“Dichos y modismos del lenguaje extremeño”, de Eleuterio Gómez Sánchez

El cacereño Eleuterio Gómez Sánchez nos ofrece en este libro, titulado Dichos y modismos del lenguaje extremeño, como él mismo nos expresa «en unas cuatro mil palabras y expresiones, un vocabulario muy típico en toda Extremadura, buena parte de la Sierra de Salamanca, montañas de León, Zamora y parte de Asturias, zonas de Ávila muy próximas a Cáceres, también en toda Sudamérica, Puerto Rico, Panamá y la Raya en Portugal, próxima a Extremadura».

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El propio autor nos aclara cómo se gestó la obra: «El caso es que el autor se entera por casualidad, un buen día, de un pequeño vocabulario extremeño que llegó a sus manos y a partir de ahí se pone manos a la obra, para la localización del causante del mismo.

Por tanto, vaya mi agradecimiento y dedicatoria, en primer lugar, a la memoria de mi buen amigo y paisano (q.e.p.d.) el ilustre Odontólogo D. Antonio Murga Bohigas, autor, en este caso, del citado vocabulario y sin el cual éste no hubiera podido salir a la luz.

Fueron muchas horas allá por los años setenta. Una vez recopilado el trabajo, yo diría un cincuenta por ciento cada uno, que considero de un mérito extraordinario por su parte, ya que con una enfermedad tan traicionera y faltándole a D. Antonio ambos miembros inferiores, aún con los dolores que tenía que soportar, sacaba fuerzas para pensar en Extremadura, en su pueblo Valencia de Alcántara, al que amaba, a su esposa Rosario (hoy fallecida) por aguantarnos esta maravillosa Señora todos los fines de semana en su casa, con nuestra máquina de escribir, haciendo fichas, colocación de ficheros (desde luego manuales) y a su hijo Antonio, después de la muerte de ambos, por recuperar y facilitarme la mayor parte de la documentación que había quedado a medias y que con tanto cariño habíamos creado. Muchas gracias a ese hijo tan estupendo, que sin nada a cambio, me presenta un día lo que su padre dejó a medias.

Mi pueblo, llamado Ovejuela-Pinofranqueado, en Las Hurdes Bajas, donde viví hasta que, por imperativo legal, tuve que hacer la mili en Madrid. Luego ya me quedé en la capital y solamente aparecía por allí en vacaciones. Si se pueden llamar vacaciones, yendo de pueblo en pueblo, recuperando parte de nuestra historia extremeña, que me costó unos ocho veranos, e invitando de vez en cuando a los abuelos que tomaban sus vinos en la taberna, para tratar de saber cosas de ellos. Qué sabiduría popular tenían. En la mayor parte de esta documentación se puede contrastar la zona de influencia, dónde se pronuncia, así como el autor que facilitó la palabra o frase. Por tanto, volviendo a nuestro encuentro, D. Antonio dijo: “Debemos, Eleuterio, refundir en un solo libro, tanto mi pequeño vocabulario, como el material de mi propiedad, que él consideró de interés y así se conseguiría algo más interesante”. Después de un paréntesis de unos años (por el fallecimiento de éste) he iniciado aquella idea y aquí está a disposición de ustedes».

El vocabulario recopilado por Eleuterio Gómez se complementa con algunas máximas y frases típicas de diversas zonas extremeñas. En cada palabra o expresión nos ofrece, además de su definición o interpretación, la fuente y el lugar de procedencia de la misma.

Resulta de un gran valor este trabajo de Eleuterio Gómez por dejar constancia escrita y por transmitir a las nuevas generaciones el rico patrimonio lingüístico y cultural de Extremadura, evitando así su posible perdida.

«No cabe duda de que el hombre es hijo del paisaje y hoy, desgraciadamente, hemos tergiversado el lenguaje, influidos por los medios de comunicación, especialmente la radio y la televisión. Qué vocabulario más rico hemos heredado de los campesinos –especie también en vías de extinción–.

