“El regreso del Catón”, de Matide Asensi. La continuación de «El último catón», publicada hace casi 15 años

«La verdad os hará libres»

Con El regreso del Catón, Matilde Asensi regresa a su novela más popular y con la que consiguió un enorme éxito de público y de ventas, El último catón, cuando se cumplen casi quince años desde su publicación. La escritora alicantina vuelve de nuevo a la historia y a los personajes que le dieron éxito y fama internacional. Ottavia, Farag y Kaspar, descubridores de la tumba del emperador Constantino y de los staurofílakes, regresan después de quince años para resolver el misterio de sí es posible encontrar los restos del Mesías, Jesús de Nazaret. Según la propia autora es una historia muy larga, que abarca desde el siglo I de nuestra era hasta el siglo XVI, y en la que ha tenido que recurrir, entre otros, a los Padres de la Iglesia, a viajeros como Marco Polo, a la secta de los Asesinos, o a los cristianos de Santo Tomás.

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«Ha sido una tarea muy dura unir, por un lado la realidad histórica con la ficción inventada por mí. Pero también es fantástico ver cómo, de manera casi mágica, las cosas acaban encajando, conectándose de forma alucinante», ha afirmado la autora.

Es también el libro para el que ha necesitado más trabajo de investigación, empleando dos años en documentación y creación, y un año en escribirlo.

Asensi ha reconocido que el principal motivo que le ha llevado a escribir El regreso del Catón han sido sus lectores. «Después de tres años de trabajo, estoy muy contenta porque vuelven los personajes, que, aparte de que sean los favoritos de los lectores, también son muy especiales para mí. Volver con ellos, francamente, es una inmensa alegría. Es el libro más largo que he escrito hasta el día de hoy y el que más he disfrutado escribiendo, en los quince o veinte años que llevo de escritora.»

Una historia que ha supuesto, para su autora, un enorme trabajo de investigación y documentación previo y que nos permitirá acercarnos a uno de los mayores misterios de la cristiandad. Asensi combina, con gran acierto, historia y aventuras, consiguiendo mantener vivo el interés del lector hasta el final de la historia. Una novela muy entretenida, de fácil lectura, que gustará mucho a los seguidores de la escritora alicantina.

«En esta novela, el lector encontrará la mejor Matilde Asensi, con una trama apasionante de aventuras que la autora entreteje magistralmente con enigmas religiosos de importancia clave para la humanidad, escenarios enigmáticos como es habitual en las novelas de la autora y personajes principales que son viejos conocidos de sus lectores como Ottavia, Farag y Kaspar, o nuevos como los Simonson, Isabella o Abby, con los que nos identificaremos de inmediato.»

Matilde Asensi presenta en el programa «Pagina Dos» su novela «El regreso del Catón»

SINOPSIS

«Si buscas la verdad, corres el riesgo de encontrarla»

 ¿Qué pueden tener en común la Ruta de la Seda, las alcantarillas de Estambul, Marco Polo, Mongolia y Tierra Santa? Eso es lo que los protagonistas de El último Catón, Ottavia Salina y Farag Boswell, tendrán que averiguar poniendo de nuevo sus vidas en peligro para resolver un misterio que arranca en el siglo I de nuestra era.

Escrita con rigor, con un ritmo que mantiene en vilo a los lectores página a página y capítulo a capítulo hasta el final, El regreso del Catón es una combinación magistral de aventura e historia con la que Matilde Asensi nos atrapa de nuevo para no dejarnos escapar hasta la última palabra.

MATILDE ASENSI

facebook.com/MatildeAsensi

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Con más de veinte millones de lectores en todo el mundo, Matilde Asensi se ha convertido en un referente para los seguidores del best seller de calidad. La escritora alicantina está entre los cinco autores españoles que han logrado entrar en el «club del bestseller mundial», logro que consiguió tras la publicación El último catón.

