Corito

Corito es el gentilicio con el que se les conoce a los naturales de la villa de Feria desde tiempos remotos. Nada se sabe del porqué de esta curiosa denominación, por lo que se han buscado las más variopintas explicaciones al origen del término. Sin embargo, como ha señalado José Muñoz en su obra titulada La villa de Feria, deben haber existido razones poderosas para que a los habitantes de Feria se les llame coritos y no se les reconozca otro gentilicio más que éste.

                         Coritos en la procesión de la Santa Cruz. Foto de La Voz de Feria

Para algunos el origen del término se debe al carácter elevado de la población. Según esta circunstancia corito vendría a significar habitante de las alturas. Según otros, el nombre haría referencia a la procedencia norteña de los primeros individuos que llegaron a la villa tras la Reconquista: asturianos, gallegos, vizcaínos y leoneses, a los que se les llamaba coritos.

Santos Coco, en su Vocabulario extremeño, recoge el término corito, utilizado en el norte de la provincia de Cáceres, con el significado de segador o guadañador:

CORITO
Guadañador. (Malpartida de Plasencia). 
Santos Coco. Vocabulario extremeño. Revista de Estudios Extremeños

El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) recoge, además de las referidas al carácter montañés o norteño, otras curiosas acepciones del término que no consideramos significativas en el origen del gentilicio:

CORITO, TA
Del lat. corium 'piel'.
1. adj. Desnudo o en cueros.
2. adj. Encogido y pusilánime.
3. m. y f. montañés (‖ natural de la Montaña).
4. m. y f. asturiano (‖ natural de Asturias).
5. m. Obrero que lleva a hombros los pellejos de mosto o vino desde el lagar a las cubas.
    Real Academia Española ©

Especialmente completa resulta la información que recoge la conocida Enciclopedia Espasa-Calpe sobre esta palabra:

El Tesoro de la lengua castellana o española, de Sebastián de Covarrubias, impreso en 1611, también recoge el término:

Pero no es nuestro propósito hacer ninguna aportación más sobre el tema. Ya lo trató ampliamente José Muñoz Gil en su conocida obra La villa de Feria. Solamente vamos a recoger algunos pocos textos literarios con los que nos hemos ido encontrando y en los que aparece el vocablo corito, tenga o no relación con el significado que se les da a los naturales de Feria.

EL TÉRMINO CORITO EN LA LITERATURA

El camino, de Miguel Delibes

Según la primera definición del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), corito significa desnudo o en cueros. Corito es un adjetivo que deriva del término latino curium, que significa piel, por lo que esta primera acepción es bastante lógica, pero poco probable de que sea el origen del gentilicio. También hay que considerar que el vocablo coroto puede oírse en algunos lugares de Extremadura para referirse a una persona desnuda. Viudas Camarasa recoge el término en su Diccionario extremeño, usado en la población pacense de Salvaleón para referirse a una clase de higo.

CORITO. m (Salvaleón). Clase de higo..
CORITO. m (Malpartida de Plasencia). Guadañador.
    Viudas Camarasa, A. Diccionario extremeño

Con ese significado de desnudez, nos hemos encontrado con esta palabra en El camino, la conocida novela de Miguel Delibes. El genial escritor vallisoletano lo utiliza en el Capítulo XI de su magnífica novela para narrarnos el episodio de una mujer que se suicidó, por un mal de amores, lanzándose corita desde un puente:

    «Roque, el Moñigo, Germán, el Tiñoso, y Daniel, el Mochuelo, solían sentarse con él en el banco de piedra rayano a la carretera. A Quino, el Manco, le gustaba charlar con los niños más que con los mayores, quizá porque él, a fin de cuentas, no era más que un niño grande también. En ocasiones, a lo largo de la conversación, surgía el nombre de la Mariuca, y con él el recuerdo, y a Quino, el Manco, se le humedecían los ojos y, para disimular la emoción, se propinaba golpes reiteradamente con el muñón en la barbilla. En estos casos, Roque, el Moñigo, que era enemigo de lágrimas y de sentimentalismos, se levantaba y se largaba sin decir nada, llevándose a los dos amigos cosidos a los pantalones. Quino, el Manco, les miraba estupefacto, sin comprender nunca el motivo que impulsaba a los rapaces para marchar tan repentinamente de su lado, sin exponer una razón. Jamás Quino, el Manco, se vanaglorió con los tres pequeños de que una mujer se hubiera matado desnuda por él. Ni aludió tan siquiera a aquella contingencia de su vida. Si Daniel, el Mochuelo, y sus amigos sabían que la Josefa se lanzó corita al río desde el puente, era por Paco, el herrero, que no disimulaba que le había gustado aquella mujer y que si ella hubiese accedido, sería, a estas alturas, la segunda madre de Roque, el Moñigo. Pero si ella prefirió la muerte que su enorme tórax y su pelo rojo, con su pan se lo comiera.»

