejores phisicos (aunque varia en el numero de sus especies) a causa de no ser tan vigoroso e intenso el fuego central que lo ocasiona; e ympeler con igualdad lateralmente las cavernas subterraneas que violentamente lo oprimen.

Algunas fuentes que estaban escasas se mantienen abundantes; otras aparecieron que no se conocían y algunas conocidas se perdieron

«Algunas fuentes que estaban escasas se mantienen abundantes; otras aparecieron que no se conocían y algunas conocidas se perdieron»

   Los efectos que se han observado fueron hallarse las aguas de fuentes, pozos, y aun arroyos, lactizinosas por los Azufres que se sublimaron. Algunas fuentes que estaban escasas se mantienen abundantes; otras aparecieron que no se conocían y algunas conocidas se perdieron, lo que a regular en estos mobimientos que compactan por una parte las porosidades de la tierra, y por otra las dilantan, desentonando la direzion y escorrentia antigua de las aguas, tambien se ha notado en su extensión, según notizia, ha sido mucho mayor de lo que scribio Seneca tiene regularmente los Terremotos; que no esceden en su opinion, doscientas millas. En muchos pueblos de España, principalmente Cadiz, Sevilla, Huelva, Coria, ha avido mil trabaños; pero donde ma s ha descargado la ira de Dios, ha sydo en el Reyno de Portugal, mayormente en la Ciudad de Lisboa, cuyas lastimas no son explicables, ni el numero de las personas de todos los estados y clase que han perecido. Cualquiera mobimiento nos sorprende; las destemplanza de los vientos que ha sido regular en estos días, especialmente la noche del día diezyocho de este mes, que hizo salir a muchos asustados de sus casas, nos tiene en gran desconsuelo. Su Magestad tenga misericordia de nosotros, y nos conzeda por los ruegos de Maria Santisima Nuestra Señora, que esta recia voz, Altissimus dedit vocem suam terram trenuit, Amén (Hablo el Altísimo y la Tierra se estremeció), nos despierte de el profundo sueño de nuestras pasiones, para que lloremos nuestras culpas y hagamos penitencia con que se mitigue el rigor de la divina justicia de tan merecido Terremoto; y nos dé gracia para perseberar con estos santos propositos, para que viviendo asi hasta el fin de nuestra vida, lo acabemos en paz y amistad de Dios.

                    Feria, y Nobiembre, 25 de 1755. Dr. Alvarez”

El blog Guiris por Extremadura, en su entrada titulada El terremoto que vino de Lisboa y acabó en Feria, recoge también el anterior testimonio tomado del libro de Alberto González Rodríguez titulado Las poblaciones de la Baja Extremadura: configuración y morfología.

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       Feria vista desde el castillo. En el centro, la Iglesia parroquial

Otro documento de gran valor, también relativo a los efectos del terremoto en la villa de Feria, nos lo proporciona José Manuel Martínez Solares en su obra titulada Los efectos en España del terremoto de Lisboa: (1 de noviembre de 1755).

En la citada obra, encontramos la transcripción de una serie de documentos, pertenecientes al Archivo Histórico Nacional, relativos al terremoto de Portugal. Dichos documentos proceden de la encuesta que ordenó llevar a cabo el rey Fernando VI al Gobernador del Real Supremo Consejo de Castilla, Obispo de Cartagena, solicitando información sobre lo sucedido en España a causa del terremoto.

Entre ellos figura el informe enviado por el Alcalde mayor de Feria Diego Becerra Cid Figueroa al Gobernador del Real Supremo Consejo de Castilla el día 26 de noviembre de 1755. Llama la atención la gran similitud que guarda con el anterior testimonio del cura párroco, don Pedro Isidro Álvarez del Monte.

Lo reproducimos, a continuación, tal como aparece en las páginas 326-327 del mencionado libro Los efectos en España del terremoto de Lisboa: (1 de noviembre de 1755).

[357] FERIA (Badajoz)

Feria, 26 de noviembre de 1755.

El Alcalde mayor.

Ilustrísimo Señor:

Señor:

En puntual observancia de lo que por V. I. se me ordena, debo decir:

      Que el día 1º de el de la fecha, entre nueve y diez de la mañana, se experimentó en este pueblo el temblor de tierra que en otros muchos, con bastante tribulación y desconsuelo de sus habitantes, principalmente de los que se hallaban en el templo donde, por lo elevado de su fábrica y sitio, fue más formidable el estruendo llegando, para mayor congoja, haberse desprendido de las claves de las bóvedas por diferentes partes cinco piedras de bastante magnitud.

        Con cuya novedad, persuadidos todos a que se desplomaba la Iglesia y los sepultaba entre sus ruinas, los más se pusieron en fuga, con imponderables clamores.

     Sereno ya todo, se cantó por el clero el tedeum laudamus, con otras preces gratulatorias y la misa con la solemnidad debida. Y por su párroco se hizo una plática exhortando al pueblo, más con lágrimas y afectos que con voces, a penitencia.

       Al fin de esta misa se experimentó otro temblor pero leve y de instantánea duración, aunque bastante por el antecedente o a ser segunda vez levantar el grito y desamparar casi todos el templo, habiendo abortado dos mujeres, y accidentándose levemente otras.

       No sucedieron muchas graves desgracias, por gran Misericordia de Dios, que dispuso la casualidad que todos hemos tenido por misteriosa de que se estuviese en la ocasión celebrando misa en una capilla separada (siendo cosa ninguna, que de aquella hora se celebrase en ella según el método de esta Parroquia) por cuya causa se hallaban todas las personas que la oyen en dicha capilla y en la principal de la Iglesia que también es obra separada de su cuerpo, de distinta fábrica, más baja y fuerte, por lo que, gracias a Dios, no hubo muertos ni heridos.

       Una de las piedras que se desplomaron cayó sobre un cancel de madera y lo dejó muy maltratado. Las bóvedas también lo están y muestran por diferentes partes aperturas, algunas penetrantes, otras superficiales.