Pues bien, Eleuterio Gómez ha tenido la paciencia franciscana –por algo el Santo de Asís estuvo en los aledaños de Ovejuela, pueblo natal de Eleuterio– de bucear aquí y allá hasta mostrarnos estos usos y palabras, que nos hablan con acento muy propio y peculiar. El autor se ha sumergido en luna bibliografía variada y nos regala este diccionario, fruto de una tarea constante, de leer y consultar.

Estoy, pues, muy satisfecho por el trabajo de Eleuterio Gómez, por el don con que nos lo da, por esa memoria recuperada y nunca perdida, y porque todo está en los libros. Si Eleuterio Gómez no las hubiera recogido –frases y palabras– recopilado y ordenado, algo, sin duda, no tendríamos, un día habrían desaparecido, pero ahí está él y su labor de notario para que el viento nos suene a antaño y queden, como Dios manda, en su sitio; no se pierdan. Todo está en los libros. Gracias, Eleuterio».

Fragmento del prólogo. J. A. Pérez Mateos, escritor y periodista.

SINOPSIS

Les presento a los lectores, en unas cuatro mil palabras y expresiones, un vocabulario muy típico en toda Extremadura, buena parte de la Sierra de Salamanca, montañas de León, Zamora y parte de Asturias, zonas de Ávila muy próximas a Cáceres, también en toda Sudamérica, Puerto Rico, Panamá y la Raya en Portugal, próxima a Extremadura. Por la lectura de algún cuadernillo que me ha llegado, he ido consiguiendo de los distintos pueblos citados y amigos que han ido aportando sus dichos, se han recogido en este modesto vocabulario y en el mismo, se muestra que puede existir un espacio lingüístico común fijado por el uso hasta mediados del siglo pasado y poco a poco, se ha ido desvirtuando, hasta casi desaparecer. Se trata de un estilo coloquial y un fino humor en las tertulias en su lenguaje cotidiano, donde he intervenido, principalmente en bares y observando a los hombres del campo, hablando con ellos. Conclusión: Que no nos olvidemos nunca, de aquéllos que nos precedieron y debemos conservar su cultura aunque sea a través de los libros y vídeos. Por otro lado, debo pedir perdón por los errores que hay podido cometer, al tratarse de un lenguaje de alguna manera, algo técnico y con el objeto de divulgación. Pues no soy filólogo y esa ha sido mi contestación a alguien que se ha interesado. Ya me hubiera gustado a mi, pero no me fue posible.

ELEUTERIO GÓMEZ SÁNCHEZ

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Foto del autor en el paraje conocido como Juntoveja, próximo al Chorritero y Fuentefría

Eleuterio Gómez Sánchez, porta sus vivencias y aprendizaje en sus Hurdes queridas, nació en la aldea de Ovejuela, Pinofranqueado y muy vinculada a San Francisco de Asís, el Santo viajero. Por algo existe el Convento en ruinas, llamado Nuestra Señora de los Ángeles y que le da nombre al río, como afluente del Alagón. Por algo el autor, emigró como otros muchos a la ciudad y en este caso, opositó para Funcionario y lleva más de cincuenta años en Madrid, donde ha creado una familia, que la conforman ya quince miembros. Pero, que no se ha olvidado de sus raíces extremeñas y pasa buenas temporadas entre los suyos.

