«Los dos árabes»

(Dichos de nuestros mayores)

Peregrinos a La Meca
a la par iban dos árabes
y los perros al camino
les salían a ladrarles.

Mas, sin hacer caso, el uno,
prosiguió siempre adelante,
pero airado el otro, piedras,
no cesaba de tirarles.

De La Meca, al año justo
regresaba el caminante
y halló al otro, todavía,
enredado con los canes.

Pero, imbécil, ¿no comprendes
que hasta el final de su viaje
nunca llega el que hace caso
de los perros que le ladren?

Los dos árabes1

 

“Enjambre”, de Rafael Cabanillas Saldaña

«Triste paradoja la de esta tierra, llamarse Enjambre y estar vacía.»

Tras el éxito de su anterior novela, Quercus, el escritor toledano Rafael Cabanillas Saldaña nos regala otra espléndida novela: Enjambre, la segunda parte de una trilogía sobre la tierra vacía situada en los Montes de Toledo.

Enjambre es una pedanía, en las estribaciones de los Montes de Toledo, en una zona situada entre las provincias castellano-manchegas de Ciudad Real y Toledo y Extremadura, en la que solo han quedado dos familias, que, para más inri, no se hablan, la de Tiresias, hijo único del tío Jacobo y de Remigia, y la de Eustaquio y Encarna.

Tiresias, el protagonista de la novela, es un chico que nació enfermizo, con aparente retraso mental y medio ciego.

    «Cuenta la tía Remigia que estando a boca de parir, con la madre ya a punto de dilatarse, soñó que se le aparecía una especie de hechicero, brujo o encantador, llámalo como te apetezca, envuelto en un resplandor, que le dijo: ¡Remigia, el muchacho que vas a parir se llamará Tiresias! Nombre que confundió a la tía Remigia y más al tío Jacobo, cuando le relató el sueño, pues era un nombre jamás oído en esas tierras.

    Le pusieron Tiresias y el muchacho les salió lelo, o digamos, raro. Algo difícil de determinar. El Tiresias, el pobre, un retrasado. Un niño enfermizo y escuchumizado que no se murió de milagro. Un ser extraño. Después de tanto arriesgar con el nombre. Que parecía que nos iba a traer un don divino, un pan debajo del brazo, y mira como nos ha salido.»

El joven, analfabeto porque no pudo asistir a una escuela que clausuraron cuando él era apenas un «cagón de cuatro años», se dedica a pastorear las cabras de la familia por las sierras que rodean la aldea. Siempre con su radio, del tamaño de un ladrillo y que funciona con dos pilas de petaca, al hombro. Y que gracias a esa radio y al teléfono que les puso el alcalde de Anchuras para que lo utilizasen las dos familias de la pedanía, encuentra una ventana al mundo exterior.

Mientras pasa el día en el monte con sus animales, Tiresias anhela que llegue la noche para poder escuchar la sensual voz de Sophia Bayker, la locutora de radio que parece hablarle solo a él. La fascinación que siente por ella es tan grande que le lleva a cambiar de hábitos y costumbres, y hasta aprende a leer.

Pero Enjambre no es sólo una historia de superación y de esperanza. Es también un hermoso y sentido homenaje a los supervivientes de estas tierras, abandonados a su suerte por los poderes públicos, y a sus sencillas formas de vida apegadas a la tierra. Así como el reconocimiento del papel de la educación para la transformación de la vida de las personas. Resulta muy entrañable el personaje del tío Deogracias en el papel de “maestro” de Tiresias. Por si fuera poco, Rafael Cabanillas aprovecha la novela para rendir tributo a la radio, tan importante para mantener el contacto con el mundo exterior en estos lugares dejados de la mano de Dios.

Al igual que su anterior novela, Enjambre está también poderosamente influida por la narrativa de Miguel Delibes, y recuerda al libro de éste titulado El disputado voto del señor Cayo. Sin embargo, es una novela mucho más luminosa que Quercus, más «amable», como se indica en la cuidada edición del libro. Escrita con una prosa precisa y muy visual, y empleando un lenguaje muy rico que incluye voces propias de la zona en la que transcurre la acción de libro.

