«Reparar a los vivos», de Maylis de Kerangal

«Una hora después, la muerte se presenta, la muerte se anuncia, mancha movediza de 
contorno irregular que vela una forma más clara y más amplia, ahí está, es ella.»

El joven Simon Limbres ingresa en el hospital de Le Havre tras sufrir un grave accidente de tráfico cuando volvía con sus amigos de practicar surf. Poco tiempo después el joven muere, pero su corazón sigue palpitando y podría seguir viviendo en el cuerpo de otra persona.

Este es el punto de arranque de Reparar a los vivos (Réparer les vivants), la novela de Maylis de Kerangal. Con ella, la escritora francesa ha obtenido un gran éxito de crítica y de lectores, siendo la gran revelación francesa en el primer semestre de 2014. Obtuvo siete prestigiosos premios: Premio France Culture-Télérama, Gran Premio RTL-Lire, Baileys Women’s Prize for Fiction (anteriormente Orange), Premio literario Charles Brisset, Premio Relay des Voyageurs, Premio Paris Diderot-Esprits libres, Premio de los Lectores L’Express-BFMTV.

La novela se apoya en un gran trabajo previo de investigación y documentación y tiene mucho de realidad. Como la propia autora ha declarado, conoció a un enfermero coordinador de trasplantes, el equivalente al Thomas Rémige de la novela, encargado de recoger el consentimiento de las familias, en pleno duelo. «Quedé conmocionada. Hay una forma de heroísmo discreto en los donantes de órganos que me parece mucho más interesante que algunas figuras espectaculares de las que se nos habla sin cesar», ha afirmado la escritora francesa.

«Sean y Marianne se han acomodado el uno al lado del otro en el canapé, intrigados aunque conmocionados, y Thomas Rémige se ha sentado en una de las sillas bermellón, con la historia de Simon Limbres entre las manos. Sin embargo, por más que esos tres seres compartan el mismo espacio, participen del mismo tiempo, nada tan alejado en este planeta como esas dos personas sumidas en el dolor y ese joven que se ha colocado entre ellos con el objetivo –sí, con el objetivo– de obtener su consentimiento para la extracción de los órganos de su hijo. Allí están un hombre y una mujer atrapados en una onda de choque, a un tiempo proyectados fuera del suelo y arrollados en un temporalidad dislocada –una continuidad quebrada por la muerte de Simon pero una continuidad que, cual pato sin cabeza corriendo por el corral de una granja, continuaba, una locura–, una temporalidad cuyo dolor tejía la materia, un hombre y una mujer que concentraban sobre sus cabezas la tragedia plena del mundo, y ahí está ese joven con la bata blanca, involucrado y cauto, preparado para sostener esa entrevista sin quemar etapas, pero que ha abierto una cuenta atrás en un rincón de su cerebro, consciente de que un cuerpo en estado de muerte encefálica se degrada, y de que hay que actuar con rapidez: atrapado en esa torsión.»

El resultado es una gran novela. Una novela que está muy bien escrita. Que trata una historia dura, pero apasionante. Muy recomendable.

La historia ha sido llevada al cine con el mismo título por Katell Quillévéré, con Emmanuelle Seigner, Tahar Rahim, Anne Dorval, Alice Taglioni, Monia Chokri y Bouli Lanners en el reparto.

Tráiler de la película

Todo comienza de madrugada en un mar tempestuoso con tres jóvenes surfistas. Unas horas más tarde, en el camino de vuelta sufren un accidente. En el hospital Havre, la vida de Simón pende de un hilo. Mientras tanto, en París, una mujer espera un trasplante providencial que le pueda prolongar su vida. Thomas Remige, un especialista en trasplantes, debe convencer a unos padres en estado de shock de que ese corazón podría seguir viviendo en otro cuerpo. Y salvar, tal vez, una vida. (FilmAffinity)

SINOPSIS

Le Havre. Simon Limbres regresa con sus amigos de una adrenalínica sesión de surf. La camioneta en la que viaja choca contra un árbol. Poco después de ser ingresado en el hospital, el joven muere, pero su corazón sigue latiendo. Thomas Remige, un especialista en trasplantes, debe convencer a unos padres en estado de shock de que ese corazón podría seguir viviendo en otro cuerpo. Y salvar, tal vez, una vida.

Éste es el contundente arranque de la novela, que mantiene al lector en vilo hasta las últimas líneas. En El intruso, un espléndido ensayo autobiográfico, Jean-Luc Nancy narraba en primera persona la experiencia de vivir con un corazón ajeno. Kerangal aborda aquí el tema en una no menos espléndida ficción literaria. En Reparar a los vivos, Maylis de Kerangal sutura con enorme maestría las palabras y las frases del cuerpo ficcional, en un relato de precisión quirúrgica sobre un trasplante cardíaco, cuya prosa sin duda acelerará nuestras pulsaciones.