      Algunas otras piedras se movieron, por lo que y el defecto de concatenación, a juicio de alarifes, no están muy seguras.

     La Iglesia no ha quedado intratable, pero peligrosa, que a permitirlo las cortas facultades de la fábrica se hubiera providenciado su reparo.

"De las claves de las bóvedas [se desprendieron] por diferentes partes cinco piedras de bastante magnitud".

«De las claves de las bóvedas [se desprendieron] por diferentes partes cinco piedras de bastante magnitud».         

        En las ermitas causó menos estrago, aunque también se les nota algún sentimiento.   

         El de el Castillo no fue considerable, ni en las casas de los Terinos (?).

       Este es puntualmente el hecho y habiéndome informado de las personas que me ha parecido pueden en lo doctrinal haberlo reflexionado, me aseguran no haberse observado de los signos que comúnmente señalan los filósofos alguno ni en aguas ni en nubes ni en la atmósfera.

        La duración que tuvo fue de siete a ocho minutos.

    Su especie: «tremor», por haberse notado en los edificios una vibración aunque formidable y estrepitosa, igual y no tan violenta como correspondía a las otras dos más graves especies: «de pulso» e «inclinación», que señalan comúnmente los mejores físicos (aunque varían en su número) a causa de no será tan vigoroso e intenso el fuego central que lo ocasiona a impeler con igualdad lateralmente las cavernas subterráneas, que violentamente lo oprimen.

    Después lo que han notado es hallarse las aguas de fuentes, pozos y aún arroyos lactirinosos [sic], a causa de los azufres que se sublimaron; algunas fuentes que estaban escasas, se mantienen hasta el día de hoy abundantes; otras aparecieron que no se conocían; y algunas crecidas se perdieron; lo que es regular en tales movimientos que compactando las porosidades de la tierra por una parte y dilatándolas por otra, desentonan la dirección y economía antigua de las aguas.

      La extensión parece haber sido mucho mayor, según noticias, de la que observó Séneca en los terremotos, que dice no exceden regularmente de doscientas millas.

    Cuya circunstancia nos tiene en el mayor cuidado y no cesamos de pedir a Dios misericordia, habiendo hecho la tarde de aquel día procesión general con asistencia de los dos Cabildos, y todo el pueblo en ambos sexos, y se continúan hasta hoy con novena de rosarios públicos.

    De día y noche, cualquier movimiento nos comprende y la destemplanza de los vientos que en estos días ha sido irregular ha causado grave desconsuelo, principalmente la noche del día 18 del corriente, que hizo levantar a muchos de sus camas, por lo vehemente y continuo que se experimentó.

      Es verdad que la situación del pueblo contribuye mucho, porque es muy elevada.

    Esto es lo que puedo informar a V. S. I., cuya vida importante prospere la Majestad Divina dilatados años en la mayor felicidad y grandeza,

    Feria, y noviembre 26 de 1755.

    Ilustrísimo Señor:

    Besa la mano de V. S. I. su más rendido servidor,

 

Diego Bezerrazid [Becerra Cid]  Figueroa

 

  Ilustrísimo Señor Gobernador del Real Supremo Consejo de Castilla.

 

 

(3.173)

 

 

“Historia de Feria en el siglo XX”, de José Muñoz Gil

«Una historia sentida»

Con su obra póstuma: Historia de Feria en el siglo XX, publicada en 2008, José Muñoz completaría su metódica y profunda investigación sobre la villa de Feria que inició, en 2001, con la publicación de la monografía titulada La villa de Feria, en dos tomos.

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MUÑOZ GIL, José
Historia de Feria en el Siglo XX / José Muñoz Gil . — [Feria] : José Muñoz, 2008
(Badajoz : Gráf. Diputación de Badajoz)
579 p. : fot., il. ; 24 cm

En la tarea de escribir la crónica del camino, lleno de sobresaltos, que tuvo que recorrer Feria, sobre todo en la primera mitad del siglo XX, Muñoz ha empleado la misma metodología que empleara en La villa de Feria. El autor nos ofrece una exposición narrativa de los hechos, apoyándose en fuentes documentales, cuando ha sido posible. Se ha valido principalmente de los datos recogidos en los archivos locales pero sin despreciar otras fuentes.

Como nos indica el autor, en el prólogo de su obra, la Historia de Feria en el siglo XX es un libro «escrito con la mayor ilusión, respeto a las personas que nos precedieron y a los que conocieron aquel delirio y aún pude contar el recuerdo de aquellos hechos. Todos fueron imprescindibles, para formar este retazo que forma parte del entramado histórico que nos hemos propuestos, para entender mejor al pueblo de Feria.»

Hemos tomado un fragmento del libro, perteneciente al apartado dedicado al colectivo de los zapateros, que transmite un profundo conocimiento y un gran cariño del autor en todo lo concerniente a su pueblo:

  La familiaridad e influencia de los hábitos de estos zapateros en la vida local dieron lugar a una riqueza lingüística y expresiva en la vida común que hoy llama la atención. De manera que cuando una persona quiere hacer algo y le sale mal por no ser muy experto en ello, suele decirse: «zapatero a tus zapatos», por similitud de aquel zapatero que fue a cortar habas a jornal y tuvo que echarlo el dueño, empleando dicha frase, porque era mediodía y sólo había cortado un «gavijón»

 Cuando el zapatero tenía que mandar al labrador a roturar sus pequeñas propiedades, por no disponer él de yunta para labrar, áquel no solía esmerarse en la labor y se decía: «largo y somero que es pa´l zapatero»; más éste, sabiéndolo, se desquitaba cuando el campesino tenía que hacerse sus «borceguíes», y se decía a sí mismo, mientras cosía: «lezna gorda, hilo delgao, que es pa´l del arao»

 La lentitud del trabajo, las largas jornadas sentados en su silla, les permitía canturrear, acompañándose o respondiéndose unos a otros, mientras realizaban su faena. A veces se acompañaban, marcando el ritmo, a la par que golpeaban la suela con el martillo en la piedra de batir para darle consistencia, con esa cancioncilla que comenzaba así: «dale a la suela con el martillo que con la chaira le sacas brillo…», y cuando no, salían por fandangos con éste: «Viva el fandango de Huelva, / hay quien lo sabe cantar, / lo cantan los zapateros, / cuando toman la tajá», clara alusión a la fama que tenían de tomar sus buenas copas de vino cuando llegaba «la hora del Papa», momento, como nos dice nuestro comunicante, al que denominaban, con un sentido jocoso, «la hora del mayor dolor», para indicar todo lo contrario. 