En 1999 publicó su primera novela, El salón de ámbar, y con Iacobus (2000) empezó a conquistar un territorio de lectores que copaban entonces sólo algunos grandes escritores extranjeros. Con su siguiente novela, El último catón (2001), se consagró como una narradora experta y dio el gran salto al extranjero. El último catón no es sólo su novela más vendida, sino que sigue siendo un referente para los que gustan de la historia, la aventura y el conocimiento. En 2003, en El origen perdido, Asensi combina hábilmente los secretos con los hackers informáticos, y en Todo bajo el cielo (2006) lleva a sus lectores a la China del Gran Emperador. Entre estos dos títulos publicó Peregrinatio (2004), una guía novelada que recupera a los protagonistas de Iacobus para realizar un viaje por el Camino de Santiago. Sus últimas novelas, Tierra firme, Venganza en Sevilla y La conjura de Cortés, conforman la exitosa trilogía Martín Ojo de Plata, que cuenta con más de un millón de lectores. Dicha trilogía fue publicada recientemente en un único volumen, Trilogía Martín Ojo de Plata, que incluía un nuevo prólogo de la autora y un impresionante material inédito.

Las novelas de Matilde Asensi han sido traducidas a quince idiomas. Con la traducción al inglés de El último catón consiguió en 2007 el Premio Internacional Latino Book Awards en la categoría de «Mejor novela de misterio» y una mención de honor como «Mejor novela de aventuras». En 2008, en el mismo certamen, logró el segundo premio por Todo bajo el cielo en la categoría de «Mejor novela de ficción de época en español».

En mayo de 2011 se le concedió el Premio de Honor de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza en reconocimiento a la trayectoria y los méritos de la autora a lo largo de su carrera literaria en relación con el género de la novela histórica. Y en marzo de ese mismo año fue galardonada con el Premio Isabel Ferrer de la Generalitat Valenciana por su extensa y reconocida labor como periodista y escritora.

Toda la obra de Matilde Asensi destaca por su calidad literaria y su contrastada documentación histórica.

FRAGMENTO DE LA NOVELA

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«Como es bien sabido, la historia la escriben los vencedores y los vencedores, con el tiempo, adquieren el poder de obligarnos a creer lo que escribieron, de hacernos olvidar lo que no se escribió y de inducirnos a tener miedo de lo que jamás ocurrió. Todo para seguir ostentando el poder, sea poder religioso, poder político o poder económico. Da igual. A ellos, a los vencedores, deja de importarles la verdad y a nosotros, la gente, también. A partir de ese momento el pasado lo reescribimos entre todos, haciéndonos cómplices de aquellos que nos engañaron, nos asustaron y nos dominaron. Pero la historia no es inamovible, la historia no está escrita en piedra, no tiene una única versión ni una única interpretación aunque así nos lo hagan creer y, lo que es aún peor, aunque así nos lo hagan defender con nuestras vidas, nuestro fervor o nuestro dinero. De este modo aparecen las ortodoxias, las grandes verdades, pero también las guerras, los enfrentamientos y las divisiones. Y ahí es cuando nos han ganado para siempre. Sin embargo, a poco que nos armemos de valor, demos un paso atrás y, como ejercicio, miremos el mundo desde puntos de vista diferentes al nuestro, descubriremos y aprenderemos la más importante de las lecciones: la incertidumbre. La verdad os hará libres, dijo Jesús. Sí, pero la verdad la escriben los vencedores, así que, para ser realmente libres sólo tenemos la incertidumbre, la desconfianza y la duda.»

“La familia de Pascual Duarte”, de Camilo José Cela: una obra maestra de la literatura española

La familia de Pascual Duarte, publicada en 1942, es la primera novela de Camilo José Cela.

Ha sido considerada la abanderada de la corriente llamada tremendismo que, según Martinez Cachero, «podría ser definida como un desquiciamiento de la realidad en un sentido violento, o a la sistemática presentación de hechos desagradables e incluso repulsivos: criminales, tarados físicos o psíquicamente, prostitutas–en cuanto a personajes–; desgarro, crudeza, complacencia en lo soez –en lo que respecta al lenguaje empleado–».

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La novela tuvo dificultades con la censura por considerarla contraria a las buenas costumbres. El mismo Pío Baroja, que tenía una opinión muy favorable de la novela, se negó en redondo a prologarla cuando Cela se lo pidió:  «–No; mire –me dijo–, si usted quiere que lo lleven a la cárcel vaya solo, que para eso es joven. Yo no le prologo el libro».

