“La voz dormida”, de Dulce Chacón

«Contar la historia, para que la locura no acompañe al silencio»

La voz dormida, pu9788466307246blicada en 2002, fue la última novela de la escritora extremeña, tristemente fallecida, Dulce Chacón. La novela tuvo un gran éxito del público y de la crítica. Con ella obtuvo el premio Libro del año en 2002, otorgado por el Gremio de Libreros de Madrid.

Narra la historia de un grupo de mujeres encarceladas en la prisión madrileña de Ventas durante la postguerra civil española. Mujeres, pertenecientes al bando perdedor de la contienda, que sufren la represión y las continuas humillaciones de los vencedores. Pero que, apoyándose unas a otras, resisten y se niegan a dejarse vencer y a perder su dignidad.

    «Algunas mujeres apoyaron la idea de la huelga, y Hortensia tomó la palabra:
    —Hay que sobrevivir, camaradas. Sólo tenemos esa obligación. Sobrevivir.
    —Sobrevivir, sobrevivir, ¿para qué carajo queremos sobrevivir?
    —Para contar la historia, Tomasa.
    —¿Y la dignidad? ¿Alguien va a contar cómo perdimos la dignidad?
    —No, sólo hemos perdido la guerra, ¿verdad? Eso es lo que creéis todas, que hemos perdido la guerra.
    —No habremos perdido hasta que estemos muertas, pero no se lo vamos a poner tan fácil. Locuras, las precisas, ni una más. Resistir es vencer.»

 

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Amamantando a su hijo de David Seymour «Chim»

Para poder escribir la novela, la escritora de Zafra hizo un gran trabajo previo de documentación e investigación. Durante cuatro años consultó con historiadores, leyó numerosos libros y fue recogiendo gran cantidad de testimonios orales de mujeres que sufrieron la guerra civil y el franquismo. Por eso la mayor parte de las historias que aparecen en el libro están basadas en hechos reales. Es el caso de Pepita Patiño, «la cordobesa de ojos azulísimos», que le inspiró el personaje central de la novela.

Mezclando realidad y ficción, en La voz dormida, Dulce rescata la dignidad y la voz de esas mujeres que se vieron obligadas a guardar silencio.

La voz dormida es una novela magnífica. Muy dura. Escrita desde el corazón, con una prosa clara y sencilla. Fácil de leer. Y que atrapa al lector desde la primera página. Muy recomendable.

En el año 2011, la novela fue llevada al cine con el mismo título por Benito Zambrano, y contó con Inma Cuesta, Marc Clotet, María León, y Daniel Holguín como protagonistas principales.

«Esta película quiere ser un homenaje a todas las mujeres que lloraron en silencio en las puertas y en las tapias de los cementerios.
A las mujeres que se sacrificaron por los encarcelados y los perseguidos.
A todas las mujeres que murieron en las comisarías, en las cárceles o frente a los pelotones de ejecución.»

 

Pepita (María León), una joven cordobesa de origen rural, va a Madrid en la posguerra para estar cerca de su hermana Hortensia (Inma Cuesta) que está embarazada y en prisión.
Pepita conoce a Paulino (Marc Clotet), un valenciano de familia burguesa, que lucha junto a su cuñado Felipe (Daniel Holguín) en la sierra de Madrid. A pesar de la dificultad de su relación, se enamoran apasionadamente.
Hortensia es juzgada y condenada a muerte. La ejecución no se llevará a cabo hasta después del parto. Pepita intenta por todos los medios y en todas las instancias que condonen la ejecución.

 

SINOPSIS

Un grupo de mujeres, encarceladas en la madrileña prisión de Ventas, enarbola la bandera de la dignidad y el coraje como única arma posible para enfrentarse a la humillación, la tortura y la muerte. Pocas novelas podemos calificar como imprescindibles. La voz dormida es una de ellas, porque nos ayuda a bucear en el papel que las mujeres jugaron durante unos años decisivos para la historia de España. Relegadas al ámbito doméstico, decidieron asumir el protagonismo que la tradición les negaba para luchar por un mundo más justo. Unas en la retaguardia, y las más osadas en la vanguardia armada de la guerrilla, donde dejaron la evidencia de su valentía y sacrificio.