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    «La sierra de Altamira también tiene alma. Aunque en lo tocante a las personas que la pueblan, es un alma amputada, rota, roída por la miseria. Igual que si la mordisqueara una rata. Que esos montes son un penaero para sus vidas. Pues habiendo miles de alcornoques y millones de encinas, todavía en número ganan las desdichas. Ante ellas, resistencia, sin queja. El vivir pausado, sin exigencias. Dejando que la vida pase inadvertida, rozándote apenas, sin hacerte más daño que el dolor intrínseco a la subsistencia. Conformándote con poco, casi con nada, buscando un cachito de felicidad en la humildad y la candidez que sin reclamar te regalan. El olor de ese queso que madura con aliento propio, un haz de sol que entra por el ventanuco convirtiendo las partículas suspendidas de polvo en un milagro para sus ojos, el cigarro de la mañana mirando a esa Garganta.»

Una extraordinaria novela que nos reserva, además, algunas agradables sorpresas. La historia del maquis Chaqueta Larga o el “cameo” de los Cabanillas, viajeros por los territorios de Enjambre camino de Las Casas de don Pedro, entre otras.

En fin, otra gran novela del maestro Rafael Cabanillas con la he vuelto a disfrutar muchísimo. Absolutamente recomendable.

«Enjambre es un grito mudo, callado, pues son los gritos más hondos y dañinos, por una tierra, por unos hombres y mujeres, por una forma de vida que se nos escapa de las manos igual que se escapa el agua. Un mundo que se abandona, que se deja morir, que agoniza a cambio de un falso progreso, absolutamente perjudicial, tóxico, que destroza la tierra y las vidas. Los protagonistas conviven con la miseria y una mínima ayuda podría hacerles felices. La ayuda más importante, más eficaz, es que les dejen vivir en paz. Que ese otro mundo que se come todo no se convierta en su enemigo. El suyo no es la Arcadia ni el paraíso prometido, pues la supervivencia es dura, pero es una vida digna. Respetuosa con la madre tierra, que nos da de comer y a la que pertenecemos igual que pertenecen las abejas y las encinas. Honestidad e inteligencia para dejar a nuestros hijos un mundo mejor del que nosotros nos encontramos.»  Rafael Cabanillas

LEER UN FRAGMENTO DEL LIBRO

SINOPSIS

El Enjambre es una pedanía de Anchuras, en la que sólo viven dos familias que no se hablan. Es un territorio real y a la vez mágico. Existe en los mapas y en el imagina-rio. Otro realismo mágico. Cuando estando la Remigia a boca de parir y se le aparece en el sueño una especie de brujo o hechicero diciéndole que el hijo se llamará Tiresias, ella ya adivina que lo que lleva en su vientre es algo diferente, especial, casi sobrenatural.

Sin embargo, Tiresias es un niño enfermizo, medio ciego, igual que su homónimo griego: Tiresias, el adivino ciego. Lo que no le impedirá convertirse en pastor de esas sierras que, aun siendo un paraíso terrenal, se han ido vaciando en un goteo incesante.

Pero es a la noche, escuchando la radio, cuando se va a producir el milagro. Esa locutora del programa “Desde la distancia te quiero”, en el 96.4 de la FM, que parece hablarle exclusivamente a él, al pastor perdido en una aldea abandonada, transformará su existencia.

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    «El Enjambre es una pedanía que depende del ayuntamiento de Anchuras, en las estribaciones de los Montes de Toledo, rayando con Extremadura. Y si hablas de naturaleza, aquí tienes toda la que quieras, porque el pueblo está encajonado en una Garganta de agua en el sopié de la sierra de Altamira. Jaras, lo que más abunda, cornicabras, acebuches, brezales y retamas, algún mirto, durillos, romeros, espliegos, almoradujes, lavanda y mil tomillos, sin nos referimos a la flora chica. De la grande ni te cuento: encinas, coscojas, alcornoques y quejigos, abedules, acebos, tejos, madroños y robledales en lo más alto; y en los bajos y arroyos, fresnos, sauces, álamos y almeces. Ahora están preciosos, con los mil colores que trae el otoño.»