Quizá para realizar un guiño a la censura, Cela utilizó, en su novela, el recurso del “transcriptor” que advierte al lector de esta manera: 

«El personaje, a mi modo de ver, y quizá por lo único que lo saco a la luz, es un modelo de conductas; un modelo no para imitarlo, sino para huirlo; un modelo ante el cual toda actitud de duda sobra; un modelo ante el que no cabe sino decir:

¿Ves lo que hace? Pues hace lo contrario de lo que debiera.»

La novela no tuvo jamás un solo premio. Cela reconoció que cuando la presentó al Premio Nacional de Literatura José Antonio Primo de Rivera, en 1943, le devolvieron el ejemplar sin abrir. Sin embargo, consiguió rápidamente un gran reconocimiento por parte de los lectores y de la crítica. Su autor lo explicaba así: «Yo creo que gran parte de la expectación que produjo fue debida a que llamaba a las cosas por sus nombres. Cuando un ambiente está oliendo a algo, lo que hay que hacer, para que se fijen en uno, no es tratar de oler a lo mismo sólo que más fuerte, sino, simplemente, tratar de cambiar de olor»

Cela nos ofrece las supuestas memorias de Pascual Duarte, un rudo campesino extremeño autor de varios crímenes horrendos. Pascual las escribe en 1937, mientras espera ser ajusticiado en la cárcel de Badajoz. En ellas nos cuenta los pormenores de una vida presidida por la desgracia, la fatalidad y la violencia. Estas memorias son, además, una «pública confesión». Con ellas pretende descargar, en parte, su atormentada conciencia. Pascual “que no era otra cosa que un manso cordero, acorralado y asustado por la vida”, muestra un arrepentimiento, que parece sincero, y acepta la muerte con resignación.

Con esta reflexión, inicia Pascual sus memorias:

   «Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas. Aquéllos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie puede borrar ya»

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Portada de la primera edición de la novela

La familia de Pascual Duarte es una obra maestra de la literatura española. Una novela que lleva más de doscientas ediciones y que se ha traducido a más de 30 lenguas. Una novela magnífica. Absolutamente recomendable.

«Desde su corazón piadoso y fiero, desde su justicia primitiva y sus violentos asesinatos, Pascual Duarte es el fedatario de la España que acababa de vivir la guerra civil. A este hijo de las parideras de los conquistadores (fauna hispánica y carpetovetónica también), a esta criatura, que se convertiría en el chivo expiatorio de la purgación española de la posguerra inmediata, el joven maestro Camilo José Cela le concedió la palabra y la escritura, una bronca voz desgraciada, y lo estrujó contra su corazón para oírle respirar.»

Adolfo Sotelo Vázquez

«La Familia de Pascual Duarte, la historia de un criminal inocente contada por él mismo con las palabras justas, las más verosímiles y convincentes, las más emocionadoras también. Por eso se ha dicho de Cela que es un lírico disfrazado de humorista. Para el poeta los temas posibles son pocos, continuamente reiterados. Y cuando a Cela se le preguntó sobre la fórmula del humorista respondió así: “Escepticismo, siempre. Y crueldad y caridad a teclas alternas”.»

Darío Villanueva

En el año 1975, se rodó Pascual Duarte, largometraje español dirigido por Ricardo Franco, inspirado en la novela de Camilo José Cela.

Pascual Duarte es un campesino español, cazador furtivo, recluta a la fuerza en la guerra de África, pobre, huraño, poseído por la mala suerte que se manifiesta a través de sus largos silencios y sus miradas que se pierden en el vacío.

Al igual que miles, tal vez millones de españoles de la época triste y brutal que durante las primeras décadas del siglo XX se alza como muestra poderosa e irrebatible de las tremendas diferencias sociales y culturales que asolan y conforman la identidad colectiva del país, Duarte vive rodeado de una violencia estructural que poco a poco se adueña de hasta sus actos más mínimos.

Mientras tanto, esa misma sociedad que le fuerza al ostracismo, a la soledad y a la autodestrucción no tarda en juzgarle, convirtiéndole en una víctima más que sólo aguarda un destino trágico. (FilmAffinity)

«Seca, violenta, realista y entreverada de silencios y miradas veladas por la crueldad y la miseria, Pascual Duarte ofrece un retrato sin concesiones de la España rural, de los pueblos aislados donde los abusos del caciquismo local desencadenan la tragedia. El desenlace del garrote vil o las escenas en las que Duarte descarga su ira y su odio contra el caballo y su propio perro o los disparos repentinos con la escopeta contra los que considera sus enemigos convierten a esta película en una de las más crudas de de la cinematografía española.»