(El comunicante, al que se refiere el autor,  es Juan Mendoza, último zapatero, descendiente de la saga de los Mendoza.)

SINOPSIS DE “HISTORIA DE FERIA EN EL SIGLO XX”

La crisis del obrero iniciada en el siglo XVIII llegó a finales de la centuria.

Se incrementó durante las dos primeras décadas del siglo XX, durante el enfrentamiento entre patronos y obreros, fue un inicio de lo que después ocurriría en la época republicana.

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                                                         Rincón típico

Una tercera década dominada por la Dictadura de Primo de Rivera supo contener las aspiraciones de los sindicatos, que ya iniciaron sus campañas al final de la misma.

Pero fue al cambiar de gobierno y proclamarse la República, cuando el gobierno socialista provocó en la masa obrera y campesina la esperanza de la reforma agraria que nunca le dio, hasta llegar al odio, al rencor y a la barbarie.

De todas formas el gobierno de turno quiso resolver la crisis que se cernía sobre el obrero con obras urbanísticas que se prolongaron en los años cuarenta.

RESEÑA DE “HISTORIA DE FERIA EN EL SIGLO XX” EN LA “BIBLIOGRAFÍA EXTREMEÑA”

20141001101708_00002.1El profesor y bibliógrafo Manuel Pecellín Lancharro dedicó a la Historia de Feria en el siglo XX la siguiente reseña que apareció en su obra Bibliografía extremeña, 2008-2009:

 Natural de Feria (1935), formado en el Seminario de Badajoz y en la Complutense madrileña, maestro, el autor fue gran amante de todo lo relacionado con su pueblo. Fallecido en septiembre de 2006, este tercer volumen de su obra sobre Feria es ya lamentablemente póstumo. Consta de 580 páginas, que sólo abarcan los primeros 40 años de siglo XX. Los dos capítulos finales están dedicados a la guerra civil y a la inmediata posguerra.

Atención especial merece el apartado “Represión y muerte por parte de la derecha» (pp. 438-486)

JOSÉ MUÑOZ GIL

20140930131136_00001.1Nació en Feria (Badajoz) en 1935. Inició los estudios en el Seminario Diocesano de Badajoz en el que cursó hasta 1º de Teología.  Posteriormente, en Madrid, estudió tres años en la Facultad de Filosofía y Letras (1959-1962), para después dejarlo y continuar con la carrera de Magisterio. 

Profesor de EGB por oposición desde el año 1964. Impartió la docencia en los colegios públicos de La Parra y de Feria, siendo en este último, su pueblo natal, donde desempeñó los cargos de Director y Jefe de Estudios, y en el que continuó la enseñanza hasta su jubilación en 1996.

En 1975 fue nombrado Alcalde, cargo que ocupó durante 16 años, perteneciendo a la Comisión Provincial de Patrimonio, ya que en 1970 fue declarada la villa de Feria Conjunto Histórico Artístico.

Colaborador en la Revista Alminar, de ámbito regional, ya desaparecida. Autor de numerosos artículos, orientó sus investigaciones sobre hechos históricos locales.

Presidente de la Hermandad de la Santa Cruz de 1967 a 1970. En el año 1980 realizó el rescate y adaptación de los textos y coplas de La Entrega, incorporando más tarde los Juegos Florales, Concursos de Cruces, Certamen Poético, nuevos estatutos, creando en 1996 la Comisión para la Protección Patrimonial que colabora con la Junta Directiva para fomentar y enriquecer los aspectos culturales de nuestras Fiestas declaradas de Interés Turístico. También se encargó de recuperar El Descendimiento para la tarde del Viernes Santo.

El Ayuntamiento de Feria, por el amor demostrado a su pueblo y por los estudios realizados sobre su historia, costumbres y tradiciones, acordó nombrarle Cronista Oficial en 1991.

DSCN0421.1Interviene en el Comité Ejecutivo del Congreso Conmemorativo del VI Centenario del Señorío de Feria (1394-1994), donde presenta una comunicación titulada La tradición popular de las Cruces de Feria.

En 1995 asistió al I Congreso sobre el Patrimonio Cultural de Extremadura, celebrado en Badajoz, donde presentó el trabajo Las ciudades declaradas conjuntos históricos artísticos y el tipismo singular de algunos municipios.

Fue autor del libro La ermita de los bienaventurados mártires de Feria: historia, culto y tradición, publicado en 1995.

En 1988 colaboró, entre otros, en el libro Los carnavales en Extremadura, de Javier Marcos Arévalo, con el trabajo Los candelarios y otras manifestaciones carnavalescas en torno a la Candelaria de Feria.

En noviembre de 2000 figura en las actas del XXVI Congreso de la Asociación Española de Cronistas Oficiales  (A.E.C.O.) con un documento titulado El extremeño fray Francisco de Guzmán: Primer Comisario General de Indias.

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                  Muñoz, en su pueblo, con un grupo de escolares, allá por 1965

En el año 2001 su labor investigadora culminó con la publicación de su obra La villa de Feria, en dos tomos.

Participó también en la Revista de Estudios Extremeños, con la publicación del trabajo Algunos aspectos de la medicina popular en Feria (2003). Fue nombrado, en el año 2006, Hermano de Honor de la Hermandad de la Santa Cruz.

Y por último, días antes de que nos dejara definitivamente, el 10 de septiembre de 2006, concluyó el tercer volumen sobre la villa de Feria titulado Historia de Feria en el siglo XX.

