“El libro negro de las horas”, de Eva García Sáenz de Urturi, un homenaje a los amantes de los libros

   «Nadie posee un libro para siempre, las personas son efímeras, acaban muriendo. Un libro no muere, es mucho más longevo, y todos somos sus custodios temporales.»

El libro negro de las horas es una trepidante novela de Eva García Sáenz de Urturi publicada en 2022. En ella, la ganadora del Premio Planeta 2020 recupera a Unai López de Ayala, alias Kraken, el protagonista de la Trilogía de la Ciudad Blanca.

En esta ocasión, la escritora de Vitoria ambienta la trama de la novela en el exclusivo mundo del coleccionismo de libros antiguos. Todo comienza cuando el ahora exinspector Kraken recibe una llamada anónima que le exige que encuentre el Libro negro de las horas de Constanza de Navarra, un ejemplar único añorado por bibliófilos de todo el mundo, o su madre, a la que creía muerta desde hace 40 años, morirá.

    «Alguien que lleva muerto cuarenta años no puede ser secuestrado y, desde luego, no puede sangrar.

   Y mucho menos sangrar profusamente en una elitista editorial de facsímiles en la que también ha sido asesinada Sarah Morgan, una prestigiosa profesional de la bibliofilia, cuando un valioso incunable estalló —sí, explotó— porque una mente enferma y desatada aplicó una capa de glicerina sobre su cubierta tras modificarla hasta convertirla en letal.

  Me llamo Unai, me llaman Kraken. La sangre que apareció junto al cadáver era de mi madre, fallecida en 1982 según la lápida del cementerio de Villaverde a la que llevo toda la vida rezando mientras coloco lavanda junto a unas letras que ahora se revelan falsas.

   Pero aquí empieza mi historia.»

Para tratar de resolver el misterioso secuestro, además de dos crímenes con un modus operandi similar que se producen en gremios que trabajan con libros antiguos, Kraken deberá emprender una carrera contra reloj a caballo entre Vitoria y Madrid. En esta ocasión Vitoria cede protagonismo al Madrid del Barrio de las Letras, de la Cuesta de Moyano y de las viejas librerías.

El libro negro de las horas me ha parecido una novela apasionante, que una vez que la empiezas no puedes parar de leer. Muy bien escrita y documentada. Según su propia autora, el proceso de documentación duró año y medio y para ello visitó varias ferias del libro y distintos lugares históricos como la Biblioteca de la Universidad de Valencia.

En fin… una novela muy recomendable, que hará las delicias de los muchos amantes de la lectura y del mundo de los libros. 

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 Libro de las Horas Negras de Morgan

«He escrito esta novela como homenaje al libro y al críptico y fascinante mundo de la bibliofilia. Discurre cercano y paralelo a nuestro universo librero al que los lectores estamos acostumbrados, pero una vez levantas la alfombra, se despliega ante tus ojos sorprendidos una miríada de códigos tácitos que no están al alcance de los neófitos

También me interesaba un acercamiento al lado oscuro del coleccionismo de libros antiguos: los fraudes, las falsificaciones, los robos y las bibliopatías.»  Eva García Sáenz de Urturi

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SINOPSIS

Alguien que lleva muerto cuarenta años no puede ser secuestrado y, desde luego, no puede sangrar.

Vitoria, 2022. El exinspector Unai López de Ayala —alias Kraken— recibe una llamada anónima que cambiará lo que cree saber de su pasado familiar: tiene una semana para encontrar el legendario Libro Negro de las Horas, una joya bibliográfica exclusiva, si no, su madre, quien descansa en el cementerio desde hace décadas, morirá.

¿Cómo es esto posible?

Una carrera contra reloj entre Vitoria y el Madrid de los bibliófilos para trazar el perfil criminal más importante de su vida, uno capaz de modificar el pasado, para siempre.

Me llamo Unai. Me llaman Kraken.

Aquí termina tu caza, aquí comienza la mía.

¿Y si tu madre fuera la mejor falsificadora de libros antiguos de la historia? 

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  «Porque amo los libros, pero los amo por su contenido, por las letras, por las palabras, por las historias que cuentan, por lo que hacen sentir a un lector. Esa es la esencia de los libros: transmitir historias, permitirnos vivir otras vidas de manera vicaria durante unos días. Acabé aborreciendo el negocio del coleccionismo de libros porque lo importante era el continente, el elemento físico, el soporte: qué impresor dejó su colofón, en qué imprenta, en qué ciudad, en qué año se imprimió. O si el papel está intonso, algo que no soporto, porque significa que el libro no ha sido desvirgado y ningún lector lo ha leído. Entonces, ¿para qué fue escrito, para qué fue publicado?»

EVA GARCÍA SÁENZ DE URTURI

Ellibronegro_web-copia-1366x570Eva García Sáenz de Urturi (Vitoria) publicó en 2012 su primera novela, La saga de los longevos, un fenómeno de crítica y ventas, y en 2014 la segunda entrega, Los hijos de Adán, junto con la novela histórica Pasaje a Tahití. En 2016 publica El silencio de la ciudad blanca, un thriller apasionante ambientado en su ciudad natal que ha supuesto un gran éxito en nuestro país y ha sido traducido a más de una veintena de idiomas, copando la lista de los más vendi­dos en países como EE. UU., Francia, Alemania, Italia, Polonia, México, Argentina o Brasil. También fue objeto de una adaptación cine­matográfica en 2019 de la mano de Atresmedia. Con esta novela arrancó una trilogía de la que Los ritos del agua fue la segunda entrega y Los señores del tiempo la tercera y el desenlace de la Trilogía de la Ciudad Blanca. Ha sido galardo­nada con prestigiosos premios, como el Libro de Ficción del Año en 2018 y The Golden Bullet a la mejor novela negra extranjera de 2019.

Su novela Aquitania ha sido la ganadora del Premio Planeta 2020. Toda su obra literaria ha llegado a más de dos millones de lectores.

“El infinito en un junco”, de Irene Vallejo

 «Sin los libros, las mejores cosas de nuestro mundo se habrían esfumado en el olvido.»

El infinito en un junco: la invención de los libros en el mundo antiguo es una obra de la doctora en Filología Clásica Irene Vallejo, publicada en 2019. Se trata de un recorrido apasionante por la vida de los libros a lo largo de sus treinta siglos de historia.

El libro se ha convertido en todo un fenómeno editorial, ha ido sumando ediciones y ha recibido excelentes críticas. Entre otros muchos galardones, ha recibido el Premio Nacional de Literatura en su modalidad de Ensayo. En palabras del jurado que le concedió el citado premio «por ofrecer un viaje personal, erudito e instructivo por la historia del libro y de la cultura en el mundo antiguo, que transmite un sentimiento de colectividad en el que tanto la propia autora como quien la lee se reconocen. Desde una magnífica capacidad narrativa, la autora conjuga rigor y sentido histórico en el contenido con un extraordinario gusto por la escritura, y proyecta una mirada fresca que va más allá del ensayo e incorpora elementos de otros géneros, sumando nuevos lectores a un tipo de literatura cuyo público crece día a día».

El infinito en un junco es un brillante ensayo en torno al mundo de los libros, pero es también en parte un libro de viajes, de relatos y hasta un libro de memorias. Un libro que nos ofrece un interesantísimo recorrido por el mundo clásico, en el que intervienen innumerables personajes de todos los tiempos y con frecuentes referencias a la actualidad. Escrito con erudición, pasión y rigor histórico, pero también con honestidad y sensibilidad. Con una prosa amena y elegante que te atrapa y que te hace partícipe de la pasión que siente la autora zaragozana por este maravilloso mundo de los libros.

     «El libro ha superado la prueba del tiempo, ha demostrado ser un corredor de fondo. Cada vez que hemos despertado del sueño de nuestras revoluciones o de la pesadilla de nuestras catástrofes hu­manas, el libro seguía ahí. Como dice Umberto Eco, pertenece a la misma categoría que la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras. Una vez inventados, no se puede hacer nada mejor. []

     No olvidemos que el libro ha sido nuestro aliado, desde hace mu­chos siglos, en una guerra que no registran los manuales de historia. La lucha por preservar nuestras creaciones valiosas: las palabras, que son apenas un soplo de aire; las ficciones que inventamos para dar sentido al caos y sobrevivir en él; los conocimientos verdaderos, falsos y siempre provisionales que vamos arañando en la roca dura de nuestra ignorancia.» 

El infinito en un junco es un sentido homenaje a los libros, a la lectura, a la literatura y a todas aquellas personas que, a lo largo de la historia, han hecho posible y han salvaguardado a los libros. Una verdadera obra de arte.

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    «Los más de diez mil bibliotecarios que trabajan en España —cientos de miles en todo el mundo— alimentan nuestra adicción a las palabras. Son los guardianes de la droga. A ellos les confiamos la suma de nuestros conocimientos y nuestros sueños, desde los cuentos de hadas a las enciclopedias, desde los opúsculos eruditos a los cómics más canallas. Ahora que muchas editoriales destruyen sus fondos para evitar los gastos de almacenamiento, allí encontramos un depósito de las palabras descatalogadas; el cofre del tesoro.

     Cada biblioteca es única y, como alguien me dijo una vez, siempre se parece a su bibliotecario. Admiro a esos cientos de miles de personas que aún confían en el futuro de los libros o, mejor dicho, en su capacidad de abolir el tiempo. Que aconsejan, animan, urden actividades y crean pretextos para que la mirada de un lector despierte las palabras dormidas, a veces durante años, de un ejemplar apilado en una estantería. Saben que ese acto tan cotidiano es en el fondo —levántate, Lázaro— la resurrección de un mundo.

    Los bibliotecarios tienen una larga genealogía que empieza en el Creciente Fértil de Mesopotamia, pero apenas sabemos nada sobre esos lejanos antepasados del gremio. El primero que nos habla con su propia voz es Calímaco, a quien podemos imaginar con un perfil nítido en su paciente trabajo de catalogación y en sus largas noches de escritura. Después de Calímaco, muchos escritores han ejercido de bibliotecarios durante alguna época de su vida, entre paredes de libros que a la vez convidan y paralizan. Goethe, Casanova, Hölderlin, los hermanos Grimm, Lewis Carroll, Musil, Onetti, Perec, Stephen King. “Dios me hizo poeta y yo me hice bibliotecaria”, escribió Gloria Fuertes.