David Felipe Arranz en Las cien mejores películas sobre obras literarias españolas

SINOPSIS

Publicada inicialmente en 1942, La familia de Pascual Duarte marca un hito decisivo en la literatura española y es, después del Quijote, el libro español más traducido a otras lenguas. Pascual Duarte, campesino extremeño hijo de un alcohólico, nos cuenta su vida mientras espera su propia ejecución en la celda de los condenados a muerte. Víctima de una inexorable fatalidad, Pascual Duarte es un ser primitivo y elemental dominado por la violencia, única respuesta que conoce a la traición y al engaño. Pero esa siniestra apariencia no es más que la máscara que oculta su incapacidad para luchar con la maldad de los demás y la desvalida impotencia que alberga en el fondo de su alma.

Camilo José Cela conduce toda la historia con extraordinaria destreza narrativa y absoluto dominio del lenguaje. Lenguaje desgarrado y directo en el que no faltan los alardes léxicos relativos a situaciones y objetos tradicionalmente aleatorios, que Cela hace entrar por la puerta grande en el acervo del español escrito.

Sombrío aguafuerte de la España rural, La familia de Pascual Duarte ha ganado con los años fuerza y dramatismo y su protagonista, que no ha perdido el encanto primigenio, es ya un arquetipo de alcance universal.

CAMILO JOSÉ CELA

cela_camilo_joseCamilo José Cela Trulock. (Iria Flavia, La Coruña, 11 de mayo de 1916 – Madrid, 17 de enero de 2002). Escritor y académico español, galardonado con el Premio Nobel de Literatura.

En 1925 su familia se traslada a Madrid. Antes de concluir sus estudios de bachillerato enferma y es internado en un sanatorio de Guadarrama (Madrid) durante 1931 y 1932, donde emplea el reposo obligado en largas sesiones de lectura.

En 1934 ingresa en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Sin embargo, pronto la abandona para asistir como oyente a la Facultad de Filosofía y Letras, donde el poeta Pedro Salinas da clases de Literatura Contemporánea. Cela le muestra sus primeros poemas, y recibe de él estímulo y consejos. Este encuentro resulta fundamental para el joven Cela, que se decide por su vocación literaria. En la facultad conoce a Alonso Zamora Vicente, a María Zambrano y a Miguel Hernández, y a través de ellos entra en contacto con otros intelectuales del Madrid de esta época. Antes, en plena guerra, termina su primera obra, el libro de poemas Pisando la dudosa luz del día.

En 1940 comienza a estudiar Derecho, y este mismo año aparecen sus primeras publicaciones. Su primera gran obra, La familia de Pascual Duarte, ve la luz dos años después y a pesar de su éxito sufre problemas con la Iglesia, lo que concluye en la prohibición de la segunda edición de la obra (que acaba siendo publicada en Buenos Aires). Poco después, Cela abandona la carrera de Derecho para dedicarse profesionalmente a la literatura.

En 1944 comienza a escribir La colmena; posteriormente lleva a cabo dos exposiciones de sus pinturas y aparecen Viaje a La Alcarria y El cancionero de La Alcarria. En 1951 La colmena se publica en Buenos Aires y es de inmediato prohibida en España.

En 1954 se traslada a la isla de Mallorca, donde vive buena parte de su vida. En 1957 es elegido para ocupar el sillón Q de la Real Academia Española.

Durante la época de la transición a la democracia desempeña un papel notable en la vida pública española, ocupando por designación real un escaño en el Senado de las primeras Cortes democráticas, y participando así en la revisión del texto constitucional elaborado por el Congreso.

En los años siguientes sigue publicando con frecuencia. De este período destacan sus novelas Mazurca para dos muertos y Cristo versus Arizona. Ya consagrado como uno de los grandes escritores del siglo, durante las dos últimas décadas de su vida se sucedieron los homenajes, los premios y los más diversos reconocimientos. Entre estos es obligado citar el Príncipe de Asturias de las Letras (1987), el Nobel de Literatura (1989) y el Miguel de Cervantes (1995). En 1996, el día de su octogésimo cumpleaños, el Rey don Juan Carlos I le concede el título de Marqués de Iria Flavia.