ALGUNAS PALABRAS Y EXPRESIONES RECOGIDAS EN EL LIBRO

ABOETAO (Mahizflor – Tierra de Barros): Abotargado, o abotagado. “Hinchado el cuerpo”, generalmente, por enfermedad.
[…]
AGILAR (Emilio Díaz – Oliva de la Frontera): Encaminarse. Se dice: “Al día siguiente, agilaron hacia el campo”.
[…]
A JANCHA PELLEJO (Modesto Montes Trinidad – Cañamero): Tr. Fam. Comer muchísimo, hartarse.
[…]
ALEJINES (Emilio Díaz – Oliva de la Frontera): Cosa baladí, intrascendente. Es la palabra más olivera. Sólo se ha encontrado en Zahínos, algo en Valencia y Villanueva del Fresno, donde existe colonia olivarera. Hablaron mucho tiempo… ¿Sobre qué era? “Era todo alejines”. Rodríguez Perea la recoge como extremeña, en Villanueva.
[…]
CAMARANCHÓN (Antonio Murga – Valencia de Alcántara): Percha construida utilizando algún árbol o rama, por los pastores, para colgar los aperos y otros útiles. En castellano significa esta palabra desván.
[…]
CAMBULLIL (Antonio Murga – Garrovillas): Columpiar: Tr. Mecer al que está en el columpio.
[…]
COGUTINA (Mahizflor – Tierra de Barros): Pájaro algo más pequeño que la alondra y de iguales costumbres. Mujer pequeña. Cariñosamente, se le dice a las niñas.
[…]
CORITO (Santos Coco – Malpartida de Plasencia): M. Guadañador.
[…]
CUYU PAN DEHGARRAH (Canal Rosado – Arroyo de la Luz): ¿De quién eres? ¿Cómo te llamas? [Muy usada en Garrovillas de Alconétar]
[…]
FUSCA (Eleuterio Gómez – Las Hurdes): Cantidad de maleza y arbustos que existen en el terreno, llamada también mogariza.
[…]
GANDALLA (Antonio Reyes Huertas): Tuna. Vida holgazana, libre, vagabunda. Buenos dientes para masticar. Comida o sustento. Buscarse la gandalla es buscarse el sustento. Se dice: “¿Dónde se va?… Por gandalla al mercado”.
[…]
JERRETE (Emilio Díaz – Oliva de la Frontera): Dícese del fruto de las habas cuando, por estar tiernas, pueden comerse, incluso las vainas.
[…]
LAMPUZO (Eloy Azores – Trujillo): Goloso: al que se come lo más escogido. Aficionado a comer golosinas. Que desea o tiene apetito de alguna cosa.
[…]
PIPIRIGAÑA (Antonio Barco Amaya – Almendralejo): En Los Santos y otras poblaciones, picadillo, ensalada.
[…]
ZAMBUYÍAS (Genaro Cajal – Navalmoral de la Mata): Zambullidas son las entradas en el agua para bañarse. En el Partido de Llerena, se cantaba esta copla: “Tú fuiste la que metiste a San Antonio en el pozo y le diste zambuyías, pa que te saliera novio”.
[…]
Revista de Estudios Extremeños” (Garrovillas) Mucho aparato para nada. “Mucho fufú y poco ñiquiñaqui”.

 

 

“Mamaeña, relatos extremeños” de Miguel Herrero Uceda y Elisa Herrero Uceda

Escritos con el corazón para ser leídos «de reciu»

Los hermanos de Ceclavín, Miguel y Elisa Herrero Uceda, vuelven a deleitarnos con esta nueva publicación titulada Mamaeña. El libro contiene un ramillete de entrañables relatos que, al igual que su anterior obra, Ceborrincho, están escritos en la variante altoextremeña del habla dialectal de Extremadura; «el castúo, según el término acuñado por el poeta de Guareña, Luis Chamizo, o el estremeñu como prefieren denominarlo otros lingüistas». Un lenguaje que ofrece ciertas peculiaridades en cada localidad y que, afortunadamente, como hemos podido comprobar, sigue vivo y está presente en el día a día de las gentes de estas tierras. Fue en Garrovillas de Alconétar, localidad colindante con el Ceclavín de los autores de estos relatos, donde escuché, por primera vez, hace ya muchos años, la expresión cuyu pan dehgarrah (¿de quién eres?) que me cogió totalmente fuera de juego. También fue por estas tierras, hace bastante menos, donde una agüelina, un poco sorda, le soltó a mi hija aquello de dímelu ma de reciu.20150507124914_00001

Título: Mamaeña, relatos extremeños

Autores: Miguel Herrero Uceda y Elisa Herrero Uceda

Nº de páginas: 254 págs.

Editorial: Elam Editores

ISBN: 978-84-936585-6-4

Año edición: 2015

Las historias de Mamaeña nos muestran cómo era la vida de nuestros pueblos extremeños allá por los años 50 y 60 del pasado siglo y nos acercan, además, las costumbres y los saberes de aquellos años tan difíciles.

Están narradas con enorme rigor histórico, con gracia, y con extraordinaria sensibilidad tal como solían hacerlo nuestras abuelas. Y nos permiten viajar por distintos parajes del norte de Extremadura; acercándonos a sus tradiciones y costumbres, desarrolladas y transmitidas de generación en generación; y a sus formas de vida sencilla, en armonía con la naturaleza.