    Y a Borges, el bibliotecario ciego que se ha convertido él mismo casi en un género literario. Cuenta un amigo del escritor que cierta vez recorrió con él la Biblioteca Nacional de Buenos Aires. Borges se movía entre los anaqueles como en su propio hábitat. Abrazaba con la mirada, ya sin verlos nítidamente, cada uno de los estantes. Sabía dónde se encontraba cada libro y, al abrirlo, encontraba enseguida la página precisa. Perdiéndose en corredores tapizados de libros, deslizándose por lugares casi invisibles, Borges se abría camino en la oscuridad de la biblioteca con la delicada precisión de un equilibrista; como Jorge de Burgos, ese guardián ciego —y asesino sigiloso— de la biblioteca abacial de El nombre de la rosa, que Umberto Eco, entre el homenaje y la irreverencia, imaginó inspirándose en él.»

LEER UN FRAGMENTO DEL LIBRO

SINOPSIS

Este es un libro sobre la historia de los libros. Un recorrido por la vida de ese fascinante artefacto que inventamos para que las palabras pudieran viajar en el espacio y en el tiempo. La historia de su fabricación, de todos los tipos que hemos ensayado a lo largo de casi treinta siglos: libros de humo, de piedra, de arcilla, de juncos, de seda, de piel, de árboles y, los últimos llegados, de plástico y luz.
Es, además, un libro de viajes. Una ruta con escalas en los campos de batalla de Alejandro y en la Villa de los Papiros bajo la erupción del Vesubio, en los palacios de Cleopatra y en el escenario del crimen de Hipatia, en las primeras librerías conocidas y en los talleres de copia manuscrita, en las hogueras donde ardieron códices prohibidos, en el gulag, en la biblioteca de Sarajevo y en el laberinto subterráneo de Oxford en el año 2000. Un hilo que une a los clásicos con el vertiginoso mundo contemporáneo, conectándolos con debates actuales: Aristófanes y los procesos judiciales contra humoristas, Safo y la voz literaria de las mujeres, Tito Livio y el fenómeno fan, Séneca y la posverdad… 
Pero, sobre todo, esta es una fabulosa aventura colectiva protagonizada por miles de personas que, a lo largo del tiempo, han hecho posibles y han protegido los libros: narradoras orales, escribas, iluminadores, traductores, vendedores ambulantes, maestras, sabios, espías, rebeldes, monjas, esclavos, aventureras… Lectores en paisajes de montaña y junto al mar que ruge, en las capitales donde la energía se concentra y en los enclaves más apartados donde el saber se refugia en tiempos de caos. Gente común cuyos nombres en muchos casos no registra la historia, esos salvadores de libros que son los auténticos protagonistas de este ensayo. Un recorrido por la vida del libro y de quienes lo han salvaguardado durante casi treinta siglos.

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     La invención de los libros ha sido tal vez el mayor triunfo en nuestra tenaz lucha contra la destrucción. A los juncos, a la piel, a los harapos, a los árboles y a la luz hemos confiado la sabiduría que no estábamos dispuestos a perder. Con su ayuda, la humanidad ha vivido una fabulosa aceleración de la historia, el desarrollo y el progreso. La gramática compartida que nos han facilitado nuestros mitos y nuestros conocimientos multiplica nuestras posibilidades de cooperación, uniendo a lectores de distintas partes del mundo y de generaciones sucesivas a lo largo de los siglos. Como afirma Stefan Zweig en el memorable final de Mendel, el de los libros: «Los libros se escriben para unir, por encima del propio aliento, a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.»

IRENE VALLEJO

EI3APSYPH5C4LHB6SO3GRYZQ6AIrene Vallejo (Zaragoza, 1979) estudió Filología Clásica y obtuvo el Doctorado Europeo por las universidades de Zaragoza y Florencia. En la actualidad lleva a cabo una intensa labor de divulgación del mundo clásico impartiendo conferencias y cursos. Colabora con el diario Heraldo de Aragón y con El País Semanal. De su obra literaria destacan las novelas La luz sepultada (2011) y El silbido del arquero (2015). Ha publicado ensayos y libros infantiles. Las antologías Alguien habló de nosotros (2017) y El futuro recordado (2020) recogen sus artículos periodísticos.

“Los libros que no leíamos”, Jesús Carrasco

El autor retrocede hasta el día en que se enamoró de los libros. No tanto de su contenido, sino del recuerdo de sus padres encuadernándolos

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JESÚS CARRASCO

 Yo crecí en una casa llena de libros en la que apenas se leía. Mi padre era maestro de la escuela pública y mi madre trabajaba criando a seis niños. Por las tardes, para completar el magro sueldo de mi padre, los dos encuadernaban libros. En aquella época la gente compraba los libros por fascículos en el estanco del pueblo. Cuando habían completado la colección, los devolvían al estanco, donde mi padre los recogía cada viernes en su Renault 4. Ese día se llevaba el trabajo para la semana siguiente y, al mismo tiempo, entregaba los libros encuadernados la semana anterior. Recuerdo el frío y la precariedad de aquel taller que mi padre había levantado con sus manos en el patio trasero de la casa. El olor al engrudo que utilizaban para pegar las guardas, la cola de carpintero diluida, las láminas de falsa piel con que forraban las pastas, el pan de oro para decorar los lomos. Recuerdo a mi madre sentada frente al bastidor, también casero, cosiendo fascículos. Tensaba unas tiras de tela de un dedo de anchura entre la parte alta del bastidor y su base y a ellas iba cosiendo los pliegos. El hilo de nailon que utilizaban era para nosotros sinónimo de resistencia. Era imposible desgarrarlo y, para trabajar con él, era preciso colocarse protecciones de cuero en las articulaciones de los dedos. Dediles, los llamaban. También fabricados por ellos.

    Cuando se casaron, cómo no, fue mi madre la que se hizo su propio vestido de bodas. Sabemos cómo fue por una fotografía en blanco y negro en la que ellos dos, como todos los recién casados de su tiempo, posan en el estudio de un fotógrafo. Parecen maquillados, enrasados con el resto de sus compatriotas por la misma luz gris que parecía manar de todas las bombillas de aquella España. Después de la boda, mi madre descosió su vestido, desmontó las piezas de tela y las convirtió en tiras. Cuando pienso en ella cosiendo libros, sentada en una mesa camilla entre pliegos de papel, no la imagino llorando sino concentrada.

    Ignoro para cuántos libros dio aquel vestido, pero lo que es seguro es que todos, o casi todos, están repartidos por Extremadura, de donde procedemos, y donde vivían ellos cuando se casaron. Sueño con reunir todos esos libros. Iría puerta por puerta, no como un vendedor de enciclopedias sino como un comprador. No me costaría ningún trabajo reconocerlos. Me bastaría aspirar su olor para saber que fueron encuadernados por mis padres. Me los llevaría a casa, los desmontaría, recuperaría las tiras de tela y se las llevaría a mi madre como quien hace una ofrenda. Sé que eso es algo que nunca haré, así que me consuelo sabiendo que su vestido perdura en el tiempo y que forma parte de los libros entre los que yo crecí. Libros que nuestros padres no tuvieron tiempo de leernos, pero que a mí me pusieron en la senda de lo que soy.

Artículo aparecido en El País Semanal, 2 de diciembre de 2018

 

“Los amores de un bibliómano”, de Eugene Field

«Un libro no se aprecia de verdad hasta que no nos lo llevamos a la cama y soñamos con él»

Numerosos son las libros que la editorial Periférica viene publicando, referidos al mundo de los libros, especialmente, al género de libros que hablan de otros libros. Anteriormente, nos hemos ido aproximando a algunos de ellos, como Mi maravillosa librería de Petra Hartlieb, El bibliótafo, de Leon H. Vincent, o La librería ambulante y La librería encantada, de Christopher Morley. Todos ellos muy recomendables, y con multitud de anécdotas en torno al maravilloso mundo de la lectura y de los libros.

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En Los amores de un bibliómano (The love affairs of a bibliomaniac), el norteamericano Eugene Field, periodista especializado en crónicas llenas de humor, nos acerca a la vida de un curioso personaje, afectado de bibliomanía, es decir, con una propensión exagerada a acumular libros, y que, ya en los comienzos de la historia, no duda en expresarnos cuáles son sus preferencias en materia amorosa:

Mi libro y mi corazón
no han de ver separación.

     «Y en esto se ejemplifica la ventaja que el amor a los libros tiene sobre otras clases de amor. Las mujeres son por naturaleza volubles, y los hombres también; su amistad es susceptible de disipación a la mínima provocación o a la menor excusa.

    No ocurre esto, sin embargo, con los libros, porque los libros no cambian. Dentro de mil años serán lo que son hoy, dirán las mismas palabras, expresarán los misma alegría, la misma promesa, el mismo consuelo; siempre constantes, ríen con los que ríen y lloran con los que lloran.» 

Field conoce bien el tema del que escribe. Al publicarse por primera vez Los amores de un bibliómano, su hermano Roswell escribió estas palabras: «Era un infatigable coleccionista de libros, y poseía una biblioteca tan valiosa como interesante, que contenía volúmenes obtenidos sólo a costa de gran sacrificio personal, así que comprendía perfectamente ese trastorno llamado bibliomanía, y conocía el aspecto medio trágico, medio humorístico de esta incurable enfermedad mental. La columna periodística que escribió casi a diario durante doce años incluía muchas veces pícaras indirectas y burlas cariñosas contra aquellos de sus infelices compatriotas que, a través de él, se habían hecho famosos por su devoción a las viejas estanterías y las subastas[…] Bibliofilia, más que bibliomanía, sería la palabra adecuada para denominar su meticuloso propósito. Si compraba libros curiosos y raros, era para poseerlos en el más amplio sentido, tanto interior como exteriormente. La manía por los libros lo llevaba a comprar constantemente; el amor por los libros sobrevino para hacer de ellos una parte de sí mismo y de su vida.»

El autor norteamericano nos ofrece en su libro numerosas historias y anécdotas sobre hechos y personajes reales (libreros, impresores, escritores, críticos…). Y todo ello expresado en un tono alegre y ameno, y haciendo gala de un humor inteligente. Totalmente recomendable.

Pero si, oh, señor, te place
mantenerme en el camino de la tentación,
con humildad ruego ser
especialmente tentado hoy.
Que mi tentación sea un libro
que pueda comprar, guardar y conservar,
y que, cuando otros lo vean,
se lamenten al saber
que lo conseguí a buen precio.

    La oración del bibliómano

SINOPSIS

Bibliomanía: «Pasión de tener muchos libros raros o los pertenecientes a tal o cual ramo, más por manía que para instruirse». Diccionario de la Lengua Española.

He aquí la historia de un viejo y peculiar coleccionista de libros, en la Norteamérica de finales del siglo XIX, rodeado de personajes tan singulares como entrañables: sus amigos, el juez Methuen y el doctor O’Rell; su hermana, la señorita Susan; sus amores de juventud, Captivity Waite, Fanchonette… Una novela repleta de humor, encanto e inteligencia sobre los deleites, aventuras y desventuras de la bibliomanía. Pero también sobre la alegría de vivir, contagiosa en todas sus páginas.