«Considerar que Reparar a los vivos es sólo un texto impecable sobre un milagro de la cirugía sería un gran desprecio, ya que este libro es una verdadera novela, una gran novela, una novela extraordinaria, que sitúa a Maylis de Kerangal entre los grandes escritores de principios del siglo XXI» (Bernard Pivot, Le Journal du Dimanche).

«La escritora no separa nunca la técnica de la poesía, la cotidianeidad de la metafísica, la intimidad herida de la acción colectiva. Maylis de Kerangal pertenece a esa familia de escritores de alta escritura, aquellos que nos vuelven más humanamente humanos» (Lydia Flem,Le Monde).

«Cavando más hondo el surco que ya había labrado en Corniche Kennedy y Nacimiento de un puente, Maylis de Kerangal abre su arte a una amplitud nueva, y nos entrega con Reparar a los vivos una novela donde la fuerza proviene de la delicadeza. Algo reservado sólo a los grandes» (Alain Nicolas, l’Humanité).

«Maylis de Kerangal se integró en el colectivo de escritores Inculte en 2006. Lo que nos une, confirma la escritora francesa, es una serie de cuestiones comunes sobre lo que se escribe hoy, lo que escribimos, lo que leemos –lo contemporáneo, las fuentes y las influencias, la inscripción de la oralidad, lo extranjero en la propia lengua, la auscultación de los materiales de escritura» (Elisabeth Philippe, Le Magazine Littéraire).

«Una escritura precisa, ardiente» (Marine Landrot,Télérama).

MAYLIS DE KERANGAL

Maylis de Kerangal (Toulon, 1967) ha trabajado en el mundo editorial y es autora, entre otras, de las novelasJ e marche sous un ciel de traîne, La Vie voyageuse, Corniche Kennedy y Tangente vers l’est, y del libro de relatos Ni fleurs ni couronnes. En Anagrama ha publicado la novela Nacimiento de un puente, traducida a ocho idiomas y galardonada con los premios Médicis, Franz Hessel y Gregor von Rezzor.

OTROS FRAGMENTOS DE LA NOVELA

    «Pierre Révol nació en 1959. Guerra Fría, triunfo de la revolución cubana, primer voto de las suizas en el cantón de Vaud, rodaje de Al final de la escapada de Godard, aparición de El almuerzo desnudo de Burroughs y de la obra mítica de Miles Davis Kind of Blue, el más grande disco de jazz de todos los tiempos, según Révol, quien gusta de decir gansadas, alabando el año en que nació. ¿Algo más? Sí –adopta un tono de desapego para mitigar el efecto de sus palabras, se lo imagina uno evitando mirar a su interlocutor, haciendo algo distinto, hurgándose el bolsillo, marcando un número de teléfono–, fue el año en que se redefinió la muerte. Y en ese instante no le disguta la amalgama de estupor y de terror que observa en los rostros de quienes lo rodean. Acto seguido añade, alzando la cabeza y esbozando una vaga sonrisa: lo cual, para un anestesista-reanimador, dista de ser baladí.»

[…]

    «De nuevo el dédalo, los pasillos que se suceden, de nuevo las siluetas trajinando, la ecografía, la espera, los goteros revisados, los tratamientos administrativos, las tensiones tomadas, los cuidados prodigados –aseos, escaras–, las habitaciones ventidadas, las sábanas cambiadas, los suelos fregados, y de nuevo Révol y sus zancadas desgarbadas, de nuevo los faldones de su bata blanca planeando en su espalda, el minúsculo despacho, y las sillas gélidas, de nuevo el sillón giratorio y el sulfuro removido en el hueco de la mano en el instante preciso en que Thomas Rémige llama a la puerta y sin esperar entra en la habitación, se presenta a los padres de Simon Limbres, expone su profesión –soy enfermero, trabajo en el servicio–, y se coloca junto a Révol, empujando un taburete hasta el escritorio. Ahora están los cuatro sentados en ese cubículo, y Révol advierte que debe apresurarse porque el ambiente se ha hecho asfixiante. Así que mira uno tras otro a ese hombre y a esa mujer, los padres de Simon Limbres –de nuevo, la mirada como empeño de palabra–, mientras afirma: el cerebro de Simon no manifiesta ninguna actividad, el electroencefalograma de treinta minutos que acaba de realizarse presenta un trazado plano, Simon está en una situación de como irreversible.»