EXTREMADURA Y LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE.

Cela sitúa la acción de su novela fundamentalmente en Extremadura y más concretamente en Torremejía, municipio extremeño de la provincia de Badajoz, en plena comarca de Tierra de Barros. Allí nace el protagonista, Pascual Duarte, cuya vida se desarrolla entre 1882 y 1937, unos años especialmente conflictivos en la historia de España.

«Nací hace ya muchos años –lo menos cincuenta y cinco– en un pueblo perdido por la provincia de Badajoz; el pueblo estaba a unas dos leguas de Almendralejo, agachado sobre una carretera lisa y larga como un día sin pan, lisa y larga como los días –de una lisura y una largura como usted para su bien, no puede ni figurarse– de un condenado a muerte.

Era un pueblo caliente y soleado, bastante rico en olivos y guarros (con perdón), con las casas pintadas tan blancas, que aún me duele la vista al recordarlas, con una plaza toda de losas, con una hermosa fuente de tres caños en medio de la plaza.»

Se ha discutido sobre si, con Pascual Duarte, Cela había pretendido hacer un retrato del campesino extremeño. En el cuarenta aniversario de la publicación de la novela, en 1982, Cela visitó la localidad natal del protagonista. En el discurso que dirigió a los paisanos del pueblo, recordó que estuvo en Torremejía, como cabo interino de Artillería durante la guerra civil del 1936.

Reproducimos algunos fragmentos de las palabras que Cela pronunció en la “patria chica” de Pascual Duarte y que Arsenio Muñoz de la Peña recog en su obra titulada Los viajes de Camilo José Cela por Extremadura:

«A la tropa nos alojaron al otro lado del pueblo y aquí en Torremejía estuvimos no más de quince días, los suficientes para que los paisanos me impresionaran por su hombría de bien, su naturalidad y su saber estar y hacer […]

Yo estaba bien ajeno, a mis 21 años, que Torremejía me iba a impresionar hasta el punto de situar mi primera novela, La familia de Pascual Duarte, en este lugar.

En esta obra quiero rendir dos homenajes. Uno a un hombre acosado por las circunstancias, que no era malo pero lo hicieron, y en el que la sociedad se vengó, ensañándose excesivamente con él. Descanse en paz. El otro homenaje que quiero rendir es a esta tierra por entonces tan dura, azotada e inclemente, en la que unos hombres y unas mujeres se apegaban a la vida para subsistir con una infinita fe en el futuro.»

Camilo explicó que «comenzó a escribir su obra La familia de Pascual Duarte uno o dos años después de terminar la guerra civil, un poco por entretenimiento, y otro tanto, sin saber por qué, le llevó a rematarla.»

Muñoz de la Peña refiere también en su libro esta curiosa anécdota: «Cuando sacaron a la calle su novela, le escribió un señor de Badajoz, llamado don Lino Duarte, echándole una gran bronca porque hubiese apellidado a Pascual con el suyo y le hubiese ubicado en Torremejía, provincia de Badajoz, región de Extremadura.

Camilo le contestó con una carta […] que el apellidaba Duarte a su protagonista porque no había ninguna ley contra ello y que lo situaba en Extremadura porque si la hubiese puesto en Aragón, los de allí se hubiesen encontrado con las mismas razones de protesta que los de aquí, y en algún lugar había de situar la novela.»

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Palacio que perteneció al conde de Torremejía, cuyo asesinato, según la novela, llevó a Pascual al garrote vil.

En un interesante artículo publicado en el diario Hoy, titulado La patria de Pascual Duarte, El profesor Garrido Ardila afirma que «Pascual Duarte no acontece en Extremadura porque Extremadura sea, en cualquier sentido, distinta al resto de España».

Señala, además, que: «Al reconocer el excelso valor literario de Pascual Duarte debemos, en definitiva, celebrarla como una novela de ambiente extremeño, que entronca con la atávica literatura social española y que es espejo de toda España. Como también debemos rendir tributo de agradecimiento a Cela por escoger Extremadura».