EUGENE FIELD

70050020131107125424foto-eugene-field-web-1-estrecha Eugene Field nació en 1850 en Saint Louis y murió en 1895, a los cuarenta y cinco años, en Chicago. Famoso por sus textos para niños (él mismo tuvo ocho hijos), sus poemas siguen leyéndose aún hoy en muchas casas y escuelas de Estados Unidos. Eugene fue un reputado periodista, especializado en columnas y crónicas llenas de humor y detalles costumbristas.

FRAGMENTOS DE LA NOVELA

   «Tan sutil y tan contagiosa es esta gran pasión que apenas somos conscientes de su presencia hasta que ha tomado posesión de nosotros completamente. Y he conocido casos de de hombres que, después de haber pasado una velada con el juez Methuen y conmigo, han despertado a la mañana siguiente contagiados por el incurable entusiasmo de la bibliomanía. Pero el desarrollo de la pasión no viene siempre marcado por estallidos abruptos; a veces, como el sarampión, aparece de forma lenta y persistente, y en tales casos hay que tomar medidas para alejar la enfermedad de los órganos vitales. De otro modo pueden producirse graves consecuencias»
    […]
   «Cuando el juez Methuen tiene ganas de chanza y quiere reírse de mí, me pregunta si he olvidado la época en la que estuve poseído por un espíritu de renovación y juré solemnemente no comprar más libros… Mi relación con los libreros cubre un período tan largo y ha sido tan íntima que incluso en medio de una vasta multitud, no tendría dificultad en determinar quiénes son libreros y quiénes no. Porque, al tratar con los libros, llega un momento en que estos hombres acaban pareciéndose a su mercancía, no sólo en su aspecto sino también en su conversación. Mi librero ha habitado tantos años en su rincón que habla al estilo antiguo y tiene el aspecto sencillo y atractivo de una antigua y sólida encuadernación; y para deleite de los entendidos en olores, desprende ese aroma a moho y tabaco combinados que al verdadero bibliófilo le resulta más agradable que todos los perfumes de Arabia. He estudiado el oficio con tanto interés que con sólo clavar la vista en un librero puedo decir con certeza qué tipo de libros vende.»

“Mi maravillosa librería”, de Petra Hartlieb

La editorial Periférica, dentro de su interesante colección Largo recorrido, viene ofreciendo a los lectores una serie de interesantes novelas pertenecientes al genero de libros que tratan de otros libros. Novelas, como El bibliótafo, de Leon H. Vincent, o La librería ambulante y La librería encantada, de Christopher Morley, muy recomendables, y llenas de reflexiones y anécdotas en torno al mundo de la lectura y de los libros.

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En Mi maravillosa librería (Meine wundervolle buchhandlung), esperaba tropezarme con algún librero al estilo de los entrañables Roger y Helen Mifflin, los protagonistas de las novelas, anteriormente citadas, de Christopher Morley. Pero me he encontrado con una novela llena de historias y personajes reales. La autora, Petra Hartlieb, nos cuenta cómo su marido y ella dejan sus trabajos, cómodos y bien remunerados, en Hamburgo para hacerse cargo de una vieja librería, que acababa de cerrar, en Viena.

   «Hemos comprado una librería. En Viena. Escribimos un email con unas cifras, ofreciendo una cantidad que no teníamos, y al cabo de unas semanas llegó la respuesta: acaba usted de comprar una librería… Hemos pujado con un dinero que no tenemos, y por una librería que está en una ciudad donde no vivimos. Y la hemos conseguido. ¿Y ahora qué? Pues ahora tenemos que apechugar con el asunto.»

Petra Hartlieb, la jefa de Hartliebs Bücher, nos describe el duro trabajo que supone, en estos tiempos de crisis, mantener una pequeña librería situada en un barrio algo periférico de Viena, siempre en lucha contra la dura competencia de los grandes centros comerciales y el gigante Amazon.

Gracias al tesón y a la enorme capacidad de trabajo de Petra y de su marido, a unos competentes trabajadores, y a la inestimable ayuda de amigos y de compañeros de trabajo que comparten esa misma locura por los libros, logran hacer de su pequeña librería de barrio un centro indispensable de la vida cultural en la capital vienesa.

    «Los pequeños libreros siempre han sabido, que con los libros no se gana dinero de verdad […] Uno no puede hacerse rico con los libros (muchas de las pequeñas empresas familiares lo saben desde hace generaciones). La diferencia entre nosotros y los grandes es banal y un poco cursi: nosotros vivimos nuestro sueño, y haciéndolo pretendemos financiar más o menos nuestra vida; ellos quieren obtener beneficios, y que éstos sean cada vez mayores […]

     Pero todo esto no nos importa nada, pues nosotros amamos los libros (por no decir que somos unos locos de los libros), aunque no vaya absolutamente nada con nuestro tiempo, marcado por la obsesión de crecer y la borrachera del beneficio. También vendemos, de acuerdo, pero no podríamos imaginarnos a nosotros vendiendo otra cosa que no fuesen libros.» 

Por el momento, Hartliebs Bücher sigue adelante. Han logrado poner en marcha otra librería más, y emplean ya a doce personas. Todo un éxito en los difíciles tiempos que corren.

El libro está escrito en un estilo divertido, ameno y sencillo. Y resulta muy interesante, entretenido y fácil de leer. Además de las peripecias referidas al montaje y mantenimiento de la librería, la historia está aderezada con jugosas anécdotas relacionadas con el trabajo diario.

Un libro que es todo un homenaje a los libreros, esos locos vendedores de historias, que tratan de hacer compatible la literatura con la economía.

    «Cada pocos años hay un libro que me hace contener un poco la respiración en las primeras viente páginas. Me obligo a leer despacio, de manera que el lenguaje pueda entrar en mí poco a poco, a pesar de que estoy deseando pulírmelo de un tirón para saber rápidamente si va a seguir en la misma línea, para saber si mantiene lo que promete. Y cuando esto sucede me convierto en misionera: quiero que las personas que son importantes para mí, y las demás también, lean inmediatamente ese libro. Inmediatamente.

    Estos son los momentos de la vida en que estoy al cien por cien segura de tener el trabajo correcto, de que no hay otro sino éste, y de que no hay nada más importante que transmitir esta historia al mayor número de personas. Me encantaría regalar estos libros; de hecho me contraría venderlos, ganar dinero con ellos». 

SINOPSIS

Petra Hartlieb tiene ahora una gran familia, un perro y una librería. Diez años atrás, estando de vacaciones en Viena, su ciudad de origen, supo de una bonita librería de barrio que cerraba sus puertas y estaba a la venta. Lo que en principio se planteó como una especie de broma (¿por qué no la compramos nosotros?), provocó en pocas semanas un cambio radical de vida, de ciudad y de oficio. Pero no fue fácil, tuvo que luchar contra un sinfín de contratiempos; no estaba preparada para convertirse en empresaria, y tampoco lo estaba para ser al mismo tiempo librera, esposa y madre. Este libro cuenta la historia de un desafío: cómo conseguir que una librería pequeña, tradicional y de barrio se convierta en el núcleo indispensable de la vida en comunidad de una ciudad europea en el siglo XXI.

Una estupenda historia sobre cómo conseguir aquello que amamos. Una historia llena de divertidas anécdotas y emociones sin fin, que logra, gracias a una escritura ágil, directa y muy empática, que todos seamos partícipes de las alegrías y los problemas de Petra. Es, además, una maravillosa descripción de la vida diaria de muchas librerías y en muchos países: un mundo en miniatura en el que, de algún modo, habitamos todos aquellos que amamos los libros.

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Petra Hartlieb nació en Múnich en 1967 y creció en Austria, donde estudió Psicología e Historia. Posteriormente trabajó como periodista y crítica literaria en Viena y Hamburgo. En 2004 recuperó con su marido una antigua (y hoy mítica) librería vienesa, que rebautizó con su propio nombre. Junto a Claus-Ulrich Bielefeld ha escrito una serie de novelas policíacas que publica la prestigiosa editorial suiza Diogenes.

FRAGMENTO DE LA NOVELA

      Hay que jugar a las adivinanzas cada vez que se quiere averiguar el tipo de libro que una clienta desea, cuando entra en la tienda y dice:

  –Recomiéndeme un buen libro.

  ¿A qué se refiere en realidad? ¿Qué es para esta señora «un buen libro»? Quizá algo situado entre Elfriede Jelinek y Cecelia Ahern, ¿pero cómo lo averiguo sin resultar ofensiva? ¿Qué le pregunto: con un cierto nivel de exigencia literaria o, más bien, entretenido? ¡Qué tontería! ¿Por qué algo que tenga un buen nivel literario no puede ser también entretenido? Pero está claro que resulta importante averiguarlo esto, pues hay libros que dejarían muy insatisfechas a ciertas personas. La cosa se vuelve aún más difícil cuando lo que quiere la gente es hacer un regalo. Hay quien entra en la librería igual que en una floristería o una tienda de vinos, diciendo que quiere regalar un libro, pero sin la menor idea de cómo debe ser éste.

   –Un regalo para una señora que cumple cincuenta años.

   –¿Qué cosas le interesan a esa señora?

  Intento explicar a una clienta que es como si llegase a una tienda de ropa de cuatro plantas y, en la entrada de la planta baja, le dijese al segurata de la puerta: «Me gustaría algo de ropa». ¿Un abrigo de piel, unos calcetines, un sujetador, un traje de caballero, un bikini? Hay mucho para escoger, y no todo es intercambiable. Con los libros pasa lo mismo, y habría que intentar conocer, aunque sea de modo aproximado, el gusto de quien va a recibir el regalo[…]

    Hay libros que me parecen magníficos pero que me resultan muy difíciles de explicar (es imposible contar de qué van). Lo intento unas pocas veces, y a la segunda frase ya me doy cuenta de que la atención del oyente se va hacia otro lado, que sus ojos se han ido al siguiente libro, y a menudo no sé bien a qué se debe. Esto se nota ya desde la primera vez en que se habla del libro con un cliente para venderlo: el libro está ahí delante, pues hay varios ejemplares apilados, lo he leído, me ha gustado mucho y he pedido a una cantidad no pequeña de ejemplares al comercial. Pero no puedo transmitirlo. Por suerte, están los maravillosos clientes fijos, que ya tienen tanta confianza que a veces basta con que les digas: «Lléveselo. Es un libro estupendo.»

“El bibliótafo: un coleccionista de libros”, de Leon H. Vincent

«Es imposible tener demasiados libros buenos»

Hace poco, nos ocupábamos de dos interesantes libros del escritor norteamericano Christopher Morley: La librería ambulante y La librería encantada. Dos novelas muy recomendables; plagadas de ingeniosas reflexiones en torno al mundo de los libros, de la literatura y de la lectura; y protagonizadas por una singular pareja a la que une un profundo amor por los libros.