Con Enjambre, Rafael Cabanillas nos regala una nueva novela espléndida, enraizada, por méritos propios, con lo mejor de la literatura española contemporánea.

Si su deslumbrante Quercus supuso la revelación plena de un escritor que, como pocos, ha sabido conceder a tantos olvidados la voz a ellos debida, Enjambre retorna a idéntico topos, real e imaginario. A la existencia dolorida y, a pesar de ello, esperanzada de quienes, víctimas del abandono y la codicia, vivieron y viven en la España vaciada. Cuantos, al leer Quercus, quedaran, como yo, fascinados por la esplendidez de esa obra magníca, tienen ahora la feliz oportunidad de reencontrar en Enjambre el prodigio de la prosa de Cabanillas; su lenguaje rico, preciso y rescatado; sus personajes memorables, nacidos de las sombras anónimas de la Historia: mujeres y hombres que ahora cobran vida desde el silencio, para hacernos testigos de su dolor y de su ejemplar heroísmo.

Ese es el don de la verdadera Literatura: penetrar más allá de lo objetivo. Transitar por las entrañas más genuinas y vulnerables de lo humano. Convertir en arte las palabras para, a través de ellas, mostrarnos quiénes somos, de dónde venimos y el horizonte al que debemos aspirar.

Todo ello, y mucho más, lo hallará con plenitud el lector en Enjambre, una obra imprescindible para quienes, desde la memoria, deseen la construcción de un mundo basado en la equidad, la fraternidad y la justicia.

Antonio Basanta Reyes

RAFAEL CABANILLAS SALDAÑA

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Rafael Cabanillas Saldaña (Carpio de Tajo, Toledo, 1959) es autor de una decena de libros y de centenares de artículos. De su narrativa, destacan las novelas El secreto de Elvira Madigan (2004), Al llegar el invierno (2006), El llanto de la clepsidra (2008), o Mirtillo Blu (2012).

Colaborador de National Geographic y de diversas ONGs y Gobiernos, conferenciante y viajero incansable que presume de conocer más de 50 países, especialmente del África occidental, ha publicado los libros de viajes África en tu mirada (2009) y Hojas de baobab (2010), prologado por Javier Reverte.

De sus incursiones en el campo de la fotografía son las exposiciones En clave de mujer y África en tu mirada. Exposiciones itinerantes que desde hace años recorren España. Autor también del Libro-Exposición Manual para beberse la Vía Láctea (2012), del cuento infantil Conversaciones con un baobab (2017), libro con cuyos beneficios, gracias a la Editorial Cuarto Centenario, se construye una escuela en Madagascar, y de varias publicaciones más.

En el ámbito cinematográfico, es Director y Guionista del Documental Cine para África (en YouTube: Cine para África documental completo), estrenado en Madrid en 2015 de la mano de Ángel Gabilondo.

Quercus (2019), novela que en este momento va por su tercera edición y ha sido grabada por la ONCE para convertirla en audiolibro para los invidentes de España y del mundo, es la obra que la crítica compara con Los santos inocentes y La familia de Pascual Duarte.

Enjambre (2021) es la segunda novela de lo que será la trilogía Quercus; más “amable”, rebosante de ternura, para seguir mostrando, a flor de piel, el abandono de la España vaciada.