Roque, el Moñigo, Germán, el Tiñoso, y Daniel, el Mochuelo, con Quino el Manco.

La pícara Justina, de Francisco López de Úbeda

Como señalamos anteriormente, Francisco Santos Coco recoge en su Vocabulario extremeño el término corito, utilizado en el norte de la provincia de Cáceres, con el significado de guadañador o segador.

Hay algunas teorías que apuntan a éste como el origen del término corito para referirse a los nativos de Feria. Debe tenerse en cuenta que a los de Feria se les ha dado tradicionalmente bien el difícil arte de la siega. Incluso hoy no es raro oír hablar de aquellas cuadrillas de coritos que iban por los campos buscando trabajo como segadores.

En la novela titulada La Pícara Justina, Francisco López de Úbeda emplea el término corito para referirse a los asturianos, a los que también llama guañinos (guadañadores) «porque siempre van con las guadañas insertas en los hombros». En el capitulo titulado De los trajes de montañeses y coritos de esta novela picaresca, dice Justina, la joven villana de origen judío, protagonista y narradora de la misma:

   «Yo gustaría ser una duquesa de Alba, Béjar o Feria –y más ahora, que las tres hermanas son las mismas tres Gracias sobre una misma ínclita e ilustre naturaleza…
Así que, si yo fuera duquesa, es sin duda que yo mandara hacer una tapicería destos trajes de los montañeses y montañesas de mi tierra, y coritos y coritas, que te diera muy grande gusto.
Asturianos, llamados guañinos
   Lo primero, yo encontré unos asturianos, a los cuales, por aquella tierra de León, unos les llamaban los guañinos, porque van guarrando como grullas en bandadas, o quizá porque siempre van con las guadañas insertas en los hombros.
Asturianos llamados coritos, y por qué.
   Otros les llaman coritos, porque en tiempos pasados todo su vestido y gala eran cueros. Alguno dijo ser la causa otra. La verdad es que la falta de artificio, la necesidad del tiempo, la simplicidad del ánimo y la necesidad de su defensa, les hizo andar deste traje, y no, como algunos maldicientes dicen, el haber salido de Asturias los que inventaron los cueros para el vino y las coronas para Baco. Mas no por eso niego que el Baco tenga allí y haya tenido jurisdicción y gran parte de su real patrimonio, no digo en vivos, sino en vinos. Agora ya no se visten de cuero, si no es algunos que le traen de partes de dentro, y para esto tienen comercio de por mar con las Indias de Ribadavia, que engendra vino de color de oro.
Pernina de Oviedo.
   Otros llaman a estos coritos hijos de la Pernina. Maldicientes quieren decir venir esta denominación de una gran hechicera que allí traía los diablos al retortero y se llamaba la Pernina.
Asturianos, hijos de Pernina porque andan en piernas.
   Pero no es por eso, sino que por denotar que sus piernas andan vestidas de las calzas de aguja que sus madres les labraron en los moldes de sus tripas, les llaman de la Pernina. Todos estos nombres son asentados en las cortes de los muchachos con sólo el fundamento de su niñero gusto y no es mi intención que pasen por verdades, pues se sabe que los muchachos han tomado licencia para dar vayas a los más calificados del mundo, y si yo hubiera de tejer historias de seda fina, a fe dijera bellezas de Oviedo y de la Cámara Santa y del Principado de Asturias, pero soy relatera ensarta piojos, y si tomo pluma en la mano, es para hacer borrones. Voy con la pluma retozando con orlas de cortapisas. Díselo tú, que a mí no me vaga.
Postura y figura de los asturianos.
   Va de cuento. Estos asturianos encontré en diversas tropas o piaras, con tales figuras que parecían soldados del rey Longaniza o mensajeros de la muerte de hambre. Lo cual creyera cualquiera que los viera flacos, largos, desnudos y estrujados, y con guadañas al hombro. Vi también que llevaban unas espaditas de madero en la cinta. Paréme a pensar qué podía ser aquello, porque decir que había enemigos que no podían morir- si no es con puñal de madera, era negocio difícil de entender, si no es creyendo que eran enemigos encantados como los de don Belianís. Imaginé si era batalla de sopas, en la cual se suele hacer la guerra con madera, pero eso fuera si las espadillas tuvieran forma de cucharas. En fin, no atinando la causa, me resolví de aguardarlo a saber en el otro mundo.
Razonamiento de Justina y un asturiano.
   Miren si es por ahí la gente corita, pues llevan armas incomprehensibles que agotan el entendimiento.
  Los que iban, iban sin sombreros y casi desnudos; los que venían, traían dos sombreros y mucho paño enrollado, de manera que imaginé si acaso iban a la Isla de los Sombreros y allí los segaban con aquellas guadañas. En lo del paño tuve envidia, porque las mujeres somos grandes personas de andar empañadas, y de los sombreros tuve curiosidad.
   Así, con toda mi inocencia, pregunté a un asturiano lo siguiente:
   –Hermano, decidme, ¿cuánto hay desde aquí a la Isla de los Sombreros donde segáis, y desde aquí a la Isla Pañera donde os habéis empañado?
   El bellacón del asturiano debía de ser hijo de la Pernina y tener la redoma llena.
   Respondió:
   –Señora, los sombreros se siegan en Badajoz y el paño en Putasí, digo en Potosí.»