«Endi lejus s´adivina a los jombris del campu po la costumbri que tienin, velaí, de estal con la caeza levantá, barruntandu la temperii, amu, mirandu siempre pal cielu; pa vel si lluevi, si escampa, si vieni un nubláu, si da por acabal esti secarrón, si va a cael pedrizu, qué se yo…»

El libro, según sus autores, pretende ser un «homenaje a los saberes tradicionales y a las personas que han vivido en este mundo tan unido a la naturaleza». Con ésta y sus anteriores obras, los hermanos Herrero Uceda, buscan la puesta en valor de nuestras raíces, de nuestra rica cultura extremeña. Decía el gran escritor extremeño Luis Landero que “la mayor tragedia de este siglo es la extinción de la cultura campesina, cultura milenaria e indefensa porque no está registrada en libros, sino en manos de la memoria y la transmisión oral«. Por eso, el trabajo de los hermanos Herrero Uceda, por dejar constancia y dar a conocer a las nuevas generaciones el rico patrimonio cultural de Extremadura, resulta de un valor extraordinario.

«Pertenecemos a una generación que conocimos esta forma de vida, cuando éramos niños, y hemos visto como en poco tiempo se está olvidando todos estos saberes populares. Por eso, hemos querido, a través de estos relatos, poner en valor todo este acervo cultural, para evitar que pueda caer en el olvido, porque sería como perder nuestra memoria colectiva, nuestra propia identidad.

Hablando con las nuevas generaciones nos hemos dado cuenta que muchos jóvenes sienten esa sed por llegar a conocer lo que son sus raíces; notan, quizás, que se han quedado huérfanos de esa trasmisión de sabiduría rural que fluía de padres a hijos. Queremos que, ahora de la mano de estos relatos, puedan vivir esas experiencias junto a los personajes, de modo que serán estos los que les transmitan y les hagan comprender esas realidades de antaño, como si de una máquina del tiempo se tratara.

Los relatos se han fraguado y corren por distintos lugares de la geografía de la Alta Extremadura, trayéndonos aires, paisajes, hablares y sentires del Valle del Alagón, las tierras de Alcántara, las Vegas de Coria, La comarca de Monfragüe, el Valle del Jerte, la Sierra de Gata, Las Hurdes, el Valle del Ambroz y La Vera.

Son relatos de la tierra, de la naturaleza, del entorno rural, escritos en prosa poética, sin que por ello hayamos dejado atrás la dura realidad de aquellos difíciles años que les tocó vivir y sufrir a tantas personas.»

Nota de los autores

SINOPSIS

De los mismos autores que Extremadura en el corazón, Mi Extremadura, la cultura rural y Ceborrincho.

¿Por qué Mamaeña? El nombre de Mamaeña, que da título a esta colección de relatos, e incluso a uno de los propios relatos, lo hemos tomado de la forma habitual que tenían, en muchos pueblos de Extremadura, de llamar a las abuelas, fundiendo la palabra mamá con su nombre de pila: Mamaeña (mamá Eugenia), Mamabeliña (mamá Beliña) o Mamatoñi o Mamarrosa…

Este libro se compone de una serie de relatos escritos con amor, sensibilidad, dulzura y humor, tal como nos los solían contar nuestras abuelas, nuestras Mamaeñas, utilizando sus mismas palabras, sus mismas expresiones. Por eso están escritos en extremeño o castúo, ¿Cómo sino se podría reflejar más fielmente sus narraciones?

El extremeño es un lenguaje dulce, sentido, profundo y expresivo, con una gran riqueza de palabras que nos permite expresar mejor los sentimientos. Además, por su proximidad al castellano, es de fácil comprensión para cualquiera que no esté familiarizado con este habla, en cuanto lean algún relato. Así nos lo han hecho saber muchos de nuestros lectores, agregando que además el lenguaje les permitía sumergirse en ese ambiente, sobre todo leyendo los relatos en voz alta.

