“El Palacio de la Luna”, de Paul Auster

El Palacio de la Luna (Moon Palace) es una novela del escritor, traductor y cineasta estadounidense Paul Auster, publicada en 1989.

El protagonista y también narrador de la historia es Marco Stanley Fogg, un huérfano que ha crecido bajo el cobijo de su tío Victor, un clarinetista de poca fortuna. Cuando éste muere, consigue vivir durante un periodo de la venta de los 1492 libros que le ha dejado en herencia. En el tiempo en que el hombre camina por primera vez sobre la luna, M. S. Fogg inicia un viaje de búsqueda de su identidad y sus orígenes que lo llevará de Manhattan al remoto Oeste americano.

     «Fue el verano en que el hombre pisó por primera vez la luna. Yo era muy joven entonces, pero no creía que hubiera futuro. Quería vivir peligrosamente, ir lo más lejos posible y luego ver qué me sucedía cuando llegara allí. Tal y como salieron las cosas, casi no lo consigo. Poco a poco, vi cómo mi dinero iba menguando hasta quedar reducido a cero; perdí el apartamento; acabé viviendo en las calles. De no haber sido por una chica que se llamaba Kitty Wu, probablemente me habría muerto de hambre. La había conocido por casualidad muy poco antes, pero con el tiempo llegué a considerar esa casualidad una forma de predisposición, un modo de salvarme por medio de la mente de otros. Ésa fue la primera parte. A partir de entonces me ocurrieron cosas extrañas. Acepté el trabajo que me ofreció el viejo de la silla de ruedas. Descubrí quién era mi padre. Crucé a pie el desierto desde Utah a California. Eso fue hace mucho tiempo, claro, pero recuerdo bien aquellos tiempos, los recuerdo como el principio de mi vida.»

El Palacio de la Luna es una novela magnífica que encierra varias historias cruzadas que convergen de manera magistral. Está considerada como la primera gran obra del escritor norteamericano y la más querida de éste. Aunque no fue publicada hasta 1989, los primeros borradores de la novela fueron escritos en su etapa universitaria.

Con una prosa sencilla y brillante y una maravillosa trama, Auster consigue mantenerte enganchado a la novela desde la primera a la última página. Por si fuera poco, las referencias al mundo de los libros y de la literatura son innumerables. En fin, una novela estupenda, cuya lectura no debe dejar pasar. Muy recomendable.

     «No es mi intención sugerir que todo esto me agradaba. No había nada de romántico en agacharse a recoger migajas y la novedad que pudiera suponer al principio pronto desapareció. Me acordé de una escena de un libro que leí una vez, El lazarillo de Tormes, en el que un hidalgo muerto de hambre se pasea por todas partes con un palillo de dientes en la boca para dar la impresión de que acaba de tomar una copiosa comida. Empecé a adoptar yo también el disfraz del palillo de dientes y siempre cogía un puñadito cuando entraba en una cafetería a tomar un café. Me servían para tener algo que masticar en los largos períodos en que no tenía qué comer, pero además le daban cierto aire elegante a mi apariencia, pensaba yo, un toque de autosuficiencia y tranquilidad.»

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SINOPSIS

Marco Stanley Fogg (por Marco Polo, por el Stanley que encontró a Livingstone y por el Phileas Fogg de La vuelta al mundo en ochenta días) está a las puertas de la edad adulta cuando los astronautas ponen el pie en la Luna. Hijo de padre desconocido, muerta su madre cuando él tenía once años, Marco Stanley fue educado por su tío Víctor, un excéntrico que se ganaba la vida tocando el clarinete en orquestas de mala muerte. Ahora, en el comienzo de la era lunar, muerto su tío, Marco Stanley Fogg solo tiene dinero para sobrevivir unos pocos meses más. Gradualmente, pero sin pausa, va cayendo en la indigencia, la soledad y una suerte de tranquila locura de matices dostoievskianos, donde su vida se reduce a explorar los gozosos infiernos del despojamiento absoluto.

Vive ya como un animal en una cueva de Central Park, en un semidelirio provocado por el hambre, cuando la bella Kitty Wu lo rescata. Fogg se salva y decide, por primera vez en su vida, buscar un trabajo. El destino, y una compleja red de significantes en torno a la luna, lo lunar y la luz, le llevan a trabajar como lector y acompañante de Thomas Effing, un viejo pintor paralítico. Y escribiendo la biografía de Effing, que este quiere legar a Solomon Barber, el hijo al que nunca conoció, Marco Stanley Fogg descubrirá, en un viaje que le lleva desde el Palacio de la Luna, un restaurante chino de Nueva York, a los lunares paisajes del Oeste americano, los misterios de su propio origen, el nombre y la identidad de su padre.