“La villa de Feria», de José Muñoz Gil

«Feria: un lugar para la defensa»

En los libros de historia, el nombre de Feria suele aparecer, casi siempre, ligado a la poderosa Casa de Feria. Sin embargo, la verdadera historia de Feria, la protagonizada por sus moradores, los coritos, apenas ha sido objeto de estudio. Afortunadamente, en su libro, titulado La villa de Feria, José Muñoz nos ofrece «esa otra historia de Feria: la de su gente, aferrada a su terruño; la que lucha diariamente por su tierra». Una crónica que «no se nutre de grandes acontecimientos, sino del día a día, de sus vicisitudes en la lucha por vivir y sus comportamientos».

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MUÑOZ GIL, José

La villa de Feria / José Muñoz Gil . — Feria : José Muñoz, 2001

(Badajoz : Gráf. Diputación de Badajoz)

2 v. (418, 465 págs. ) : il. ; 24 cm

 

Como señaló el propio Muñoz en el acto de presentación de su obra: «Este libro sobre la villa de Feria es una historia que viene de muy lejos; sentida, como se siente lo que está cerca y se roza; y también consentida, practicada y enseñada, porque alguno de sus capítulos salieron del yunque de la escuela, trabajados con los alumnos, para instruirlos en el conocimiento y en el amor a lo suyo, a lo que el niño palpa, para entender el medio que le ha tocado vivir. Y también es el fruto de un compromiso de dar a conocer a los vecinos el destino que le ha deparado vivir en el transcurso de los tiempos.»

La intención de su autor ha sido ofrecer una exposición narrativa de los hechos, apoyada, cuando ha sido posible, en fuentes documentales. Para ello, se ha valido principalmente de los datos recogidos en los archivos locales. En algunos casos, ha recurrido incluso al testimonio directo de las personas más viejas del pueblo. El resultado es una completa y magnífica monografía sobre la villa de Feria, escrita en un lenguaje claro y sencillo y que resulta fácilmente comprensible y agradable de leer.

En el acto de presentación de La villa de Feria, el profesor y cronista de Jerez de los Caballeros Feliciano Correa expresó lo siguiente sobre José Muñoz y sobre su obra: «Sorprende y agrada el intento de Muñoz por hacer una obra sino exhaustiva –que ninguna lo es–, sí completa que no repleta de datos, sino una historia humanizada, leíble y comprensible.  […] Es José Muñoz un cronista llano y sin pretensiones más allá de sus sencillos intereses. No es rimbombante ni pretencioso, y podría serlo, porque es el suyo un gran esfuerzo de recopilación, cotejo y ordenación de materiales, con buenas notas a pie de página, que demuestran su permanente atención a los asuntos de Feria, siempre curioso. […] Muñoz no solo hace historia sino que acompaña croquis, fotos, cuadros o dibujos, enriqueciéndose de este modo una obra que es compleja de estructurar.»

Como muestra del buen trabajo que nos brinda José Muñoz en su libro, hemos tomado un párrafo del mismo, que señalamos a continuación:

    «La escasez de suelo que los vecinos tuvieron que soportar, cuando la mayor parte del término estaba ocupado por dehesas de propios y baldíos, hizo que las pendientes de este montaraz lugar se aprovecharan para cubrir sus necesidades, teniendo que acogerse a los desmontes y efectuar profundos descuajes que hoy parcelan irregularidades cuadrículas y enmarcan centenarios olivares, reduciendo el matorral a las zonas de máximas pendientes. Siempre fueron aprovechados todos sus recursos. Las espesas aulagas de las faldas del Huerto Lobo fueron apetecidas para el chamusqueo de las matanzas y la jara pringosa y “ardeviejas”, para calentar los hornos de pan, recurso que ayudaba a matar el hambre a los pobres en invierno. La Dehesa de los Pobres, en la solana, próxima al Valle de Najarro, ofrecía la leña, que en otros lugares del monte se les negaba, para hacer picón. En épocas que la leña era un bien escaso, Sierra Vieja aportó sus tupidos matorrales para cubrir estas necesidades. Baste recordar que en 1818, pasada la Guerra de la Independencia contra los franceses, el Ayuntamiento de Feria vendió al Alcalde Mayor de Fuente del Maestre 1180 cargas de leña para suministro de las tropas acantonadas en dicha Villa, y ese mismo año tuvo que aportar, como impuesto para el mismo fin, nada menos que 3322 cargas.»

En el año 2008, se publicó el libro titulado Historia de Feria en el siglo XX, con el que Muñoz completaría esta profunda, completa y rigurosa investigación sobre su pueblo.

SINOPSIS DE “LA VILLA DE FERIA”

   Tomo I

La estratégica posición, al borde de Sierra Morena, dominante sobre la amplia penillanura de los Barros, dotó a este prominente lugar, ocupado hoy por la villa de Feria, de un marcado carácter dominador y defensivo que atrajo a pobladores de diversas culturas. Más tarde fue punto de mira, tras la Reconquista, para establecer uno de los Señoríos más potentes en el concierto de la nobleza extremeña. Por tal motivo, el nombre de Feria resonó y se hace presente a la mirada del historiador trascendiendo lo local.

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                                       Fuente del Pilar de Zafra

Pero, a la vez, este condicionante geográfico ha sido un factor decisivo en el desarrollo histórico de la propia villa, hasta el punto de imprimir a su población una manera de ser y de vivir que la personaliza como pueblo serrano, apegado a su terruño, con sus comportamientos, sus costumbres, sus expresiones culturales, sus ricas tradiciones festivas, la atractiva arquitectura popular y la sublime visión que proporciona sus miradores.

Estas condiciones físicas junto a su trayectoria histórica hacen hoy volver la mirada a ella para contemplar la lucha de un pueblo por la supervivencia, en contraste con su pasado noble.