Nuestro lenguaje es otro paisaje, otro patrimonio que tenemos que saber valorar para que no se pierda. Al final del libro se incluye un glosario de términos.

¡Escucha a tu Mamaeña leyendo los relatos en voz alta!

Son relatos de la tierra, de la naturaleza, del entorno rural, no exentos de la dura realidad de aquellos años.  

LOS AUTORES

                                                              Elisa y Miguel

 MIGUEL HERRERO UCEDA

Sus primeros recuerdos del mundo natural y del mundo rural están en el campo extremeño, en el Ceclavín de su infancia, y en las historias que le contaba su padre.

A la manera de los hombres del Renacimiento, su admiración por la naturaleza se une con su interés por las artes, las ciencias, las letras y la técnica. Es ingeniero informático, desarrollador de sistemas y doctor en Inteligencia Artificial, una rama multidisciplinar de investigación.

Forma parte de proyectos para conservar y generar bosques. Es colaborador de la Fundación Más árboles y de la Fundación Cultura de Paz.

Su afán por conocer, es comparable al deseo por compartir ese conocimiento mediante colaboraciones en diversas publicaciones, intervenciones en programas de radio, televisión, a través de ciclos de conferencias, o bien directamente, a sus alumnos de la Universidad Complutense de Madrid, donde ha sido profesor en las Facultades de Física, Química, Informática y la E. U. Estadística.

En 2005 publicó El alma de los árboles. Tres años más tarde, Elam Editores lanzó una nueva edición notablemente ampliada.

En 2009 aparece el libro Los árboles del Bosque de la Calma.

Junto con Elisa, publica en 2011 Extremadura en el corazón, en 2012 Mi Extremadura y en 2013 Ceborrincho, relatos extremeños.

Han recibido numeros premios y reconocimientos.

ELISA HERRERO UCEDA

Nacida en Ceclavín (Cáceres) es doctora en Biología e Ingeniera informática. Colabora con Miguel en sus numerosos proyectos y le acompaña en las conferencias donde interviene intercalando citas y poemas en las charlas, con su voz cálida y sentida.

Miguel y Elisa, con la colaboración de sus hermanos, siguen trabajando para reunir la memoria de un pueblo en una obra literaria, donde se muestra con respeto y dignidad la esencia del nuestro ser, las formas de vida y la sabiduría que se han desarrollado y se han trasmitido de generación en generación desde hace milenios con numerosos testimonios de personas que vivieron ese mundo en los años cincuenta y sesenta, antes de la emigración a las grandes ciudades.

Sus recuerdos constituyen la esencia de un pueblo.

FRAGMENTO DEL LIBRO

    M´acuerdu que en tiempus de las rastrojeras, mos jadíamus con un güen recaperu de terronis. Estus si que eran proyectilis, y amás no producían muchu dañu, peru al impactal, explotaban comu si jueran bombas; eran exquisitus. Pos a su poel explosivu se uñía que se manejaban mu bien. S´agarraban por los restus de los tallus durus de los rastrojus, de mou que al lanzalus, el arcu de tiru era más grandi y salían a toa lechi.
   ¡Estandu juntus naidi mos mojaba la oreja! ¡Juy mairi, munúus baquis echábamus! Aluegu enseñábamus ergullosos las piteras de las resultas de algún fortín conquistáu. Yo creu que es por esu por lo que íbamus tan peláus y escamondáus, pa poel dil enseñandu toas las piteras, como trofeus de guerra.
    Peru tamién bregábamus lo nuestru, ¡Toma no! Entoncis tous teníamus que acotinal pa sacal la familia p´alantri. Tous los días mos levantábamus de madriugá y ayuábamos al ordeñu. Aluegu aparejábamus la burrina con las aguaeras y la cargábamus con los cántarus de lechi bien tapaítus con las torteras. Entoncis, cogíamus la verea alantri e ibamus, Damián y yo, a lleval la lechi al pueblu, amus, a las casas que mos la tenían apalabrá; un cuartillu pa la señora María, dos cuartillus pal meicu, otru pal boticariu y asina de puerta en puerta despachábamus la lechi. Tamién llevamus sueru, cuandu la mairi jadía quesu, pa rogalu por las callis y gustaba muchu.