Y se pregunta por qué Cela escogió Extremadura como marco de esta novela, señalando que es posible que la ubicación de la misma tenga que ver con el desarrollo de la guerra: «Pascual Duarte asesina al conde e, inmediatamente después, el ejercito toma la provincia y Pascual es apresado, juzgado y ejecutado. Esta secuencia no podría haberse escenificado en ninguna otra región española salvo en la Extremadura meridional o la Andalucia occidental».

Parece muy acertado el juicio del profesor y bibliográfo Manuel Pecellín Lancharro que, en su libro titulado Extremadura: vista por…, expresa lo siguiente:

«Cela […] compuso con Pascual Duarte –huraño, cruel, sanguinario, pasional, desequilibrado– la figura desgarrada y casi esperpéntica de un campesino estremecedor. Parece inútil entrar –como a veces se ha hecho– en si se trata del arquetipo del hombre de Extremadura, o si Cela ha errado el paradigma. No nos parece que el escritor haya pretendido construir más que un personaje literario, mediante la técnica de abultar hasta la caricatura rasgos que pueden hallarse en cualquier lugar de España. Sin admitir, pues, que se trate de un modelo representativo, es verdad que la violencia del protagonista no resulta absolutamente inverosímil en nuestro agro.»

El historiador Francisco Espinosa dedica un capítulo muy interesante titulado Literatura e historia: el caso de Pascual Duarte o el crimen que nunca existió dentro de su libro Contra el olvido: historia y memoria de la guerra civil en el que realiza un interesante análisis de la novela desde un punto de vista fundamentalmente histórico. Escribe Espinosa: «Tal realismo quiso imprimir Cela a su obra que la llenó de detalles y nombres reales. La situó en Torremejía; sacó a Pascual de la importante prisión de Chinchilla; convirtió en víctima al conde de Torremejía, que realmente había existido y cuya casa se conservaba; y, además, enmarcó claramente la historia en la España de 1882 1937, período en que transcurría la vida del protagonista, y más concreto en el breve espacio de tiempo que va de julio del 36 a febrero del 37 […] Sin embargo, tanto realismo hubiera exigido que el escritor, por más que fabulase,no olvidara la realidad de lo ocurrido allí donde decidió ubicar su historia. Si, por el contrario, la realidad histórica le daba igual, bien pudo inventarse un lugar o eligir un caso donde los hechos fuesen más cercanos a los que quería contar. Pero no fue así.»

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Y para terminar, ésta es la opinión que a Giménez Caballero le merecen Cela y su obra: «De este chico enfermo —con sangre internacional en las venas que le empujara instintivamente al Tercio extranjero— acababa de salir la visión de una Extremadura increíble […] Su ojo crudo y sin pestañear de legionario había descubierto no sólo la Extremadura roja, ibérica, atroz, sino también aquella que fue riñón de conquistadores americanos, con entrañas rapaces e insaciables. En Pascual Duarte revivía un anhelo inextinguido de botín y sangre, de crueldad, muerte y posesión.»