   Tomo II

 A pesar de la carga histórica con que está marcada, la villa de Feria no ha sido objeto de un trabajo sobre el hecho protagonizado por sus moradores. El presente estudio es un intento de aproximación a un pueblo que ha mantenido una larga lucha por la posesión de la tierra; el descubrimiento de sus preocupaciones, sus instituciones, sus gentes, sus expresiones religiosas y culturales; un acercamiento a una población que tiene que enfrentarse con su propio destino y hacer frente a la escasez de tierra para mantener el desarrollo de una economía rural.

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                                  Torre de la Iglesia Parroquial

Esta crónica se nutre del día a día, de las vicisitudes en la lucha por vivir; sometido a un espacio de transición, de suelos pobres, que no goza de la riqueza de la zona de Barros, ni de las exuberantes dehesas de la serranía. En esta lucha ha empleado todo sus empeño, dejando tras sí las huellas de un pueblo sufrido, ahorrador, diligente en el trabajo y también apegado a su pasado.

Al desaparecer las dehesas y baldíos, la crisis del siglo XIX, agudizó el problema del amplio sector de la población más desfavorecida. A pesar de ello, Feria es hoy un pueblo alegre y atractivo, orgulloso de sus tradiciones, que intenta sacudirse des su secular problema de la emigración.

RESEÑA DE “LA VILLA DE FERIA” EN LA “BIBLIOGRAFÍA EXTREMEÑA”

A continuación, reproducimos, íntegramente, la reseña que le dedicó el profesor y bibliógrafo Manuel Pecellín Lancharro a La villa de Feria en su obra titulada Bibliografía extremeña, 2002-2003:

«Más de mil páginas comprenden estos dos tomos dedicados a la historia de la pequeña villa surextremeña, aunque el autor haya querido detenerse a finales del XIX. Estamos, pues, ante una obra exhaustiva, de la que resulta difícil dar cuenta en pocas líneas.

Abre el primer volumen la descripción del medio físico, con especial detenimiento en las dos unidades geográficas más interesantes, el Valle de las Viñas y la Sierra Vieja. Sigue el rastreo de los orígenes, a partir del calcolítico, localizando los restos prerromanos, romanos e hispanovisigodos, con más amplios apuntes sobre el periodo musulmán y la reconquista. Pero serán los Suárez de Figueroa quienes hagan lucir el nombre de Feria durante la dorada época señorial. Casi la mitad de libro lo ocupan los acontecimientos desarrollados durante las dos primeras centurias de la Modernidad: la emigración hacia América, la trashumancia, minorías marginadas, guerra contra los portugueses…, dedicándose especial atención a los hijos más ilustres del pueblo, como Pedro de Feria y otros cultos evangelizadores.

El segundo volumen abarca los dos siglos últimos de la investigación, el XVIII y el XIX. Destaca el estudio de cómo ha ido configurándose urbanísticamente Feria y sus realidades más sobresalientes (parroquia de S. Bartolomé). Un extenso capítulo describe las instituciones religiosas y las festividades destacadas. Pero quizá lo más valioso sea el análisis de las condiciones socioeconómicas de la población, siempre con enormes dificultades de subsistencia y un hambre de tierras nunca saciada. Los duros avatares de la Guerra de la Independencia contra los franceses; los efectos, tan negativos, de la desamortización; las graves crisis epidemiológicas… ocupan la parte final del trabajo.

José Muñoz no desconoce la bibliografía, cada vez más abundante, sobre la Casa de Feria. Pero él se apoya preferentemente sobre sus propias investigaciones en archivos como el municipal y parroquial de la villa, la Diputación pacense, el Ducal de Medinaceli, el general de Simancas y otros. Por lo demás, cuenta con ese plus narrativo que concede el conocimiento inmediato y el amor hacia cuanto se narra, no en balde es un “corito” relevante.»

JOSÉ MUÑOZ GIL

20140930131136_00001.1Nació en Feria (Badajoz) en 1935. Inició los estudios en el Seminario Diocesano de Badajoz en el que cursó hasta 1º de Teología. Posteriormente en Madrid estudió tres años en la Facultad de Filosofía y Letras (1959-1962), para después dejarlo y continuar con la carrera de Magisterio. 

Profesor de EGB por oposición desde el año 1964. Impartió la docencia en los colegios públicos de La Parra y de Feria, siendo en este último, su pueblo natal, donde desempeñó los cargos de Director y de Jefe de Estudios, y en el que continuó la enseñanza hasta su jubilación en 1996.

En 1975 fue nombrado Alcalde, cargo que ocupó durante 16 años, perteneciendo a la Comisión Provincial de Patrimonio, ya que en 1970 fue declarada la villa de Feria Conjunto Histórico Artístico.

Colaborador en la Revista Alminar, de ámbito regional, ya desaparecida. Autor de numerosos artículos, orientó sus investigaciones sobre hechos históricos locales.

Presidente de la Hermandad de la Santa Cruz de 1967 a 1970. En el año 1980 realizó el rescate y adaptación de los textos y coplas de La Entrega, incorporando más tarde los Juegos Florales, Concursos de Cruces, Certamen Poético, nuevos estatutos, creando en 1996 la Comisión para la Protección Patrimonial que colabora con la Junta Directiva para fomentar y enriquecer los aspectos culturales de nuestras Fiestas declaradas de Interés Turístico. También se encargó de recuperar El Descendimiento para la tarde del Viernes Santo.

El Ayuntamiento de Feria, por  el amor demostrado a su pueblo y por los estudios realizados sobre su historia, costumbres y tradiciones, acordó nombrarle Cronista Oficial en 1991.

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Interviene en el Comité Ejecutivo del Congreso Conmemorativo del VI Centenerio del Señorío de Feria (1394-1994), donde presenta una comunicación titulada La tradición popular de las Cruces de Feria.

En 1995 asistió al I Congreso sobre el Patrimonio Cultural de Extremadura, celebrado en Badajoz, donde presentó el trabajo Las ciudades declaradas conjuntos históricos artísticos y el tipismo singular de algunos municipios. Fue autor del libro La ermita de los bienaventurados mártires de Feria: historia, culto y tradición, publicado en 1995.