Dulce Chacón sumerge de inmediato al lector en las vidas de unos personajes hechos carne que le conquistan con una potencia irresistible, la que nace de sus actos, de sus valores, de su capacidad de lucha y sufrimiento, y del alcance de su amor.

DULCE CHACÓN

0000021670Dulce Chacón (Zafra, 1954-Madrid, 2003), poeta y novelista, publicó los libros de poemas: Querrán ponerle nombre (1992), Las palabras de la piedra (1993), Contra el desprestigio de la altura (Premio de Poesía Ciudad de Irún 1995) y Matar al ángel (1999), todos ellos recogidos en el volumen Cuatro gotas (2003). Como narradora publicó las novelas: Algún amor que no mate (1996), Blanca vuela mañana (1997), Háblame, musa, de aquel varón (1998), Cielos de barro (Premio Azorín 2000) y La voz dormida (Alfaguara, 2002), Premio al Libro del Año 2002 del Gremio de Libreros de Madrid, y traducida al francés y al portugués. También es autora de la obra de teatro Segunda mano (1998) y de la versión de Algún amor que no mate (2002), nominada a los premios Max 2004 a la mejor autora teatral en castellano.

FRAGMENTOS DE LA NOVELA

  «Porque Felipe teme que va a morir y, aunque no teme a la muerte, teme morir sin mirarla otra vez. Tensi. Y se lleva la mano al costado y presiona la herida para sujetar el dolor. Ha dejado de sangrar. El emplaste de resina fresca que le colocó Paulino después del tiroteo ha cortado la hemorragia pero el dolor muerde como una alimaña e impone su tiranía. Felipe intenta dominarlo pensando en Hortensia. Tensi. Saca de su bolsillo la fotografía que le regaló en Don Benito, cuando ella aprendió a escribir. En prueba de mi cariño, te dedico este recuerdo. Tuya para siempre: tu Hortensia. Tuya para siempre. Y recorre la piel de su retrato. Le acaricia la mejilla. Saborea su ternura con las yemas de los dedos. Le acaricia el brazo. Sonríe al verla sonreír. La besa en los ojos, en los labios abiertos y en los dientes separados. Tensi, con su uniforme de miliciana, con su fusil en bandolera y la estrella roja de cinco puntas cosida en el costado, sonríe para él, con un niño que no es suyo en los brazos. Era un día caluroso de julio, ella se había puesto los pendientes que él le había comprado en Azuaga y se había recogido el pelo ocultando sus trenzas.
   —Cuando termine la guerra, tendremos un niño como éste, mira qué guapo es.
     Alzó al niño y se echó a reír.
     —Ay madre, ay madre mía.
   Agitó sus pendientes y la borla de su sombrero. Hacía calor. Y Tensi se bajó la cremallera del mono azul dejando al descubierto su cuello.»

[…]

   «Y contar la historia, para que la locura no acompañe al silencio. Y Tomasa no dejará de gritar su dolor. Recorrerá con su grito el tiempo de esta noche. La Dama de Negrín alzará la voz porque su obligación es sobrevivir. Vivirás para contarlo, le habían dicho los falangistas que empujaron el cadáver de su marido al agua. Vivirás para contarlo, le dijeron, ignorando que sería al contrario. Lo contaría, para sobrevivir.
    Sobrevivir. Contar que la llevaron a la cárcel de mujeres de Olivenza, que allí estuvo dos años con La Pepa colgándole del cuello, y que compartió celda con una mujer que había perdido a sus dos hijos en el campo de concentración de Castuera. Los ataron el uno al otro y a culatazos los arrojaron a la mina. Sus gemidos subían desde el fondo de la tierra. Sus lamentos se oyeron durante toda una noche, hasta que otros cuerpos se rompieron contra ellos, y luego otros, y otros. Más gemidos. Y una bomba de mano que cae desde lo alto.»

 

La voz dormida en Cita con la Vida