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    «Al tío Victor le encantaba inventarse complicadas y disparatadas teorías acerca de las cosas y no se cansaba nunca de explicarme las glorias ocultas en mi nombre. Marco Stanley Fogg. Según él, demostraba que llevaba los viajes en la sangre, que la vida me llevaría a lugares donde ningún hombre había estado antes. Marco, naturalmente, era por Marco Polo, el primer europeo que visitó China; Stanley, por el periodista norteamericano que había seguido el rastro del doctor Livingstone hasta «el corazón del África más oscura»; y Fogg, por Phileas, el hombre que había dado la vuelta al mundo en menos de tres meses. No importaba que mi madre hubiese elegido Marco simplemente porque le gustaba, ni que Stanley fuese el nombre de mi abuelo, ni que Fogg fuera un nombre equivocado, el capricho de un funcionario norteamericano medio analfabeto. El tío Victor encontraba significados donde nadie los hubiera encontrado y luego, con mucha destreza, los convertía en una forma de apoyo clandestino. La verdad es que yo disfrutaba cuando me dedicaba tanta atención, y aunque sabía que sus discursos eran fanfarronadas y palabrerías, había una parte de mí que creía cada una de sus palabras. En breve, el nominalismo de Victor me ayudó a sobrevivir a las difíciles primeras semanas en mi nuevo colegio.»

Paul Auster ya había utilizado, en Ciudad de cristal y en El país de las últimas cosas, las convenciones de la novela de género –la policíaca y la de ficción científica, respectivamente–. En El Palacio de la Luna recurre a la novela de aventuras a lo Julio Verne, a los folletines del siglo XIX y hasta a la novela victoriana para construir uno de los libros más sutiles, más llenos de resonancias de la literatura americana contemporánea. El Palacio de la Luna puede ser leído como un elegantísimo folletín contemporáneo sobre la paternidad y la impostura, pero también como una espléndida novela de aventuras sobre la aventura de crear.

PAUL AUSTER

11160_1Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, 3 de febrero de 1947 ) es escritor, traductor y cineasta. Es autor de los libros Jugada de presión (1982), escrito bajo el pseudónimo Paul Benjamin; La invención de la soledad (1982); La trilogía de Nueva York (1987), compuesta por las novelas Ciudad de cristal (1985), Fantasmas (1986) y La habitación cerrada (1986); El país de las últimas cosas (1987); El Palacio de la Luna (1989); La música del azar (1990); Pista de despegue (1990); Cuento de Navidad (1990); Leviatán (1992); El cuaderno rojo (1992); Mr. Vértigo (1994); A salto de mata (1997); Tombuctú (1999); Experimentos con la verdad (2000); El libro de las ilusiones (2002); Historia de mi máquina de escribir (2002); La noche del oráculo (2003); Brooklyn Follies (2005); Viajes por el Scriptorium (2006); Un hombre en la oscuridad (2008); Invisible (2009); Sunset Park (2010); Diario de invierno (2012) y 4 3 2 1 (2017); y de los guiones de las películas Smoke (1995); Blue in the Face (1995), en cuya dirección colaboró con Wayne Wang; Lulu on the Bridge (1998) y La vida interior de Martin Frost (2007), que dirigió en solitario. Ha editado el libro de relatos Creía que mi padre era Dios (2001). Su obra poética ha sido publicada por Seix Barral en el tomo Poesía Completa. Es también autor de Una
vida en palabras (Seix Barral, 2018), un volumen que recoge sus conversaciones con la profesora I. B. Siegumfeldt alrededor de su obra y del oficio de escribir. Su novela Ciudad de cristal ha sido adaptada al cómic y, más recientemente, al teatro.

Ha recibido numerosos galardones, entre lo que destacan el Premio Médicis por la novela Leviatán, el Independent Spirit Award por el guión de Smoke, el Premio al mejor libro del año del Gremio de Libreros de Madrid por El libro de las ilusiones, el Premio Qué Leer por La noche del oráculo y el Premio Leteo; ha sido finalista del International IMPAC Dublin Literary Award por El libro de las ilusiones y del PEN/ Faulkner Award por La música del azar. En 2006 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Es miembro de la American Academy of Arts and Letters y Comandante de la Orden de las Artes y las Letras Francesa. Su obra está traducida a más de cuarenta idiomas. Vive en Brooklyn, Nueva York.