En 1998 colaboró, entre otros, en el libro Los carnavales en Extremadura, de Javier Marcos Arévalo, con el trabajo Los candelarios y otras manifestaciones carnavalescas en torno a la Candelaria de Feria.

En noviembre de 2000 figura en las actas del XXVI Congreso de la Asociación Española de Cronistas Oficiales (A.E.C.O.) con un documento titulado El extremeño fray Francisco de Guzmán: Primer Comisario General de Indias.

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               Muñoz, en su pueblo, con un grupo de escolares, allá por 1965

En el año 2001 su labor investigadora culminó con la publicación de su obra La villa de Feria, en dos tomos.

Participó también en la Revista de Estudios Extremeños, con la publicación del trabajo Algunos aspectos de la medicina popular en Feria (2003).

Fue nombrado, en el año 2006, Hermano de Honor de la Hermandad de la Santa Cruz.

Y por último, días antes de que nos dejara definitivamente, el 10 de septiembre de 2006, concluyó el tercer volumen sobre la villa de Feria titulado Historia en Feria en el siglo XX.

“Balboa: la fantástica historia de un hidalgo español”, de Feliciano Correa

Núñez de Balboa, descubridor de la Mar del Sur

normal_balboa-la-fantastica-historia-de-un-hidalgo-espanolEn Balboa: la fantástica historia de un hidalgo español, Feliciano Correa nos descubre la vida y hazañas del hidalgo extremeño Vasco Núñez de Balboa, protagonista de una de las mayores epopeyas en la exploración y conquista de América. También aborda la complejidad de la época en la que le tocó vivir al insigne personaje y las repercusiones que tuvo su gesta.

Explorador, conquistador, descubridor, fundador y Alcalde de Santa María la Antigua del Darién, gobernador de Panamá y Coiba y Adelantado de la Mar del Sur, Núñez de Balboa fue el primer europeo en divisar el Océano Pacífico desde su costa oriental.

En la Introducción de su libro, Feliciano Correa hace las siguientes consideraciones acerca del próposito de su documentado trabajo, y sobre el personaje protagonista de su obra: 

«En esta obra he querido divulgar la grandeza de un español en su andadura americana e igualmente la complejidad de su tiempo. He intentado dar cuenta de su niñez y de la importancia de la misma en su vida posterior, y he ofrecido aspectos del gran debate vigente todavía sobre los derechos de los indígenas, el trato de los españoles con ellos, su relación frontal o pacífica y la actitud de juristas, teólogos y de la propia Corona sobre cuestión tan difícil. […]

He podido constatar, a lo largo de mi trabajo, cómo un personaje tan rico en matices y tan bien pertrechado de ánimo, ha ido despertando a lo largo del tiempo cada vez más interés por su figura y por su trayectoria, tanto en los historiadores como en la curiosidad popular.»

Presentación del libro en Badajoz 

Vasco Núñez de Balboa nació en 1475 en Xerez cerca de Badajoz, actual Jerez de los Caballeros, en Extremadura; según el Conde de Canilleros, “La tierra donde nacían los dioses”, y murió en en la ciudad panameña de Acla en 1519.

De noble condición pero de escasa fortuna se formó en las artes de las armas y en la administración de la hacienda. Pedro Martín de Anglería dijo que Balboa era un hombre de letras.

Como tantos otros extremeños, se dejó seducir por la fantasía descubridora y los deseos de buscar fortuna más allá de la Mar Océana abierta por Cristobal Colón. En el año de 1501, se embarcó hacia las Indias en la expedición de Rodrigo de Bastidas. 

Al estudiar a Balboa, Correa nos descubre al intrépido extremeño como un personaje de enorme voluntad y cualidades de gran gestor que supo valerse de esas cualidades personales, de su habilidad diplomática y su capacidad de convicción para ganarse el favor de los nativos de las tierras exploradas y el apoyo de sus hombres. De él nos dice fray Bartolomé de las Casas que era un mancebo bien alto y dispuesto, y buenos miembros y fuerzas, de cuerpo gentil, gesto de hombre muy entendido y para sufrir mucho trabajo, […] mañoso y animoso, de muy linda disposición y hermoso de gesto y presencia”. Sólo de esa manera se explica cómo Núñez de Balboa pudo atravesar Panamá con un puñado de españoles y con la ayuda de los indios.

El día 25 de septiembre de 1513, Vasco Núñez de Balboa, pudo mirar y admirar, como primer europeo, la Mar del Sur. El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo describe así ese Momento Sublime: «Y un martes, veinte y cinco de septiembre de aquel año de mill e quinientos y trece, a las diez horas del día, yendo el capitán Vasco Núñez en la delantera de todos los que llevaba por un monte raso arriba, vido desde encima de la cumbre dél la mar del Sur…

0740_001El día 29 de septiembre, festividad de San Miguel Arcángel, Balboa y sus hombres bajaron al Golfo. El extremeño, calado con su yelmo y ceñida la armadura, avanzó en el mar al encuentro de las olas. En la mano derecha llevaba su espada y en la izquierda el pendón de Castilla. Cuando el agua le llegaba a las rodillas, levantó la espada y gritó, mientras agitaba el pendón, tomando posesión de la Mar del Sur en nombre de don Fernando y doña Juana. El padre Vera bendijo las aguas y el fiel escribano Andrés de Valderrábano levantó acta del descubrimiento.

SINOPSIS

La presente obra no es sólo una narración histórica, sino una serena reflexión en torno a una época y a un personaje que fue el principal protagonista de una de las mayores hazañas de la historia universal.

El hallazgo del Océano Pacífico, de la mano de un hidalgo salido de tierras de Extremadura, traerá consigo la gran revolución, tanto en el ámbito científico de cartógrafos y cosmógrafos, como en el de los humanistas, juristas y teólogos al hallar en aquellos espacios lejanos gentes desconocidas.