Ahora le ha tocado el turno a esta otra novela, El bibliótafo, que, como las anteriores, pertenece al género de libros que tratan de otros libros.

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El bibliótafo, del escritor norteamericano Leon H. Vincent, se publicó en 1898. Este clásico de las letras norteamericanas ha visto la luz por primera vez en español gracias a la editorial Periférica, dentro de su interesante colección Largo recorrido. Leon H. Vincent nos cuenta la vida y milagros de unos peculiares personajes, algunos reales, otros ficticios, que comparten una misma pasión: la de coleccionar libros. Una pasión que «es un lastre para el hombre práctico; y para el inculto, una tontería.»

Entre los personajes reales, encontramos a Richard Heber. «El nombre de Heber sugiere la idea de que no todos los que compran libros son bibliófilos. Sólo él es digno del título de quien adquiere sus libros con algo parecido a la pasión. Uno puede comprar libros como un caballero, lo cual está muy bien. O puede comprar libros como un caballero y un erudito, lo cual está mejor aún. Pero para ser un verdadero bibliófilo debe uno parecerse a Richard Heber y comprar libros como un caballero un erudito y un loco.» Se calcula que llegó a atesorar en torno a los 150.000 volúmenes y que gastó más de medio millón de dólares en libros.

Pero el verdadero protagonista del libro es un bibliótafo. «Un tipo enorme en lo físico, tan grande de corazón como de cuerpo, y, según el afectuoso recuerdo de quienes mejor lo conocieron, tan grande de intelecto como de corazón». Un curioso personaje, dotado de un agudo ingenio y un gran sentido del humor. Un comprador omnívoro, capaz de comprar todo lo que caía en sus manos. Sin embargo, le interesaban más la historias que estaban detrás de los libros que adquiría que los propios libros en sí. Era un tremendo devorador de catálogos, que obtenía una dicha más completa leyendo un catálogo que cualquier otra clase de literatura.

El bibliótafo es una novela que rezuma ingenio e ironía. Y que contiene interesante información y numerosas anécdotas en torno al mundo de los libros y acerca de personajes reales. Entretenida y fácil de leer. Muy interesante.

   «Un bibliótafo entierra libros; no literalmente, pero a veces con el mismo efecto que si los hubiera metido bajo tierra. Existen varias clase de bibliótafo. El tipo perro del hortelano es el peor. Apenas utiliza los libros él mismo e impide absolutamente que los utilicen los demás. Por otro lado, alguien puede ser un bibliótafo simplemente por incapacidad para disponer de sus libros. Puede ser alguien que no tiene casa, un soltero, residente en una pensión, un vagabundo sobre la faz de la Tierra. Puede que tenga sus libros almacenados o guardados en el campo hasta el día en que tenga una casa en la ciudad con una biblioteca adecuada.

   El amante de los libros más simpático que ha pisado las calles de una ciudad durante mucho tiempo fue un bibliótafo.

   Acumuló libros durante años en el enorme desván de una granja que había a las afueras de un pueblo del condado de Westchester. Un amable familiar “atendía” aquellos libros durante su ausencia. Cuando la colección ya no cupo en el desván la trasladaron a un gran almacén del pueblo.

   Era la atracción del lugar. Los aldeanos aplastaban la nariz contra las ventanas e intentaban curiosear en la penumbra a través de las persianas medio bajadas.»

 

SINOPSIS

Este pequeño gran clásico de las letras norteamericanas, publicado en 1898 e inédito hasta ahora en español, cuenta las divertidas aventuras y anécdotas, de viaje en viaje, de un peculiar coleccionista de libros.

Un bibliótafo entierra libros; no literalmente, pero a veces con el mismo efecto que si los hubiera metido bajo tierra. Uno de ellos, el más simpático que ha pisado las calles durante mucho tiempo, es el protagonista de esta historia. Acumuló sus libros durante años en el enorme desván de una granja del condado de Westchester. Cuando aquella biblioteca ya no cupo en el desván la trasladó a un gran almacén del pueblo. Era la atracción del lugar. Los aldeanos aplastaban la nariz contra las ventanas e intentaban curiosear en la penumbra a través de las persianas medio bajadas…

Pero por extraño que parezca, las conversaciones de este gran coleccionista (de un humor inteligente y ácido las que aquí se narran) giraban menos en torno a los libros acumulados que a los hombres que había tras ellos, o a los que conocía a partir de ellos. Una creencia popular respecto a los coleccionistas de libros dice que sus vicios son muchos, sus cualidades negativas y sus costumbres completamente imposibles de averiguar. Sin embargo, el crítico más hostil está obligado a admitir que la cofradía de los bibliófilos es eminentemente pintoresca. Si sus actividades son inescrutables, también son románticas; si sus vicios son numerosos, la perversidad de esos vicios queda mitigada por el hecho de que es posible pecar con gracia. Sea como fuere, los dichos y hechos de los coleccionistas dan vida y color a las páginas de esos buenos libros que tratan de otros libros. Como éste.

LEON H. VINCENT

leon-h.-vincent-838Leon H. Vincent (1859-1941), nacido en Chicago, fue crítico literario, conferenciante, editor y profesor de literatura inglesa y americana en diversas universidades estadounidenses. Sus obras más conocidas son El bibliótafo (1898) y American Literary Masters (1906), colección de ensayos sobre autores como Washington Irving, Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne, H. D. Thoreau y Walt Whitman, entre otros. Sus estudios sobre autores británicos incluyen trabajos acerca de Robert Louis Stevenson, Thomas Hardy o John Keats. También escribió sobre algunas figuras de las letras francesas. Muchos de sus artículos y ensayos fueron originalmente publicados en revistas literarias como Atlantic Monthly, Springfield Republican y Poet Lore. Entre otras obras suyas: A Few Words on Robert Browning (1895), Hôtel de Rambouillet and the Précieuses (1900), Dandies and Men of Letters (1913).

FRAGMENTO DE LA NOVELA

   «Para alcanzar un alto grado de placer en la formación de una biblioteca hay que viajar. El bibliótafo viajaba regularmente en busca de ejemplares. Su teoría era que el coleccionista debe ir al libro, no esperar a que el libro venga a él. Ningún cazador que se precie, decía, querría que le trajeran un ciervo vivo a su jardín para matarlo. La mitad del placer está en seguir a la presa hasta su escondite.
  Sólo en contadas ocasiones hacía pedidos por catálogo; normalmente iba de acá para allá, visitando a los libreros, buscando el libro deseado. Disfrutaba en aquellas tiendas en las que el librero tenía toda su mercancía expuesta, las existencias eran abundantes y las sorpresas habituales; donde el propietario estaba magníficamente bien informado sobre algunos aspectos e igualmente desinformado sobre otros.
   Compraba generosamente. Nunca discutía un precio y dejaba su dinero con el aire del hombre que cree que el dinero que no se gasta es el origen de todos los males».

“La librería encantada”, de Christopher Morley. La continuación de “La librería ambulante·

«No hay nadie más agradecido que un hombre a quien le has recomendado el libro que su alma necesitaba sin saberlo.»

La librería encantada, del escritor norteamericano Christopher Morley, se publicó en 1919. Es la continuación de su magnífica novela La librería ambulante, publicada en 1917. Ambas obras han sido reeditadas por la editorial Periférica.

En La librería ambulante, Morley nos trasladaba a los Estados Unidos de la segunda mitad del pasado siglo XX. Allí, en los idílicos paisajes rurales de Nueva Inglaterra, se desarrollaba la hermosa historia que narraba las peripecias de Helen McGill y Roger Mifflin, dos curiosos personajes a los que les une un profundo amor por los libros. La novela se iniciaba cuando Roger, un hombrecillo de aspecto singular, se presentaba en la puerta de la casa de Helen con el Parnaso, su librería ambulante.

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En La librería encantada, Roger y Helen McGill han dejado de aventurarse en los campos y en las montañas con el Parnaso para llevar la buena literatura a las zonas rurales. Ahora son los propietarios de una formidable librería de segunda mano en pleno barrio de Brooklyn: La librería encantada; un «asilo libresco atendido por un chiflado y una lunática». A esta agradable librería, «encantada por los espectros de tanta gran literatura como hay en cada metro de estantería», acuden todo tipo de personajes, no solo amantes de los libros en busca de alguna buena lectura. 

La librería encantada es una novela sencilla, entretenida y fácil de leer. Una novela plagada de ingeniosas reflexiones en torno al mundo de los libros, de la literatura y de la lectura. Absolutamente recomendable.

«¿Alguna vez has pensado en cómo los libros nos acechan hasta capturarnos? Los libros nos siguen como el sabueso del poema de Francis Thompson. Ser testigo de la carrera de un libro auténtico es una de las cosas más impredecibles y extrañas. Un libro te sigue y te sigue y te sigue hasta que te arrincona y te obliga a leerlo. Las palabras no bastan para describir la astucia de algunos libros. Justo cuando uno cree haberse librado, aparece, cualquier día, un cliente que empieza a hablar ingenuamente del libro y entonces uno sabe que se trata de un agente involuntario del destino. Por eso el negocio se llama la Librería Encantada. Encantada por los fantasmas de los libros que no he leído. Pobres espíritus inquietos, caminan y caminan a mi alrededor. Y sólo existe una forma de poner a descansar el fantasma de un libro: leyéndolo».

Leer el primer capítulo de la novela

SINOPSIS

Los entrañables Roger y Helen Mifflin han dejado de recorrer los campos y pueblos con su librería ambulante y se han instalado en pleno Brooklyn, como siempre soñara Roger. Ambos regentan La Librería Encantada, un «parnaso en casa» al que acuden, de un lado u otro de Nueva York, todo tipo de personajes singulares, incluidos jóvenes publicistas, farmacéuticos alemanes y guapísimas herederas; por no hablar de sus amigos libreros, que se reúnen allí cada poco para disfrutar la tarta de chocolate de Helen y los discursos incendiarios, y a la vez llenos de sensatez, del pequeño gran Roger.

Parece que todo está en calma en esa librería encantadora (nunca mejor dicho) y en la placentera vida de estos personajes insólitos… pero no es así: nos encontramos justo al final de la Primera Guerra Mundial, en medio de una época convulsa, llena de avances técnicos, emociones contradictorias y mucho suspense. Porque, aunque hace tiempo que acabaron sus aventuras rurales, nuestros personajes seguirán protagonizando situaciones tan divertidas como rocambolescas en la gran ciudad, una ciudad magistralmente dibujada, con ese toque de humor refinado que ya cautivó a los lectores de La librería ambulante.