“Luna de lobos”, de Julio Llamazares

Luna de lobos es una novela de Julio Llamazares, publicada en 1985. Recién acabada la guerra civil, un pequeño grupo de combatientes republicanos huye de las fuerzas nacionales y de la Guardia Civil y se refugia en las cumbres heladas de las montañas de la vertiente leonesa de los Picos de Europa. Los años van pasando, pero el miedo, el instinto de supervivencia y la soledad permanecen. Como señala Miguel Tomás-Valiente en la cuidada edición de Cátedra, «fue la primera novela que publicó Julio Llamazares y es justo considerarla un clásico de nuestra novelística del siglo XX fundamentalmente por dos motivos. Uno es el de aportar a la literatura española, y más en concreto al grupo de novelas cuyo escenario de fondo es la Guerra Civil Española, un nuevo protagonista, el huido, el guerrillero maqui. El segundo motivo, de mucho mayor calado, es la eficaz elección de cada recurso literario, la sugerente potencia poética de las imágenes, la cuidada elección de cada palabra; en suma, la calidad estética de la novela. Todo este despliegue de belleza poética se ve reforzado al servir como instrumento de la representación de una época desdichada y como vehículo del relato de unos episodios de una dureza descorazonadora. Y, a su vez, el contenido de la narración se ve potenciado por el contraste que se establece entre la tragedia narrada y la sorprendente belleza con que está escrita.

Es una novela pesimista sobre la capacidad del hombre de convertirse en cazador de hombres, una reflexión sobre hasta dónde es capaz de llegar el hombre cuando la sed de venganza y la inquina le invaden y le dominan, cuando el odio que le nubla el entendimiento y el fanatismo que le ciega la razón lo convierten en un lobo para el hombre. Y es, también, una reflexión sobre las reacciones que esta cacería provoca en el ser humano acosado; sobre cómo, en tales situaciones, desde el instinto de supervivencia surge irremediablemente la violencia como respuesta única.»

    «–Escúchame bien, Ángel. Tenéis que marchar lejos cuanto antes, pasar a la otra zona, si podéis. Están buscándoos. No. No saben que estáis aquí –continúa él leyendo en mi mirada la sorpresa–. Buscan a todos los que estabais en Asturias. Saben que muchos habéis vuelto otra vez huyendo a través de las montañas. Y, en los últimos días, han cogido ya a unos cuantos: a Goro, a Benito, el del carrero, a dos o tres de Ancebos. Tienen todos los caminos y pueblos vigilados […]

    –Te acuerdas de la mina del monte Yormas, ¿verdad? Aquella mina abandonada donde nos refugiamos de la lluvia una vez que fuimos a por leña, hace ya años. Escondeos allí de momento. Hasta ver qué pasa. Juana o yo os dejaremos comida cada tres o cuatro días en la collada.

    Y, luego, mirándome fijamente:

    –Pero no os entreguéis. Pase lo que pase, no os entreguéis, ¿me oyes? Os matarían al día siguiente en cualquier cuneta como han hecho con tantos.»

La novela evita las argumentaciones políticas, centrándose en las vivencias de los personajes, que a pesar de las duras circunstancias que viven nunca llegan a perder la dignidad y su entereza moral

El autor de La lluvia amarilla conocía y había investigado los hechos sobre los que sustenta su magnífica novela. En alguna ocasión ha señalado que escribió la novela para recoger las historias que oyó contar de niño sobre los hombres del monte, que era como llamaban en su tierra a los huidos de la guerra. Demuestra, además, un enorme conocimiento de los territorios en los que se desarrolla la trama de la historia, las montañas y valles en los que nació y vivió durante su infancia; así como de la flora y la fauna de la zona.

El resultado de todo ello es una excelente novela, magníficamente escrita, que se lee con gusto. Imprescindible.

    «Cuando acabamos de cenar, Gildo y Ramiro se quitan las botas y las chaquetas, encienden sendos cigarros y se tumban en sus camastros, cerca del fuego.

     Son las cuatro de la madrugada y, esta noche, yo haré ya la guardia entera.

   Desde la boca de la cueva, con el pasamontañas calado y la metralleta cruzada sobre las piernas, no tardo en escuchar el bombeo regular y monótono de sus corazones cansados, las respiraciones profundas que preceden al sueño. Poco a poco, el monte comienza a recobrar la perfección de las sombras y sus misterios, el orden primitivo que la noche y el fuego disponen frente a mis ojos. Poco a poco, todo va quedando sepultado bajo la ingravidez profunda del silencio. Incluso esa luna fría, clavada como un cuchillo en el centro del cielo, que me trae siempre al recuerdo aquella vieja frase de mi padre, una noche volviendo cerca del cementerio:

    –Mira, hijo, mira la luna: es el sol de los muertos.»