Feliciano Correa nos ofrece una interpretación a la luz de los documentos y de los hechos de una figura atractiva y carismática entre los nombres de la conquista. Además, cuando otros especialistas han pasado de largo sobre los veinticinco primeros años de vida de Vasco Núñez de Balboa, el profesor Correa se ocupa de esta etapa mucho más desconocida. De esa primera época desvela aspectos y circunstancias que resultarán decisivos. Y ello es así porque sus años de formación como hidalgo en ese lugar de la Corona de Castilla, se verán reflejados en el trato con los indígenas en aquella lejana realidad tan desconocida como fantástica. Balboa supo pronto que esos nuevos pueblos que halló tenían que ser aliados imprescindibles en la tarea conquistadora.

Con esta hazaña a comienzos del siglo XVI, cambió la percepción del mundo geográfico al descubrir inmensos espacios marinos, y nuevos interrogantes se plantearon sobre el Hombre y la Tierra.

La lectura de este libro puede resultar muy atractiva, pues su contenido más parece asunto del imaginario que resultado verdadero de las averiguaciones sobre el protagonista singular que en esta obra se trata.

FELICIANO CORREA

0741_001Feliciano Correa es escritor, académico y articulista muy destacado. Cuenta con prestigiosos premios nacionales por su labor cultural en la prensa escrita. Con más de treinta títulos como investigador y ensayista es además presidente de los Cronistas Oficial de Jerez de los Caballeros, su lugar de nacimiento.

Doctor en Historia y Académico, fundó y dirigió las revistas Proa, Norma, Búho y Vitela, además de las colecciones Lonchas de papel, Volanderas Jerezanas, Ermitas y conventos en Jerez de los Caballeros y su entorno, y Libretillas Jerezanas. De esta última merece citarse la titulada Dos décadas prodigiosas 1977-2002, así vivimos el último cuarto del siglo XX.

Es autor, además, de Territorio templario; La minuta de Núnez Barrero, un cura contestatario del siglo XVIII; La columna invertebrada; Amar; Apuntalando la memoria (crónica sobre la mayor catástrofe sufrida por Extremadura en tiempos de paz); Ideario para un humanista en el siglo XXI; El enigma de la Mancha; El valor ya no se supone, la crisis del modelo conocido, etc.

Su última obra Vasco Núnez de Balboa, descubridor del Mar del Sur, publicada en 2013, fue elegida por el Presidente español Mariano Rajoy como regalo a Barack Obama, en su visita a la Casa Blanca en el año 2014.

LA VILLA DE FERIA EN BALBOA: LA FANTÁSTICA HISTORIA DE UN HIDALGO ESPAÑOL

En el apartado titulado Los derechos humanos en las nuevas tierras en la época del descubridor del Pacífico, Feliciano Correa hace referencia al ilustre hijo de la villa de Feria que ha pasado a la historia con el nombre de fray Pedro de Feria. Al analizar la labor evangelizadora realizada por los españoles en las nuevas tierras, expresa lo siguiente:

Doctrina christiana en lengua castellana y çapoteca. Para acceder a él, haga clic en la imagen

«He de decir aquí, por servicio debido a la verdad histórica y por justicia con algunos venerables frailes, que en ocasiones el esfuerzo de los predicadores por hacerse entender fue muy loable. Recordar debo el caso de fray Pedro de Feria, nacido en 1525 en esa villa de Extremadura, Feria, y que profesó de dominico; estuvo con los indios zapotecos, y fue obispo de Chiapas, en México. Denunció los abusos perpetrados contra los indios en el Sínodo novohispano de 1585. Pero en su deseo de hacerse entender aprendió muy bien la dicha lengua zapoteca, al parecer escribió un catecismo en tal lengua para comunicar mejor la religión a los nativos, y redactó otras obras como su Vocabulario en lengua zapoteca y Confesionario en Lengua zapoteca. Murió en el Convento de Ciudad Real en 1588. Escribe el profesor José Muñoz Gil, Cronista Oficial de esa villa, en su obra La villa de Feria, que tuve el honor de presentar en sociedad en el emblemático castillo de ese enclave en el año 2001: “En definitiva fray Pedro de Feria, aunque no esté considerado como una de las figuras insignes en la tarea evangelizadora, sí es uno de los más destacados en su tiempo por las profundas huellas que dejó a su paso. Desde que ingresó en San Esteban de Salamanca, donde profesa en 1545, fue ocupando los más altos cargos de responsabilidad: Prior, Definidor, Provincial, Obispo y, sobre todo, misionero, cuya labor quiso desarrollar en Florida. Su obra Catecismo de la Doctrina Cristiana, con la que llevó la enseñanza del Evangelio más directamente a los indios, se une a la gran tarea evangélica y literaria que muchos otros dejaron en su afán misionero. Hoy esta obra se encuentra dentro del Repertorio Bibliográfico (Doctrina Cristiana en Lengua Castellana y çapoteca), doctrinas, catecismos, vocabularios y gramáticas que se imprimieron en el Nuevo Mundo…”» 

La obra de fray Pedro de Feria titulada Doctrina christiana en lengua castellana y çapoteca, editada en México en 1567, se encuentra accesible en la  Biblioteca Digital Hispánica.

MÁS SOBRE «BALBOA: LA FANTÁSTICA HISTORIA DE UN HIDALGO ESPAÑOL»

 
 
Tráiler del libro
 
 

En la presentación de Balboa: la fantástica historia de un hidalgo español, en la ciudad de Jerez de los Caballeros, el escritor Jesús Sánchez Adalid expresó:

«La obra de Feliciano Correa sobre Vasco Núñez de Balboa es un trabajo emblemático de un personaje singular. Este es un libro bien hecho y perfectamente documentado, y será una referencia para quienes pretendan estudiar en el futuro la gran hazaña del Mar del Sur, y conocer mejor la personalidad de Vasco Núñez de Balboa, el gran hombre que nació en Jerez de los Caballeros y llevó a cabo una de las aventuras más impresionantes de la historia de los descubrimientos.
El avistamiento de la mayor masa de agua del planeta, contemplada por el primer europeo, vendría a cambiar el concepto del mundo y abriría espacio impensables en el siglo XVI. Tal hecho, que se cuenta con precisión y riqueza literaria en esta obra, sería la base para comenzar a entender, entre otras cosas, lo que iba a suponer en nuestros días el moderno concepto de globalización».