CHRISTOPHER MORLEY

70050020120223090054foto CHRISTOPHER MORLEYChristopher Morley (1890-1957) nació en Haverford, Pensilvania y estudió en Harverford College, donde su padre trabajaba como profesor de matemáticas. Posteriormente, se matricularía en la universidad inglesa de Oxford para estudiar historia moderna durante tres años (época que contaría en su novela autobiográfica de 1931 John Mistletoe). En 1913, de vuelta en Estados Unidos, se instaló en Nueva York y comenzó a trabajar en la editorial Doubleday. Pocos años después se convertiría, recorriendo Estados Unidos como columnista y reportero, en uno de los periodistas más prestigiosos de su época.

Su primera novela, La librería ambulante, fue publicada en 1917; en 1919 apareció su continuación, La librería encantada. Su novela Kitty Foyle, publicada en 1939 y trasladada al cine con el mismo título (en España como Espejismo de amor), fue uno de los grandes éxitos de crítica y público del momento.

Inteligente, lúcido y sofisticado, fue un escritor de éxito y al mismo tiempo un escritor de culto. Se ha dicho de él, comparándolo con Noel Coward, que su refinamiento era indudablemente británico. Sutil humorista, dijo de sí mismo que amaba tanto a Shakespeare como al Conan Doyle de las aventuras de Sherlock Holmes. Sin embargo, sus dos grandes maestros fueron compatriotas suyos: Walt Whitman y Mark Twain. El eco de su obra se encuentra en escritores de distintos países y generaciones: de Kingsley Amis a Tom Wolfe.

FRAGMENTOS DE LA NOVELA

    No soy un negociante de mercancías, sino un especialista en ajustar cada libro a una necesidad humana. Entre nosotros: no existe tal cosa como un ‘buen libro’, en un sentido abstracto. Un libro es ‘bueno’ sólo cuando encuentra un apetito humano o refuta un error. Un libro que para mí es bueno a usted podría parecerle una porquería. Mi gran placer es prescribir libros para todos los pacientes que vengan hasta aquí deseosos de contarme sus síntomas. Algunas personas han permitido que sus facultades lectoras hayan decaído tanto que lo único que puedo hacer es colgarles un letrero que diga Post Mortem. Aun así, muchos tienen todavía la posibilidad de recibir tratamiento. No hay nadie más agradecido que un hombre a quien le has recomendado el libro que su alma necesitaba sin saberlo.
[…]

 

  Agradezco humilde y sinceramente la devolución de este libro que, tras sobrevivir a los peligros de la biblioteca de mi amigo, regresa ahora a mí, sano y salvo, en condiciones razonablemente aceptables.
    Agradezco humilde y sinceramente que mi amigo no le diera este libro a su hijo como si fuera un juguete ni lo usara como cenicero para sus puros, ni para afilar los dientes de su mastín.
    Cuando presté este libro lo di por perdido: me resigné a la amargura de verlo partir para siempre; nunca pensé que volvería a ver sus páginas.
    ¡Pero ahora que mi libro me ha sido devuelto, me siento pletórico de regocijo y gratitud! Traedme aquí al gordo marroquinero para reencuadernar el volumen y ponerlo en su lugar de honor en mis estanterías: pues mi libro prestado me ha sido devuelto.
    Ahora, por lo tanto, tendré que devolver algunos de los libros que yo mismo he tomado prestados.
[…]

 

    Hace mucho tiempo descubrí que los libros son el único consuelo permanente. Los libros son el único logro imperecedero e irrefutable de la raza humana. Me entristece pensar que tendré que morir sin haber leído miles de libros que habrían podido proporcionarme una felicidad noble e inmaculada. Te contaré un secreto. Nunca he leído el Rey Lear, y me he abstenido de hacerlo a propósito. Si alguna vez llego a enfermar gravemente sólo tendré que decirme a mí mismo: «No puedes morirte todavía; aún no has leído el Rey Lear». Eso me haría sanar, sin duda alguna.

 

 

“La librería ambulante”, de Christopher Morley

«¿Quién se ha aventurado alguna vez en las montañas y los campos para llevarles la literatura a las gentes más simples?»

La librería ambulante, publicada en 1917, fue la primera novela del escritor norteamericano Christopher Morley; en 1919 apareció su continuación, La librería encantada. Ambas novelas han sido reeditadas por la editorial Periférica.

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En La librería ambulante, Morley nos trasladada a los Estados Unidos de la segunda mitad del pasado siglo XX. Allí, en los idílicos paisajes rurales de Nueva Inglaterra, se desarrolla esta hermosa historia que narra las peripecias de dos curiosos personajes a los que une un gran amor por los libros.

Helen McGill es una chica soltera de mediana edad que lleva una vida bastante rutinaria trabajando en la granja que comparte con su hermano. Hasta que, un buen día, Roger Mifflin, un hombrecillo de aspecto singular, se presenta en la puerta de su casa con el Parnaso, un extraño carruaje en forma de vagón. A partir de ese momento, su vida jamás volverá a ser la misma.

La librería ambulante es una novela escrita con un ligero toque de humor, entretenida y fácil de leer. Una novela que destila ternura, sencillez y amor a los libros. Una pequeña obra de arte. Muy recomendable.

«Creo que un buen libro te hace modesto. Cuando uno logra ver con lucidez el interior de la naturaleza humana, cosa que te proporcionan los grandes libros, uno siente la necesidad de hacerse pequeño. Es como mirar la Osa Mayor en una noche clara o como ver el amanecer en invierno cuando uno va a recoger los huevos de la mañana. Y cualquier cosa que te haga pequeño es maravillosamente buena.»

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SINOPSIS

Prepárese para entrar en un mundo único y lleno de encanto, donde el tiempo se ha detenido: estamos en la segunda década del siglo XX, en unos Estados Unidos todavía rurales y de paisajes idílicos, donde conviven los viejos carromatos y los novísimos automóviles; Roger Mifflin, un librero ambulante que desea regresar a Brooklyn para redactar sus memorias, vende su singular librería sobre ruedas (junto a su yegua y su perro) a la ya madura señorita Helen McGill, quien decide, harta de la monotonía de su vida, lanzarse a la aventura y recorrer mundo. A partir de ese momento se sucederán los encuentros y los desencuentros, y las más divertidas peripecias se darán la mano con las grandes enseñanzas que proporcionan libros y librero.

Desde que este clásico de la literatura norteamericana se publicara en 1917 han sido muchos los lectores seducidos por su poder evocador, por el reconfortante humor que destila y, cómo no, por su atención a los pequeños detalles: estas páginas huelen a las hogazas de pan recién sacadas del horno; en ellas se siente el viento de otoño en los abedules.

CHRISTOPHER MORLEY

70050020120223090054foto CHRISTOPHER MORLEYChristopher Morley (1890-1957) nació en Haverford, Pensilvania y estudió en Harverford College, donde su padre trabajaba como profesor de matemáticas. Posteriormente, se matricularía en la universidad inglesa de Oxford para estudiar historia moderna durante tres años (época que contaría en su novela autobiográfica de 1931 John Mistletoe). En 1913, de vuelta en Estados Unidos, se instaló en Nueva York y comenzó a trabajar en la editorial Doubleday. Pocos años después se convertiría, recorriendo Estados Unidos como columnista y reportero, en uno de los periodistas más prestigiosos de su época.

Su primera novela, La librería ambulante, fue publicada en 1917; en 1919 apareció su continuación, La librería encantada. Su novela Kitty Foyle, publicada en 1939 y trasladada al cine con el mismo título (en España como Espejismo de amor), fue uno de los grandes éxitos de crítica y público del momento.

Inteligente, lúcido y sofisticado, fue un escritor de éxito y al mismo tiempo un escritor de culto. Se ha dicho de él, comparándolo con Noel Coward, que su refinamiento era indudablemente británico. Sutil humorista, dijo de sí mismo que amaba tanto a Shakespeare como al Conan Doyle de las aventuras de Sherlock Holmes. Sin embargo, sus dos grandes maestros fueron compatriotas suyos: Walt Whitman y Mark Twain. El eco de su obra se encuentra en escritores de distintos países y generaciones: de Kingsley Amis a Tom Wolfe.

FRAGMENTOS DE LA NOVELA

   «¡Dios!», dijo, «cuando le vendes un libro a alguien no solamente le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y pegamento. Le estás vendiendo una vida totalmente nueva. Amor, amistad y humor y barcos que navegan en la noche. En un libro cabe todo, el cielo y la tierra, en un libro de verdad, quiero decir. ¡Repámpanos! Si en lugar de librero fuera panadero, carnicero o vendedor de escobas la gente correría a su puerta a recibirme, ansiosa por recibir mi mercancía. Y heme aquí, con mi cargamento de salvaciones eternas. Sí, señora, salvación para sus pequeñas y atribuladas almas. Y no vea cómo cuesta que lo entiendan. Solo por eso vale la pena. Estoy haciendo algo que a nadie se le ha ocurrido desde Nazareth, Maine, hasta Walla Walla, Washington. ¡Es un nuevo campo, pero vaya si vale la pena! Eso es lo que este país necesita: ¡más libros!»
[…]

 

   «Amigos míos», dijo el señor Mifflin, «¿recordáis el chiste de Abe Lincoln sobre un perro? Si llamáis pata a la cola, dijo Abe, ¿cuántas patas tiene un perro? Cinco, me diréis. No, diría Abe, porque llamar pata a una cola no hace que la cola se convierta en pata. Pues bien, muchos de nosotros estamos en la situación de la cola de aquel perro. Que nos llamen hombres no nos convierte en hombres. Ninguna criatura sobre la faz de la tierra tiene derecho a creerse un ser humano a menos que esté en posesión de un buen libro.»