Lámina de la primera edición de La pícara Justina, 1605

Queda claro que por coritos, el autor de la obra, se está refiriendo a los asturianos, pero nos resulta cuanto menos curiosa la aparición de las expresiones duquesa de Feria, corito y Badajoz tan juntos en este pasaje de la novela.

Fiesta de toros con rejones al príncipe de Gales, en que llovió mucho, de Francisco de Quevedo y Villegas

Y terminamos nada menos que con don Francisco de Quevedo. Sabemos que el gran escritor cordobés conoció personalmente a don Gómez Suárez de Figueroa, III duque de Feria. Mostró gran interés por su trayectoria militar y política, y se refirió a él en sus cartas y en su obra. Pero no solo conocía al duque, también sabía mucho en torno a la Casa de Feria y, lo que más puede llamarnos la atención, conocía bastante bien la palabra que nos interesa.

Socorro en la plaza de Constanza. Retrato de Gómez Suárez de Figueroa y Córdoba, III Duque de Feria. Vicente Carducho

Quevedo escribió un romance titulado Fiesta de toros con rejones al príncipe de Gales, en que llovió mucho. La composición trata sobre una de las corridas en honor al Príncipe de Gales, que se celebró en Madrid el día 4 de mayo de 1623, a la que acudió el Feria con sus gentes y en la que parece que llovió más que el día que enterraron a Bigote. Quevedo nos describe el suceso con su característico y fino humor. En ella aparece la palabra corito con el significado relacionado con los naturales de la villa de Feria.

Reproducimos a continuación el comienzo del romance:

«Floris, la fiesta pasada,
tan rica de caballeros,
si la hicieran taberneros,
no saliera más aguada.
Yo vi nacer ensalada
en un manto en un terrado,
y berros en un tablado;
y en atacados coritos,
sanguijuelas, no mosquitos,
y espadas de Lope Aguado.
Viose la plaza excelente,
con una y otra corona,
tratada como fregona:
con lacayos solamente.
Corito resplandeciente
y gallego relumbrante;
mucho rejón fulminante,
mucho céfiro andaluz,
mucho Eleno con su cruz,
y poco diciplinante…»

No cabe duda de que por coritos, Quevedo se referiría (así lo recoge Fernando Serrano Manga en su obra La segura travesía del Agnus Dei) a la gente del círculo del duque de Feria, don Gómez Suárez de Figueroa, al que más adelante llama Corito resplandeciente, nada más y nada menos. Toda una suerte que uno de los grandes de nuestra literatura utilizara el gentilicio con el que se les conoce a los nativos de la blanca villa de Feria desde tiempos lejanos. Genial don Francisco.