FRAGMENTOS DE LA NOVELA

«Nací hace ya muchos años –lo menos cincuenta y cinco– en un pueblo perdido por la provincia de Badajoz; el pueblo estaba a unas dos leguas de Almendralejo, agachado sobre una carretera lisa y larga como un día sin pan, lisa y larga como los días –de una lisura y una largura como usted para su bien, no puede ni figurarse– de un condenado a muerte.
    Era un pueblo caliente y soleado, bastante rico en olivos y guarros (con perdón), con las casas pintadas tan blancas, que aún me duele la vista al recordarlas, con una plaza toda de losas, con una hermosa fuente de tres caños en medio de la plaza. Hacía ya varios años, cuando del pueblo salí, que no manaba el agua de las bocas y sin embargo, ¡qué airosa!, ¡qué elegante!, nos parecía a todos la fuente con su remate figurado un niño desnudo, con su bañera toda rizada al borde como las conchas de los romeros.»
[…]
    «A mí me asustó un tanto que mi madre en vez de llorar, como esperaba, se riese, y no tuve más remedio que ahogar las lágrimas que quisieron asomarme cuando vi el cadáver, que tenía los ojos abiertos y llenos de sangre y la boca entreabierta con la lengua morada medio fuera. Cuando tocó a enterrarlo, don Manuel, el cura, me echó un sermoncete en cuanto me vio. Yo no me acuerdo mucho de lo que me dijo; me habló de la otra vida, del cielo y del infierno, de la Virgen María, de la memoria de mi padre, y cuando a mí se me
ocurrió decir que en lo tocante al recuerdo de mi padre lo mejor sería ni recordarlo, don Manuel, pasándome una mano por la cabeza me dijo que la muerte llevaba a los hombres de un reino para otro y que era muy celosa de que odiásemos lo que ella se había llevado para que Dios lo juzgase. Bueno, no me lo dijo así; me lo dijo con unas palabras muy justas y cabales, pero lo que me quiso decir no andaría, sobre poco más o menos, muy alejado de lo que dejo escrito. Desde aquel día siempre que vela a don Manuel lo saludaba y le besaba la mano, pero cuando me casé hubo de decirme mi mujer que parecía marica haciendo tales cosas y, claro es, ya no pude saludarlo más; después me enteré que don Manuel había dicho de mí que era talmente como una rosa en un estercolero y bien sabe Dios qué ganas me entraron de ahogarlo en aquel momento; después se me fue pasando y, como soy de natural violento, pero pronto, acabé por olvidarlo, porque además, y pensándolo bien, nunca estuve muy seguro de haber entendido a derechas; a lo mejor don Manuel no había dicho nada –a la gente no hay que creerla todo lo que cuenta– y aunque lo hubiera dicho… ¡Quién sabe lo que hubiera querido decir! ¡Quién sabe si no había querido decir lo que yo entendí!»
[…]
    «El Estirao, haciendo un esfuerzo supremo, intentó echarme a un lado. Lo sujeté del cuello y lo hundí contra el suelo.
    –¡Échate fuera!
    –¡No quiero!
   Forcejeamos, lo derribé, y con una rodilla en el pecho le hice la confesión:
    –No te mato porque se lo prometí…
    –A quién?
    –A Lola.
    –¿Entonces, me quería?
   Era demasiada chulería. Pisé un poco más fuerte… La carne del pecho hacia el mismo ruido que si estuviera en el asador… Empezó a arrojar sangre por la boca.
    Cuando me levanté, se le fue la cabeza –sin fuerza– para un lado…»

“Revival”, de Stephen King

«Todo el mundo se pregunta en algún momento qué hay al otro lado del muro de la muerte»

Revival es la última novela publicada en España por el estadounidense Stephen King, autor de más de cincuenta novelas, muchas de las cuales han sido llevadas al cine o a la pequeña pantalla.

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La novela comienza, hace más de medio siglo, en un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra, cuando el pequeño Jamie Morton conoce a Charles Jacobs, pastor metodista recién llegado a la localidad. Entre ambos se establece un estrecho vínculo basado en una obsesión secreta.

«Al menos en un sentido nuestras vidas son ciertamente como las películas. El elenco principal se compone de la familia y los amigos. Los actores son los vecinos, los compañeros de trabajo, los profesores y los conocidos. […]

Pero a veces entra en nuestra vida una persona que no encaja en ninguna de estas categorías. […]

Cuando pienso en Charles Jacobs –mi quinto en discordia, mi agente del cambio, mi maldición–, se me hace imposible creer que su presencia en mi vida tuvo que ver con el destino.»

Unos años más tarde, la familia de Charles Jacobs se ve golpeada por la tragedia, y el carismático reverendo maldice a Dios y reniega de toda creencia religiosa, siendo desterrado de la ciudad.

Pero, unas décadas más tarde, los destinos de ambos protagonistas vuelven a cruzarse.

Una inquietante novela que nos presenta una historia oscura y realista sobre la adicción, el fanatismo y lo que puede existir al otro lado del muro de la vida, y que nos presenta un final absolutamente aterrador.

«Que no está muerto lo que eternamente yace,
y en los eones por venir aún la muerte puede morir »
                                                           H. P. Lovecraf

SINOPSIS

Octubre de 1962. En una pequeña localidad de Nueva Inglaterra la sombra de un hombre se cierne sobre un niño que juega ensimismado con sus soldaditos. Cuando Jamie Morton levanta la vista, ve una figura imponente. Se trata de Charles Jacobs, el nuevo pastor, con quien pronto establecerá un estrecho vínculo basado en su fascinación por los experimentos con electricidad.