 

 

 

Frases y citas célebres sobre la lectura

Adquirir el hábito de la lectura y rodearnos de buenos libros es construirnos un refugio moral que nos protege de casi todas las miserias de la vida. W. Somerset Maugham

Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía. John F. Kennedy

Borra muchas veces si quieres escribir cosas dignas de ser leídas. Horacio

Buscad leyendo y hallaréis meditando. San Juan de la Cruz

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Cada hombre es un volumen, si sabemos cómo leerlo. William Ellery Channing

Cada lector se encuentra a sí mismo. El trabajo del escritor es simplemente una clase de instrumento óptico que permite al lector discernir sobre algo propio que, sin el libro, quizá nunca hubiese advertido. Marcel Proust

Cada vez que releo a Nietzche me parece que ya no hace falta decir nada más, y basta citarlo. André Gide

Comienzo declarando al lector que, en todo cuanto he hecho en el curso de mi vida, bueno o malo, estoy seguro de haber merecido elogios y censuras, y que, por tanto, debo creerme libre. Giacomo Casanova

Creo que lo más importante a la hora de escribir es pensar que algún lector necesitado espera con ansias ese texto. Comencé a escribir pensando en lo que quería leer. Si mantienes esa premisa, quieras o no, serás honesto. Susan Sontag

Cuando era joven leía casi siempre para aprender; hoy, a veces, leo para olvidar. Giovanni Papini

Cuando leemos, creamos nuestras propias imágenes y asociaciones. El libro vive dentro de nosotros, se reinventa en nosotros a medida que lo vamos leyendo. Jostein Gaarder

Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él. Nicolás Avellaneda

¡Cuántas veces la lectura de un libro no ha sido la encrucijada que ha cambiado de curso la vida de una persona! Henry David Thoreau

Cuanto más se lee, menos se imita. Jules Renard

Cuanto menos se lee más daño hace lo que se lee. Cuantas menos ideas tenga uno y más pobres sean, más esclavo será de esas pobres y pocas ideas. Miguel de Unamuno

Cultura significa que ha ampliado su experiencia a través de la lectura y la reflexión. Joseph Epstein

Dime lo que lees y te diré quién eres, eso es verdad, pero te conoceré mejor si me dices lo que relees. François Mauriac

El propósito de la lectura no es conseguir que se vendan más libros, sino que los lectores disfruten más de la vida. George Holbrook Jackson

El que lee mucho intentará algún día escribir. William Cowper

El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho. Miguel de Cervantes

El ver mucho y leer mucho aviva los ingenios del hombre. Miguel de Cervantes

Elegir la lectura es tan necesario como elegir los alimentos. John Ruskin

En cada lector futuro, el escritor renace. Julio Ramón Ribeyro

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En el espejo del mundo, no me veo muy claro. Dios desafina la orquesta y yo intento sonar… Con ese dedo que acusa, yo tendré cuidado. Amo al lector que entre líneas espía al juglar. Miguel Abuelo

En la lectura debe cuidarse de dos cosas: escoger bien los libros y leerlos bien. Jaime Balmes

En muchas ocasiones la lectura de un libro ha hecho la fortuna de un hombre, decidiendo el curso de su vida. Ralph Waldo Emerson

En ocasiones pienso que el premio de quienes escribimos duerme, tímido y virginal, en el confuso corazón del lector más lejano. Camilo José Cela

Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro. Groucho Marx

Gran diferencia existe entre la persona que pide leer un libro y la que pide un libro para leer. Gilbert Keith Chesterton

Hacia la vejez, suele ser más agradable reeleer que leer. Pío Baroja

Hay gente que lee para no tener que pensar. Georg Christoph Lichtenberg

Hay que leer para cultivar el encanto personal del aspecto físico y del sabor de la palabra. Lin Yutang

Incluso para el éxito momentáneo no basta con que una obra sea escrita con los atractivos propios del tema: tiene también que ser escrita con los atractivos propios del lector. Joseph Joubert

La educación ha logrado que las personas aprendan a leer, pero es incapaz de señalar lo que vale la pena leer. George Travelyan

La escritura puede, ciertamente, ser peligrosa. Peligrosa para el lector –si es lo suficientemente poderosa para cambiar su concepción del mundo– y peligrosa para el escritor. Paul Auster

La gente no lee, en general, si tiene otra cosa con qué distraerse. Samuel Johnson

La lectura de libros contribuye a la construcción mental del joven. Los lectores no se limitan a expandir sus horizontes, sino también el núcleo de su identidad. Jostein Gaarder

La lectura de un buen libro es como una conversación con el autor en la cual sólo nos descubre sus mejores pensamientos. René Descartes

La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta. André Maurois

La lectura equipa la mente solamente con los materiales para el conocimiento, es pensando como hacemos nuestros esos conocimientos. John Locke

La lectura es a la inteligencia lo que el ejercicio es al cuerpo. Enrique Rojas

La lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo. Joseph Addison

La lectura es a veces una estratagema para eludir pensar. Arthur Helps

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La lectura es como el alimento; el provecho no está en proporción de lo que se come, sino de los que se digiere. Jaime Balmes

La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren. Francis de Croisset

La lectura es una conversación con los hombres más ilustres de los siglos pasados. René Descartes

La lectura hace al hombre completo; la conversación lo hace ágil, el escribir lo hace preciso. Francis Bacon

La lectura no da al hombre sabiduría; le da conocimientos. W. Somerset Maugham

La radio marca los minutos de la vida; el diario, las horas; el libro, los días. Jacques de Lacretelle

Lee los buenos libros primero; lo más seguro es que no alcances a leerlos todos. Henry David Thoreau

Leed mucho, pero no muchas cosas. Plinio el Joven

Leemos mal el mundo y después decimos que nos engaña. Rabindranath Tagore

Leer a los mejores escritores no nos convertirá en mejores ciudadanos. Harold Bloom

Leer es multiplicar y enriquecer la vida interior. Nicolás de Avellaneda

Leer es pensar con el cerebro ajeno en lugar de hacerlo con el propio. Arthur Schopenhauer

Leer para saber; para obrar, recapacitar. Proverbio

Leer sin reflexionar es igual que comer sin digerir. Edmund Burke

Leer y entender es algo; leer y sentir es mucho; leer y pensar es cuanto puede desearse. Anónimo

Leyendo descubrimos nuestro mundo, nuestra historia y a nosotros mismos. Daniel J. Boorstin

Lo que se escribe sin esfuerzo se lee, de ordinario, sin gusto. Samuel Johnson

Los placeres que proporciona la lectura son de todo tiempo y de cualquier lugar, y son los únicos que puede renovar a su albedrío. Nicolás Avellaneda

Los que escriben con claridad tienen lectores; los que escriben oscuramente tienen comentaristas. Albert Camus

Los que saben ocuparse en cualquier lectura útil y agradable, jamás sienten el tedio que devora a los demás hombres en medio de las delicias. François Fénelon

Charles Courtney Curran (1861-1942) - Muchacha leyendo

Mediante la lectura nos hacemos contemporáneos de todos los hombres y ciudadanos de todos los países. Antoine Houdar de La Motte

Mucho antes de sentir que escribía yo ya era, creo, un buen lector y hasta diría, un muy buen lector. Abelardo Castillo

Mucho de lo que se lee sin esfuerzo ninguno, ha sido escrito con un gran esfuerzo. Enrique Jardiel Poncela

Mucho más importante que recomendar libros es fomentar el amor a la lectura. Burrhus Frederic Skinner

Nada enriquece tanto los sentidos, la sensibilidad, los deseos humanos, como la lectura. Estoy completamente convencido de que una persona que lee, y que lee bien, disfruta muchísimo mejor de la vida, aunque también es una persona que tiene más problemas frente al mundo. Mario Vargas Llosa

No debe leer uno para devorarlo todo, sino para ver lo que puede aportarle alguna utilidad. Henrik Ibsen

No deseo conversar con un hombre que haya escrito más de lo que ha leído. Samuel Johnson

No hay dos personas que lean el mismo libro. Edmund Wilson

No hay espectáculo más hermoso que la mirada de un niño que lee. Günter Grass

No hay lector que le dicte a un narrador honesto lo que debe escribir. Hay, si, un lector que está allí enfrente del escritorio y que es más inteligente que yo y puede juzgar. Es un lector ideal, claro. Con él me mido. Pero, de alguna manera, está hecho a mi semejanza. Andrés Rivera

No hay ninguna lectura peligrosa. El mal no entra nunca por la inteligencia cuando el corazón está sano. Jacinto Benavente

No interesa leer muchos libros, sino buenos libros. Lucio Anneo Séneca

No se deberían leer más que los libros que nos pican y nos muerden. Si el libro que leemos no nos despierta con un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo? Franz Kafka

Nunca tuve una tristeza que una hora de literatura no hay conseguido disipar. Montesquieu

Para que el hombre sea fuerte debe comer regularmente, y para que sea sabio debe leer siempre. Jeremy Collier

Prefiero ser un hombre pobre en un desván con un montón de libros que un rey que no ama la lectura. Thomas Macaulay

Si a cambio de mi amor a la lectura viera a mis pies los tronos del mundo, rehusaría el cambio. François Fénelon

Sólo se puede leer por placer.  Jorge Luis Borges

Todos pueden leer, pero sin el hábito de la lectura crítica, es de poco valor. Chapman Cohen

Un hombre que no ha leído a Homero es como un hombre que no ha visto el mar. Hay algo grande de lo que no tiene idea. Walter Bagehot

Un tonto que mucho lee, más tonto se queda. Proverbio

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Uno es lo que lee. Joseph Brodsky

Uno escribe pensando en el lector que lleva dentro. Escribes o intentas escribir el libro que te gustaría leer. Rosa Montero

Uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe. Jorge Luis Borges

Uno no lee para retener lo que ha leído sino para olvidar lo que ha experimentado. Walter Benjamin

Ya que la vida es corta y las horas de descanso pocas, no debemos malgastarlas en leer libros sin valor. John Ruskin

Frases y citas célebres sobre el libro

El libro es fuerza, es valor,
es poder, es alimento;
antorcha del pensamiento
y manantial del amor.
Rubén Darío

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A menudo en tu vida te encontrarás con que un libro es mejor amigo que un hombre. Luigi Setembrini

A veces leo un libro con placer y detesto al autor. Jonathan Swift

A veces los pensamientos nos consuelan de las cosas, y los libros de las personas. Joseph Joubert

Al verme de mis libros rodeado, no envidio más riqueza ni otro estado. Luis Carlos Viada y Lluch

Alguien me dijo que cada ecuación que incluyese en mi libro reduciría las ventas a la mitad. He puesto una ecuación, la famosa ecuación de Einstein E=mc². Espero que esto no asuste a la mitad de mis potenciales lectores. Stephen William Hawking

Algunos escritores aumentan el número de lectores; otros sólo aumentan el número de libros. Jacinto Benavente

Algunos libros son inmerecidamente olvidados; ninguno es inmerecidamente recordado. Wystan Hugh Auden

Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres. Heinrich Heine

Ante ciertos libros uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán? Y al fin libros y personas se encuentran. André Gide

Aunque los libros no hacen bueno o malo al hombre, ciertamente lo hacen mejor o peor. Johan Paul F. Richter

Cada ceremonia o rito tiene valor si se realiza sin alteración. Una ceremonia es un libro en el que una gran parte está escrito. Cualquiera entiende que puede leerlo. Un rito a menudo contiene más de un centenar de libros. George Gurdjieff

Carecer de libros propios es el colmo de la miseria. Benjamin Franklin

Con los libros ocurre lo mismo que con las personas: hay que tomarlos en serio. Cesare Pavese

Creo que no leer libros es peor que quemarlos. Joseph Brodsky

Creo que parte de mi amor a la vida se lo debo a mi amor a los libros. Adolfo Bioy Casares