Presentacion del libro de Feliciano Correa en Jerez de los Caballeros

Feliciano Correa ha afirmado, en una entrevista concedida al Diario de León, lo siguiente sobre Núñez de Balboa:

«Estamos ante un personaje culto, que escribe al rey Fernando con desparpajo, con soltura y sin complejos. Balboa es ilustrado, eso dice de él el Padre Las Casas, no era como Pizarro o Almagro que no sabían leer ni escribir. Y Balboa vive en una época de búsqueda, en un tiempo donde se están abriendo caminos en el mundo del pensamiento y de la geografía. Vive en una época de transición, del Medievo al Renacimiento. Se había vivido antes en la seguridad de lo esencial, la gente sabía desde que nacía cual era su pequeño destino, en qué iba a trabajar, en qué debía creer, a quién debía servir… Con el tiempo nuevo se produce una agitación. Copérnico, Galileo o Miguel Ángel son personajes rompedores que muestra nuevos espacios y concepciones distintas del mundo y también del arte. Están entrando en la zozobra de lo existencial. Y, por otro, lado he querido explicitar la gran dimensión personal de Balboa con los indígenas y con los que con él vivían. Cito de nuevo a Las Casas, pero también podría hacerlo mencionando a Fernández de Oviedo. Estos cronistas y otros nos muestran que Balboa era ante todo un ser solidario, alguien que trataba con justicia e igualdad tanto a sus soldados como a los indígenas. Tal cualidad es explicable, al menos en parte, porque se crió en un ambiente interclasista, entre judíos, cristianos, moros, gitanos y personas de toda condición. Su visión del mundo era que estaba compuesto de gentes diferentes y ello le hizo comprensivo.»

Más que la  apasionante aventura de Balboa. Reseña de Luciano Pérez de Acevedo Amo en Trazos. Hoy 13 de septiembre de 2014.  

«He disfrutado mucho estas vacaciones leyendo ‘Balboa: La fantástica historia de un hidalgo español’ de mi buen amigo Feliciano Correa. El libro es algo más, mucho más, que la apasionante aventura del conquistador extremeño Vasco Núñez de Balboa, descubridor del Mar del Sur hace 500 años, porque la gesta, que se eleva por la fuerza de los acontecimientos, a uno de los hitos más importantes del mundo hasta entonces conocido, junto con la propia aventura del descubrimiento de América por Cristóbal Colón y el viaje alrededor del globo terráqueo de Magallanes

Elcano tiene la virtud, por sí sola, de clausurar esa época oscura, estática, de pensamiento único que fue el Medioevo, y abrir la puerta a la modernidad, a través del Renacimiento de las culturas clásicas, el humanismo reformista cristiano que impulsó Erasmo en toda Europa y también en España, con la ayuda del cardenal Cisneros y el propio emperador Carlos, la apertura de nuevos mercados y el comercio mundial, que irán dando paso a la economía de mercado y al fenómeno de la globalización.

Feliciano Correa, con su impecable estilo literario, ha vertido y fundido en esta obra el extraordinario caudal de erudición y conocimientos de que es poseedor en materia de Historia de España, Europa y América, filosofía, religión, pensamiento político e ideológico referidos a la época en que tiene lugar la epopeya del jerezano Vasco Nuñez, su paisano, hasta el punto de que estamos seguros de que la obra va a convertirse en el libro de referencia del 500 aniversario del descubrimiento del océano Pacífico, en España, en Panamá y en toda la América española y en el mundo; un motivo de orgullo para los extremeños y españoles que celebramos las proezas de nuestros antepasados.

El libro tiene, además, desde mi punto de vista dos virtudes importantes. Por los años 60 del pasado siglo, el célebre lingüista, filósofo e historiador Antonio Tovar Llorente sostuvo que los españoles llevamos a América una cultura estrictamente medieval, que es la que España tenía entonces, pues aun que ya se podían atisbar elementos filosófico políticos, religiosos y culturales renacentistas en la sociedad española de la época, estos, podríamos decir, no estaban todavía a nivel de calle.

Pues bien, Feliciano Correa, con un profundo conocimiento de la época y del personaje, ha tenido la visión y la habilidad de modernizar la apuesta de Antonio Tovar, rastreando los recursos y palancas renacentistas y humanistas que ya funcionaban en las élites del ‘500’, a nivel de la Corte de los Reyes Católicos y del emperador su nieto, descubridores y conquistadores, que hicieron posible que el mundo se pusiera en marcha y abandonara el ostracismo medieval.

Y finalmente, otro mérito del libro de Feliciano Correa ha sido la valentía de afrontar un tema tan espinoso como es el trato dispensado por los conquistadores españoles a los indios, lo que motivó la campaña de protesta que desencadenó Fray Bartolomé de las Casas origen de nuestra ‘leyenda negra’ y su influencia en la legislación tuitiva que puso en marcha la corona española para cortar estos abusos, con una amplia referencia a la doctrina que elaboró la Escuela de Salamanca del Derecho Natural, dirigida por el dominico Francisco de Vitoria, secundado por Domingo de Soto, Melchor Cano, Bartolomé Carranza, etc., que elaboraron la teoría de los ‘justos títulos’ de conquista, negando la consideración de los indios como pecadores o personas poco inteligente, sino que eran libres por naturaleza y dueños legítimos de sus propiedades; lo que hoy llamaríamos los derechos humanos de los indios; doctrina de la Escuela Española de Salamanca de la que nació el ‘Derecho de Gentes’ o Derecho Internacional. Enhorabuena, amigo Feliciano, por esta magnífica obra que agiganta tu categoría literaria, humana e intelectual.»