En 1987 la novela fue llevada al cine con el mismo título por Julio Sánchez Valdés con actores como Santiago Ramos, que interpretaba a Ángel, y Antonio Resines, quien interpretó a Ramiro, y Kiti Mánver.

Al término de la Guerra Civil Española (1936-1939), algunos combatientes republicanos continúan hostigando a los vencedores con operaciones guerrilleras. Una de las zonas de resistencia fueron las montañas de León. En la comarca de Riaño, media docena de maquis mantienen una lucha muy desigual contra la Guardia Civil. Ramiro, Santiago y Gildo, tres milicianos, son perseguidos por una patrulla de la Benemérita al mando de un sargento que está enamorado de la misma mujer que Ramiro. Para conseguir el dinero suficiente que les permita llegar a Francia, los milicianos secuestran al dueño de una mina y exigen 150.000 pesetas a cambio de su libertad. (FilmaAffinity)

SINOPSIS

Es otoño de 1937. La partida de Ramiro «el Manco», integrada, además de por él mismo, por su hermano Juan, Gildo y Ángel –el protagonista y narrador–, ha cruzado las montaña, desde el Principado a la vertiente leonesa. Sin embargo, no pueden integrarse en la vida de sus pueblos: el nuevo régimen está fusilando a tos los excombatiente. Por eso se quedan en las montañas.

A estos hombres que se escondieron porque ni podían regresar a sus casas ni, por la razón que fuera, escapar a lugares más seguros para ellos, se les conoce como huidos y, en un principio, sus pretensiones no van más allá de la mera supervivencia. Sin embargo a medida que avanza la novela, avanza también el proceso en todos los sentidos: los militares que se alzaron contra la república ganan definitivamente la guerra e inician una terrible represalia; el monte se va a transformar para estos hombres que esperaban acontecimientos protegidos en sus entrañas, en una jaula, primero, y en una tumba después; los personajes se van asimilando al medio natural en el que viven, se animalizan progresivamente; cuanto más tiempo pasa, mayor es el acoso y mayor también la soledad de los huidos.

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    «–¿Qué os pasa? –pregunta Gildo–. ¿No vais a comer nada?

    Un silencio indiferente le contesta. Ramiro y Juan ni siquiera abren los ojos para mirarle.

    Yo tampoco tengo hambre. Desde que estamos aquí, apenas he vuelto a sentir el grito negro de la bestia que, en el fondo de mi estómago, bramaba desolada tantas veces en los últimos meses de la guerra y, sobre todo, durante los cinco días que pasamos sin comer huyendo a través de las montañas y en medio de la lluvia de otra bestia más concreta, más humana y sanguinaria, que perseguía implacable nuestros pasos. Es como si la humedad y el frío de la cueva se me metieran en los huesos y en el alma manteniéndome tumbado día y noche al lado de la lumbre, sin ganas de comer, ni de hablar, ni de asomarme siquiera a la boca de la entrada para observar el cielo encapotado y duro que, en sus aristas, tiene ya el aliento de la nieve y, en él, nuestra condena: antes de la primavera no podremos escapar de aquí.»

JULIO LLAMAZARES

llamazares_foto0Julio Llamazares nació en el desaparecido pueblo de Vegamián (León) en 1955. Licenciado en Derecho, abandonó muy pronto el ejercicio de la abogacía para dedicarse al periodismo escrito, radiofónico y televisivo en Madrid, ciudad donde reside. Ha publicado dos libros de poemas, La lentitud de los bueyes (1979) y Memoria de la nieve (1982), que obtuvo el Premio Jorge Guillén, y un insólito ensayo narrativo: El entierro de Genarín (1981). Ha reunido sus principales artículos en el volumen En Babia (Seix Barral, 1991). Es autor de las novelas Luna de lobos (Seix Barral, 1985), La lluvia amarilla (Seix Barral, 1988) y Escenas de cine mudo (Seix Barral, 1993), que le han situado entre las figuras más destacadas de la narrativa española actual.

FUENTES

  • Llamazares, Julio. Luna de lobos. Barcelona, Ediciones Cátedra, 2018