Cuando acabo un libro, nunca me siento demasiado satisfecho. Pero responde a lo que quería hacer, una vez que conseguí entenderlo, para bien o para mal. Paul Auster

Cuando se lee un libro en según qué estados de alma, sólo se encuentran en el libro interpretaciones de este estado. Georges Duhamel

Debemos usar un libro como las abejas las flores: para absorber su esencia. Charles C. Colton

Desconfíe de todo lo que vea en este libro o en cualquier otro y mantén la mente abierta. Gordon Delamont

Desde que descubrí los libros y las bibliotecas, para mí, cada día del año es Navidad. Jean Fritz

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Detesto prestar un libro que amo (nunca me parece igual cuando me lo devuelven). Lucy Montgomery

Donde se quiere a los libros también se quiere a los hombres. Heinrich Heine

El afortunado hallazgo de un solo libro puede haber cambiado el destino de un hombre. Marcel Proust

El autor que habla de sus propios libros es peor que la madre que sólo habla de sus hijos. Benjamin Disraeli

El autor sólo escribe la mitad del libro. De la otra mitad debe ocuparse el lector. Joseph Conrad

El destino de muchos hombres depende de haber tenido o no una biblioteca en su casa paterna. Edmondo de Amicis

El escritor original no es aquel que no imita a nadie, sino aquel a quien nadie puede imitar. François René Chateaubriand, Vizconde de Chateaubriand

El gran inconveniente de los nuevos libros es que nos privan de leer los antiguos. Joseph Joubert

El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma. Marcel Prévost

El libro bueno es el amigo que todo lo da y nada pide. El maestro generoso que no regatea su saber ni se cansa de repetir lo que sabe. El fiel transmisor de la prudencia y de la sabiduría antigua. El consuelo de las horas tristes. El que hace olvidar al preso su cárcel y al desterrado su nostalgia. El sedante de los grandes afanes, que va dondequiera que vayamos con nuestro dolor. El mentor de las grandes decisiones. El que ablanda el corazón en los momentos de dureza, o nos vigoriza cuando empezamos a flanquear. Y después de ser todo esto, tiene la soberana grandeza de no hipotecar nuestra gratitud. Una vez leído lo volvemos sencillamente al estante, o lo dejamos olvidado en el asiento de un tren. Es igual. Ni nos guardará rencor si no se lo hemos agradecido. Gregorio Marañón

El libro enriquece igualmente la soledad y la compañía… La vida muere, los libros permanecen. Alfonso Reyes

El libro es el salvavidas de la soledad. Gómez de la Serna

El libro es una pértiga que permite dar saltos inimaginables en el espacio y en el tiempo; el testigo de la más hermosa carrera de relevos; un infalible e íntimo amigo silencioso. Antonio Gala

El libro que no se dirige a la mayoría (en número e inteligencia) es un libro tonto. Charles Baudelaire

El libro que no se lee no ayuda. Jim Rohn

El libro que no soporta dos lecturas no merece ninguna. Padre José Luis Martín Descalzo

El libro que recitas, Fidentino, es mío; pero cuando lo recitas mal, empieza a ser tuyo. Marco Valerio Marcial

El libro, objeto frágil y poderoso, nos permite compartir la imaginación del mundo. Carlos Fuentes
El mundo es un libro, y quienes no viajan leen sólo una página. San Agustín

El mundo está hecho de libros preciosos, que nadie lee. Umberto Eco

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El mundo fue hecho para dar lugar a un libro hermoso. Stéphane Mallarmé

El mundo llama inmorales a los libros que le explican su propia vergüenza. Samuel Johnson

El que mata a un hombre, mata a un ser de razón, imagen de Dios; pero quien destruye un libro, mata la razón misma, mata la imagen de Dios, como era en el ojo. John Milton

El Quijote no es solo uno de los libros más leídos del mundo, sino uno de los menos leídos si contamos la gente que no lo ha leído. Jaume Perich

El recuerdo que deja un libro es a veces más importante que el libro en sí. Adolfo Bioy Casares

El solo ingenio no puede formar un escritor. Debe haber un hombre detrás del libro. Ralph Waldo Emerson

En el final de los libros nunca hay placer, si son buenos porque duele que se acaben, si son malos porque no se llega. Noel Clarasó

En este libro nada es verdad. Kurt Vonnegut

En los libros reside el alma entera del pasado. Thomas Carlyle

Es más fácil quedarse con un libro que con su contenido. Bernard Le Bovier de Fontenelle

Es más importante tener buenos libros que tener muchos, porque la lectura de un libro especial es provechosa, y la de muchos, solamente agradable. Marco Anneo Séneca

Es un buen libro aquel que se abre con expectación y se cierra con provecho. Louisa May Alcott

Es un error creer que siempre van a existir los libros. La raza humana no los ha necesitado durante millares de años; puede decidir hacer otra vez lo mismo. Edward Morgan Forster

Escriba libros sólo si lo que va a decir en ellos usted nunca se lo confiaría a nadie. Émile Michel Cioran

Escribir un libro ha de ser como cernir el trigo. Doménico Cieri Estrada

Estiman algunos los libros por la corpulencia, como si se escribieran para ejercitar ante los brazos que los ingenios. Baltasar Gracián

Gastar dinero en libros es una inversión que siempre rinde buenos dividendos. Benjamin Franklin

Guárdate del hombre de un solo libro. Benjamin Disraeli

Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga. Francisco de Quevedo

Hay libros cuya belleza formal es tan apretada, tan concluida, tan severa, que nada nuestro puede insertarse en ellos. Su superficie compacta y lisa no nos ofrece resquicio alguno. Nos queda sólo la posibilidad de aquiescencia o de rechazo. Victoria Ocampo

Hay libros que no parecen escritos para que la gente aprenda, sino para que se entere de que el autor ha aprendido algo. Goethe

Hay peores cosas que quemar libros, una de ellas es no leerlos. Ray Bradbury

Hay solo dos cosas con las que uno se puede acostar: una persona y un libro. Ray Bradbury

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Hay unos libros tan gordos que más parecen escritos para hacer brazo que para hacer inteligencia. León Daudí

Hay libros que no parecen escritos para que la gente aprenda, sino para que se entere de que el autor ha aprendido algo. Goethe

Haz de los libros tu cena, y te saciaras de sus delicias. Deja que te hagan de colchón y gozarás de noches reposadas y tranquilas. Anónimo

He buscado en todas el sosiego, y no lo he encontrado sino sentado en un rincón con un libro en las manos. Thomas de Kempis

Incluso los malos libros son libros, y por lo tanto sagrados. Günter Grass

La biblioteca de un escritor debe estar formada por cinco o seis libros, que son todas las fuentes que hay que releer todos los días. En cuanto a los demás libros, es bueno conocerlos y basta. Gustave Flaubert

La mejor característica de un libro es que provoque reacciones en el lector y le empuje a actuar. Thomas Carlyle

La radio marca los minutos de la vida; el diario, las horas; el libro, los días. Jacques de Lacretelle

La verdadera universidad de hoy en día es una colección de libros. Thomas Carlyle

Las personas libres jamás podrán concebir lo que los libros significan para quienes vivimos encerrados. Ana Frank

Lee los buenos libros primero; lo más seguro es que no alcances a leerlos todos. Henry David Thoreau

Leer un libro enseña más que hablar con su autor; porque el autor sólo ha puesto en el libro sus mejores pensamientos. René Descartes

Libro que no vale mucho, no vale nada. Ruskin

Libros, amigos y vino, sean antiguos. Proverbio

Libros cultos doctoran ignorantes. Francisco de Quevedo

¡Libros! Los libros son el regalo más grande que una persona puede dar a otra. Bono

Libros no son hombres y sin embargo se mantienen vivos. Henry Ward Beecher

Literatura es mi Utopía. No hay barrera de sentidos que me pueda quitar este placer. Los libros me hablan sin impedimentos de ninguna clase. Helen Keller

Lo mejor de mí se lo debo a los libros. Máximo Gorki

Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir: “Estoy releyendo…” y nunca: “Estoy leyendo…” Italo Calvino

Los funcionarios son como los libros de una biblioteca: los que están en los lugares más altos son los que menos sirven. Paul Masson

Los hombres grandes y buenos no mueren ni aun en este mundo. Embalsamados en libros, sus espíritus perdurarán. El libro es una voz viviente. Es una inteligencia que nos habla y que escuchamos. Samuel Smiles

Los libros antiguos son los libros de la juventud del mundo, y los nuevos son el fruto de su tiempo. Oliver Wendell Holmes

Los libros hacen libre al que los quiere bien. Vicente Espinel

Los libros han ganado más batallas que las armas. Lupercio Leonardo de Argensola

Los libros largos, cuando se leen, son normalmente sobrevalorados, porque el lector quiere convencer a los demás y a sí mismo de que no ha perdido el tiempo. Edward Morgan Forster

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Los libros me enseñaron a pensar, y el pensamiento me hizo libre. Ricardo León

Los libros no deben clasificarse nunca. Clasificarlos es una ciencia, pero no clasificarlos es un arte. Lin Yutang

Los libros poseen siempre más ingenio que los hombres con los que nos encontramos. Condesa de Albany

Los libros que yo escribo no están en mi biblioteca. El lugar de un libro tuyo es la biblioteca de otro. Abelardo Castillo

Los libros sirven para demostrarnos que nuestras reflexiones y pensamientos de los que tanto nos enorgullecemos por considerarlos originales no son, en realidad, tan originales como pensábamos. Abraham Lincoln

Los libros sólo tienen valor cuando conducen a la vida y le son útiles. Hermann Hesse

Los libros son abejas que transportan el polen de la sabiduría de una mente a otra». James Russell Lowell

Los libros son amigos que nunca decepcionan. Thomas Carlyle

Los libros son como los amigos, no siempre es el mejor el que más nos gusta. Jacinto Benavente

Los libros son compañeros del solitario, amigos del desamparado, solaz del tedioso, contento del descorazonado y sostén del desvalido. Orison S. Marden

Los libros son compañeros, maestros, magos, y banqueros de los tesoros de la mente. Son portadores de civilización. Bárbara Wertheim Tuchman

Los libros son el más constante y estable de los amigos; el más sabio y accesible de los consejeros y el más paciente de los maestros. Charles W. Eliot

Los libros son los mejores amigos: nos dan consejo en la vida y consuelo en la aflicción. Richard Withelock

Los libros son mi aliento, mi vida y mi futuro. Fiódor Dostoievski

Los libros son sepulcros del pensamiento. Henry Wadsworth Longfellow

Los libros son uno de los pocos productos que se libran de la sospecha de ser cancerígenos. Aconsejo su consumo. Pere Calders

Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la ambición les impiden decirme lo que debo hacer. Alfonso II de Aragón