Varias décadas más tarde, Jamie ha caído en las drogas y lleva una vida nómada tocando la guitarra para diferentes bandas por bares de todo el país. Entonces vuelve a cruzarse con Jacobs –dedicado ahora al espectáculo y a crear deslumbrantes «retratos de luz»–, y este encuentro tendrá importantes consecuencias para ambos. Su vínculo se convertirá en un pacto más allá incluso del ideado por el Diablo, y Jamie descubrirá que «renacer» puede tener más de un significado.

Esta inquietante novela, que se extiende a lo largo de cinco décadas, muestra uno de los más terroríficos finales que Stephen King haya escrito jamás. Es una obra de arte del maestro de contar historias de nuestro tiempo, en la tradición de Hawthorne, Melville o Poe.

STEPHEN KING

12003389_957366390968609_255636791385749761_nStephen King es el maestro indiscutible de la narrativa de terror contemporánea, con más de cincuenta libros publicados. En 2003 fue galardonado con la Medalla de la National Book Foundation por su contribución a las letras estadounidenses, y en 2007 recibió el Grand Master Award que otorga la asociación Mystery Writers of America. Entre sus títulos más célebres cabe destacar El misterio de Salem’s Lot, El resplandor, La zona muerta, Ojos de fuego, It, Maleficio, La milla verde y las siete novelas que componen el ciclo «La Torre Oscura». Sus últimos libros publicados en nuestro idioma son Mr. Mercedes, Doctor Sueño, Joyland y 22/11/63.

FRAGMENTOS DE LA NOVELA

   «En 2012 cumplí los cincuenta y seis. Hugh y su novia desde hacía muchos años me llevaron a cenar. De camino a casa recordé un cuento de viejas –es probable que lo hayan oído– sobre cómo cocer una rana. Se la pone en agua fría y empieza a aumentarse el calor. Si se hace gradualmente, la rana, tonta como es, no salta. No sé si es verdad o no, pero decidí que era una excelente metáfora del envejecimiento.

En mi adolescencia, veía a las personas de más de cincuenta años con lástima y desazón: caminaban muy despacio, hablaban muy despacio, veían la televisión en lugar de ira al cine y a los conciertos, su idea de una gran fiesta era un estofado con los vecinos, y se metían en la cama después del noticiario de las once. Pero –al igual que la mayoría de las personas de cincuenta y tantos, sesenta y tantos y setenta y tantos que gozan de una relativa buena salud– no me importó demasiado cuando me llegó el turno. Porque el cerebro no envejece, aunque sus ideas sobre el mundo puedan volverse rígidas y se dé una mayor tendencia a hablar por los codos sobre los viejos tiempos. (De esto al menos me libré, porque en mi caso esos viejos tiempos los pasé, en su mayor parte, sumido en la más desenfrenada e impenitente drogadicción.) Creo que para la mayor parte de la gente los delirios engañosos de la vida empiezan a desvanecerse a partir de los cincuenta años. Los días se aceleran, los dolores se multiplican, y el andar se hace más lento, pero hay compensaciones. Con la calma, llega la capacidad para valorar las cosas, y –en mi caso– una determinación de hacerlas bien durante el tiempo que me quedara […]

Sí, veía unas cuantas arrugas más en las comisuras de mis labios y mis ajos cuando me afeitaba, pero en conjunto, creía yo, tenía el mismo aspecto de siempre. Esa, naturalmente, es la benévola ilusión que todos nos forjamos en nuestros últimos años. Tuve que regresar a Harlow en el verano de 2013 para comprender la verdad: yo no era más que otra rana en un cazo. La buena noticia era que de momento la temperatura solo había subido a intensidad media. La mala era que el proceso no se interrumpiría a corto plazo. Las tres verdaderas edades del hombre son la juventud, la mediana edad y ¿cómo coño me he hecho viejo tan pronto?»

[…]

   «Todo el mundo se pregunta en algún momento qué hay al otro lado del muro de la muerte […] Quiero saber qué les pasó a mi mujer y a mi hijo. Quiero saber qué que nos deparará el universo a todos nosotros cuando esta vida termine, y me propongo averiguarlo.»