Los libros tienen los mismos enemigos que el hombre: el fuego, la humedad, los bichos, el tiempo, y su propio contenido. Paul Válery

Los libros tienen su orgullo. Cuando se prestan, no vuelven nunca. Theodor Fontane

Los libros útiles deben volver a ser leídos, ya que presentan nuevas fases, no sólo a cada lector, sino a cada siglo, incluso a cada edad de cada individuo. Jacob Burckhardt

Los malos libros provocan malas costumbres, y las malas costumbres provocan buenos libros. René Descartes

Los mejores libros son aquellos que todo el mundo, al leerlos, piensa que lo mismo habría dicho él. Pascal

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Los que leen muchos libros son como los masticadores de hachís: viven en su sueño, y el veneno sutil que penetra en sus cerebros los hace insensibles al mundo real. Anatole France

Más de un libro hubiera sido mucho más claro si no hubiera querido ser tan enteramente claro. Immanuel Kant

Más países se conquistan con los libros que con las armas. Abate Galiani

Más que a los hombres, prefiero estudiar los libros. Francis Bacon

Me gusta tocar un libro, respirarlo, sentirlo, llevarlo… ¡Es algo que una computadora no ofrece! Ray Bradbury

Me parece que mientras uno no haya leído todos los buenos libros antiguos no tiene ninguna razón para empezar a leer los nuevos. Montesquieu

Mis libros están siempre a mi disposición, nunca están ocupados. Marco Tulio Cicerón

Mis libros son el equivalente literario a un Big Mac con una gran ración de patatas fritas. Stephen King

Mis primeras patrias fueron los libros. Y, en menor grado, las escuelas. Marguerite Yourcenar

Nadie nunca lee un libro. Se lee a sí mismo a través de los libros. Romain Rolland

Ningún hombre carece de amigos mientras cuenta con la compañía de buenos libros. Johann Christoph Friedrich Schiller

Ningún libro, como ninguna buena casa, muestra todo su mérito desde un principio. Thomas Carlyle

Ningún ser humano que tenga a Dios y tenga libros tiene derecho a considerarse falto de amigos. Elizabeth Barrett Browning

Ninguna otra fragata nos lleva a todas partes como el libro. Emily Dickinson

No deseamos que los libros nos vuelvan mejores, sino más felices que aquellos que los hicieron; que tengan carne y sangre, ingenio y alma. Odiamos -o, cuando menos, ya no sabríamos admirar- los talentos puros. Joseph Joubert

No es posible vivir sin libros. Thomas Jefferson

No existen libros morales o inmorales. Sólo libros bien o mal escritos. Oscar Wilde

No hay libro tan malo del que no se pueda aprender algo bueno. Plinio el Joven

No hay libro tan malo que no tenga algo bueno. Miguel de Cervantes Saavedra

No hay ningún libro por pobre que sea que no sea un prodigio. Ben Jonson

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No hay ninguna razón para que a un mismo hombre le guste los mismos libros a los 18 que a los 48 años. Ezra Pound

No interesa el que leas muchos libros, mas interesa mucho el que sean buenos los que leas. Séneca

No son nuestros libros lo que sobreviven, sino nuestras pobres vidas, las que subsisten en las historias que narramos en ellos. François Mauriac

Nuestros padres juzgaban los libros a través de su gusto y de su razón. Nosotros los juzgamos a través de las emociones que nos causan. ¿Este libro puede perjudicar o puede servir? ¿Es apropiado para perfeccionar o para corromper el espíritu? ¿Hará el bien o hará el mal? Las grandes preguntas que nuestros antecesores se planteaban. Nosotros preguntamos: ¿Causará placer este libro? Joseph Joubert

Nunca leas un libro acabado de publicar. Espera al menos un año y si entonces todavía se habla del libro, decide si leerlo o no. Ralph Waldo Emerson

 Ocurre lo mismo con ciertos fragmentos luego de haber leído los libros completos. Joseph Joubert

Para llevarnos a tierras lejanas no hay mejor fragata que un libro. Emily Dickinson

Pienso que los únicos libros capaces de influenciarnos son aquellos para los cuales estamos preparados, cuyas ideas han sido capaces de penetrar más profundamente en nuestro interior de lo que nosotros mismos hemos sido capaces. Edward Morgan Forster

Por el grosor de la capa de polvo que cubre el lomo de los libros de una biblioteca pública puede medirse la cultura de un pueblo. John Steinbeck

Publicamos nuestro libros para librarnos de ellos, para no pasar el resto de nuestras vidas corrigiendo borradores. Jorge Luis Borges

Recuerda que yo existo porque existe este libro, que puedo suicidarnos con romper una página. Luís García Montero

Sabes que has leído un buen libro cuando al cerrar la tapa después de haber leído la última página te sientes como si hubieras perdido a un amigo. Paul Sweeney

¿Sabías que la libertad existe en un libro escolar? Jim Morrison

Se ha de leer mucho, pero no muchos libros; ésta es una regla excelente. Jaime Balmes

Si mi libro es una mentira, que lo digan las personas que quieran leerlo. Si es una calumnia, que lo diga también esta gente. Que el pueblo soviético y los lectores soviéticos, para los que escribo desde hace treinta años, juzguen lo que es verdadero y lo que es falso en mi libro. Vasili Grossman

Si no podéis disfrutar leyendo un libro repetidas veces, de nada sirve leerlo ni una sola vez. Oscar Wilde

Son pocos los libros que pueden gustarnos toda la vida. Hay algunos de los que nos cansamos con el tiempo, con el saber y con la sensatez. Joseph Joubert

Su libro es bueno y original, pero la parte que es buena no es original y la parte que es original no es buena. Samuel Johnson

Tanto o más importante que saber los alimentos que hemos de comer para estar sanos es saber los libros que hemos de leer para ser sabios. Robert S. Smith

Teme al hombre de un solo libro. Santo Tomás De Aquino

Ten cuidado con la lectura de los libros sobre la salud. Podrías morir de una errata de imprenta. Mark Twain

Terminado, el libro empieza. Carlos Fuentes

Toda biblioteca personal es un proyecto de lectura. José Gaos

Todas las cosas del mundo llevan a una cita o a un libro. Jorge Luis Borges

La Biblioteca de Barcarrota

Todas las frases en el libro de la vida, si son leídas hasta el final, van a terminar en una interrogación. Fernando Pessoa

Todo libro es lo que su escritor es, pero está tan deformado por la imaginación que no puedes «traducirlo» fácilmente a tu peripecia cotidiana. Rosa Montero

Todo libro que ha sido echado a la hoguera ilumina al mundo. Ralph Waldo Emerson

Todos los libros pueden dividirse en dos clases: libros del momento y libros de todo momento. John Ruskin

Tomo un libro y te descubro en cada página, vago en ti ebrio y perturbado. Nikolái Gumiliov

Triste destino del libro prestado, a menudo perdido, siempre estropeado. Thomas Leclerq

Una casa sin libros es una casa sin dignidad. Edmondo de Amicis

Un ángulo me basta en mis lares, un libro y un amigo, un sueño breve, que no perturben deudas ni pesares. Francisco de Rioja

Un buen libro es aquel que cuando terminas de leerlo te entran ganas de pagarle una copa a su autor. Martin Amis

Un buen libro es aquel que se abre con expectación y se cierra con provecho. Amos Bronson Alcott

Un buen libro es el mejor de los amigos, lo mismo hoy que siempre. Rubén Darío

Un buen libro es la esencia más pura del alma humana. Thomas Carlyle

Un buen libro es preciosa sangre de vida de un espíritu magistral, embalsamado y atesorado con el propósito de dar vida más allá de la vida. John Milton

Un buen libro no es aquel que piensa por ti, sino aquel que te hace pensar. James McCosh

Un buen libro no sólo se escribe para multiplicar y transmitir la voz, sino también para perpetuarla. John Ruskin

Un clásico es un libro que nunca ha cesado de contar lo que tiene que contar. Italo Calvino

Un día leí un libro y toda mi vida cambió. Orhan Pamuk

Un hallazgo afortunado de un libro puede cambiar el destino del un alma. Marcel Prévost

Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma. Marco Tulio Cicerón

Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora. Proverbio hindú

Un libro de cabecera no se escoge, se enamora uno de él. José Luis de Vilallonga

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Un libro debe ser como un rompehielos para penetrar en los mares congelados en nuestras almas. Franz Kafka

Un libro debería siempre ser un verdadero lazo de unión entre aquél que lo escribe y aquél que lo lee. Laure Conan

Un libro es como un jardín que se lleva en el bolsillo. Proverbio árabe

Un libro es un regalo estupendo, porque muchas personas sólo leen para no tener que pensar. André Maurois

Un libro es una botella arrojada al mar en la que esta etiqueta se adjuntarán: ábrala quien pueda. Alfred Victor De Vigny

Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo; hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos. Jorge Luis Borges

Un libro es una versión del mundo. Si no te gusta, ignóralo u ofrece tu propia versión. Salman Rushdie

Un libro ha de ser un hacha con la que romper el mar helado dentro de nosotros. Franz Kafka

Un libro no acabará con la guerra ni podrá alimentar a cien personas, pero puede alimentar las mentes y, a veces, cambiarlas. Paul Auster

Un libro no es inofensivo simplemente porque nadie se sienta ofendido por él. Thomas Stearns Eliot

Un libro no es nunca una obra maestra: se convierte en ella. Edmond y Jules Goncourt

Un libro no hace daño a nadie; un libro no es ni una ley ni un veredicto. Ernest Wiechert

Un libro que se cierra no es más que un bloque. Thomas Fuller

Un libro se mide por el bien que produce. Doménico Cieri Estrada

Un libro tiene que ser el hacha que rompa nuestra mar congelada. Franz Kafka

Un libro vale por la novedad de los problemas que crea, anima o reanima. Paul Válery

Un libro, como un viaje, comienza con inquietud y se termina con melancolía. José Vasconcelos

Un mismo libro nunca es el mismo: por eso volver a leer a veces resulta hasta más estimulante que descubrir nuevos libros. Roberto Cotroneo

Una obra clásica es un libro que todo el mundo admira, pero que nadie lee. Ernest Hemingway

20140701111309_00001.1¡Y sin embargo, algunas personas dicen que se aburren! ¡Démosles libros! ¡Démosles fábulas que los estimulen! ¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

Yo no calificaría de lecturas serias a la lectura de libros que tratan temas muy profundos, sino a los libros bien hechos y, sobre todo, bien escritos. Gustave Flaubert

Amigo de los amigos,
huésped de predilección,
eres amigo y maestro,
confidente y confesor;
compañero en las vigilias,
en la pereza aguijón;
en la soledad, recreo,
y en los caminos mentor.
Serafín y Joaquín Álvarez Quintero